martes, 11 de agosto de 2015

Periodismo viajero. TAILANDIA, Diez días en un templo budista

Bangkok es, definitivamente, la puerta de entrada al país. Ciudad abarrotada de motos y tuk-tuk que circulan a toda velocidad, entre bocinazos, frenadas repentinas y peatones imprudentes. También, hay que decirlo, es una ciudad de grandes contrastes: ruinosas construcciones que a nadie extrañaría si se derrumbaran se mezclan por entre hoteles de lujo, skytrains y shopping malls; al mismo tiempo, cientos de puestos de comida callejeros aparecen rodeados por Seven Eleven y restaurantes de cocina de autor. Desde luego, es la ciudad de la versatilidad. Y lo bueno es que todo, absolutamente todo, se adapta a su entorno. Para mí, cualquier viaje al sudeste asiático tiene su parada obligada en Bangkok.

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Aun así Tailandia nos propone distintos tipos de viaje divididos en tres grandes zonas: Bangkok, las islas del sur y los pueblos del norte.
El sur es el más popular, gracias a sus paradisíacas playas de arena blanca y a un mar puro y cristalino. Gentes de todas partes del mundo acuden aquí atraídos por el clima, la vegetación, el buceo y la vida nocturna, ya que todas las islas de esta región ofrecen un amplio abanico de fiestas, bares y discotecas.

¿Quién se resiste a un chapuzón en estas tranquilas aguas?

¿Quién se resiste a un chapuzón en estas tranquilas aguas?

El norte es otra cosa, otro tipo de viaje. Aquí ya no se viene a tumbarse al sol. Aquí se topa uno con la diversidad tribal del país,  donde se aprecia una cultura ancestral, recelosa por manetener vivas sus tradiciones. En el norte uno tiene que adaptarse a la cultura y no viceversa, como sucede en el resto del país. Ahí reside la magia de esta región.

La esencia tribal de Tailandia está en el norte. Poblado akha.

La esencia tribal de Tailandia está en el norte. Poblado akha.

Las Mujeres Jirafa son otro gran foco de atracción turística en el norte

Las Mujeres Jirafa son otro gran foco de atracción turística en el norte

Me dirijo desde Bangkok hasta Chiang Mai, uno de los pueblos más al norte del país. Son muchas las formas de acceso, ya que se puede llegar tanto en tren, ómnibus o avión. Yo opté por viajar en ómnibus porque así podía apreciar mucho mejor las diferencias y la personalidad distinta de cada región.

Chiang Mai es conocida por sus enormes templos budistas. Yo voy en busca del Wat Ram Poeng. A 40 minutos al sur del centro de la ciudad se encuentra esta imponente construcción que remite a los antiguos templos tibetanos; contenido por un enorme muro de piedra y una puerta de entrada de rejas, permite entrever tres de los diez templos que lo componen.

Uno de llos sectores de meditación al aire libre (templo Wat Ram Poeng)

Uno de llos sectores de meditación al aire libre (templo Wat Ram Poeng)

Aquí se ofrecen retiros de meditación de hasta 26 días y un mínimo de 10 días; éste último es el que me dispongo a realizar. Durante el curso es obligatorio usar ropa blanca las 24 horas al día. En el mismo templo se alquilan los pantalones y túnicas, junto con la chalina que debemos usar sólo las mujeres por encima del hombro, y un reloj que se programa hasta 60 minutos.

Lucilda en el templo con el típico atuendo de meditación

Lucilda en el templo con el típico atuendo de meditación

El cronograma cotidiano es el siguiente y es el mismo durante los diez días:

• 4 am. Suena una campana que retumba en todo el templo. Es la alarma para ir a meditar.
• 6:30 am. Suena una segunda campana. Es la hora del desayuno. Todos los que convivimos en el templo debemos que dirigirnos a uno de los salones donde se sirve el desayuno y el almuerzo diariamente. Hay dos mesas, una dice “Regular Food” (comida regular) y la otra “Vegetarian Food”(comida vegetariana),
• En cada comida, la rutina es la misma. Suena la campana, se forma una fila, se sirven los alimentos, y cada uno se acomoda sentado en el suelo con las piernas cruzadas, o bien arrodillados. Hay un sector que está reservado sólo para los monjes, otro para las mujeres y otro para los hombres. Cuando se sienta la última persona aparece una monja que recita en pali (lengua de las escrituras budistas) durante aproximadamente 20 minutos las lecturas de agradecimiento de los alimentos; cuando termina su “discurso” se puede empezar a comer (en silencio absoluto, desde luego).

Detalle de la campana

Detalle de la campana

7:30 am. Hora de seguir meditando.
10:30 am. Suena la tercera campana, hora del almuerzo. Misma rutina que en el desayuno. Esta es la última comida sólida que se puede ingerir en el día.
11:30 am. Hora de seguir meditando hasta el encuentro con el maestro, que en general es entre las 15 y las 17 hs. Cada alumno tiene 15 minutos para contarle al maestro cómo estuvo su meditación del día… Después del encuentro cada uno vuelve al templo para seguir meditando hasta las 22hs, hora de finalización de la jornada. Entonces, cada alumno se dirige a su respectiva habitación. Hay un sector reservado exclusivamente a las mujeres, otro para los hombres y otro mucho más alejado para los monjes.

Interior del templo

Interior del templo

Durante los 10 días que dura el curso no se puede hablar, excepto con el maestro y únicamente en el momento del encuentro.
Todas estas restricciones que pueden parecer muy estrictas en algunos casos tienen un propósito muy concreto y seguir cada indicación es tan importante como realizar los mismos ejercicios del curso; si rompemos alguna de estas reglas, los resultados no serán tan productivos.

Encuentro con el maestro

Encuentro con el maestro

El objetivo del curso es principalmente lograr el estado de mindfullness (podría traducirse como “concentración plena”). Esto quiere decir que en cada acción que realizamos hemos de poner el 100% de nuestro interés: cuando comemos, leemos, escribimos, hablamos, caminamos, etc.
¿Cómo se consigue este estado? A través de la repetición.
El curso se basa en ejercicios de meditación sentados y caminando; ambos duran 15 minutos. A medida que avanzan los días se van agregando 5 minutos a cada ejercicio. Es esta técnica aquella repetición constante de la que he hablado anteriormente y que permite llegar a un estado de concentración plena y feliz.
Los resultados son muy notorios y positivos.Puedo asegurar que una vez finalizado el curso, si continuamosa con las prácticas cada día, el estado de mindfullness permanece y se ejercita.

Texto y fotos de Lucila Uboldi

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