martes, 31 de julio de 2018

Viajes. Las mejores ferias gastronómicas de Cataluña para este otoño

El patrimonio catalán destaca en muchos ámbitos, sin embargo se podría decir que es en la gastronomía donde se puede conocer mejor sus tradiciones e idiosincrasia. Los catalanes son conscientes de ello, y es por eso que muestran orgullosos la riqueza de los productos que les proporciona la tierra y que trabajan con sus manos.

Una de las mejores maneras de acercarse a la gastronomía de Cataluña es recorrer sus ferias y mercados. A partir de septiembre y hasta finales de otoño, los festivales gastronómicos se suceden, toma nota y no te pierdas ninguno de estos.

Festa de la siega

Terres de l'Ebre, septiembre-octubre 2018

En el marco de las fiestas tradicionales del arroz que se celebran en los territorios catalanes bañados por el río Ebro, entre el 9 de septiembre y el 7 de octubre tienen lugar en varios pueblos (Deltebre, Sant Jaume d’Enveja, l’Ampolla, l’Aldea y Amposta) las fiestas de la siega. Estas celebraciones están enraizadas en el pasado pero miran hacia el futuro, pues su intención es mostrar los diferentes trabajos que se llevaban a cabo durante el ciclo del cultivo, tal como lo hacían nuestros antepasados. Una vez terminado el trabajo, empieza la parte lúdica con cantos, comidas populares, teatro y juegos tradicionales.

Jornadas Gastronómicas de la Seta

Alta Ribagorça, del 5 al 28 de octubre

El otoño en las montañas catalanas es sinónimo de setas. Y por este motivo, durante las tres semanas en que se celebran las jornadas gastronómicas de la seta los restaurantes participantes de la comarca Alta Ribagorça ofrecen en menús donde las setas son el producto principal, acompañadas de otros productos típicos de la zona. A su vez, se organizan otras actividades paralelas como por ejemplo itinerarios de reconocimiento de setas, concursos de fotografía, la feria de la Girella, rutas naturales, etc.

Fira Origens

Olot, 6 y 7 de octubre

La séptima edición de la Feria Agroalimentaria de Productos de Calidad de Cataluña ofrece la posibilidad de que los visitantes aprendan, conozcan y prueben algunos de los mejores productos del territorio catalán. Con precios muy populares, la entrada incluye la posibilidad de degustar 5 productos de los expositores. Además, dentro de la feria se llevan a cabo varios talleres impartidos por reconocidos profesionales en los que se puede aprender tanto a cocinar como a degustar.

Mercat de Mercats

Barcelona, del 19- al 21 de octubre

Su nombre lo dice todo: un mercado de mercados. Se trata de una de las grandes citas gastronómicas de la temporada que tiene lugar los días 19, 20 y 21 de octubre frente a la catedral de Barcelona. Productos tradicionales de la región llenan las decenas de puestos en los que, además de comprar, también se puede degustar las mejores especialidades.

Feria de Sant Ermengol

La Seu d’Urgell, 19-21 d’octubre

Una de las citas obligadas para los amantes del queso es la Feria de Sant Ermengol. Los organizadores explican orgullosos que esta feria es la más antigua de Europa, en la que desde el siglo XI la ciudad era un punto clave en las rutas pirenaicas. Hoy en día, en la Feria se pueden encontrar los mejores productos del Pirineo, ecológicos, kilómetro cero y de alta calidad. Más allá de los productos gastronómicos, la feria de artesanía también tiene puestos con productos no alimentarios como textil, cosmética natural, cestería, juguetes de madera, cerámica, etc.

Feria del Aceite DOP Siurana de Reus

Reus, noviembre 2018

21 años después de la primera edición, la Feria del Aceite DOP de Reus sigue teniendo un gran éxito. La plaza de la Llibertat acoge a los principales productores de aceite de la denominación de origen Siurana que presentan de manera colectiva su nuevo producto de la temporada. El visitante podrá probar y comprar en primicia una variedad de veinte aceites diferentes, todos de alta calidad, en un ambiente que cada año recibe más afluencia de público.



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lunes, 30 de julio de 2018

Apuntes. Subir a la Baiyoke Tower II (Bangkok, Tailandia)

Durante nuestro viaje por Tailandia tuvimos oportunidad de pasar 6 días en la capital, lugar habitual de llegadas al país. Entre las visitas imprescindibles en Bangkok no puede faltar la subida a la Baiyoke Tower II, uno de los mejores miradores de la ciudad. Esta altísima torre, que alberga en la actualidad un hotel, está ...

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Viajes. Ruta del vino y la vendimia en las Rías Baixas

El final del verano marca el inicio de la vendimia, uno de los trabajos más duros en la elaboración del vino, pero que trae consigo numerosas fiestas, catas y actividades. En la tierra del oro blanco, donde su Denominación de Origen y seña de identidad es el afamado albariño, esta fiesta se vive con fervor en las numerosas bodegas y pazos que se entremezclan con la naturaleza de las Rías Baixas.

La Ruta do Viño comienza en las inmediaciones de Santiago de Compostela, en Ribeira do Ulla, y se extiende hasta la zona de O Rosal, en la frontera portuguesa, pasando por las tierras del Salnés, la comarca más visitada. En esta última, se encuentra Cambados, la capital del albariño. La localidad gallega celebra sus fiestas dedicadas al vino, declaradas de Interés Turístico Nacional. Cambados también cuenta con el museo del vino más antiguo de Galicia y uno de los primeros en toda España. En él los visitantes pueden adentrarse en los orígenes de este producto tan importante en la cultura gastronómica gallega.

Solo en la comarca de O Salnés se pueden contabilizar hasta 21 bodegas, por lo que está considerada como una de las zonas vinícolas más importantes del país. Algunas de las que ofrecen jornadas de puertas abiertas para que los viajeros puedan conocer los secretos de la recolección de la uva son: Adega Eidos, en Sanxenxo; Pazo Baión, en Vilanova de Arousa; Pazo de Señorans, en Pontevedra; o Condes de Albarei y Martín Códax, en Cambados.

La principal característica de la vendimia gallega es que la recolección es manual. Los vendimiadores se reparten las diferentes parcelas para ir recogiendo a mano las uvas maduras. Estas irán acumulándose en cubos de plástico que están sujetos de la parte superior de la parra para que no sufran ningún golpe, ni puedan soltar ningún líquido, antes de ser trasladas a la bodega en cajas de vendimia. Posteriormente pasarán a la sala de prensado mientras que, el visitante, tiene la oportunidad de realizar una cata para degustar el vino del lugar.

Uno de los mejores vinos, considerado como el padre del albariño, es el de la bodega Santiago Ruiz. Ubicada en la comarca de O Rosal, la vendimia en esta zona comenzó a principios de septiembre debido a las buenas temperaturas. Sin embargo, tanto esta bodega como algunos pazos de la zona, tienen la opción de concertar visitas para conocer sus viñedos, realizar una cata de cosechas anteriores y conocer sus instalaciones.



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Viajes. ¡Cochero, cochero! Moverse en taxi en el siglo XIX

El primer servicio de coches de alquiler del que se tiene noticia se remonta a 1654, cuando en Londres se fundó un gremio de maestros cocheros (Fellowship of Master Hackney Coachmen) encargado de regular el transporte público de la ciudad. Estos cocheros conducían carruajes de ámbito urbano, que se alquilaban por recorridos y que había que ir a buscar al centro de la City.

Pocos años después, Blaise Pascal, el célebre matemático, físico y filósofo –e inventor de un prototipo de calculadora mecánica–, organizó un sistema parecido en París. En 1661 creó con su socio el duque de Roannez una empresa dedicada al transporte urbano de personas, las llamadas carrozas de cinco sueldos (carosses à cinq sols), que desde el año siguiente cubrió cinco rutas en el centro de París.

Aunque la empresa pionera de Pascal fue de corta duración, en el siglo XVIII los coches de alquiler se convirtieron en presencia habitual en las grandes capitales europeas. El dramaturgo madrileño Leandro Fernández de Moratín, a la vuelta de un viaje a Londres, relató a sus amigos la impresión que le habían causado los "coches alquilones" que circulaban por las calles en gran número, "más de mil", según aseguraba, todos de gran pulcritud, comodidad y seguridad. También le sorprendió que los trayectos se pagaran con arreglo a unas tarifas ya establecidas. Lo único que no le gustó fue la vestimenta de los cocheros, al parecer poco cuidada y no ajustada a la calidad del servicio.

Carruajes con suspensión

Que Londres y París fueran las ciudades pioneras en poner en marcha este servicio se explica porque Inglaterra y Francia poseían una avanzada industria del carruaje. En particular, los maestros ingleses –integrados en el gremio Worshipful Company of Coachmakers, fundado en 1677– mejoraron el tiro, el diseño y el confort de los coches, a los que dotaron de un ingenioso sistema de suspensión. En el siglo XIX, el modelo más usual de los coches de alquiler fue el cupé, un carruaje de cuatro ruedas, cubierto, con dos plazas y tirado por un caballo. En Madrid, este vehículo se llamó simón, por un tal Simón González o tal vez por el gallego Simón Tomé Santos; los simones eran famosos por su mala calidad, a juzgar por el testimonio de escritores del Romanticismo como Ramón de Mesonero Romanos o Mariano José de Larra.

Si a mediados del siglo XVIII la capital francesa tenía unos 200 carruajes de alquiler, en 1815 eran casi 1.400, y en 1865 superaban los 6.000

El crecimiento urbano en el siglo XIX estimuló la expansión del servicio de coches de alquiler. Un ejemplo elocuente lo ofrece París. Si a mediados del siglo XVIII la capital francesa tenía unos 200 carruajes de alquiler, en 1815 eran casi 1.400, y en 1865 superaban los 6.000, en gran parte propiedad de una potente empresa: la Compañía Imperial de Coches de París. Este éxito se explica por las necesidades particulares de las nuevas élites burguesas. Para éstas los carruajes no eran únicamente un medio de transporte, sino también un símbolo de estatus.

Por muy cerca que se viviera de la sala de baile, de la ópera o del teatro, la etiqueta imponía llegar en coche de caballos para participar en la ceremonia de exhibición de riqueza e influencia. No por casualidad en Francia los actores se desean suerte antes del inicio de un espectáculo con la expresión "mucha mierda", que originalmente hacía referencia a la gran cantidad de excrementos equinos que los carruajes de los espectadores dejaban a la puerta del teatro. La cantidad de boñigas estaba relacionada con la taquilla.

En cada ciudad europea, los coches de alquiler fueron objeto de una regulación estricta, similar a la de los actuales taxis. En Madrid, por ejemplo, se hizo obligatorio el registro de los dueños y empleados dedicados al negocio del alquiler de coches, así como el control de los mismos. Éstos debían llevar pintado el número de licencia en la testera y en los faroles, y los cocheros estaban obligados a informar de los precios del servicio en un cartel colocado en el interior del carruaje.

Selección de personal

Un servicio de calidad no solo dependía del tipo de coche o de la selección de las caballerizas; también eran importantes las aptitudes y cualidades de los trabajadores y por eso las autoridades impusieron requisitos severos para acceder a la profesión. No valía cualquiera. Según un reglamento del Ayuntamiento de Madrid de 1860, los taxistas debían acreditar "las circunstancias de honradez y moralidad sin tacha, aptitud e inteligencia para la dirección y manejo de los carruajes y caballos, contar por lo menos seis meses en este servicio y tener 18 años de edad". Las malas conductas –como "la infidelidad, el escándalo, la embriaguez acostumbrada o la ineptitud en el manejo del carruaje"– quedaban anotadas en una cartilla y eran motivo de expulsión. Y al parecer había motivo para tomar precauciones, tanto en Madrid como en otras ciudades. En un artículo de 1867 se explicaba que los agentes de la autoridad en París debían conducir a las cocheras los vehículos abandonados en la vía pública "o cuyos cocheros estuvieran en tal estado de embriaguez que resultara peligroso dejarlos circular más tiempo".

Era usual que se formaran aglomeraciones de carruajes a la espera de los clientes, alterando la circulación

Sin duda, uno de los principales problemas históricos de este servicio de transporte fue el de las paradas, pues era usual que se formaran aglomeraciones de carruajes a la espera de los clientes, alterando la circulación, a veces, incluso, con enfrentamientos entre cocheros. En Madrid las quejas llegaron al extremo de que se prohibió que los simones se estacionaran en las calles y había que ir a buscarlos a las cocheras, aunque esta decisión municipal tuvo una breve vigencia y la necesidad obligó a buscar más lugares de parada en el centro de la ciudad.

El Ayuntamiento de Madrid puso tanto celo en mantener el buen orden del estacionamiento que decidió que los coches llevaran pintados los números de las licencias con los colores correspondientes a cada parada. Esta diferencia de colores propició la división de los simones en dos categorías. Los de primera clase –de colores rojos, amarillos, verdes y negros– se situaban en las paradas de mayor demanda de viajeros, y los de segunda, de color blanco, debían situarse en los puntos de menor demanda. De ahí que se hablara de coches de punto o plaza, por tener siempre el mismo punto de parada. Una vez realizado el viaje, debían volver al mismo lugar que habían dejado.

El problema de las tarifas

Los coches de alquiler estaban sometidos a un régimen de precios públicos, fijados por las autoridades. En el siglo XIX las tarifas dependían mucho del tipo de carruaje, ya que los había de uno o dos caballos con capacidad para dos o más personas; y también dependía de la hora del día y de la distancia y el tiempo del viaje. En general, los precios eran elevados y en la prensa aparecían numerosas quejas al respecto. Además, en ocasiones especiales las tarifas podían aumentar repentinamente. Por ejemplo, cuando el general Narváez, presidente del consejo de ministros, dio una fiesta en su casa, aquella noche "ningún coche se alquiló por menos de seis u ocho duros" cuando su precio habitual era de dos. Nadie protestó por el abuso; lo importante era presentarse en la fiesta sin ser menos que los demás.



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Viajes. La Gran Ruta de Suiza

La Gran Ruta Suiza es el modo que los suizos encontraron de ordenar en un mapa los mayores atractivos de su país: veintidós glaciares; 650.000 km de ríos y arroyos, cataratas, montañas y valles; algunos castillos, iglesias y pueblos medievales; doce lugares declarados Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y dos Reservas de la Biosfera; también regiones vinícolas, tradiciones únicas, galletas y el pueblo de Heidi, en Guarda.

Arrancas el motor del coche y aprietas un poco el acelerador. Entonces, el paisaje comienza a correr paralelo a ti, mostrándote todas las maravillas de Suiza. En total, 1.600 kilómetros de recorrido que evitan en todo momento las autopistas para que podamos descubrir el país a nuestro ritmo y antojo.

Por qué hacer la Gran Ruta Suiza

En el horizonte, destacará el Matterhorn, o también en español e italiano monte Cervino, como la montaña perfecta. Sentiremos el vértigo en el paso del puerto de Furka que, a 2.429 metros de altitud, es el punto más alto de la gran Ruta de Suiza. No sólo el paisaje, también nos sorprenderá la arquitectura: desde los castillos de Bellinzona, que parecen surgir de un cuento de hadas, a las maravillas diseñadas por Le Corbusier como la de Corseaux.

Otro espectáculo es el de las empinadas terrazas de viñedos de Lavaux. Sin duda, de las cinco regiones vinícolas del cantón de Vaud, la de Lavaux, al sur de la orilla septentrional del Lago Leman y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es la más espectacular.

El mejor lugar para sentir la arrolladora fuerza de la naturaleza de Suiza es detenerse sobre la catarata del Rin en Schaffhausen, el salto de agua más grande de Europa (150 m de ancho y 23 m de salto de agua).

Te van a maravillar los sucesivos tramos de carreteras que seguirás. Pero si hay que destacar uno, ese es el de la Tremola, la reina de los recorridos alpinos: un recorrido adoquinado que transporta a otras épocas. El trayecto a Furka recordará a los más cinéfilos, porque fue el que hizo James Bond en “Goldfinger”.

Algunos consejos para recorrer la Gran Ruta Suiza

El circuito se aconseja hacer de abril a octubre, que es la mejor época para disfrutar de los paisajes sin contratiempos. Lo mejor, en no menos de siete días, para asir no dedicar más de cinco horas de conducción. Vehículos de gran tamaño, como por ejemplo autocaravanas, deberán consultar si existen restricciones en algún paso. Y una última recomendación: mejor comenzar por Zúrich y seguir la ruta en el sentido del reloj, que por algo estamos en Suiza.



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domingo, 29 de julio de 2018

Viajes. Viaje al salvaje oeste (de Irlanda)

En Galway sorprende que no solo haya prados y colinas. Todo es verde, pero amenizado por los matices rojizos de las turberas y las fucsias que crecen silvestres, y por los reflejos azules de los lagos y las playas de arenas blancas. En cuanto a los pastos, su extensión queda minimizada frente a la magnitud de los acantilados de Moher o del paisaje cárstico de The Burren. Tampoco hay que desdeñar los bosques, fuente de madera y de leyendas que aún perduran bajo el musgo que cubre piedras y troncos.

La actividad humana, tras siglos de pastoreo, explotación de las turberas y pesca, se ha mimetizado con el paisaje, como testimonian los muros de piedra seca, los vestigios de iglesias medievales o una granja en medio del campo. Estos elementos forman parte del entorno, de igual manera que un arroyo, un bosque o una colina.

Los vestigios celtas son uno de los mayores atractivos del oeste irlandés

Lo mismo podría decirse de la toponimia gaélica, tan genuina que con solo verla escrita o escucharla resulta ya imposible disociarla del enclave que representa. Así sucede con la isla de Inishbofin, situada frente a la costa de Connemara y cuyo nombre significa «isla de la vaca blanca»; o en el pueblo de pescadores de Kinvarra, al sur de Galway y surgido bajo el dominio del otrora poderoso monasterio de Kilmacduagh (siglo VII), que aún conserva una torre cilíndrica.

A poca distancia de Kinvarra, se localizan dos enclaves más con nombres que remiten a épocas lejanas. Uno de ellos es Thoor Ballylee, un torreón que sirvió de residencia veraniega al poeta W.B. Yeats en la década de 1920. El otro es la piedra celta de Turoe, cerca del pueblo de Bullaun; esta roca de granito de 1 m de alto y realizada entre los siglos III y I a.C., presenta líneas y dibujos florales grabados. Otra muestra más de que en el oeste irlandés, el hombre y la naturaleza tienen un acuerdo milenario.

Parque Nacional de Connemara

Diamond Hill (442 m) es la montaña estrella de esta reserva natural, aunque no es tan alta como las cuatro cumbres de la cordillera de los Twelve Bens (en torno a los 700 m) que se elevan dentro de sus límites. Los senderos que rodean este monte de silueta cónica permiten explorar un paisaje de turberas, brezos y pastizales en los que campan manadas de ponis de Connemara. El centro de visitantes se encuentra a la salida de la localidad de Letterfrack.

Bosques de hadas, literatos y robles

El condado de Galway presume de tener algunos de los bosques más bonitos del oeste de Irlanda. Aquí se sugieren algunos: Barna Woods es el robledal más antiguo de Irlanda y se halla cerca de la ciudad de Galway. Coole Park es una propiedad del siglo XVIII que atrajo a numerosos literatos de la época. Hay 6 km de senderos. Está a 38 km al sur de Galway. Merlin Park, muy próximo a la ciudad de Galway, ofrece multitud de itinerarios y las ruinas de un castillo. Knockma Forest Park, donde leyendas de hadas y reyes celtas resuenan a lo largo del sendero circular del parque. A 30 km al norte de Galway. Clonbur Woodland es un bosque de hayas, avellanos silvestres y pino rojo. El río Clonbur y los restos del castillo Ballykine amenizan la excursión.

The Burren

El dolmen de Poulnabrone parece tentar la suerte cuando el viento del Atlántico barre la superficie de The Burren, An Boíreann en gaélico. Esta área de 350 km2 de piedra caliza tiene aspecto de desierto hasta que la vista detecta las orquídeas y cientos de flores que crecen entre las rocas y las grietas. En cuanto a la fauna, hay zorros, martas, ardillas y la cabra feral (Capra hircus), que vive asilvestrada; y hasta 90 especies de aves, en especial rapaces y marinas. La zona está declarada Parque Nacional.

Coral Beach, también llamada White Strand, debe su blancura al maerl, una acumulación de algas coralinas.

Playas de arena blanca

Glassilaun Beach, junto a la bahía de Killary (Connemara), es una playa de arena blanca con un paisaje de altas montañas a la espalda.

Coral Beach, también llamada White Strand, debe su blancura al maerl, una acumulación de algas coralinas.

Doonloughan Beach, aislada y rodeada de prados en los que suele haber rebaños de vacas y ovejas, está en la península de Ballyconneely.

Traumstrand Beach, también en Ballyconneely, en la localidad de Mannin. La arena está compuesta por restos de esponjas y conchas.

Trá an Dóilin es otra playa de coral que está cerca de Ceathrú Rua. Perfecta para practicar snorkel y buceo.

Salthill Beach, un conjunto de playas urbanas de Galway muy popular.

Trá na mBán, ideal para dar largos paseos con vistas a la tradicional localidad de Spiddal.

Gurteen y Dog’s Bay: estas dos playas de Connemara tienen forma de herradura y parecen darse la espalda.



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jueves, 26 de julio de 2018

Pachinko. Qué ver en Nantes con niños: 10 planes que les encantaron a nuestros hijos

Fotos de Nantes en Francia, Grand Élephant

En la era de la (des)información donde todo es inmediato, veloz y tecnológico recordamos con mucha nostalgia y ternura cuando éramos niños y nuestra única forma de viajar era devorar con avidez las páginas de una buena novela de aventuras. En esos periplos imaginarios había un autor mítico, que destacaba sobre todos los demás por su fantasía, ingenio e inventiva sin parangón. Julio Verne nos teletransportó de la Tierra a la Luna, nos descubrió los secretos de los fondos marinos mientras recorríamos con el Capitán Nemo 20.000 leguas de viaje submarino, nos fascinó con ese Viaje al centro de la Tierra o aprendimos con sus palabras que se podía dar una vuelta al mundo en 80 días con el sagaz Phileas Fogg. Aquellos niños de Verne estamos de enhorabuena porque parte de su genio y talento todavía sigue muy presente en Nantes, su preciosa ciudad natal.

En la capital de la región francesa de Países del Loira se respira calidad de vida y creatividad por los cuatro costados. Es una ciudad que ha sabido reinventarse de una forma extraordinaria. Ha pasado de ser una ubre preeminentemente industrial a transformarse en una especie de museo al aire libre (en ese sentido nos recuerda mucho a Bilbao). Todo es arte o será arte, porque cada mes hay numerosas propuestas culturales que ponen todo patas arriba para goce y disfrute de sus ciudadanos y visitantes. Verne, conciertos, exposiciones y muchas actividades para los más pequeños de la casa. Vamos a recomendarte qué ver en Nantes con niños a través de 10 planes que les encantaron a nuestros hijos.

Las Máquinas de la Isla (Les machines de l’île)

Fotos de Nantes en Francia, Teo y Oriol hormiga mecanica

Con el alegato inicial que hemos hecho de Julio Verne y su genialidad, no podíamos empezar por otro lugar de Nantes que no fuera una insólita experiencia donde las protagonistas son Las Máquinas de la Isla (Les machines de l’île). Con 8 y 5 años, respectivamente, Teo y Oriol tenían pocas referencias vernianas, pero al ver todos los aparejos y bestias mecánicas que se exhiben en un antiguo astillero del Parc des Chantiers comprendieron que la imaginación es el arma más poderosa con la que cuenta el ser humano. Precisamente de la osadía y la invención de dos mentes privilegiadas como las de Pierre Orefice y François Delarozière, nacieron estos animales mecánicos que son una fusión descarada entre los mundos de Verne y Leonardo da Vinci.

La visita a las Máquinas de la Isla tiene tres partes bien diferenciadas. La primera es la llamada La Galerie, un espacio donde puedes conocer de primera mano el bestiario de máquinas gracias a las explicaciones y demostraciones de los guías. En esta especia de laboratorio ves cómo se prueban una peculiar araña mecánica a la que pueden subir hasta cuatro personas en su abdomen, una garza de ocho metros de envergadura, plantas mecánicas, orugas o una hormiga gigante a la que pudieron montar Teo y Oriol mientras flipaban en colores con sus mecanismos. Todos estos ingenios steampunk y muchos más están destinados a un proyecto futurista llamado El Árbol de las Garzas que será como una especie de ciudad “flotante”.

Fotos de Nantes en Francia, Grand Élephant chorro

Aunque todas las máquinas que puedes ver en La Galerie son alucinantes, no se pueden comparar a la más célebre y gigantesca de todas… estamos hablando del Grand Éléphant. Este descomunal paquidermo mecánico tiene una altura de cuatro pisos y puede albergar hasta 50 pasajeros a la vez. Es realmente fascinante contemplar como esta mole de cuatro patas va paseando por los aledaños del Parc des Chantiers, mientras va barritando potentemente o lanzando abundantes chorros de agua por su trompa de acero. Lo más curioso es que semejante mole se desplaza con un motor híbrido. Las caras de la gente (y de nuestros hijos) al ver este ser majestuoso lo dicen todo.

Fotos de Nantes en Francia, Carrousel des Mondes Marins

Ya sea a lomos del Grand Éléphant o con tus diminutas piernas (en comparación a las del paquidermo), puedes visitar el Carrousel des Mondes Marins que parece el epicentro de la Île de Nantes. Este carrusel gigante tiene unos 25 metros de alto y 22 de diámetro. Recuerda inevitablemente a los tiovivos de antaño, pero con unas dimensiones de proporciones bíblicas. Esta magnífica escultura dedicada al mar consta de tres pisos que están plagados de criaturas marinas que van desde los fondos abisales hasta la superficie del agua. ¿Te atreves a explorarlo?

Castillo de los duques de Bretaña y el Barrio Bouffay

Fotos de Nantes en Francia, castillo

Del universo verniano con aspecto retrofuturista pasamos al Nantes medieval y una de las caras más actuales de la capital de los Países del Loira. El Barrio Bouffay viene siendo el centro neurálgico de la ciudad desde hace siglos. Sólo tienes que echar un vistazo a los nombres de las principales calles para darte cuenta de que provienen de los antiguos gremios de oficios. Todavía se puede ver alguna fachada de entramados de madera y un sinfín de calles laberínticas que se retuercen hasta la magnífica place du Change. Ahora hay muchísimas tiendas y restaurantes donde puedes degustar sabores que llegan de todos los confines del mundo.

Desde lejos se divisan las dos torres góticas de la Catedral de San Pedro y San Pablo o los robustos muros del Castillo de los duques de Bretaña (s. XV). En su momento fue palacio residencial y fortaleza militar y actualmente sus fosos ajardinados hacen las veces de espacio verde donde los niños podrán jugar, correr, experimentar mientras imaginan historias de caballeros. Merece la pena verlo iluminado por la noche, visitar el Museo de Historia de Nantes o el Memorial de la Abolición de la Esclavitud que recuerda el pasado negrero de esta urbe. No obstante, lo que más encandilará a los peques es deslizarse por el tobogán de 50 metros que se instaló como obra de arte en sus murallas.

Jardin des Plantes

Fotos de Nantes en Francia, jardin botanico

Este fabuloso jardín botánico de estilo inglés fue uno de los lugares que más les gustó a nuestros hijos. Quizás ellos no pusieran demasiada atención en las decenas de plantas exóticas que se exhiben en sus avenidas, invernaderos y parterres, pero en total hay cerca de 70.000 flores entre las que destacan las camelias y magnolias. A Teo y Oriol les llamaron más la atención los columpios y areneros o una pequeña zona con animales de granja.

Sin embargo, el Jardin des Plantes está plagado de obras de arte contemporáneas que llamarán la atención de grandes y pequeños. Es realmente divertida una serie de bancos de distintos tamaños y formas que hay repartido por todo el parque. A nuestros hijos les encantó descubrirlos y sobre todo poder jugar con ellos dejando volar su imaginación. ¿Quién dijo que el arte contemporáneos no es cosa de niños? En Nantes sí, y además muy entretenido.

Le Lieu Unique

Fotos de Nantes en Francia, Le Lieu Unique

Que levante la mano aquel que haya tomado alguna vez las famosas galletas Príncipe para merendar. Seguramente todos. Era muy fácil tener la tentación de despegar una de las partes, chupar el chocolate del centro y luego acabar con las migajas. Este dulce y muchos otros fueron horneados en la antigua fábrica de galletas LU, que actualmente se ha convertido en un espacio multidisciplinar llamado Le Lieu Unique emplazado a pocos pasos del Jardin des Plantes.

Sólo por contemplar el magnífico edificio de Le Lieu Unique merece la pena desviarse, aunque en su interior siempre habrá alguna propuesta cultural que les guste a los niños o los padres. Música, danza, teatro, talleres o su estupenda librería son alguno de los planes interesantes de los que podrás disfrutar en este lugar emblemático de Nantes. Antes de tu visita a esta ciudad bretona no te olvides de consultar el programa de eventos en la web oficial de Le Lieu Unique.

Pasaje Pommeraye

Fotos de Nantes en Francia, Pasaje Pommeraye

Desde Le Lieu Unique, volvemos al Castillo de los duques de Bretaña y podemos dar un agradable paseo de 10 minutos hasta el Pasaje Pommeraye. Antes visitarás algunas de las calles principales de Nantes y plazas tan bellas e importantes como la place du Commerce o especialmente la place Royale. Ésta tiene forma de herradura y fue diseñada en 1786 por el arquitecto local Mathurin Crucy. Destaca su famosa fuente que homenajea la importancia del mar y del río Loira para Nantes.

Fotos de Nantes en Francia, Teo y Oriol Cours Cambronne

Desde allí sólo tenemos unos pasos hasta el Pasaje Pommeraye, una preciosa galería cubierta del s. XIX que está distribuida en tres alturas y que ha sido escenario de muchas películas o cómics por su singularidad. Está repleta de tiendas muy interesantes, pero seguro que lo que más llama la atención de los niños es jugar al escondite por sus pasillos o admirar su fantástica escalinata que recibe la luz natural del exterior a través de una preciosa cristalera. Luego podemos andar un poquito más hasta el Théâtre Graslin y luego jugar en los preciosos jardines de la amplia Cours Cambronne.

Quartier de la Création, Parc des Chantiers y Estuaire

Fotos de Nantes en Francia, edificio contemporaneo

Dejamos la zona “continental” para regresar a la Île de Nantes. Además de las célebres Máquinas de la Isla, esta zona es un paraíso para los amantes de la arquitectura contemporánea. Destaca especialmente el denominado Quartier de la Création donde arquitectura, artes gráficas y diseño se fusionan con fotografía, audiovisuales o las nuevas tecnologías para desarrollar la imaginación.

Fotos de Nantes en Francia, anillos Estuaire

Dentro del barrio de la creatividad se encuentran el Parc des Chantiers y el Estuaire, una zona perfecta para dar un agradable paseo con los niños junto al río Loira o acercarse a una playa de 600 metros cuadrados en la que relajarse los días de calor. En esta parte nació la Bienal de Arte Contemporáneo Estuaire que llega hasta la vecina localidad de Saint-Nazaire. Se trata de un recorrido artístico al aire libre que tiene más de 60 kilómetros y que suele dejar en la ciudad obras de grandes dimensiones. Actualmente hay hasta 30 creaciones permanentes repartidas por todo Nantes.

Le Voyage à Nantes, siguiendo la línea verde

Fotos de Nantes en Francia, campo de futbol reflejos

Todos los lugares que hemos visitado hasta ahora (y muchos más) se pueden descubrir mientras sigues una línea verde pintada en el suelo que recorre toda la ciudad. Es probable que si no te lo cuentan ni te percates, pero esta raya esmeralda es una de las señas de identidad del extraordinario evento cultural Le Voyage à Nantes. que se celebra desde finales de junio hasta el 26 de agosto. Si tienes la suerte de viajar a la capital de los Países del Loira en estas fechas descubrirás que es una urbe que vive por y para el arte.

Fotos de Nantes en Francia, Teo, Oriol cinta de metro

El hecho de ir siguiendo la línea verde les encantará a los peques, pero además es una forma muy especial de ver las principales propuestas culturales, los monumentos y lugares imprescindibles de Nantes. Artistas, creadores, jardineros, DJ’s y arquitectos tienen la oportunidad de expresarse en los espacios públicos y lo aprovechan cada verano durante Le Voyage à Nantes. Exposiciones sobre manga, toboganes de formas insospechadas, campos de fútbol que se reflejan en edificios de cristal, el famoso tobogán del Castillo de los duques de Bretaña, mesas de ping-pong giratorias, una caravana que sobresale del techo de un edificio, una cinta de metro gigantesca, una batería enterrada en la arena de la playa o los preciosos anillos de colores del Parc des Chantiers. Casi 60 propuestas que merecen la pena ser descubiertas y que seguro arrancan muchas sonrisas a tus hijos.

Dulces, helados y gastronomía de Nantes

Fotos de Nantes en Francia, Teo y Oriol helados

Precisamente uno de los lugares de Le Voyage à Nantes es La Cantine du Voyage, un espacio de restauración junto al río Loira en el que han instalado un área de juegos muy peculiar que se llama la colina y que puede servir de entretenimiento mientras esperas la comida. No vamos a ser nosotros los que descubramos la calidad de la cocina francesa, aunque siempre que salimos de caso nos preocupa aquello de “qué van a comer nuestros hijos”.

Fotos de Nantes en Francia, dulces

En Nantes eso no fue ningún problema claro. Tuvimos la suerte de comer en La Cigale, un precioso restaurante de estilo modernista (que a su vez es monumento protegido) emplazado en la fantástica Place Graslin. El pescado, las aves, las ostras o el vino blanco Muscadet de los viñedos del Loira son algunos de sus imprescindibles. A los niños, en cambio, les atrajo más probar un helados en La Fraiseraie, o meterse en la boca uno de los berlingots nantais, los famoso caramelos de las tiendas Debotté. A los golosos también les gustará el gâteau nantais, un dulce que mezcla azúcar, almendras, mantequilla y ron caribeño. Menuda bomba.

Dormir en una casa verniana

Fotos de Nantes en Francia, Oriol columpio apartamento

Nosotros somos de los que pensamos que el alojamiento en los viajes no es sólo para dormir, sino que también forma parte de la experiencia y del destino. Lo que no esperábamos era encontrarnos un apartamento que parece sacado de la creativa mente de Julio Verne. Lo primero que nos encontramos en Surprenantes – L’Île Mystérieuse, fue un columpio emplazado en medio del salón. ¿Cuántos segundos creéis que tardaron Teo y Oriol en subirse?

Fotos de Nantes en Francia, cama circular

Este curioso apartamento turístico está inspirado en La Isla Misteriosa de Julio Verne y está repleto de referencias a la obra. El columpio, el cesped artificial, y el dormitorio principal donde una enorme cama redonda hace las veces de luna llena. Sin duda, un alojamiento de lo más peculiar descansar en la ciudad bretona de Nantes.

Puy du Fou, uno de los mejores parques temáticos del mundo

Fotos de Puy du Fou, espectaculo vikingos

Aunque no está en el área metropolitana de Nantes, puedes aprovechar tu estancia en esta ciudad de los Países del Loira para visitar el espectacular parque temático Puy du Fou emplazado a menos de una hora en coche. Lo más interesante de este lugar son sus sensacionales espectáculos y villas temáticas en las que por unas horas tienes la oportunidad de teletransportarte a otras épocas de la historia. Todos tienen una puesta de escena fastuosa que mantiene al público en vilo, ya sea por la historia, las acrobacias y peripecias de los actores y artistas o unos efectos especiales dignos de Hollywood que siempre esconden alguna sorpresa.

Nosotros sabíamos que la visita a Puy du Fou iba a ser distinta a la de cualquier parque temático que habíamos visitado con los niños, pero no nos esperábamos algo tan espectacular y sorprendente. Al principio puedes pensar que asistir a un espectáculo tras otro se puede hacer pesado para los peques… pero nada más lejos de la realidad. Teo y Oriol enseguida se conectaban con cada historia y permanecían atentos a las funciones de principio a fin. Al terminar, incluso, nos metían prisa para llegar a tiempo a la siguiente representación y por el camino razonaban emocionados sobre cuál era el que más les había gustado hasta el momento. Sin duda, muy recomendable.

Cómo llegar a Nantes y consejos para moverse por la ciudad

Fotos de Nantes en Francia, tranvia

La forma más rápida y sencilla de llegar hasta las regiones del Oeste de Francia es en avión. Actualmente hay vuelos directos hasta el Aeropuerto de Nantes Atlantique desde Alicante, Barcelona, Fuerteventura, Ibiza, Lanzarote, Gran Canaria, Madrid, Málaga, Palma de Mallorca, Sevilla, Valencia, Tenerife, aunque muchos de ellos son estacionales. Una vez has aterrizado en el Aeropuerto de Nantes Atlantique lo mejor para llegar hasta el centro de la ciudad es con el bus lanzadera Navette aéroport que tarda unos 20 minutos y cuesta 9 euros. Tienes toda la información de este servicio en la web del Aéroport Nantes Atlantique.

Una vez en la ciudad es relativamente sencillo moverse a pie por los principales puntos de interés de la ciudad. Para distancias un poco más largas o para personas con dificultades de movilidad tienes el tranvía y el Chronobus. Puedes consultar itinerarios y precios de los transportes públicos de Nantes en la web de Tan. También es muy interesante para ahorrarte dinero y tiempo en transportes, atracciones y entradas el Pass Nantes.

Fotos de Nantes en Francia, Teo y Oriol fuente

¿Te han gustado nuestras recomendaciones sobre qué ver en Nantes con niños? ¿Qué lugares te gustaría visitar en Nantes con tu familia? Esperamos tus opiniones en los comentarios. Tienes más información en la web de Pays de la Loire y de Nantes Tourisme.

Galería de fotos de Nantes

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