lunes, 3 de agosto de 2015

Lonely. Destinos frescos para desafiar el verano

Destinos frescos para desafiar el verano

A dónde lleven los ventiladores…

Los termómetros del mundo dan la pista: el verano es el mejor momento para visitar la mitad de los lugares del mundo, desde los que viven ahora su invierno, en el hemisferio sur, como Chile, hasta los países nórdicos, como Noruega, Islandia o Groenlandia, que están ahora en su mejor momento con días infinitos y soleados. Este es un viaje a los destinos más frescos del verano.

Islandia: un verano corto, pero intenso

 © Desiree Soriano Vicedo

Se podría decir que Islandia es un país exótico, a pesar de ser europeo, moderno y tecnológicamente muy avanzado. Su aislamiento secular la hizo diferente, y su posición, casi en el Círculo Polar Ártico, la convirtió durante mucho tiempo en inaccesible. Así, quedaron protegidos para que ahora podamos disfrutar de unos paisajes magníficos donde el hielo y el fuego se dan la mano. 

El corto verano islandés nos permitirá descubrir una conmovedora belleza: cascadas enormes que truenan con tal fuerza que la tierra tiembla, geiseres que surgen inesperadamente de la tierra, volcanes en erupción, relajantes piscinas termales en medio de la nada, glaciares enormes y muchas posibilidades para disfrutar de la naturaleza: rafting, espeleología, kayak por el mar, observación de ballenas o de aves, caminatas por los glaciares, senderismo o cicloturismo. Como contrapunto, la inacabable animación de Reikiavik: ¿por qué irse a dormir cuando el día dura casi 24 horas? 

Canadá, medio continente para descubrir

Es el segundo país más grande del planeta, con una enorme variedad de paisajes y de climas, altísimas montañas, glaciares que brillan, bosques, campos de trigo ondulantes, playas y tres océanos rodeándolo todo. Lo que sí es común en casi todo el territorio es el intenso frío del invierno y la brevedad de los días en buena parte del año. Si se quiere disfrutar al máximo de un viaje a Canadá, el verano es el momento. Esperan días largos y soleados, productos frescos en los restaurantes, buen marisco, festivales de música nocturna y mucha gente en las calles. Y hay medio continente para elegir: las elegantes ciudades de la Costa Este (Montreal, Ottawa, Quebec, Toronto) con el plus de las Cataratas del Niagara y los Grandes Lagos; las salvajes costas de Terranova y Labrador; Vancouver y la Columbia Británica al oeste, con la extensión de la ruta del oro hacia el norte; el magnífico trayecto en tren del Transcanadiense o en coche por la Trans Canadá Higway para atravesar el país de oeste a este; las Rocosas y sus reservas naturales, y para los más intrépidos y aventureros, los territorios del Yukón, del Noroeste o Nunavut. 

Chile, para esquiadores veraniegos

Otra opción para los que prefieren los veranos fresquitos es aprovechar el invierno austral. Ahora mismo en Chile o en Argentina están en pleno invierno y sus estaciones de esquí están a tope. Incluso, quienes se atrevan con la Patagonia, encontrarán bellos paisajes invernales sin el viento del verano. Como el país cubre de norte a sur todos los paisajes y climas, uno puede también acercarse al desierto o a paisajes más tropicales sin pasar calor.

Los entusiastas de la nieve podrán encontrar en las estaciones de los Andes chilenos un montón de posibilidades para practicar el esquí, el snowboard e incluso el heliesquí. La mayoría de las estaciones se encuentran a menos de una hora en automóvil desde Santiago, incluyendo la gran variedad de pistas de la familiar La Parva, El Colorado y Valle Nevado, donde se practica el heliesquí. Otras opciones son la legendaria estación Portillo a donde acuden para entrenar en verano los mejores esquiadores del hemisferio norte, o el Parque Nacional Villarica donde se cuenta con el extra de esquiar sobre un volcán activo. 

Groenlandia, el salvaje norte

Si Islandia parece remota y exótica, resultará completamente accesible y cosmopolita en comparación con Groenlandia. Esta enorme isla helada es uno de los pocos rincones del mundo donde experimentar el poder de la naturaleza en su estado más salvaje. Tiene cuatro veces el tamaño de Francia pero menos de 60000 habitantes. Impresiona el volumen de sus icebergs, la tenacidad de la flora y de la fauna y la actitud de los habitantes para sobrevivir a un clima adverso. El verano es la única oportunidad para recorrer en ferri o en kayak las bahías, caminar en esquís o en trineo tirados por perros, ver los monstruosos icebergs en Bahía de Disko o fotografiar los campos sorprendentemente verdes del sur, esos por los que los vikingos le dieron el incongruente nombre de “Isla Verde”.

Noruega: crucero por los fiordos

 © Rosario García Hernández

Otro de los destinos más frescos y típicos del verano son los fiordos noruegos. Es el momento de embarcarse en un cómodo crucero por estos paisajes, recorrer su carretera costera de sur a norte en autocaravana o hacer un circuito que lleve hasta más allá del Círculo Polar Ártico, hasta el Cabo Norte. Hay que parar en Oslo, Bergen y sobre todo en los fiordos más bellos del mundo, como Sonesfjord, el más largo y profundo de Noruega, que serpentea tierra adentro hasta los parques nacionales de Jotunheimen y Jostedalsbreen. La guinda son el Cabo Norte y la Laponia noruega, el hogar de los Sami y escenario del fenómeno del sol de medianoche.

En verano se coincidirá con los muchos festivales de música, artes, cultura vikinga o deportes que aprovechan los largos días estivales. 

Highlands meridionales: la Escocia más emocionante

Muchos kilómetros al norte de Edimburgo, e incluso mucho más al norte de Inverness, empieza la Escocia más solitaria, esa a donde muy pocos turistas llegan. Son tierras que solo se iluminan discretamente en los largos días del verano nórdico, para dejar ver sus castillos cargados de historias turbulentas, sus pubs en los que se mata el tiempo con un auténtico whisky escocés, puertos para disfrutar del mejor marisco y, sobre todo, caminos solitarios para recorrer a pie o en bicicleta, recortadas costas para lanzarse en kayak y muchas playas e islas para observar pájaros. Son paisajes emocionantes, no aptos para todos los públicos, que recuerdan que aún queda una Escocia salvaje y agreste.

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