En nuestro último viaje a Tailandia con niños descubrimos porqué este destino es uno de los más visitados del mundo. Al exotismo de la cultura siamesa, se suman unas playas maravillosas, una naturaleza desbordante, precios muy competitivos si los comparamos con Europa y personas que siempre están dispuestas a recibirte con una sonrisa. Sin embargo, comprendemos que haya viajeros que lleguen a agobiarse un poco con la presencia de tanto turista, especialmente si su visita a Bangkok coincide con la temporada alta de afluencia y de temperaturas.
La mayoría de viajeros suele hacer un itinerario clásico por Tailandia en el que se incluye una visita a Bangkok, una escapada al norte para visitar los templos de Chiang Mai y Chiang Rai para terminar el viaje en las playas del sur del país. Este recorrido está muy bien para llevarte una idea general del destino, aunque se puede complementar con excursiones menos habituales para descubrir otra cara de la antigua Siam. Una de las que más nos gustó a nosotros fue un crucero desde Ayutthaya navegando por el río Chao Phraya (río de los Reyes) en un precioso barco de teca llamado Thanatharee y que antiguamente se utilizaba para el comercio de arroz.
Navegando por el río Chao Phraya desde Ayutthaya
Partimos desde Bangkok en coche hasta Ayutthaya para visitar los restos de la que fuera la magnífica capital del antiguo Reino de Siam durante cuatro siglos. Para nosotros es uno de los imprescindibles de Tailandia, un conjunto arqueológico reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO que nos recordó (salvando las distancias) a los templos de Angkor en Camboya. La belleza arquitectónica de los edificios del parque histórico es sublime y convive perfectamente con el entorno en el que la naturaleza ha tratado de devorar con su vegetación a la civilización (os hablaremos largo y tendido de Ayutthaya en otro artículo, porque visitar este complejo merece muchísimo la pena).
En una de las dársenas fluviales del Chao Phraya en Ayutthaya fue donde embarcamos en el Thanatharee. Se trata de una embarcación tradicional tailandesa hecha con madera de teca y que ha sido restaurada para hacer cruceros fluviales de uno o varios días. Nosotros tuvimos la gran suerte de hacer una travesía privada, así que compartimos dos jornadas maravillosas con la tripulación del barco.
El objetivo de estos cruceros es descubrir la cara menos turística de Tailandia, ya que el barco se detiene por lugares en los que no hay ningún turista y puedes conocer de primera mano cómo es la vida en las zonas más rurales del país. Además, tienes la oportunidad de convivir unos días con tailandeses de los que aprendes sus costumbres culturales y también gastronómicas, ya que a bordo sólo se cocina comida thai tradicional que está para chuparse los dedos.
El barco de teca tiene una cubierta espectacular en la que pasábamos la mayor parte del día observando el paisaje y una parte con camarotes equipados con camas y otros habitáculos fuera de las habitaciones como baño y duchas. Es decir, todas las comodidades para disfrutar de una travesía río abajo en la que nos sentimos muy a gusto en todo momento. Los niños estaban encantados de formar parte de esta aventura, especialmente cuando les dejaban gobernar la embarcación, jugaban sobre la cubierta o les tocaba subir o bajar del bote por una pasarela.
Tanto la salida como la llegada del crucero de Ayutthaya es realmente mágica, ya que tienes la oportunidad de contemplar los templos desde una perspectiva poco habitual. Luego el paisaje río abajo te va regalando grandes momentos en los que te cruzas con pescadores, campesinos o templos muy coloridos que van apareciendo en ambas riberas del Chao Phraya. No se parece a la peligrosa travesía de Martin Sheen remontando el río Nung en Apocalypse Now, pero la emoción de navegar hacia lo desconocido resulta adictiva.
Visita a un mercado local y excursiones en Amphoe Bang Sai
Además de la ilusión que provoca navegar en esta embarcación tradicional tailandesa de lujo, los principales alicientes de este crucero son las excursiones y el contacto con la gente local. El barco está equipado con bicicletas para ir un poco más lejos, pero nosotros optamos por ir andando para estirar las piernas tras la travesía de varias horas. El Thanatharee se detiene en un muelle junto a un templo budista llamado Wat Bangkhla en el distrito de Amphoe Bang Sai.
Allí conectan la electricidad y encienden el aire acondicionado de los camarotes. Mientras la cocinera nos preparaba la cena, fuimos a dar un paseo por la zona y nos encontramos con un mercado local en el que se vendían todo tipo de productos frescos a unos precios fantásticos.
Lo mejor es que no había ningún turista en la zona, de hecho, muchos de las personas que habían en el mercado se sorprendieron de vernos por allí y trataban de llamar la atención de los niños para que probaran sus productos. No nos pudimos resistir a comprar fruta fresca y algunos dulces locales que los peques devoraron con avidez.
También fue muy interesante contemplar el paisaje rural repleto de campos de arroz y los paseos que pudimos hacer por la zona hasta alguna piscifactoría o un pequeño taller de artesanías de vidrio. La verdad es que pasamos unos días muy agradables en una Tailandia nada turística y donde los niños pudieron campar y jugar a sus anchas.
Ceremonias y ofrendas budistas en el Wat Bangkhla
Si a los peques les gustó lo de jugar a piratas y corretear libremente, a nosotros nos conquistó el hecho de poder compartir varias experiencias con los monjes del Wat Bangkhla. Nuestro crucero fluvial coincidió con la festividad budista del Vassa o el Buddhist Lent Day, una de las más importantes a nivel nacional en Tailandia. La primera tarde ya tuvimos la oportunidad de visitar el templo y nos permitieron observar a los religiosos ataviados con uniformes azafrán recitando sus mantras.
A diferencia de los frecuentados templos de Bangkok, el Wat Bangkhla sólo estaba ocupado por sus monjes residentes. Algunos se sorprendieron por nuestra presencia pero creemos que en ningún momento les pareció incomoda. Incluso, cuando terminaron sus oraciones alguno de los más ancianos se ofreció voluntario para explicarnos cuáles eran sus labores allí y nos hizo de improvisado guía por los distintos pabellones que preparaban con mimo para la festividad.
No obstante, uno de los momentos más emotivos lo vivimos el segundo día. El despertador sonó a las cinco de la mañana y un cielo completamente teñido de rosa nos daba los buenos días en aquel embarcadero en mitad de la nada. Los peques y Vero se quedaron en la cama, pero yo acompañé a uno de los miembros de la tripulación hasta el templo. La cocinera nos había preparado la típica ofrenda y fuimos al Wat Bangkhla donde, a pesar de que no había amanecido, los monjes regresaban al templo tras recoger dádivas por todo el pueblo.
El guía me fue diciendo cómo debía ir entregando las distintas ofrendas y al final del proceso los monjes me fueron bendiciendo con sus salmos. Fue un instante que no olvidaré jamás y que sólo se puede vivir de esa forma tan íntima en un lugar tan remoto como aquel a orillas del río de los Reyes.
Nosotros reservamos esta excursión a través de la agencia española Mundo Nómada Travel que está especializada en el sudeste asiático y que tiene precios muy competitivos. Gracias a su recomendación vivimos este crucero desde Ayutthaya en busca de la Tailandia menos turística que nos obsequió con algunas experiencias memorables. Te lo recomendamos encarecidamente incluso si viajas con niños.
Galería de fotos del crucero desde Ayutthaya
via Pau http://ift.tt/2jrKMWl
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