jueves, 15 de octubre de 2015

Lonely. Bebidas estimulantes para acabar con la adicción al café

Bebidas estimulantes para acabar con la adicción al café

Ya no se trata de solo o con leche. Esta gama de bebidas calientes de todo el mundo ofrecen sabor y un acercamiento a la cultura global.

1 ‘Masalachai’ (India)

Ejecutivos de Mumbai, oficinistas de Delhi, vendedores ambulantes de flores… Todos reaccionan al oír la llamada de un chaiwallah (vendedor de té). El masalachai, hecho con leche, cardamomo, jengibre y otras especias, se usaba originalmente como tónico para despertar la mente y el ánimo. El té negro entró a formar parte de la receta cuando la Compañía Británica de las Indias Orientales lo introdujo en el s. xix. Actualmente la composición varía según la región: clavo, té verde, rosa…

Algunos de los mejores tés contra la sed proceden de Darjeeling; pruébese una delicada infusión en la Nathmull’s Tea Room.

2 Mate (Argentina)

 © Beatrice Murch 

Para los argentinos, compartir el mate con amigos es una obsesión nacional. Los lugareños beben más mate que café (y les encanta su café). Las hojas de yerba mate secas se introducen en una calabaza y se cubren con agua caliente. La infusión, amarga, se sorbe a través de una cañita metálica llamada bombilla, que también actúa de filtro. La calabaza se pasa de uno a otro como gesto de amistad, así que cuando se recibe se debe aceptar (y no conviene juguetear con la bombilla). No es solo una experiencia social: el mate además es rico en vitaminas y antioxidantes.

Quien quiera saber más encontrará museos dedicados al mate en Posadas y Tigre.

3 ‘Sbiten’ (Rusia)

Para afrontar la dureza del invierno ruso hace falta un reconstituyente. Afortunadamente, el sbiten alivia las gargantas rusas desde el s. xii, y además es muy saludable. Se hace hirviendo agua con miel, mermelada de bayas y especias molidas (a menudo clavo y tomillo). Sus propiedades curativas tienen fama: se dice que refuerza las defensas y potencia la agilidad mental. En las últimas décadas el café habrá sustituido al sbiten en los termos de Siberia, pero el viejo tónico vuelve a estar de moda: los rusos incluso lo toman frío durante los meses más cálidos.

Téngase en cuenta que algunas recetas contienen un chorro de vodka o vino.

4 Té a la menta (Marruecos)

La mayoría de los visitantes a Marruecos se quedan mirando cómo sirven el té a la menta desde gran altura, cual escanciadores de sidra. Raramente se derrama una gota y la espectacular puesta en escena ayuda a refrescar el té antes de que llegue a la taza. Este embriagador néctar se hace cociendo las hojas de té con menta fresca y una generosa cantidad de azúcar. Los vasos en los que se sirve –generalmente de colores vivos y con elementos metálicos– son tan apreciados como el propio té. Y servir esta bebida contra la sed es un gesto de hospitalidad, por lo que muchos marroquíes consideran maleducado rechazar una segunda taza.

Los vendedores pueden ofrecer una taza de té a la menta mientras se regatea en los bazares de Fez o Marrakech. Aceptarlo no supone obligación ninguna de comprar.

5 Té de burbujas (Taiwán)

 © Joshua Rappeneker

El té de burbujas ha pasado de unos humildes inicios en las casas de té a la locura global en unos 30 años. Empezó como una mezcla de leche condensada y té negro caliente con una cucharada de perlas de tapioca, la boba que le dio el nombre de “té de burbujas”. Hoy en día lo hay de sabores, desde sandía a chocolate, y en una amplia gama de vivos colores. El té de burbujas se sirve en locales desde Londres a Hong Kong. También se presenta como “té de perlas con leche”, a veces frío y con ingredientes suplementarios irresistibles como golosinas o fruta.

Para volver al origen habrá que ir a las primeras casas de té de burbujas conocidas de Taiwán, la Chun Shui Tang, en Taichung, o la Hanlin, en Tainan. 

6 Api morado (Bolivia)

El api morado, de un color fucsia intenso, espeso e irresistiblemente dulce, es una bebida de desayuno realmente única. Esta mezcla de maíz morado, canela, clavo, azúcar y agua caliente es un gran reconstituyente para afrontar el gélido aire andino. Hoy en día se suele mezclar con limón, piña u otras frutas y se sirve acompañado de otro clásico boliviano para el desayuno, las empanadas. El api tiene una larga historia: calienta el estómago desde tiempos del Imperio Inca. Los científicos cada vez descubren más cosas sobre sus propiedades antiinflamatorias y sus saludables efectos, así que parece que los incas sabían lo que se hacían.

No hay que limitarse al api morado: en Bolivia también son populares otras bebidas calientes de maíz blanco.

7 ‘Po cha’ (Tíbet)

Ningún viajero hace un feo a un gesto de hospitalidad. Pero el pocha no suele gustar la primera vez. El “té a la mantequilla” requiere todo un proceso: se hierve té negro durante horas, luego se mezcla con mantequilla de yak y se añade sal. Esta bebida típica tibetana es muy útil en cotas altas, al ser muy hidratante y aportar calorías suficientes para los que trabajan con tanto frío. Pero su sabor terroso y penetrante puede resultar duro la primera vez. El consumo del té sigue un ritual, que incluye llenar de nuevo la taza tras cada sorbo.

Si no se le toma el gusto, para evitar que el anfitrión rellene la taza, más vale esperar hasta el final de la visita y beberse toda la taza de golpe. 

8 ‘Sahlep’ (Turquía)

 © maddy_kulkarni 

El dulce café turco es una inyección de energía para cualquier visitante a los palacios y bazares de Estambul. Pero, en invierno, los turcos suelen preferir el sahlep, leche endulzada y caliente con raíz de orquídeas rallada. Las bebidas a base de orquídeas tienen una larga historia: los romanos las usaban como afrodisíaco (interpretando la sugerente forma de la raíz bastante literalmente). Pero aunque ya nadie crea en los efectos románticos del sahlep, esta bebida cremosa y nutritiva –con un levísimo aroma floral– sigue tomándose por todo Oriente Próximo, en ocasiones aderezada con agua de azahar, coco o pasas.

Hay que preguntar a los lugareños dónde se sirve el sahlep auténtico, ya que abundan las imitaciones, espesadas con harina de maíz. 

9 ‘Tieguanyin’ (China)

Beber té en China es participar en una antigua tradición que sigue siendo elemento básico de la interacción social. Una variedad floral de té oolong en particular, el tieguanyin (té de la diosa de hierro de la caridad), tiene un origen mítico que la coloca en el corazón de la cultura sagrada del té. Cuenta la leyenda que un granjero pobre rezó buscando la forma de reparar un templo a la diosa, y soñó con un tesoro. Al despertarse, descubrió un único brote que dio el té más refinado de China, lo que permitió devolver la riqueza al templo, por lo que la infusión tomó el nombre de la caritativa diosa.

No hay que olvidar llenar la taza del vecino antes de servirse uno mismo. Y si otra persona sirve el té, la señal para dar las gracias es dar unos golpecitos secos en la mesa con el dedo. 

10 ‘Anijsmelk’ (Países Bajos)

Cuando el invierno congela los lagos y los canales, los holandeses sacan los patines de hielo. Y el patinaje suele ir acompañado de un vaso de anijsmelk. Esta dulce bebida de leche se perfuma con semillas de anís, que le dan ese toque herbal y ahumado. Para los holandeses es un sabor del pasado, y los que no quieren complicarse la vida compran terrones de azúcar con aroma a anís. Pero lo mejor es tomárselo una noche de invierno, hundiendo la nariz en la taza y viendo levantarse las volutas de humo aromático, acompañado de unas poffertjes (mini crepes), mientras se observa a los patinadores haciendo piruetas en los canales de Ámsterdam.

La pasión holandesa por los sabores a regaliz no acaba aquí: consumen más de 2 kg por persona al año, sobre todo en forma de caramelos salados.

• Por Anita Isalska

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