jueves, 22 de diciembre de 2022

Viajes. Cómo detectar la acumulación de magma antes de una erupción volcánica

La imposibilidad de predecir cuando un volcán entrará en erupción es uno de los factores que hacen más peligrosos a estos fenómenos geológicos. La historia está plagada de ejemplos de volcanes que tomaron completamente por sorpresa tanto a los científicos, como a los habitantes de las inmediaciones del mismo. Por ejemplo, la mayor explosión de la historia moderna, producida por la entrada repentina en erupción del volcán submarino Hunga Tonga-Hunga Ha'apai que tuvo lugar en enero de 2022, produjo únicamente 3 víctimas mortales, pero en apenas unos segundos borró del mapa casi por completo la mitad de la isla sobre la que se asentaba su cono volcánico. 

Los volcanes son imprevisibles, por lo que comprender los fenómenos que subyacen a su naturaleza podría contribuir en el futuro a salvar miles de vidas. En este sentido, un estudio internacional liderado desde el Instituto de Geociencias -IGEO- centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Complutense de Madrid (UCM), ha logrado detectar acumulación de magma cerca de la superficie meses antes de que se produzca una erupción volcánica.

El trabajo, publicado recientemente en la revista Scientic Reports bajo el títuloShallow magmatic intrusion evolution below La Palma before and during the 2021 eruption analiza la deformación del terreno producida por la actividad volcánica mediante una metodología que combina la observación por radar de satélite InSAR con una nueva técnica de interpretación desarrollada durante el transcurso de la erupción volcánica que tuvo lugar en 2021 en la isla de La Palma.

Según José Fernández, investigador del IGEO y autor principal del artículo, "la combinación de esta metodología junto con el modelo estructural de la corteza bajo la superficie de la isla, podría ayudar a predecir la apertura de futuras posibles fisuras o bocas eruptivas durante episodios de reactivación volcánica y, en combinación con otras técnicas, incluso a pronosticar el momento en que se producirá la próxima erupción". 

Las lecciones aprendidas durante la erupción del volcán de la Palma

La erupción del volcán de Cumbre Vieja, ahora rebautizado como volcán de Tajogaite, comenzó el 19 de septiembre de 2021 y estuvo precedida y acompañada de un enjambre sísmico que comenzó 8 días antes, el 11 de septiembre, con más de 6.600 eventos detectados.

Los resultados obtenidos en este trabajo muestran que, entre el 13 y el 20 de septiembre, coincidiendo con los últimos días del enjambre sísmico, aparecieron fuentes superficiales de magma que indicaban la fracturación horizontal y vertical del terreno sobre el que se formaría la fisura eruptiva del volcán, es decir, la fractura por la que el magma emergió del interior de la Tierra. 

Los datos obtenidos en este estudio sobre el sistema de alimentación del magma y de las fracturas asociadas podrían ayudar a explicar algunos procesos posteriores a la erupción, como la persistencia de las emisiones de gases en las zonas de Puerto Naos y La Bombilla, que un año después todavía impide el regreso de sus habitantes a sus hogares. 

De hecho, un estudio previo realizado por este mismo equipo de investigadores en el año 2021, ocho meses antes de la erupción, ya indicó que entre los años 2009 y 2010 había comenzado la reactivación volcánica de la isla, además de detectar entre los años 2019 y 2020 una importante fracturación del terreno bajo el volcán de Cumbre Vieja asociado a la erupción de 2021. “Esta fracturación representa el probable camino tomado por el magma hacia una zona de debilidad estructural, lo que facilitó la formación de un reservorio magmático a una profundidad de entre 2 y 5 kilómetros unos 3 meses y medio antes del inicio de la erupción en la zona de Cumbre Vieja, lo que destaca la importancia de conocer el modelo estructural de la isla junto a las rutas seguidas por el magma en su ascenso en erupciones recientes”, añade Fernández.

Así, casi dos meses antes de la erupción, a finales de julio de 2021, los datos obtenidos por los investigadores reflejaban síntomas de fragilidad en la corteza ante una subida más masiva de magma. “Este resultado, en caso de haberse podido emplear la nueva técnica de interpretación en esos momentos, hubiese podido ser una alarma que motivase un aumento de la vigilancia en la zona para hacer un seguimiento en tiempo real de la fase final previa a la erupción”, continúa el investigador del IGEO.

“Este nuevo trabajo demuestra la importancia de conocer no sólo el sistema de alimentación magmática y la fracturación en profundidad, sino también la estructura de la corteza, particularmente en los primeros kilómetros bajo la superficie, así como la historia eruptiva reciente, para determinar las potenciales zonas de acumulación de magma en reservorios someros y los posibles caminos de erupción. Se trata de una información fundamental en la evaluación del riesgo volcánico y en la planificación de infraestructuras y de desarrollo urbano, tanto en la isla como en otras áreas volcánicas”, concluye. 



via Héctor Rodríguez https://ift.tt/Z9qMIEm

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