jueves, 29 de septiembre de 2022

Viajes. Mundos enfrentados

Dos criaturas se enfrentan a través de una cerca de alambre: un depredador y una presa; uno salvaje, el otro, esencialmente criado para nuestro provecho. El momento es la manifestación de dos mundos chocando sin una indicación clara de cuál prevalecerá. Tales imágenes, las de la interacción del mundo natural con otro al que intensamente los seres humanos han dado forma, se han convertido en una casi obsesión para el fotógrafo con sede en México, Fernando Constantino Martínez Belmar. Y pocos lugares en el mundo presentan tantas oportunidades para capturar el conflicto de primera mano como la península de Yucatán, hogar del escurridizo jaguar -Panthera onca- y uno de los puntos turísticos de más rápido crecimiento de México, la Riviera Maya.

Los depredadores más grandes del neotrópico, los jaguares, requieren una cantidad significativa de espacio para encontrar suficientes presas: el rango promedio territorial de un jaguar macho abarca unos 100 kilómetros cuadrados. Inevitablemente, a medida que las poblaciones humanas se han expandido por el hábitat del jaguar, la distribución de la especie se ha reducido en más de la mitad. Los científicos ahora están trabajando para identificar estrategias y prioridades de conservación para apoyar a la población restante.

En México, una de las regiones más importantes a este respecto es el estado de Quintana Roo en la Península de Yucatán, que alberga a casi la mitad de los 4.000 o 5.000 jaguares con los que cuenta el país. Aquí, estos felinos están prosperando en dos áreas protegidas: Yum Balam en el extremo norte de la península y Sian Ka'an a unos 225 kilómetros al sur. Entre las dos reservas se encuentran Cancún, Playa del Carmen y Tulum.

Hasta hace poco, los científicos tenían pocas esperanzas de que pudiera existir un corredor ecológico viable entre las dos áreas protegidas, dada el espacio desarrollado que las une. Sin embargo, un estudio de seguimiento por radio publicado a principios de este año sugiere que los jaguares no solo están utilizando este corredor, sino que están estableciendo rangos de hogar a lo largo de su ruta. Si bien los jaguares prefieren las áreas boscosas o de crecimiento secundario sobre el hábitat profusamente perturbado, son capaces de capitalizar las oportunidades que presenta el desarrollo humano. Un macho, por ejemplo, centró su área de distribución en un vertedero, donde encontró una abundante fuente de presas en forma de perros salvajes y otros animales que hurgaban en el lugar. No es un escenario ideal, pero la resiliencia demostrada por estos individuos brinda la esperanza de que, con una planificación cuidadosa en torno al desarrollo futuro del área, los jaguares de la Península de Yucatán puedan continuar prosperando.

Esta imagen fue publicada originalmente en bioGraphic, una revista independiente sobre naturaleza y conservación impulsada por la Academia de las Ciencias de California y socio del concurso de fotografía BigPicture: Natural World.



via Héctor Rodríguez https://ift.tt/Z7BJqwG

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