jueves, 25 de mayo de 2017

Viajes. Sierra de Aracena, la Huelva más natural

En el norte de Huelva la tierra se pliega y gana altura. Encinas, alcornoques, robles y castaños alfombran el lugar fronterizo donde acaba Andalucía, comienza Extremadura y hacia el oeste se extiende el Alentejo portugués. Se diría que a la sierra de Aracena hay que ir a propósito porque no es un cruce de caminos, ni un lugar de paso. Sin embargo, llegar hasta ella resulta muy atractivo porque, partiendo desde la costa onubense, allí donde se hallan el Parque Nacional de Doñana y las últimas playas vírgenes de España, se siguen carreteras que trepan hacia el norte de la provincia, cruzan las rojizas aguas del río Tinto, orillan los históricos poblados mineros de Andévalo y acaban por ascender a los pueblos de arquitectura blanca que motean la comarca.

La mayoría de localidades de esta serranía están coronadas por fortalezas que en el pasado defendieron el territorio frente a las amenazas invasoras. Aracena, Alájar, Almonaster la Real y Cortegana son algunos de los núcleos más monumentales de esta ruta que añade el atractivo de discurrir por uno de los parques naturales más bellos de Andalucía: Sierra de Aracena y Picos de Aroche. Por su lado, Cumbres Mayores y Jabugo son los hitos gastronómicos del viaje, famosos por los jamones ibéricos de pata negra que allí se elaboran junto a paletillas, chorizos y lomos curados con los fríos vientos de esta raya fronteriza.

El pueblo de Aracena da nombre a la sierra y es la capital de la comarca homónima. Desde las almenas y arcos de su castillo templario –en el siglo XIII, esta orden religiosa convirtió Aracena en una de sus plazas fuertes– se contempla una de las vistas más amplias de la provincia, con los pueblos a lo lejos como motas blancas destacando entre los altozanos, las dehesas y las praderas. El monte donde se alza la fortificación está horadado por dentro y es posible penetrar en él a través de la Gruta de las Maravillas, una bella sucesión de galerías y lagos subterráneos donde reinan el misterio, la oscuridad y el silencio.

Aracena atesora la iglesia de Nuestra Señora del Mayor Dolor y varias ermitas mudéjares, mientras en su plaza Mayor destacan señoriales edificios decimonónicos como el Casino de Arias Montano, obra del sevillano Aníbal González (1876-1929), referente en la arquitectura de su época.

Desde Aracena la carretera conduce a Linares de la Sierra, donde los vecinos han dibujado empedrados en sus calles y zaguanes de piedra bicolor que recuerdan la tradición de los mosaicos romanos.

La ruta continúa después flanqueada por nogales hasta Alájar, pueblo cuyo nombre en árabe significa piedra. En otro tiempo fue una atalaya desde la que una reducida guarnición vigilaba la frontera. Alájar cobró con el tiempo un aura mágica cuando se empezaron a narrar historias asombrosas surgidas de la peña de Arias Montano que domina el pueblo. La mole, cuyo nombre recuerda al consejero del rey Felipe II que se retiró a este recodo para estudiar la Biblia, está horadada por grutas oscuras y de difícil acceso. En ellas se sitúan buena parte de las leyendas que han convertido el pueblo en un enclave destacado de la llamada Ruta de la Andalucía Mágica, que en Huelva tiene varios itinerarios.

Sobre el cerro que corona Alájar se erigió la ermita de Nuestra Señora de los Ángeles, luminosa, blanca y rematada por una espadaña. En un camerín del interior se guarda una venerada talla del siglo XIII que cada mes de septiembre sale en romería por los caminos de la montaña.

El legado árabe

Almonaster la Real es otro pueblo blanco de la sierra de Aracena. En su cumbre se eleva una joya más monumental: la antigua mezquita aljama, hoy situada dentro de los muros de una fortaleza cristiana. Los alarifes de la mezquita utilizaron para su construcción columnas y capiteles romanos y visigodos. Entre sus piezas más valiosas figura el mihrab de época emiral, uno de los más antiguos de la Península (siglo IX). El recinto, repartido en cinco naves cubiertas por arcos de herradura, acoge en la actualidad diversas actividades culturales.

Almonaster la Real es otro pueblo blanco de la sierra de Aracena. En su cumbre se eleva una joya más monumental: la antigua mezquita aljama

En este punto de la ruta el paisaje se arruga en barrancos por los que descienden arroyos cristalinos y suben caminos. Uno de ellos lleva a Castaño del Robledo, otro enclave fortificado. El pueblo toma el nombre de los dos árboles más simbólicos de la comarca. En el siglo XV, cuando se inició el asentamiento, los pobladores empezaron a sustituir las plantaciones autóctonas de robledales por el cultivo del castaño. Como legado de aquel esfuerzo, el pueblo posee algunos de los castañares más antiguos de la provincia.

Conviene no abandonar la sierra onubense de Aracena sin pasear por sus dehesas y ver al marrano ibérico en libertad, o sin visitar los secaderos de jamón del pueblo de Jabugo. El norte de Huelva ostenta el merecido privilegio de encabezar una Denominación de Origen con la que se distinguen los mejores y más afamados perniles de los cerdos de pata negra. No hay restaurante, venta o posada que no argumente su cocina con el mejor ibérico. Por ello no hay nada mejor para concluir este itinerario que degustarlo acompañado de vinos de la D. O. Condado de Huelva.

Fotografías: Age Fotostock; Aci



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