jueves, 11 de diciembre de 2025

Viajes. Las costas de España se están llenado de tortugas y eso no es una buena noticia

Desde hace siglos, las tortugas marinas han surcado los océanos guiadas por rutas invisibles, ancladas al instinto y a los ciclos de la Tierra. Hoy, ese instinto las lleva a territorios nuevos, lejos de sus playas natales, atraídas por un Mediterráneo que se calienta lo suficiente para acoger la vida, pero no tanto como para amenazarla. En las costas de España, este fenómeno es cada vez más visible: las tortugas bobas están llegando, anidando y, poco a poco, fundando nuevas generaciones.

Este nuevo patrón migratorio se interpreta como una oportunidad biológica, pero también como una alerta ambiental. Porque este aumento de anidaciones no responde únicamente a una mayor población, fruto de décadas de programas de conservación, sino también a una transformación profunda del clima global.

Factor temperatura

La temperatura de las playas es un factor decisivo: determina no solo si una tortuga se animará a salir a desovar, sino también el sexo de las crías que nacerán bajo la arena. En muchas zonas tradicionales de anidación, el exceso de calor está provocando una sobreproducción de hembras, desequilibrando las poblaciones.

En cambio, las costas españolas ofrecen una temperatura más templada, permitiendo que sigan naciendo machos. Este dato, aparentemente técnico, guarda una doble lectura: esperanza para la diversidad genética de la especie, y un testimonio palpable del calentamiento que obliga a estas criaturas a modificar sus hábitos ancestrales.

Solo en la Comunidad Valenciana se han registrado este año 16 nidos, una cifra sin precedentes. Esos nidos pertenecen a una suerte de linaje híbrido: tortugas con genes mezclados del Atlántico y del Mediterráneo, madres que llegaron desde América y padres nacidos en Grecia o Libia. Un proceso de "colonización genética" que marca el nacimiento de una nueva población en España.

Una tortuga boba que escapa de una red de pesca a través de un dispositivo excluidor de tortugas.

El rastreo de estas tortugas se lleva a cabo mediante dispositivos de telemetría satelital, adheridos con precisión a sus caparazones. Gracias a esta tecnología se ha logrado seguir a más de 18 ejemplares, descubriendo la complejidad de sus trayectorias migratorias y sus ritmos reproductivos. A la vez, los neonatos criados en cautividad durante su primer año de vida también son monitoreados tras ser liberados, con la esperanza de que esa ayuda temprana eleve sus tasas de supervivencia.

Riesgos

Sin embargo, el mar que las acoge también las hiere. La contaminación, sobre todo por residuos plásticos y pesticidas, deja huellas invisibles pero devastadoras en sus organismos. Investigaciones recientes han identificado hasta 39 tipos distintos de pesticidas en muestras de tortugas. Estos químicos alteran su sistema inmune, sus hormonas y, a largo plazo, su capacidad reproductiva. Muchos de estos residuos tienen origen terrestre: provienen de la agricultura y de industrias que vierten sus desechos en ríos, que terminan por morir en el mar.

El turismo y la pesca son otras fuerzas en tensión con el ciclo vital de estas criaturas. Las tortugas anidan de noche, en busca de la calma y la oscuridad. Pero playas repletas de luces, ruido y personas pueden hacerlas desistir. De ahí la importancia de articular una convivencia entre desarrollo turístico y protección ambiental. 

La Universidad, en colaboración con la Consellería de Medio Ambiente y ONG como Xaloc Mar, organiza patrullas, campamentos de voluntariado y campañas de sensibilización para actuar con rapidez ante cada nuevo hallazgo de nido. Los pescadores, por su parte, han sido capacitados a través del programa LIFE de la Unión Europea para no devolver tortugas capturadas accidentalmente al mar sin supervisión. Muchos ejemplares, tras recuperarse en centros especializados, son liberados marcados para su posterior seguimiento.

Las tortugas marinas son más que simples habitantes del océano: son indicadores vivos del estado del mar, como un espejo que refleja lo que no siempre estamos dispuestos a ver. Su presencia creciente en nuestras playas no es solo una curiosidad científica, sino un indicio de la transformación de los ecosistemas.



via Sergio Parra https://ift.tt/X4cFW0D

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