La Voyager 1, enviada en 1977 con un mensaje de la humanidad grabado en oro, se encuentra en los confines de nuestro sistema solar. Para noviembre de 2026, esa nave pionera alcanzará un punto sin precedentes: estará a un día luz de distancia de la Tierra, es decir, a más de 26.000 millones de kilómetros, tan lejos que cualquier señal enviada desde aquí demoraría 24 horas en llegar a su receptor metálico.
La Voyager 1 viaja a unos 17 kilómetros por segundo (una velocidad asombrosa, pero diminuta ante las escalas astronómicas) y se encuentra en un trayecto imparable que la llevará a tocar la nube de Oort en unos 300 años. Más allá de ese límite hipotético del sistema solar, aún le tomaría 40.000 años alcanzar la estrella más cercana. No obstante, la nave no se dirige hacia ningún destino particular: se limita a obedecer las leyes de la física, avanzando con una inercia impasible que la mantendrá en movimiento durante millones de años, probablemente mucho después de que la humanidad haya desaparecido o cambiado irremediablemente.
El aparato no funciona con energía solar, sino gracias a tres generadores termoeléctricos de radioisótopos (RTG), una tecnología que convierte el calor de la desintegración radiactiva en electricidad. Sin embargo, el combustible se agota lentamente y, para 2027, coincidiendo con su 50º aniversario, se espera que sus sistemas principales comiencen a apagarse. La NASA ha reducido progresivamente su actividad, desactivando instrumentos científicos y sistemas no esenciales, con la esperanza de estirar su vida útil al máximo.
Más allá de la proeza técnica, la Voyager 1 encierra una carga cultural inigualable: lleva consigo el Disco de Oro, una especie de cápsula del tiempo grabada con saludos en 55 idiomas, sonidos de la Tierra y una selección de música universal, desde Bach hasta Chuck Berry. Este disco no está destinado a nosotros, sino a “otros”. Aunque la probabilidad de que alguna civilización lo encuentre es ínfima, dada la inmensidad del espacio, representa una apuesta simbólica por el encuentro, la comunicación y la trascendencia.
Comunicación
Desde 1980, tras su sobrevuelo de Saturno, la Voyager 1 no ha cambiado de dirección ni realizado ninguna maniobra adicional. Su trayectoria la lleva fuera del plano de los planetas, en una línea recta e implacable hacia la oscuridad. La Voyager 2, su hermana gemela, sigue una ruta distinta, y alcanzará su propio día luz en 2035, aunque para entonces, según las proyecciones más conservadoras, ya podría estar inactiva.
La comunicación con la Voyager 1 hoy es extremadamente limitada. La tasa de transmisión de datos es comparable al viejo internet de acceso telefónico: 160 bits por segundo, lo suficiente para enviar información básica sobre su estado y el entorno espacial. Para ello, la NASA debe utilizar una red global de antenas de alta sensibilidad, incluyendo la Red del Espacio Profundo (Deep Space Network), sin las cuales la señal sería prácticamente imperceptible.
Y sin embargo, esta nave diminuta (apenas 722 kg de metal y circuitos) continúa activa. No solo opera a una distancia inimaginable, sino que sigue contribuyendo con datos clave sobre la heliopausa, esa frontera nebulosa entre la influencia solar y el verdadero vacío interestelar. Según los científicos, la Voyager 1 funciona como una especie de meteorólogo del vacío, detectando cómo se comporta el campo magnético solar cuando finalmente se disuelve en el medio interestelar.
Los responsables del proyecto, como Suzy Dodd, actual gerente de la misión en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL), reconocen que cada día que pasa es una victoria. En el equipo trabajan personas de varias generaciones, incluidos jubilados octogenarios que colaboran como asesores, y jóvenes ingenieros que nacieron décadas después del lanzamiento original. Esta fusión de experiencia y renovación sostiene a la Voyager como un faro de resistencia científica.
En 2026, cuando llegue a un día luz de su hogar, no será solo una proeza técnica: será el recordatorio de que el anhelo de explorar, de comprender, de enviar nuestra voz al infinito... sigue intacto.
via Sergio Parra https://ift.tt/dVI8ApS
No hay comentarios:
Publicar un comentario