La fascinación por descubrir el Polo Norte se remonta a hace siglos: en 1871 la expedición Polaris zarpó desde Nueva York buscando plantar la bandera estadounidense en el punto más septentrional del planeta, pero sus condiciones extremas no se lo permitieron. La embarcación llegó hasta Groenlandia y luego quedó atrapada en el hielo. La trágica misión acabó con la muerte del capitán Charles Francis Hall y diecinueve personas que sobrevivieron tras estar varadas 196 días en un témpano.
Aunque el territorio ya es explorado para la investigación científica y está empezando a atraer a los viajeros más estrambóticos, ahora la empresa sueca OceanSky Cruises propone un viaje sin precedentes: una visita durante tres días en dirigible. El viaje de lujo con capacidad para 16 personas no requiere barcos rompehielos ni operaciones aéreas complejas.
El dirigible aterrizará directamente sobre el hielo y los pasajeros descenderán allí para hacer excursiones en bicicleta, caminatas y compartir un almuerzo al aire libre. El sueño que alguna vez tuvo Hall podría hacerse realidad en 2030, fecha en la que está previsto el primer viaje de OceanSky Cruises.
“El único interés que tiene el Polo Norte per se hoy en día es científico y turístico. Es la zona cero del cambio climático y se calcula que pronto desaparecerá del mapa en los meses de verano. El vuelo al Polo Norte es un mensaje sobre la urgencia de un transporte sostenible en todo el planeta y los dirigibles pueden ser parte de la solución”, explica Gonzalo Gimeno, uno de los socios del proyecto, que cuenta los detalles de la exploración en exclusiva a National Geographic.
National Geographic: El Ártico es una zona que ha aumentado su interés geopolítico en los últimos años:¿cualquiera puede hacer el viaje?
Gonzalo Gimeno: «No, no cualquiera puede operar allí. El Ártico es una región con una fuerte dimensión geopolítica y con regulaciones estrictas. Para cada expedición necesitamos permisos específicos, coordinación con las autoridades locales y cumplir protocolos de seguridad y de protección medioambiental. Al mismo tiempo, también es cierto que la industria turística ya se está moviendo hacia estas regiones, y eso abre un debate importante. El mayor impacto medioambiental en el Ártico ahora mismo es el incremento de tráfico de grandes barcos de cargo y cruceros turísticos masivos. Más que los aviones.
En nuestras conversaciones se ha analizado la viabilidad del uso de dirigibles en el Ártico y, aunque existen desafíos, también hay una oportunidad: nuestro impacto es significativamente menor que el de otros medios que operan hoy en el Polo. Precisamente por eso creemos que el dirigible puede ser una alternativa más respetuosa y controlable, con un acceso limitado y gestionado, que encaja mucho mejor con la sensibilidad medioambiental del Ártico.»
National Geographic: ¿Qué tipo de combustibles utiliza el dirigible?
Gonzalo Gimeno: «Para el desplazamiento horizontal usamos motores híbridos: hoy combinan combustión de alta eficiencia con sistemas eléctricos, y el objetivo es migrar hacia motores totalmente eléctricos y, más adelante, a pilas de hidrógeno cuando la tecnología esté certificada. Esto está ya en las hojas de ruta de los fabricantes. El helio es el gas que nos da sustentación y permite que la aeronave se mantenga en el aire sin necesidad de quemar energía para generar sustentación. Es inerte y no inflamable.»
National Geographic: ¿Qué ventajas supone respecto a los medios de transporte que conocemos a nivel ambiental?
Gonzalo Gimeno: «La ventaja medioambiental viene de dos áreas. La primera es más alrededor de la eficiencia energética. Con muy poca energía, desplaza mucha masa, y tiene mucha más autonomía. Por otro lado, no necesita mucha infraestructura comparado con aviones o trenes. Puede aterrizar en un campo amplio con mínima infraestructura. El transporte con dirigibles no necesita puertos, vías de tren, pistas de aterrizaje, etcétera.»
National Geographic: ¿Qué tipo de mantenimiento necesita?
Gonzalo Gimeno: «El mantenimiento es más bajo que el de un avión tradicional porque no hay fuselaje sometido a presurización, ni alas, ni aterrizajes a alta velocidad. El desgaste es menor y los motores trabajan a cargas más bajas. Aun así, se aplica la misma regulación de aviación comercial: revisiones periódicas, control de envolvente, sistemas eléctricos, motores y elementos de seguridad.»
National Geographic: ¿Puede operar con la regularidad de una aerolínea comercial?
Gonzalo Gimeno: «No. Y es importante decirlo claramente. El dirigible no está pensado para operar con la frecuencia de una aerolínea de rutas fijas. Depende más de la meteorología y trabaja a velocidades mucho más bajas. Nuestro modelo no es “más vuelos”, sino “vuelos más significativos”: expediciones, rutas remotas y experiencias de valor. No buscamos sustituir al avión en rutas de alta demanda, sino abrir una nueva forma de movilidad sostenible que puede operar sin necesidad de aeropuertos ni infraestructura previa, algo que encaja mejor en destinos remotos.»
National Geographic: ¿La vida útil de estas aeronaves las hace igual de competitivas a nivel ambiental?
Gonzalo Gimeno: «Sí. Se estima que la vida útil del helio en su interior puede ser de 30 años. La aeronave, por su parte, tendría una vida mucho más larga, aunque todavía no se saben datos concretos porque todavía se está trabajando por prototipos avanzados.»
via Pedro Molina https://ift.tt/PX3shvp
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