sábado, 6 de diciembre de 2025

Viajes. Un estudio propone utilizar drones para evitar fallos estructurales en edificios

Si construir un edificio de dimensiones convencionales ya supone un reto, levantar un rascacielos lo es todavía más. Se requiere a profesionales muy experimentados (arquitectos, ingenieros y constructores), una planificación meticulosa y saber de antemano los posibles problemas que pueden aparecer durante el desarrollo del proyecto, así como las soluciones específicas aplicables para que no surjan problemas cuando esté acabado.

Los edificios muy altos deben estar preparados para resistir los vientos fuertes (grandes cargas laterales), los sismos, las vibraciones/oscilaciones y su propio peso, ya que de no estar bien construido se corre el riesgo de que se venga abajo… Esto obliga a utilizar núcleos rígidos de hormigón, sistemas de arriostramiento (diagonales de acero), cimentaciones muy profundas (especialmente en terrenos complejos) y amortiguadores masivos.

Controlar el proceso en las plantas más bajas es relativamente sencillo, pero no tanto en las superiores. Y cuando está el rascacielos acabado, llevar un seguimiento de la fachada es fundamental para evitar complicaciones. De nuevo, en los pisos más altos no es una tarea sencilla, y los métodos tradicionales de inspección requieren mucha mano de obra y tiempo, además de ser susceptibles a los errores y accidentes. Esto podría solucionarse mediante la inteligencia artificial y los drones.

Detectar grietas y manchas de agua con una precisión superior al 90 %

Los investigadores proponen drones no tripulados con cámaras de alta resolución, sensores LiDAR y sistemas de navegación GPS para circular por rutas preprogramadas

La detección de los defectos en las fachadas se ha convertido en una prioridad para los ingenieros estructurales y administraciones de las instalaciones, ya que los no detectados pueden acelerar el deterioro, lo que significa dos cosas: reparaciones más costosas y riesgo de seguridad para los ocupantes y los peatones.

Se ha descubierto que los avances en las tecnologías digitales podrían ayudar a reducirlos considerablemente, algo hasta el momento impensable con los métodos convencionales que involucran a la mano de obra humana. Gracias a los vehículos aéreos no tripulados y a la inteligencia artificial, la industria está virando hacia soluciones más inteligentes y automatizadas.

Las imágenes obtenidas por los drones, combinadas con la detección de defectos impulsada por la IA, ofrecen una alternativa prometedora para realizar evaluaciones rápidas, precisas y no intrusivas de fachadas de edificios de gran altura. Los drones toman imágenes desde múltiples ángulos sin necesidad de andamios ni cuerdas, las cuales se procesan mediante algoritmos de aprendizaje automático, concretamente redes neuronales convolucionales (CNN).

Estas redes CNN están entrenadas para identificar y clasificar los diferentes tipos de defectos. Aunque para ser entrenadas hayan requerido una gran cantidad de datos, a la larga es una técnica mucho más eficiente y económica, ya que minimiza los costos y mejora la precisión a la hora de proporcionar información práctica para el mantenimiento de los edificios de gran altura.

Además, ofrece la escalabilidad necesaria para implementar los avanzados sistemas de detección en múltiples edificios dentro de los entornos urbanos. Según los datos proporcionados por el Informe Anual de Accidentes de Trabajo del 2023 de CTAIMAel mantenimiento de infraestructuras es un sector con bastante siniestralidad, especialmente en la construcción.

El índice de incidencia es de 6.298,6 accidentes por cada 100 mil trabajadores. Las caídas, golpes y el atrapamiento son las principales causas de accidentes mortales en el sector. Las caídas desde mucha altura son una causa común de accidentes graves, a menudo relacionadas con resbalones y tropiezos. Los golpes por caídas de objetos o contra maquinaria/herramientas también influyen. Con los drones y la IA, esta cifra se reduciría considerablemente.

Los vehículos aéreos no tripulados son flexibles, seguros y rentables, no solo porque eliminan la necesidad de montar andamios y accesos con cuerdas (que resultan peligrosos y costosos para el ser humano), sino porque diversos estudios han demostrado que las cámaras que integran tienen una resolución tan alta que permiten capturar imágenes de fachadas con un nivel de detalle suficiente para identificar los defectos.

Detección con gran eficiencia

Además, los avances en IA, sobre todo el aprendizaje profundo, han revolucionado el campo de la detección automatizada de defectos. Las redes CNN han demostrado ser muy eficientes a la hora de clasificar las grietas, desconchados y otras anomalías superficiales. Esta tecnología ha demostrado ser útil en detectar grietas en el hormigón, en comparación con las técnicas tradicionales de detección de bordes.

Durante el estudio, las imágenes de los drones combinadas con modelos CNN para automatizar la detección de defectos en puentes permitió detectar grietas y manchas de agua con una precisión superior al 90 %. Esta tecnología incluso puede, gracias a los datos recopilados por los vehículos aéreos no tripulados, detectar las grietas en tiempo real.

No obstante, a pesar de los grandes avances, la combinación de drones con IA para la inspección de edificios de gran altura todavía sigue poco explorada. La mayoría de las investigaciones actuales se centra en puentes, pavimentos y la monitorización general del estado estructural, en lugar de las fachadas verticales.

El sistema propuesto por el estudio está basado en drones no tripulados equipados con cámaras 4K de ultraalta resolución, sensores LiDAR para mapeo de profundidad y sistemas de navegación GPS. Los vehículos aéreos siguen rutas de vuelo preprogramadas que cubren la fachada tanto vertical como horizontalmente, garantizando una cobertura completa de la superficie al mismo tiempo que se minimiza la redundancia de imágenes.



via Jesús Quesada https://ift.tt/GzxjLul

jueves, 4 de diciembre de 2025

Viajes. China saca a la luz un robot que puede caminar como un ser humano

El primer robot humanoide de la historia se remonta a 1939, un año marcado por el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. La compañía Westinghouse Electric Company, especializada en productos y servicios para centrales nucleares, presentó en la Feria Mundial de Nueva York a Elektro. Esta máquina, con una altura aproximada de 2 metros y 120 kilogramos de peso, dejó a los asistentes boquiabiertos: podía caminar, hablar hasta 700 palabras, fumar cigarrillos, inflar globos y mover tanto sus brazos como cabeza.

Han pasado más de 85 años desde la presentación de Elektro. Actualmente, es propiedad del Museo Conmemorativo de Mansfield (Ohio), y el destino de su compañero Sparko, un roboperro que podía ladrar, sentarse y rogar a los humanos, es desconocido. El mero conocimiento de su existencia y característica sirve para ver cuánto ha evolucionado la robótica en estas más de ocho décadas.

Si bien todavía no caminan libremente por las calles ni son un miembro más de la familia, los robots humanoides modernos pueden realizar tareas gracias a la inteligencia artificial que Elektro no sería capaz de hacer en la vida. Entre sus mejoras están la ejecución de movimientos complejos, como pasos de baile avanzados y de artes marciales. Sin embargo, al desplazarse todavía se nota que son robots, por mucha cara de «humanos» que tengan. Excepto el XPENG IRON.

XPENG planea producirlo en masa para finales de 2026

Presentado al público hace un año, en noviembre de 2024, durante un evento de la compañía, el XPENG IRON es un robot humanoide que destaca sobre la competencia por moverse como si fuera un ser humano. De hecho, para demostrar que no era una persona disfrazada, lo abrieron para que los asistentes pudieran ver su interior.

Otra de las razones por las que el IRON ha llamado tanto la atención es porque la compañía tras su desarrollo, XPENG, está especializada en la fabricación de vehículos eléctricos y tecnologías de inteligencia artificial para conducción autónoma. Algunos de sus productos más populares son los SUV G6 y G9, así como el sedán P7; coches de ajustada relación calidad-precio y buenas prestaciones.

Desde su anuncio oficial, XPENG ha mostrado versiones mejoradas de su robot humanoide, incluyendo una que llaman ‘Next-Gen IRON’. La máquina tiene una estructura con columna vertebral humanoide, «músculos biónicos» y piel exterior flexible. El conjunto no solo le da una apariencia física más realista, sino también unos movimientos muy similares a los humanos.

Solo sus manos tienen 22 grados de libertad, permitiéndole manipular objetos con una precisión sorprendente. El robot está impulsado por la inteligencia artificial de la compañía, con chips propietarios llamados ‘Turing AI’ que le permiten procesar grandes modelos de IA para visión, lenguaje y acción. Incorpora una batería de estado sólido que, además de reducir el peso de la máquina, mejora la densidad energética para una mayor seguridad y autonomía.

XPENG afirma que su IRON ya está siendo usado en algunas líneas de producción de la empresa para tareas de ensamblaje y otras industriales. El objetivo de la firma es que el robot humanoide llegue a estar presente en entornos más diversos, como tiendas, oficinas y espacios comerciales. Más allá de manipular objetivos, la intención es que realice trabajos de atención y asistencia al público.

La compañía ha ideado el IRON como una plataforma que se puede moldear, estilizar y personalizar. En el proceso de desarrollo, ha considerado ofrecer distintos tipos de cuerpos, algunos más delgados y otros más robustos, así como piel sintética que recubre todo el cuerpo y formas de género más definidas. Como explicó el director ejecutivo He Xiaopeng:

Puedes elegir un IRON un poco más grueso o… un IRON más delgado… personalizarlo… según tus preferencias

Aun con todo lo que ofrece, XPENG quiere que el IRON no solo sea funcional, sino también accesible. Debido a su diseño, resulta más “cálido e íntimo” que otros robots humanoides más convencionales, que dan la sensación de ser mucho más mecánicos y fríos. Sin duda, sería un gran aliciente para que las personas tarden menos en aceptarlos en los entornos cotidianos.

Si todo va bien con la hoja de ruta, el siguiente paso de XPENG es producir en masa el IRON a finales de 2026, priorizando su uso comercial en tiendas, oficinas, áreas de recepción o como guías, en lugar de en los hogares. Muchos expertos son escépticos en cuanto a la viabilidad del proyecto, ya que una cosa es que el robot sea capaz de moverse en entornos controlados de manera relativamente fiable, y otra a que lo haga en entornos reales, desordenados e impredecibles.

Rodney Brooks, fundador de iRobot, avisó a los entusiastas e inversores de los robots humanoides que lo mejor que podían hacer es “no acercarse a menos de tres metros de uno”. Y no es una visión catastrofista o exagerada: estamos hablando de máquinas de metal muy pesadas y con la altura de un ser humano real, que acumulan una gran cantidad de energía cinética al caminar. Por ello, los accidentes graves son una posibilidad a tener en cuenta y que hay que evitar.



via Jesús Quesada https://ift.tt/fYy2i4A

miércoles, 3 de diciembre de 2025

Viajes. Desarrollan un robot que lucha contra el cambio climático

El Gran Arrecife de Coral es tan gigantesco que para repararlo hay que trabajar como si fuera una gran industria, con mucha precisión. Durante años, científicos e ingenieros han criado miles de corales jóvenes y han ideado herramientas para colocarlos en el mar, colaborando, además, con las comunidades locales. 

Ahora, el gran cambio llega con un nuevo aliado: robots marinos guiados por inteligencia artificial. Hablamos de una tecnología que es lo suficientemente avanzada como para ayudar a desplegar corales a una escala que sería imposible solo con personas.

La tecnología que quiere recuperar el Gran Arrecife de Coral

Este avance tiene un nombre, Sistema de Guiado para el Despliegue, y unas siglas, DGS. Su trabajo consiste en repartir por el arrecife pequeños dispositivos cerámicos, que llevan dentro corales jóvenes. Estos se colocan justo en los sitios donde tienen más posibilidades de crear.

No se busca tanto reemplazar a personas, sino ayudarles a llegar mucho más lejos. Lo que antes necesitaba de barcos especiales, buceadores y muchas horas de trabajo, ahora puede hacerse con un sistema automático que decide en tiempo real dónde y cuándo soltar cada dispositivo.

Ruta creada por el sistema DGS para desplegar corales

Uno de los ingenieros del proyecto, Ben Moshirian, ha explicado, en el comunicado publicado en la página web del Instituto Australiano de Ciencias Marinas, que "el sistema no es tanto una sola tecnología sino muchas, reunidas en un flujo de trabajo que mejora el rendimiento de nuestros esfuerzos de siembra de coral. El objetivo es garantizar que los dispositivos de siembra de coral se implementen de forma precisa y segura en ubicaciones preestablecidas".

El reto de colocar los dispositivos exactamente donde hacen falta en un arrecife enorme es ideal para el DGS. Este sistema usa modelos basados en años de datos para elegir las mejores zonas y analiza factores como corrientes, temperatura o la estabilidad del fondo marino. Después, cuando está en el agua, sus cámaras y algoritmos deciden el momento ideal para soltar cada dispositivo. Funciona casi como un piloto automático, pero dedicado a restaurar el arrecife. Eso sí, que el sistema sea autónomo no significa que no sean necesarias personas.

Al contrario. Este DGS guarda la ubicación exacta de cada punto donde se sueltan los corales, de modo que los científicos pueden volver cuando quieran y comprobar cómo están creciendo. Además, permite tener margen de decisión, pudiendo los miembros del equipo colocar los dispositivos manualmente.

Parte del equipo tecnológico que conforma el sistema DGS

El valor real de esta tecnología está en todo el conocimiento que incorpora. Cada decisión automática se basa en modelos creados por expertos del programa RRAP, que está pensado para salvar el Gran Arrecife de Coral a través de nuevas tecnologías, ciencias avanzadas y la colaboración de las comunidades locales.

Estamos, por tanto, ante un trabajo conjunto de varias instituciones, con datos recogidos durante cinco años. Lo mejor de todo es que este Sistema de Guiado para el Despliegue continuará mejorando con el paso del tiempo. Cuantos más corales se desplieguen y más datos se recojan, más aprenderá el sistema y más preciso será.

El objetivo del proyecto es que cualquier persona o institución pueda utilizar esta herramienta y no solo los grandes buques de investigación. El sistema está pensado para funcionar también en embarcaciones pequeñas, lo que permite que las comunidades locales o grupos indígenas puedan participar en la restauración del arrecife sin necesitar de caros equipos.

Ayudando al océano a recuperar lo que ha perdido

Y las pruebas ya han comenzado. Los investigadores están comprobando cómo funciona el DGS en barcos de cinco metros cerca de la costa y en pequeñas lanchas usadas en el arrecife exterior. No solo están evaluando si la IA guía bien los despliegues, sino también el espacio que ocupa el sistema, si es fácil de manejar o si lo puede usar gente sin experiencia.

En el futuro, se podría llegar a plantear una fase en la que el sistema pueda instalarse en barcos autónomos, que sean capaces de trabajar solos durante mucho tiempo. Aun así, el doctor Moshirian recuerda: "Esta tecnología no consiste en que las máquinas reemplacen a los humanos. Se trata de que los humanos trabajen con máquinas para que nuestra ciencia tenga un impacto a una escala que antes era difícil de lograr".

El DGS es uno de los avances más importantes del programa RRAP, que está financiado por el gobierno de Australia y por la Fundación del Gran Arrecife de Coral y que está desarrollado por varias universidades y por centros de investigación como el Instituto Australiano de Ciencias Marinas o la Organización de Investigación Científica e Industrial de la Commonwealth. Ahora, el proyecto entra en una nueva fase de pruebas reales en el mar, dentro del Programa de Despliegues Piloto.

El arrecife está muy presionado por el calentamiento global y los episodios de blanqueamiento, con lo que nuevas e ingeniosas soluciones siempre son bienvenidas. Unir ciencia y robótica ya no es una idea futurista, sino toda una necesidad. No se busca controlar el océano, sino ayudar a que recupere parte de lo que ha perdido.



via Roberto Cantero https://ift.tt/ePtcnr9

Viajes. Encuentran una avispa fósil gigante en El Soplao, atrapada hace 105 millones de años

Un equipo internacional de científicos ha encontrado un insecto que habitó los bosques del Cretácico: Cretevania orgonomecorum, una nueva especie de avispa fósil, ha sido descrita a partir de un fragmento de ámbar hallado en el yacimiento de El Soplao, en Cantabria. Esta joya paleontológica, fechada en el Albiense medio (hace unos 105 millones de años), destaca no solo por su excelente conservación, sino también por su sorprendente tamaño y su singular morfología.

El descubrimiento, publicado en la prestigiosa revista Palaeoentomology, representa un hito en el estudio del linaje extinto de las evaniodeas, un grupo de avispas parasíticas. Con una envergadura comparable a especies encontradas en regiones tan remotas como Myanmar o China, C. orgonomecorum amplía el mapa global de este antiguo género y proporciona claves evolutivas cruciales. Su estructura antenal y la venación de las alas, rasgos clave en su diagnóstico, obligan además a replantear la clasificación interna del género Cretevania.

"Arca de Noé" del Cretácico

El ámbar de El Soplao ha vuelto a llamar la atención en la paleontología mundial. Este yacimiento, localizado en la comarca de Rábago-Celis, se ha consolidado como un auténtico santuario del pasado, con más de 1.500 inclusiones fósiles identificadas y al menos 30 especies descritas hasta la fecha. La resina fosilizada, producida por coníferas hace más de cien millones de años, capturó fragmentos de vida de un ecosistema que oscilaba entre lo terrestre y lo marino, en una mezcla singular de ambientes que favoreció una conservación excepcional.

Esta dualidad ecológica permitió atrapar, en la transparencia del ámbar, no solo avispas, sino también mosquitos, arañas y restos vegetales. La posibilidad de estudiar organismos en tres dimensiones y con estructuras internas intactas hace de El Soplao una especie de "Arca de Noé" del Cretácico temprano. Y más aún: un portal directo a una era en la que los dinosaurios dominaban los continentes y las primeras plantas con flores comenzaban a esbozar el futuro del paisaje terrestre.

Una avispa singular

Desde una perspectiva evolutiva, lo que hace especial a Cretevania orgonomecorum es su combinación de rasgos únicos y su conservación impecable. El fósil ha permitido a los investigadores no solo describir una nueva especie, sino también aportar caracteres diagnósticos que servirán para delimitar otras especies futuras dentro del género

Es un caso ejemplar de cómo un único hallazgo puede reordenar piezas clave de un puzle mucho mayor: el de la historia de la vida en la Península Ibérica durante el Cretácico.

Aunque esta nueva especie ha acaparado los focos, no es la única evidencia de avispas primitivas en El Soplao. En años anteriores se documentaron ejemplares igual de fascinantes: como Megalava truncata, un raro macho de la familia Megalyridae, o Archaeromma, una diminuta avispa de apenas unos milímetros perteneciente a Mymarommatidae. Cada uno de estos hallazgos ha ido configurando un atlas más preciso de las comunidades de insectos que compartían hábitat con los dinosaurios en la antigua costa ibérica.

El valor científico del ámbar cántabro reside también en su capacidad para conectar continentes. Especies similares del género Cretevania han sido halladas en Asia, lo que sugiere vínculos biogeográficos y rutas de dispersión insospechadas entre regiones tan alejadas. Este tipo de correlaciones entre fósiles no solo ilustran la distribución antigua de los insectos, sino que también ayudan a reconstruir los movimientos de las placas tectónicas y la evolución de los ecosistemas cretácicos.

En definitiva, Cretevania orgonomecorum no es solo una avispa fósil atrapada en resina. Es una mensajera que, tras millones de años, nos ofrece una visión precisa y deslumbrante de un mundo perdido. 



via Sergio Parra https://ift.tt/2CYS8l1