El surrealismo mexicano, pura pasión
Un viaje entre muertos, brujas, juguetes antiguos y Travoltas
Cualquiera que haya pasado cierto tiempo en México entenderá por qué el poeta francés André Breton lo calificó como “el país surrealista por excelencia”. Estos son algunos rincones extraños en la capital que dejan conocer “otro país” surrealista y mágico, desde rincones donde se practica la brujería hasta extraños bares o museos donde se arrinconan polvorientas reliquias.
Isla de las Muñecas
Para una experiencia realmente surrealista hay que ir a Xochimilco y alquilar una trajinera hasta la isla de las Muñecas, donde hay cientos de escalofriantes muñecas descompuestas colgando de los árboles. El habitante de la isla empezó a recoger las muñecas que encontraba tiradas en los canales para apaciguar el espíritu de una niña que se había ahogado cerca de allí. El mejor punto de partida para este viaje (unas cuatro horas) es el embarcadero Cuemanco, en Xochimilco.
Mercado de Sonora
Este lugar tiene todo lo necesario para hacer brujería. Los pasillos están llenos de puestos que venden pociones, amuletos, muñecos de vudú y otros artículos esotéricos. Es el sitio ideal para hacerse una limpieza espiritual, un ritual con nubes de incienso o una limpia con hierbas. Desgraciadamente, algunos vendedores comercian ilegalmente con animales en peligro de extinción. Está dos manzanas al sur del metro Merced (Fray Servando esq. Rosales, colonia Merced Balbuena).
Altar a la Santa Muerte
En Alfarería, al norte de Mineros, encontramos otro extraño lugar. Con un vestido blanco con lentejuelas, una peluca de mechones negros y una guadaña en su mano huesuda, la figura de la Santa Muerte tiene un escalofriante parecido con la Sra. Bates de Psicosis. La Santa Muerte es objeto de un creciente culto en México, sobre todo en Tepito, un barrio asolado por el crimen donde muchos de sus seguidores han perdido la fe en el catolicismo. El viajero puede entrar en el peligroso barrio de Tepito bajo su propia responsabilidad.
El altar está tres manzanas al norte del metro Tepito.
Museo del Juguete Antiguo México
El coleccionista japonés nacido en México Roberto Shimizu ha reunido más de un millón de juguetes durante su vida, y este insólito museo exhibe cerca de 60 000 piezas, desde robots hasta pequeñas figuras de acción. El propio Shimizu diseñó muchas de las singulares vitrinas con objetos reciclados. Varias manzanas al oeste del museo, en Dr. Garciadiego 157, los mismos propietarios gestionan un centro cultural que alberga decenas de obras de grafiteros locales y del artista callejero belga ROA. El personal del museo estará encantado de enseñarle al viajero el centro cultural si está cerrado.
Fiestas ochenteras en Patrick Miller
Otra forma de surrealismo es el viaje al pasado, concretamente a los años ochenta, que nos ofrece la discoteca fundada por el DJ de Ciudad de México Patrick Miller. Ideal para observar a la gente, tiene una clientela que incluye desde nostálgicos de los años ochenta hasta travestis. La diversión empieza cuando se forman corros de baile y en el centro algunos realizan movimientos que harían que John Travolta se sintiera orgulloso.
Esta olvidada reliquia de bar, en Venustiano Carranza 49, es también es un museo taurino con trajes de luces en vitrinas cubiertas de polvo y bucólicos cuadros de toros pastando.
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