Esta historia es muy parecida a cuando abres una caja de Neuhaus y te deleitas con sus pralines clásicos. Reconoces su sabor y te encanta, es sublime y por eso te relames de placer. Sin embargo, un día te atreves a probar aquel que no te es tan familiar. Coges valor, das el paso y te sorprende… incluso disfrutas más con él que con los otros gracias a ese dulzor que es una mezcla de sensaciones desconocidas pero con un regustillo que tu paladar ya ha catado otras veces.
Tras dos viajes a Flandes en los que hemos tenido la oportunidad de pasear con calma por sus perlas más emblemáticas, podemos asegurar que la que ciudad que más nos ha sorprendido ha sido Malinas. Vive a la sombra de sus vecinas Brujas, Gante, Lovaina o Amberes, pero tiene ese ambiente de urbe que aún no ha sido muy explotada turísticamente pese a tener encantos de sobra.
Malinas es una localidad tranquila y acogedora. Por su tamaño es perfecta para ser descubierta a pie y gozar de largos paseos en los que poco a poco te irás enamorando de sus preciosos canales, de la catedral más imponente de Flandes o de sus pintorescas fachadas barrocas. Además, si el sol acompaña las terrazas y las plazas se llenan de gente dispuesta a pasar la tarde entre excelentes cervezas belgas y conversaciones adornadas con el rumor del agua del río Dijle.
Pero además, los que viajamos con niños tenemos la gran suerte de que Malinas es “kids friendly” de verdad, pensada por y para el disfrute de los más pequeños de la casa. Si no me creéis, preguntadle a Teo que fue quien me acompañó en este último viaje a Flandes.
Rutas para descubrir Malinas con niños
La fama de Malinas como ciudad perfecta para viajar con niños se la han ganado a pulso. No es sólo una postura o una etiqueta. Por ejemplo, cuenta con un alcalde y concejales niños que se reúnen unas diez veces al año para pensar cómo convertir a esta coqueta urbe en un lugar ideal para los menores. La última idea ha sido colocar juegos urbanos por todo el casco urbano que van más allá de los tradicionales columpios y que están pensados para que mayores y pequeños los disfruten por igual, para que pasen tiempo de calidad en familia.
Para hacer la vida más fácil a las familias viajeras, en Malinas han diseñado dos rutas perfectas para divertirse mientras descubres sus encantos. La primera se llama “Vive Malinas” y se trata de una guía familiar para jugar y aprender todo lo que hay que saber sobre Malinas. Este folleto (que está en perfecto castellano) está repleto de dibujos especiales, detalles divertidos y recomendaciones de familias que viven aquí para que el turista se lo pase en grande y se sienta como en casa.
Se trata de distintas rutas temáticas muy bien detalladas y entretenidas: a contar, a trepar, al agua, a descansar, a buscar, a comer, a escuchar, a jugar, a comprar… te aseguro que Teo y yo lo pasamos como enanos, no tuvimos tiempo ni de pestañear. Además, las puedes combinar con el denominado ‘Paquete diversión’ con el que puedes degustar gratuitamente o por muy poco dinero 5 sabores malinenses.
La otra ruta se llama “Malinas te manda a caminar”, un título muy acertado ya que en esta ciudad es casi una obligación ir andando (o en bici). Con este folleto puedes hacer dos búsquedas muy entretenidas. ‘Con los pies mojados’ invita a los viajeros a atravesar la ciudad por las orillas del río Dijle. ‘De la A de Águila a la Z de Zorzal’ te ayuda a descubrir el centro histórico de la mano de una colorida tropa de animales.
Qué ver en Malinas con niños
La oferta de lugares para visitar en Malinas con niños es abrumadora, sobre todo si tenemos en cuenta que es una ciudad que no llega a los 80.000 habitantes. Teo y yo empezamos con el reto mayúsculo de subir a la torre de la Catedral de San Rumoldo con 97,5 metros y 538 escalones. El esfuerzo merece mucho la pena pues las vistas desde arriba son incomparables, especialmente las de su hermoso Grote Markt o el beguinaje. Además, el peque aprendió que las campanas también pueden ser un instrumento musical (Malinas cuenta con una de las escuelas de carrillón más prestigiosas del mundo).
Otro plan que nunca falla con peques es el de jugar a los piratas. Esta vez fue más bien a los marineros de agua dulce, ya que decidimos pillar uno de los barquitos que parten de Lamot-site para dar un paseo por el río Dijle y contemplar Malinas desde sus canales. Lo que más le entusiasmó a Teo fue agachar la cabeza tras pasar por los puentes… aunque dudo que se hubiera dado en la cabeza.
Malinas también tiene un Museo del Juguete de fama internacional, aunque los dos rincones que más entusiasmarán a los niños son Technopolis y Planckendael (de los que os hablaré más extensamente en otros artículos). En Technopolis se puede experimentar, jugar, investigar con decenas de aparejos tecnológicos alucinantes. Puedes levantar un coche, despegar un avión en un simulador o montar en una bici sobre una cuerda suspendida en el aire. Planckendael, por su parte, es una mezcla entre zoo (con especies de todos los continentes) y parque con juegos y atracciones muy divertidas. Necesitarás al menos un día para disfrutar de estos dos lugares.
Malinas es un dulce muy divertido para degustar con niños, una ciudad realmente “kids friendly” en la que será imposible que te aburras. ¿Te atreves a salirte de los clásicos y probar ese praline desconocido? No te arrepentirás.
Quiero dar las gracias a la Oficina de Turismo de Bélgica: Flandes y Bruselas por ayudarme a descubrir un lugar tan encantador como Malinas.
via Pau http://ift.tt/1AoMDP9
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