Cuando en el siglo XII el rey Conrad III de Alemania trasladó su corte imperial a Rothenburg ob der Tauber, la ciudad empezó a embellecerse. De aquella época es el barrio Altstadt, una joya medieval que preserva calles adoquinadas, casas con entramados de madera y la muralla, con doce torres unidas por un paseo que circunda la ciudad y ofrece vistas del valle del Tauber. El centro lo ocupa la plaza del Mercado de la que arranca la peatonal Schmiedgasse, una calle llena de tiendas y mesones. Por ella se llega a la Casa Plönlein –en la imagen–, construida en una bifurcación que hoy es el rincón más fotografiado de la ciudad. Rothenburg es una etapa muy popular y visitada de la Ruta Romántica de Alemania, que recorre los pueblos más bonitos del sur del país.
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