Durante siglos, los cielos han sido testigos de los arrebatos del Sol, pero este miércoles podríamos ver uno de los más intensos en lo que va de ciclo solar. Una poderosa tormenta geomagnética, nacida del violento pulso de una región solar particularmente inestable, amenaza con desplegar auroras boreales tanto al sur como al norte de California y Alabama.
Este fenómeno no es solo un espectáculo celeste: también es una advertencia de lo que ocurre cuando la furia solar alcanza la Tierra. La fuente de esta agitación se encuentra en la región activa 4274 (AR4274), un área del Sol que en los últimos días ha lanzado al espacio múltiples llamaradas solares, una de las cuales se cuenta ya entre las más intensas de este ciclo solar.
Tras esa llamarada llegó una eyección de masa coronal (CME, por sus siglas en inglés): un gigantesco enjambre de plasma magnetizado que viaja por el vacío a velocidades que superan los 5 millones de kilómetros por hora. La Tierra, esta vez, se encuentra justo en su trayectoria.
G4
El viaje de esta nube solar no es en solitario. Puede fusionarse con otras dos eyecciones previas, ocurridas este mismo domingo y lunes, lo que intensificaría aún más su impacto al llegar a nuestro planeta.
En previsión de esta confluencia cósmica, el Centro de Predicción del Clima Espacial de la NOAA ha emitido una alerta de tormenta geomagnética de nivel G4 para el miércoles. En esta escala que va del G1 (menor) al G5 (extrema), el G4 se califica como “severo”.
Efectos
Un episodio de este calibre puede provocar alteraciones significativas: fallos o interferencias en las redes eléctricas, anomalías en los sistemas de navegación por satélite, interrupciones en las comunicaciones por radio y perturbaciones en el funcionamiento de satélites y naves espaciales.
Por eso, como ocurre con las tormentas meteorológicas terrestres, la vigilancia del clima espacial se ha convertido en una actividad esencial. Tanto es así que, incluso durante cierres administrativos del gobierno estadounidense, esta labor no se detiene.
A pesar de las expectativas generadas entre los observadores de auroras, el momento de máxima actividad se prevé durante las horas de luz diurna en América del Norte, lo que dificultará la visibilidad del fenómeno en muchas zonas. Sin embargo, el jueves podría ofrecer una segunda oportunidad. Se espera que el nivel de tormenta descienda a G3 (clasificado como fuerte), lo que aún permitiría vislumbrar auroras más al sur de lo habitual, hasta regiones como Illinois y Oregón.
El Sol, en su ciclo de once años, está acercándose al máximo de actividad previsto para 2025. En esta etapa, las regiones activas como AR4274 se multiplican, lo que aumenta las posibilidades de tormentas solares significativas.
Vigilancia solar
Algunos expertos comparan estos eventos con huracanes solares, pero la analogía es incompleta. A diferencia de las tormentas atmosféricas, las geomagnéticas no mojan ni levantan tejados, pero pueden desconectar redes eléctricas, silenciar satélites y modificar las rutas de los vuelos polares.
La vigilancia solar, por tanto, no es una simple curiosidad científica. Es una forma de resiliencia. Con cada CME que roza nuestro campo magnético, entendemos un poco más los límites de nuestra tecnología, nuestra capacidad de previsión y nuestra relación con una estrella que, aunque distante, dicta gran parte del pulso de nuestra existencia.
via Sergio Parra https://ift.tt/cVFNdXG
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