jueves, 20 de noviembre de 2025

Viajes. La apuesta del turismo regenerativo: viajar y dejar cada destino mejor de lo que era

“A un alemán no se le pone en duda la industria del automóvil. En España, sí: se pone en duda la industria del turismo”. La frase, lanzada sin rodeos por José Manuel Camarero, secretario autonómico de Turismo de la Comunidad Valenciana, resonó en el auditorio del Sun&Blue – Blue Tourism Innovation Congress, en Almería, en la segunda jornada de ponencias. No era sólo una provocación: era una invitación a replantear la mirada sobre una industria que, en buena parte de España y del Mediterráneo, sostiene economías, paisajes y comunidades.

La mesa en la que intervenía llevaba por título “Turismo regenerativo: entre la ambición y la realidad” y reunía a voces que operan sobre el terreno: Marta Nel-lo, directora de la Cátedra de Innovación e Investigación en Turismo Salou–Costa Daurada (Universitat Rovira i Virgili) como moderadora; Núria Varela, directora de Calidad y Sostenibilidad del grupo hotelero Blaumar de Salou; Jordi Rom, gerente del Nàutic Parc – Estació Nàutica Costa Daurada i Terres de l’Ebre; Llorenç Bauzá, 5º teniente de alcalde y regidor del área de Medio Natural, Entornos Saludables, Mercados e Innovación del Ayuntamiento de Palma de Mallorca; y el propio Camarero.

Qué es el turismo regenerativo

Pero, ¿qué significa realmente “turismo regenerativo”? El término existe desde hace mucho tiempo, pero se ha popularizado al calor de debates sobre overtourism, huella ecológica y rechazo social al turismo masivo. “Muchas veces se malinterpreta, porque se asocia a una óptica negativa”, apuntó Nel-lo. “En realidad, no se trata sólo de no dañar, sino de actuar en positivo, de aportar valor añadido al ámbito social, cultural y ambiental”.

A diferencia del turismo sostenible, que busca, sobre todo, reducir impactos y mantener equilibrios, el turismo regenerativo aspira a dejar los destinos mejor de lo que estaban. No se conforma con “no empeorar”: quiere restaurar ecosistemas, fortalecer comunidades locales y reforzar su patrimonio material e inmaterial, con un papel activo del viajero.

Desde la experiencia del hotel Blaumar, en Salou, Núria Varela lo traduce en decisiones muy concretas. “Todo el mundo puede aportar, sean empresas pequeñas o grandes”, defendió. El grupo lleva 25 años certificado en sistemas de gestión ambiental y, más recientemente, ha ampliado el foco hacia la dimensión social. En lo ambiental, han eliminado los amenities de un solo uso en las habitaciones, han reducido la limpieza con agua a una vez cada tres días, con un ahorro de más de 2.000 litros diarios, y transforman el aceite usado de la cocina en detergente que reparten entre su plantilla.

 

Imágenes de la conferencia de Turismo Regenerativo del Sun&Blue

La innovación no se limita a la tecnología “verde”. El hotel está probando una herramienta de inteligencia artificial para medir el desperdicio alimentario del buffet y ajustar mejor la producción según el tipo de cliente, la temperatura o la estacionalidad. Lo que no se puede evitar se destina a una compostadora que genera abono para los jardines del hotel y para los huertos de quienes trabajan allí.

“Somos personas al servicio de personas”, recordó Varela. De ahí su apuesta por un Fondo Social que financia ayudas sin intereses, transporte público para la plantilla y jornadas de puertas abiertas para las familias, o por actividades culturales abiertas a la ciudadanía de Salou, como un happening artístico con sábanas reutilizadas y artistas locales.

El Mediterráneo como laboratorio de nuevas prácticas

En el mar, la regeneración también se juega a escala territorial. “Somos un destino de destinos”, explicó Jordi Rom sobre el Nàutic Parc, que agrupa unos 100 kilómetros de litoral entre la Costa Daurada y las Terres de l’Ebre, con más de 80 empresas de actividades náuticas. Una parte clave de su ámbito es el Parc Natural del Delta de l’Ebre, adherido a la Carta Europea de Turismo Sostenible. Allí, las empresas que trabajan en el mar y en el Ebro están auditadas y operan bajo criterios ambientales estrictos.

El siguiente paso es acelerar la transición en la movilidad. Rom adelantó el lanzamiento de “Green and Blue”, un catálogo de experiencias sin motores de combustión: sólo vela, tracción humana o propulsión eléctrica. También trabajan para introducir motos de agua y patinetes eléctricos de alquiler. El cambio, subrayó, no es sólo tecnológico, sino cultural. Puso como ejemplo la posidonia: “Hace unos años se decía que ensuciaba las playas. Hoy explicamos que, mezclada con la arena, crea una barrera natural que protege de la erosión. Aún hay quien sigue diciendo que la playa está sucia, pero seguiremos picando piedra”.

 

Imágenes de la conferencia de Turismo Regenerativo del Sun&Blue

Ese equilibrio entre visitantes y residentes atraviesa también a Palma de Mallorca, uno de los destinos emblemáticos del turismo mediterráneo desde los años sesenta. “Lo que toca ahora es repensar el modelo”, admitió Llorenç Bauzá. El Ayuntamiento ha comprado dos millones de metros cuadrados para crear un gran bosque metropolitano y prioriza políticas que vayan más allá del binomio “sol y playa” y del “todo incluido”. La apuesta pasa por la candidatura de Palma a Capital Europea de la Cultura 2031, el impulso de un distrito de innovación (Palma Innovation Bay) y la atracción de inversiones vinculadas a la cultura, la tecnología y nuevos modelos turísticos menos intensivos en territorio.

Para Bauzá, la clave está en “aterrizar” palabras que corren el riesgo de vaciarse de tanto uso: “Sostenibilidad y regeneración son términos que usamos mucho, pero aplicamos poco. Nuestro reto es que el residente se sienta cómodo con quienes nos visitan y vea que las políticas públicas no se hacen sólo para el turista, sino también para su calidad de vida cotidiana”.

Cuando el turismo se reivindica como aliado del planeta

Camarero llevó la reflexión al plano autonómico. Recordó su paso por Paradores, un ejemplo, según él, de cómo el turismo sirvió para dinamizar territorios en declive, y por la fundación Visit Valencia, en una ciudad que en quince años ha cambiado su fisonomía y su calidad de vida, en parte gracias al turismo. Hoy, afirma, la Comunidad Valenciana cuenta con 55 Planes de Sostenibilidad Turística dotados con 150 millones de euros, que financian desde senderos hasta islas de sombra para hacer más habitables los espacios públicos.

La región, número uno en banderas azules en Europa, ha certificado su estrategia de sostenibilidad con AENOR e integra ya los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible en su plan operativo. “No se trata de preguntar sólo “cómo ha ido el verano”, apuntó, “sino de cómo el turismo está beneficiando al territorio todo el año”. Eso implica desestacionalizar, diversificar productos, llevar tecnología e innovación a hoteles de interior o casas rurales y entender el turismo como una herramienta contra la despoblación.

Más allá de las cifras, Camarero quiso desmontar una idea muy extendida: que el turismo es, por definición, depredador. “El ser humano es un generador de huella ecológica. Todos dejamos huella de carbono, hídrica, ecológica. Pero cuando eres un ciudadano de a pie, nadie la calcula. Cuando eres turista, detrás hay todo un sector que intenta reducirla, compensarla y minimizar el impacto, y además dejar el territorio más bonito”.

Una industria que, subrayó, todavía siente la necesidad de justificarse: “A un alemán no se le pone en duda la industria del automóvil. En España, sí: se pone en duda la industria del turismo”.

Regenerar destinos… y también el relato sobre el turismo

En un momento del debate, Marta Nel-lo resumió el espíritu del turismo regenerativo como un cambio de foco: dejar de pensar sólo en no dañar y empezar a medir cuánto se aporta. Desde un hotel que convierte residuos en recursos y abre sus puertas al barrio, a un parque náutico que renuncia a los combustibles fósiles en parte de su oferta, pasando por una ciudad que quiere ser capital cultural y sembrar un gran bosque urbano o una comunidad autónoma que certifica su hoja de ruta climática, la mesa de Almería mostró que la regeneración ya no es sólo un eslogan.

Queda, sin embargo, el reto de escalar estas experiencias y de que el debate social alcance la complejidad del fenómeno. 



via Angelo Attanasio https://ift.tt/T5vx0SF

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