lunes, 24 de noviembre de 2025

Viajes. Descubren cómo los pájaros logran orientarse mientras vuelan: el secreto está en un órgano en concreto

Durante siglos, los humanos han observado con asombro las migraciones imposibles de aves que, sin mapas ni GPS, atraviesan continentes y océanos con una precisión que bordea lo milagroso. ¿Cómo lo hacen? El misterio ha desafiado generaciones de científicos, pero ahora, un equipo de investigadores cree haber encontrado una pieza clave del rompecabezas: una especie de brújula biológica oculta en el oído interno de las palomas.

Este sorprendente hallazgo, publicado el 20 de noviembre en la revista Science, se basa en un enfoque doble: mapeo cerebral avanzado y secuenciación de ARN de células individuales del oído interno de estas aves. Ambas líneas de evidencia apuntan a que el sistema vestibular (estructura tradicionalmente relacionada con el equilibrio) podría tener un rol decisivo en la percepción del campo magnético terrestre.

El mecanismo físico

Eric Warrant, investigador en biología sensorial de la Universidad de Lund (Suecia), lo resume así: “Es probablemente la demostración más clara de las rutas neuronales responsables de la percepción magnética en cualquier animal”. Y aunque estudios previos ya habían planteado que especies como tortugas marinas, truchas o petirrojos poseen esta sensibilidad, nunca se había delineado con tal claridad el mecanismo físico implicado en ella.

Uno de los mayores retos en este campo ha sido determinar dónde se registra esta información magnética en el cuerpo de los animales. Hasta ahora, las hipótesis principales señalaban a los ojos (donde se baraja un posible efecto cuántico en la retina que permitiría ‘ver’ campos magnéticos) o al pico, que contendría partículas de óxido de hierro funcionando como minúsculas agujas de brújula.

Sin embargo, ya en 2011, algunos experimentos sugerían que el sistema vestibular de las palomas reaccionaba a estímulos magnéticos. Esta estructura, compuesta por tres canales llenos de fluido y orientados en ángulos rectos entre sí, es la que permite a los vertebrados mantener el equilibrio y orientarse en el espacio tridimensional. Los resultados fueron reveladores: ciertas regiones cerebrales (en particular, aquellas que procesan señales del sistema vestibular) mostraron una actividad neuronal claramente vinculada a la exposición magnética. Aunque el hallazgo no explicaba cómo las neuronas sentían el magnetismo, sí reducía drásticamente la lista de candidatos a un solo sistema: el oído interno.

El equipo dio un paso más allá, investigando si las palomas podrían tener una versión modificada de un mecanismo conocido en tiburones y rayas, animales capaces de detectar diminutas corrientes eléctricas producidas por el movimiento de presas. En 2019, se descubrió que las palomas también expresan una proteína sensible a cambios eléctricos, con una modificación genética específica (una inserción de 10 aminoácidos) que permitiría captar corrientes inducidas por campos magnéticos.

El secreto reside en los canales del oído

En el estudio actual, la secuenciación del ARN de células individuales del sistema vestibular reveló una alta presencia de proteínas sensibles a alteraciones electromagnéticas. A medida que la paloma mueve la cabeza, los canales del oído interno detectan los tres vectores del campo magnético terrestre (x, y, z) y los transforman en señales eléctricas que el cerebro puede interpretar como orientación espacial.

Este proceso, a diferencia de otros modelos que requerían luz para activarse, funciona incluso en la oscuridad. Con todo, aunque el estudio es muy robusto, aún se necesitan pruebas genéticas más sólidas. Por ejemplo, aplicar tecnología CRISPR para eliminar la secuencia genética clave en el modelo y comprobar si la capacidad de detectar campos magnéticos desaparece. De confirmarse tras estas comprobaciones, en el oído interno de una paloma habremos encontrado la llave a uno de los dones más extraordinarios de la naturaleza: el arte de nunca perderse.



via Sergio Parra https://ift.tt/OwCQbcd

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