Lo que algunas personas han observado a simple vista en el cielo de España no es exactamente lo que parece. Los astrofísicos señalan una sutil diferencia. En mayo de 2024, las tormentas electromagnéticas fueron tan intensas que las auroras polares se han visto hasta en la Península Ibérica, tal como confirmó la AEMET.
En las primeras horas del 12 de noviembre de 2025, se produjo un nuevo episodio de extrañas proyecciones lumínicas en el cielo. Coincidió con una tormenta electromagnética que fue severa hasta casi alcanzar el máximo nivel registrado, según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos.
La tormenta electromagnética que "llegó" a España
El índice Kp, que oscila entre el 1 y el 9 alcanzó el valor 8, lo que equivale a una escala de G4. Cuando estas ocurren puede haber problemas en el voltaje de las redes eléctricas, interrumpirse los satélites o alterarse las rutas de los vuelos polares. También genera que, de alguna manera, sean percibidas en latitudes poco frecuentes.
El astrofísico Josep M. Trigo, investigador del Instituto de Ciencias del Espacio (ICE/CSIC-IEEC) lo confirma a National Geographic:
“Hubo auroras en España, yo mismo las pude observar desde mi observatorio en el Monteseny”, confirma y hace una pequeña diferenciación respecto a lo que sucede en el Polo:
“Desde nuestras latitudes solo vemos las llamadas auroras SAR (acrónimo de Arcos Rojos Estables o Stable Aurora Red arch), que son un reflejo de las auroras que transcurren más al norte, a gran altitud”.
Por qué hay auroras en España
Lo que se ha percibido desde España es el reflejo distante de las auroras boreales que se perciben como una luz rojiza baja en el horizonte. El monitoreo local se puede realizar desde el sitio Heliomon, creado por Josep M. Llenas, director del Observatorio de Pujalt. En un artículo publicado en The Conversation, Trigo explicó el proceso:
“Las energéticas partículas quedan retenidas en el campo magnético de nuestro planeta. Posteriormente, viajan por las líneas de dicho campo hasta golpear la atmósfera superior de la Tierra, cerca de los polos Norte y Sur. Cuando estos átomos interactúan con los gases de nuestra atmósfera, producen las auroras boreales y australes, respectivamente”.
El Sol tiene ciclos de aproximadamente 11 años en los que varía de una fase tranquila a una mucho más activa y durante 2025 está sucediendo el punto álgido. A partir de 2026 se estima que las condiciones sean más estables y la actividad magnética baje. Sin embargo, los científicos no saben cuándo sucederá puntualmente y mientras tanto podrían seguir ocurriendo tormentas como las de este 12 de noviembre:
“Todavía estamos en un punto álgido de la actividad solar y, por ello, hay regiones activas en su fotosfera que seguirán produciendo emisiones de masa coronal de las que podrían producirse nuevas auroras”, dice Trigo.
La actividad geomagnética refleja el flujo de partículas cargadas que son transportadas por el viento solar tras una erupción, pero no es el único factor que influye en la magnitud de las auroras:
“Cuando el Kp se encuentra a niveles 3-5 sería potencialmente esperable una aurora. Su visibilidad en latitudes medias como las de España o Centroamérica depende también de las condiciones meteorológicas”, concluye el experto.
via Pedro Molina https://ift.tt/vORhG3g
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