Escapada de fin de semana a Tarragona
Monumentos romanos, pueblos medievales y extensas playas, descubre el legado histórico y natural de Tarragona.
Durante años, Tarragona fue Tarraco, colonia del Imperio romano y capital de la Hispania Citerior. Nació gracias a los Escipiones y fueron figuras tan relevantes como Julio César y Augusto quienes impulsaron su arquitectura y su actividad comercial. Gracias a ello, todavía conserva su herencia arqueológica, un conjunto excepcional que en el año 2000, fue declarado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Julio César la proclamó Iulia Urbs Triumphalis Tarraconensis y muchos se escapaban un par de días para descubrir su anfiteatro y comer su caldo de pescado a orillas del Mediterráneo, igual que te proponemos hacer ahora con esta escapada de fin de semana en Tarragona.
Día 1: la Tarragona romana
Se trata de un recorrido por sus murallas y el paseo arqueológico. El punto de partida es el anfiteatro, toda ciudad importante en el imperio debía tener uno donde representar las luchas entre gladiadores o los espectáculos con animales. El anfiteatro de Tarragona, que se construyó en el siglo II d. C aprovechando los desniveles del terreno, posee una planta elíptica y por debajo se construyó el laberinto de fosas. En su parte central, quedan algunos restos de una basílica visigótica y de la iglesia románica de la Mare de Déu del Miracle, construidas tras la caída del Imperio. Desde sus gradas disfrutarás de la vista y brisa del Mediterráneo. Si en el anfiteatro era el lugar de los gladiadores en Circo era el de las carreras de carruajes. El de Tarragona es uno de los mejores conservados de toda Europa Occidental. Menos conocida en la ruta arqueológica de Tarragona es la cantera de “El Mèdol”. Es una gran hoya de más de 200 metros de longitud de la que se extraía la piedra para construir los edificios más importantes de Tarraco.
La última parada será la Catedral de estilo gótico y que es el edificio más destacado de la ciudad. Fue construida sobre los restos de una antigua basílica cristiana que, a su vez, ocupó el lugar de una mezquita árabe del siglo X.
En Tarragona, la gastronomía también bebe de esa herencia romana y sobre todo de ser tierra de marineros y pescadores. En la Rambla Nova encontrarás restaurantes donde te cocinen el tradicional romesco de peix y el rossejat de arroz o fideos. Tras la comida, te recomendamos acceder al Balcó del Mediterrani y disfrutar de la espléndida panorámica del mar.
Por la tarde, una pequeña excursión por los alrededores de Tarragona te llevará hasta el imponente acueducto romano de les Ferreres, más conocido como Pont del Diable del que todavía se conservan 217metros de los 25 kms que medía originalmente. Por la noche, cambio de chip y de ritmo. Cena en el barrio pescador del Serrallo y disfruta de la fiesta mediterránea en el Port Esportiu.
Día 2: Tarragona-Calafell-El Vendrell
El segundo día de nuestra escapada lo dedicaremos a conocer los alrededores de la ciudad de Tarragona. Nos ponemos en marcha en dirección a Barcelona y pronto toparemos con Altafulla, un pequeño pueblo para desconectar y pasear por su casco antiguo y la villa romana “Els Munts” que hoy en día mantiene –casi- intactos. Siguiendo con nuestro recorrido hacia el norte llegaremos hasta Torredembarra. Os fascinará su extensa y tranquila playa y la zona de Els Muntanyans, 2 km de naturaleza protegidos por ser las últimas dunas y marismas saladas tras el Delta de l’Ebre. Nuestra ruta sigue, esta vez, por lo que antes era la antigua Vía Augusta y cruza, el Arco de Barà. Un arco del triunfo de 12m de altura y orden corintio que fue mandado construir en época de Trajano. Dejamos la carretera nacional y nos desviamos por la costa para descubrir zonas marítimas como Coma-ruga y San Salvador donde podremos pasear por sus largas playas de arena blanca y fina y comer un delicioso xató. Este plato típico del Vendrell varía en función de cada pueblo pero el bacalao desmigado y la salsa a base de almendras y avellanas no pueden faltar en la receta. La excursión sigue, a través del paisaje y así llegamos hasta Calafell. De este municipio hay que destacar, sobre todo, la ciudadela ibérica, origen de la actual población. El broche de oro ha este recorrido por Tarragona lo pondremos con un atardecer en la playa de Cunit.
Además de su indiscutible riqueza arqueológica y de su incomparable costa, Tarragona posee un paisaje natural que sedujo al mísmisimo Joan Miró.
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