6 razones para escapar a Guatemala
Es, quizá, uno de los rincones olvidados de Centroamérica pero Guatemala reivindica su pasado maya y su exuberante paisaje convirtiéndose en un destino de excepción.
Guatemala alberga una riqueza natural poco común. Es un país verde, de exuberante vegetación e infinitos kilómetros de costa. Un escenario natural en el que también anidan reliquias de herencia maya y grandes construcciones de la época colonial española. Todo esto en una Guatemala que busca, con sus centros de negocios y modernas edificaciones, hacerse un hueco entre los países más potentes de Centroamérica. Viajar a Guatemala es recorrer su historia, siguiendo los pasos de los dioses que todavía la habitan, desde lo más recóndito de la selva hasta la vibrante metrópoli. Un contraste entre lo viejo y lo nuevo que va a despertar tus ganas de visitarla.
1. Antigua y nueva ciudad de Guatemala
Antigua es el nombre con el que se conoce a la anterior capital de Guatemala, la ciudad de Santiago de los Caballeros. Esta situada al sur y flanqueada por tres grandes volcanes. Aquí, en Antigua el tiempo se detuvo un 29 de julio de 1773 cuando un fuerte terremoto destruyó la ciudad casi por completo. A pesar del desastre, Antigua todavía conserva esa majestuosidad propia de una capital colonial española. Impacta la belleza del casco antiguo, con sus cubiertas de teja rojiza, las calles empedradas y, sobre todo, la imponente catedral católica de San José. Tras el terremoto, la capital del país se traslado a la ciudad de Guatemala, una zona viva llena de museos, restaurantes y cafés entremezclados con los edificios centenarios del centro histórico, como el Palacio Nacional.
2. Un país verde
Si algo posee Guatemala es un clima muy variado que da lugar a una fauna y flora muy diversa, desde los manglares y los humedales del Pacífico hasta los bosques de la reserva del Biotopo del Quetzal, donde habita el ave símbolo del país que protege y conserva el hábitat. Entre tanta naturaleza es imprescindible perderse por la selva tropical. Los meses de febrero a mayo, antes de que empiece la época de lluvias, es la mejor época del año para hacer una excursión por la selva de Guatemala. El punto de entrada a la selva será el pueblo de Cruce Dos Aguadas, desde ahí llegaremos a la antigua ciudad maya de Tikal. A medida que avances entre los árboles sé consciente de que estás pisando la Reserva de la Biosfera Maya. 18.389 kilómetros cuadrados de bosques tropicales protegidos con sus plantas trepadoras, monos araña y jaguares.
3. Tikal
Esta ciudad de piedra fue cuna de la cultura Maya durante más de setecientos años. Tikal, situada en Petén, era una superpotencia maya, sin embargo de repente, y sin razones que los historiadores conozcan, la civilización la dejó abandonada. La panorámica que obtenemos de Tikal es imposible encontrarla en ningún otro rincón del planeta: entre la selva se ha hecho un hueco la enorme pradera –lo que antes era la Gran Plaza– rodeada de construcciones de piedra, calzadas, viejas casas y majestuosos templos. Entre todos el Templo del Gran Jaguar sobresale –por tamaño y belleza- por encima de los demás. Es una pirámide funeraria construida con bloques de piedra caliza y una escalera gigante que alcanza los 44 metros de altura. Madruga y aprovecha para ver amanecer rodeada de estos templos, una de las 10 experiencias imprescindibles que debes hacer en Guatemala.
4. Lagos y costa
La gran masa acuática representada sobre todo por sus dos lagos más importantes, el lago de Atitlán y el lago de Amatitlán, es lo único que puede rivalizar con la Guatemala más verde. No es de extrañar que el lago de Atitlán, a 500 kilómetros al sur de Tikal, esté considerado uno de los más bellos del mundo. Presume de un entorno privilegiado, en una zona volcánica (de hecho se cree que su origen está precisamente en el cráter de un volcán muerto). En una pequeña barquita se puede recorrer el lago y descubrir el centenar de pequeños pueblecitos que lo bordean como el de Santiago Atitlán o San Pedro La Laguna donde los habitantes conservan su lengua nativa y se aferran a su tradiciones. Otro bello lugar es el lago de Amatitlán, donde podrás subirte al emblemático teleférico y disfrutar de su espectacular cuenca. No lo abandones sin probar sus característicos dulces artesanales. Ahora bien, si lo que quieres es relajarte en un verdadero paraíso, el lugar es la Playa Blanca de Izabal: arena blanca, aguas claras, sol y palmeras.
5. Paisaje de volcanes
El horizonte de Guatemala está plagado de estas bellas formaciones. El de Tajamulco con 4.220 metros es el más alto de Centroamérica. Actualmente el volcán de Tajamulco no tiene actividad y es un área natural protegida. Merece la pena visitar este gigante que vigila la zona de San Marcos. Otro volcán único es el de Ipala. El ascenso a pie –bastante sencillo y agradable– se hace por unas paredes recubiertas hasta el milímetro de frondosa naturaleza. Tras la excursión descubrirás su gran tesoro: una hermosa laguna en su cráter que se abastece del agua de la lluvia. El volcán de Pacaya, es de los pocos que está activo y de vez en cuando ofrece un espectáculo único de fumarolas y ríos de lava.
6. Comida y artesanía
La gastronomía de Guatemala es deliciosa, sobre todo, el jocón. Este plato se prepara con carne de gallina o pollo y va acompañado de una sabrosa salsa verde y chalote. Tampoco te olvides de probar el pepián o los mazapanes. La cultura y tradición se ha mantenido en Guatemala independientemente del paso de los siglos. Hoy en día, las mujeres guatemaltecas todavía se sientan en las estrechas escalinatas manejando sus telares para crear, por ejemplo, el tradicional tocoyal con sus característicos colores. En los mercados de artesanía venden todo tipo de telas teñidas a mano y cerámicas pintadas.
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