Toledo se puede disfrutar con los cinco sentidos en un recorrido de apenas un fin de semana. Una opción perfecta para evadirse en una escapada exprés, combinando los atractivos culturales, la gastronomía y el relax a partes iguales. Vayamos por partes.
Admirando la riqueza toledana. El casco histórico toledano merece una visita a conciencia y resulta un auténtico regalo para la vista. Comenzar el recorrido en el Museo de Santa Cruz, formado por los antiguos edificios del hospital homónimo y el Convento de Santa Fe, ambos ubicados junto a la Plaza Zocodover. Caminar hacia el Alcázar para observar la ciudad desde sus torreones.
Después de obtener tan bella estampa, ya estamos preparados para una de las visitas clave: la Catedral. Aunque se podría estar todo un día visitándola, resulta recomendable dedicar una hora y media aproximadamente para ver la Capilla de los Reyes, la Custodia de oro, los cuadros de la Sacristía y el Coro. Y, antes de comer, sugiero subir a otro mirador: la Iglesia de San Ildefonso, ubicada en el punto más alto de la ciudad.
Ya con la barriga llena, deberemos poner rumbo hacia la Judería primero, haciendo ruta por la Iglesia de Santo Tomé, la Sinagoga del Tránsito y la de Santa María la Blanca y el Monasterio de San Juan de los Reyes, y el barrio de los conventos después, encadenando el de San Antonio, el de San Clemente y el de las Agustinas Calzadas, hasta llegar a la Mezquita del Cristo de la Luz y la Puerta del Sol.
El aroma a vino y queso manchego. Las calles toledanas también están maravillosamente invadidas del aroma a queso y vino, dos delicias muy propias de la región. La primera tiene hasta el Museo del Queso Manchego, ubicado junto a la Catedral, y es una parada obligatoria para los amantes de este producto milenario. Aquí se podrá conocer más sobre su historia y elaboración, oler y saborear los mejores quesos y maridarlos con vinos de la Mancha.
Aunque si de festines gastronómicos se trata, habrá que degustar la cocina más tradicional de la región en un sinfín de reconocidos restaurantes, desde locales con Estrella Michelin hasta exquisitos menús de 10 euros. Un placer para el paladar que puede llegar en pequeñas dosis con las tapas o en platos consistentes como el cocido, las carcamusas, la perdiz, el venado o cualquier plato de caza.
Quien elija las pequeñas joyas gastronómicas, encontrará seis locales donde disfrutar de las tapas de autor: probar la perdiz roja de Toledo con seis aromas y el lomo de ciervo con reducción de syrah en Adolfo (Hombre de Palo, 7), degustar las típicas carcamusas y las croquetas de rabo de toro en El Botero (Calle de la Ciudad, 5), las cañas de berenjena con salsa de miel y sésamo y el kumato con mozarella y vinagreta de albahaca en Alfileritos 24 (Alfileritos, 24), el homenaje a nuestro cochinillo o el chipirón y gamba en salsa de queso manchego en Palencia de Lara (Nuncio Viejo, 6), el rollito de pato confitado con col roya y el taco sandwich de guacamole y salmón en Nuevo Almacén (Calle Nueva, 6) y la vieira asada con yema trufada y la pieza de carabinero con mollejas de cordero en Locum (Locum, 6).
Un viaje a través de los sentidos. No puede cerrarse la escapada a Toledo sin complacer al oído con el folclore tradicional toledano, muy influenciado por los sonidos medievales y las influencias árabes. Ni tampoco palpando el preciado acero toledano, utilizado en la fabricación de armas de guerra. Una popularidad que ha convertido la espada en un símbolo inconfundible de la ciudad.
via Oriol Pugés http://bit.ly/2FwDOuK
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