En coche por Portugal: playas del Alentejo y el Algarve
Rutas por las mejores playas y los pueblos más hermosos
La costa del sur de Portugal huele a pino y romero, como el Mediterráneo, y ofrece vino, pescado y playas impresionantes. Solo que es el Atlántico, y hay que añadir buenas olas de surf, una distinguida historia marítima y oportunidades para observar fauna salvaje marina.
Las costas del Alentejo y el Algarve son una magnífica ruta para recorrer en coche, con desvíos a sus encantadores pueblos del interior o paradas para probar exquisitas y sencillas recetas. Las playas portuguesas, mucho más tranquilas que las españolas, muestran extensiones de arena virgen y salvaje llenas de misterio; entre ellas hay algunas a las que solo se puede llegar en barco porque están en una isla.
1. Vila Nova de Milfontes (Alentejo), la playa donde se refugió Aníbal
Este pueblo, uno de los más bonitos de este tramo de la costa, es parada casi obligada para comenzar el recorrido: tiene un atractivo centro con casas encaladas, preciosas playas y una población incapaz de imaginarse viviendo en otro lugar.
Vila Nova es mucho más tranquilo que la mayoría de los pueblos turísticos, salvo en agosto, cuando se llena de surfistas y otros amantes de la playa. Está situado en medio del Parque Natural do Sudoeste Alentejano e Costa Vicentina, y aún mantiene activo su puerto (dicen que Aníbal se refugió en él), junto a un precioso estuario rodeado de arena.
En las estrechas callejuelas, plazoletas y playas de Milfontes hay muchas opciones para comer y beber. La playa urbana puede estar concurrida, pero muy cerca (aprox. 7 km al norte) está la Praia do Malhão, rodeada de dunas rocosas y cubierta de matorrales. Desviándose hasta Zambujeira, se recorre un parque protegido.
2. Zambujeira do Mar: surf, festivales y acantilados
Unas encantadoras y agrestes playas protegidas por escarpados acantilados envuelven este tranquilo pueblo costero. La calle principal termina en un acantilado y hay senderos que conducen hasta la arena. Zambujeira atrae a surfistas y mochileros; en agosto, cuando acoge el multitudinario festival de música Festa do Sudoeste, es un buen lugar para ir de fiesta. En temporada alta, las multitudes ensombrecen sus encantos, entre ellos restaurantes familiares, caminatas por los acantilados e impresionantes playas desiertas.
3. Odeceixe, un relajado pueblo blanco, en la entrada del Algarve
A solo 25 km de Zambujeira, situado en el límite entre el Algarve y el Alentejo, nos encontraremos con Odeceixe, un pueblo blanco situado bajo una colina coronada por un molino de viento de postal, en el lado sur del valle de Riberia de Seixe.
Es un lugar tranquilo, salvo en verano, cuando se llena de gente fascinada por su cercana playa: una lengua de arena que se extiende en la desembocadura de un río, flanqueada por impresionantes acantilados de esquisto. Es una opción muy indicada para familias, pues los niños más pequeños pueden chapotear en la tranquila orilla ribereña de la playa mientras que los mayores disfrutan de las olas en la parte del océano. La playa propiamente dicha está a 3,5 km de Odeceixe, y se llega a través de un encantador sendero campestre. En la playa hay un pequeño pueblecito con sitios para comer y practicar surf.
La Rota Vicentina, una larga ruta que conduce a la punta suroeste de Portugal, pasa por Odeceixe, y en los alrededores se puede hacer buen senderismo.
4. Aljezur, con aires andalusíes
El casco antiguo de Aljezur es un atractivo pueblo con reminiscencias andalusíes, a solo 15 km de Odeceixe. Las casas de campo serpentean por una colina coronada por las ruinas de un castillo del s. X. Cerca hay varias playas fantásticas, bordeadas por rocas negras que se adentran en el mar, ideales para el surf. La más bonita, en el lado norte de la desembocadura del río y resguardada por dunas salvajes, es la Praia da Amoreira, 9 km al norte de Aljezur.
Aproximadamente 2 km al sur de Aljezur están las playas de Monte Clérigo y Arrifana. En lo alto de la colina se disfruta de una panorámica completa de la costa antes de seguir al sur hasta Arrifana.
5. Praia da Arrifana, la meca de los surfistas
Arrifana es una seductora cala en forma de uña rodeada de acantilados. También tiene un pináculo en alta mar y un pequeño puerto pesquero. Muy popular entre los submarinistas pero sobre todo entre surfistas, la zona cuenta con varias escuelas de surf. Las olas que rompen en la arena están garantizadas, pero también ofrece una zona de rompiente de arrecife que es uno de los mejores enclaves de surf del Algarve cuando el mar se pone bravo.
Hay un pequeño restaurante junto a la playa y algunos más en los acantilados, cerca de la fortaleza en ruinas que hay en lo alto. Desde aquí un desvío de unos 10 kilómetros lleva a la playa de Vale Figueira.
6. Praia de Vale Figueira, remota y solitaria
Esta es una de las playas más remotas de la costa oeste, con una larga y ancha extensión de arena blanquecina y unos acantilados estratificados, rodeados por la bruma del océano, que realzan su etérea belleza.
No es sencillo llegar: se accede por una carretera mala, parcialmente asfaltada y la playa carece de instalaciones. Lo compensa con unas buenas olas, sobre todo cuando el viento sopla del sureste, y con la sensación de que uno ha descubierto uno de esos escasos rincones casi vírgenes que quedan en Europa. Vale Figueira es una de esas playas solitarias y románticas ideales para dar un paseo, incluso con mal tiempo.
7. Carrapateira, aguas turquesas y paisajes impresionantes
Este centro de surf es un bonito y tranquilo pueblo con espectaculares paisajes, y dos fabulosas playas de aguas de color azul turquesa: Bordeira, una enorme extensión de arena que se funde con las dunas situadas 2 km al norte del pueblo; y Amado, en el extremo sur del mismo. El recorrido entre ambas playas desde Carrapateira (9 km) es una caminata ante un paisaje impresionante, con miradores a las playas, las calas rocosas y los acantilados. En el pueblo, el Museu do Mar e da Terra es también fascinante y con excelentes vistas.
Está a solo a 22 kilómetros de Sagres, el pueblo más meridional de Portugal.
8. Sagres, los atardeceres de Europa
El pequeño pueblo de Sagres, con una rica historia náutica, tiene el encanto de lo remoto. Ocupa una península, en medio de un pintoresco paisaje costero con acantilados y una fortaleza que da acceso a un espectacular paseo por lo alto de los riscos.
El pueblo también es atractivo por sus hermosas playas y deportes acuáticos, en particular por el surf. En las afueras están los acantilados del cabo de San Vicente, el punto más suroccidental de Europa, especialmente bonitos al atardecer. Merece la pena visitar también el pequeño museo, donde se explica la importancia del Algarve durante la era de los descubrimientos. Desde el puerto de Sagres se pueden hacer excursiones para ver delfines y aves marinas.
Sagres es, además, un buen lugar para pararse a comer: en la Rua Comandante Matoso se suceden una serie de locales pensados para los surfistas que ofrecen un poco de todo, desde cafés hasta caipiriñas: de día son cafeterías y restaurantes que sirven platos internacionales y por la noche se convierten en animados bares. Más abajo, en la misma calle, hay varios restaurantes portugueses más tradicionales.
9. Lagos, ciudad amurallada
Solo hay que conducir 35 kilómetros para llegar a Lagos, una agradable ciudad turística, situada a orillas de un río, encerrada por unas murallas del s. XVI que custodian las bonitas calles adoquinadas y pintorescas plazas de su casco antiguo. Además de unas buenas playas y oferta de deportes acuáticos, Lagos tiene muchos restaurantes, una interesante vida nocturna y, sobre todo mucha historia; se puede visitar el encantador, aunque caótico, Museu Municipal, que incluye la fabulosa Igreja de Santo António de estilo barroco.
A esta ciudad muchos vienen a hacer actividades acuáticas, como la observación de cetáceos, practicar kayak o aprender surf.
10. Portimão y Praia da Rocha, entre pescadores
La historia de Portimão, la segunda ciudad más grande del Algarve, se remonta a los fenicios, antes de que se convirtiera en el centro pesquero de la zona. Aunque esta industria ha ido a menos, el puerto aún ofrece un gran ambiente marinera
Se puede indagar en la herencia pesquera local en el Museu de Portimão antes de visitar los sencillos restaurantes especializados en sardinas del barrio de pescadores Largo da Barca, cerca del puente de la carretera. En el extremo sur de Portimão se extiende el centro turístico de Praia da Rocha, lleno de restaurantes y bares.
11. Un desvío al interior: Monchique
Situado en el interior, entre montañas boscosas mucho más frescas que la costa, el pueblo de Monchique es un precioso desvío para realizar excelentes excursiones de un día, entre ellas escalar los montes más altos del Algarve (Picota y Fóia) y disfrutar de excelentes vistas de la costa. En Monchique y alrededores hay buenos restaurantes, y la cercana Caldas de Monchique es una pequeña aldea-balneario emplazada en un estrecho y boscoso valle.
12. El pasado musulmán en Silves
Una de las ciudades más bonitas del Algarve, Silves está llena de historia: fue un importante centro comercial en la época musulmana y conserva un casco antiguo medieval. En la parte alta hay un enorme castillo con magníficas vistas desde las murallas. Aunque ocupado originalmente en la época visigoda, lo que puede verse hoy data en su mayor parte de la época andalusí, si bien fue restaurado en el s. XX. Más abajo, la catedral es la iglesia gótica mejor conservada de toda la región. En el Museu Municipal, construido alrededor de un pozo musulmán con una escalera de caracol, se explica muy bien la historia de Silves.
13. Carvoeiro, una playa pintoresca
Carvoeiro está a solo 14 km de Silves y es un conjunto de edificios encalados que se eleva por encima de unos acantilados verdes y dorados, entre colinas. Es un enclave más hermoso y tranquilo que muchos de los complejos turísticos.
Su playa es pequeña y se llena mucho, pero en la zona hay otras opciones excelentes. La más pintoresca de todas, con sus impresionantes formaciones rocosas, es la Praia da Marinha; la mejor forma de llegar es por el Percurso dos Sete Vales Suspensos, un sendero por los acantilados que empieza en la Praia Vale Centianes, 2,3 km al este de la localidad.
14. Praia da Falésia, 3 kilómetros de arena
Esta extensa franja de arena es sencillamente impresionante. Está resguardada por unos espectaculares acantilados de color blanco y ocre de intrigantes formas y coronados por pinos. En verano, las zonas cercanas al aparcamiento están muy llenas (sobre todo cuando la pleamar cubre gran parte de la arena), pero como la playa tiene más de 3 km de largo, no cuesta mucho encontrar un buen sitio.
Es un lugar ideal para pasear, ya que el paisaje cambia constantemente de color y forma y hay una sorprendente variedad de vegetación en las grietas y hendiduras de las rocas.
15. Igreja de São Lourenço de Matos, obra maestra del barroco portugués
Merece la pena desviarse a la salida de Praia da Falésia para visitar esta pequeña iglesia, construida sobre una capilla en ruinas después de que la población local pidiera ayuda a san Lorenzo cuando estaban excavando un pozo y consiguieran encontrar agua. El resultado es una obra maestra del barroco portugués por obra y gracia de los hermanos Antão y Manuel Borges, con las paredes interiores cubiertas de azulejos y hermosos paneles que representan la vida del santo de la época romana y su martirio en la parrilla. Durante el terremoto de 1755 solo se desprendieron cinco tejas del templo.
16. Faro, capital del Algarve
La capital del Algarve tiene un ambiente inequívocamente portugués y mucho para ver. En su pintoresco casco antiguo, frente al mar, hay varios puntos de interés, entre ellos el Museu Municipal, situado en un antiguo convento. El centro histórico se alza en torno a la catedral del s. XIII, que sufrió grandes daños durante el terremoto de 1755. Lo que puede verse hoy es una mezcla de estilos gótico, renacentista y barroco. Se puede subir a la torre para disfrutar de las vistas de la ciudad y de las islas del estuario. Estas islas forman parte del Parque Natural da Ria Formosa y pueden visitarse en salidas en barco organizadas. La catedral tiene una pequeña capilla realizada con huesos, aunque resulta mucho más espeluznante la Igreja de Nossa Senhora do Carmo, construida con los restos mortales de más de mil monjes.
El impresionante y moderno mercado de Faro es un lugar muy agradable para darse un garbeo, comprar algo, sentarse en una terraza o comer en alguno de sus restaurantes.
17. Tavira, aires musulmanes
Situada a ambos lados del serpenteante río Gilão, Tavira es una ciudad encantadora. Las ruinas del castillo, en lo alto del pueblo, ahora albergan un pequeño jardín botánico, y la renacentista Igreja da Misericórdia y el Núcleo Islâmico, un museo de historia musulmana, son algunos de sus atractivos.
Este laberinto de calles empedradas con bonitos jardines históricos y sombreadas plazas es un lugar ideal para pasear. Tavira es también el punto de partida para visitar las impresionantes playas vírgenes de la Ilha de Tavira, una isla de arena que forma parte del Parque Natural da Ria Formosa.
18. El sencillo encanto de Cacela Velha
Para terminar el recorrido, Cacela Velha, a solo 14 km de Tavira, puede ser un buen punto final. Este pequeño y encantador pueblo es un conjunto de casas encaladas y calles adoquinadas que cuenta con una pequeña fortaleza, huertos de olivos y naranjos y jardines rebosantes de color. Asentado sobre una preciosa franja de mar, no falta el típico bar de pueblo y la iglesia, además de varios restaurantes y hermosas vistas. En el cercano paraje conocido como Fabrica se puede conseguir una barca para ir a la playa de Cacela Velha, que en verano tiene algo de ambiente LGBT.
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