viernes, 27 de junio de 2025

Viajes. El secreto geológico del País Vasco con más de 50 millones de años

El País Vasco es uno de los destinos más espectaculares para visitar en España durante las vacaciones. Sus ciudades, las playas y la riqueza natural son algunos de los múltiples atractivos que merece la pena visitar. Pero entre tantas propuestas hay algunas menos populares por los turistas que guardan historias con más de 50 millones de años.

Para muchas personas el valle de Labetxu es un sitio desconocido. Ubicado sobre la costa entre Pasaia y Hondarribia, su difícil acceso ha conservado a esta exótica formación como un secreto para pocos. Para el Instituto Geológico y Minero de España se trata de uno de los lugares de interés más notable del País Vasco.

Valle de Labetxu en Jaizkibel, País Vasco

El origen marino del valle

Sus orígenes se remontan a hace 50 millones de años, cuando estaba a más de mil metros de profundidad del mar. Los sedimentos marinos se han ido acumulando por la erosión y la sedimentación de la plataforma hasta que habría sido el choque de placas lo que muchos años después lo llevó a adoptar su forma actual por fuera del mar y como una extensión del continente.

Por eso, visitar Labetxu es como caminar bajo el agua. La paleta que varía entre el gris, el ocre, los tonos rojizos y amarillentos le han valido el mote de “el valle de los colores”. El motivo es que se trata de arenisca cuarzosa con cemento carbonatado.

La erosión de esta composición natural tiene dos consecuencias. Por un lado, los colores, derivados de la oxidación del óxido de hierro, presente en la arenisca. Al contar con minerales naturales como la sílice, el manganeso y el hierro, las reacciones químicas tienen tonos diferentes. Por el otro, sus formas que parecen esculpidas. Estas estructuras son propias de zonas costeras, debido a los intensos vientos y la meteorización salina.

Pero estas transformaciones no son exclusivas del pasado: “La meteorización está actuando hoy día provocada por los cambios de humedad, la disolución del cemento carbonatado, la acción de la sal marina o el desgaste del viento que siguen desarrollando estas formas de modelado tan singulares que crean un paisaje de cuento”, explican desde el Departamento de Medio Ambiente y Política Territorial del País Vasco.

el Valle de los Colores

Esta obra natural está presente en toda la formación Jaizkibel, pero es en la costa donde presenta sus geoformas más llamativas. Para acceder al Valle de los Colores no hay infraestructura turística y se accede por rutas de senderismo con poco más de 500 metros de elevación. Los puntos de partida pueden ser desde el Monumento a la Unión de los Pueblos o desde el antiguo Parador de Jaizkibel. La única recomendación es considerar que la marea no esté demasiada alta porque algunas atracciones pueden estar bajo agua.

Algunas de las estructuras tienen su nombre. Una de las más famosas es la Catedral de Jaizkibel. Así es cómo se llama una plataforma de arenisca roja con una belleza sobrenatural. También está el laberinto Blanco con rocas famosas como la Concha o Las Gemelas.

Una obra de arte natural que parece de otro planeta. Pero no: está en el País Vasco.



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lunes, 23 de junio de 2025

Viajes. El techo de África

A casi 4.000 metros de altitud, mientras el sol se oculta tras las nubes, un grupo de senderistas contempla en silencio el atardecer desde el campamento Shira, en la ruta Machame del monte Kilimanjaro. La luz violeta baña las laderas volcánicas y tiñe el cielo de matices que solo se aprecian a esas alturas, donde el aire es más delgado y el tiempo parece ralentizarse.

El Kilimanjaro, con sus 5.895 metros, es la montaña más alta de África y uno de los volcanes más emblemáticos del mundo. A diferencia de otras grandes cumbres, no exige conocimientos técnicos de alpinismo, lo que lo convierte en un reto accesible (aunque exigente) para senderistas decididos. La ruta Machame, conocida como la “Ruta del Whisky”, es famosa por su belleza escénica y su variedad de ecosistema y el campamento Shira marca una transición clave en la ascensión: desde aquí, los caminantes ya sienten el rigor de la altitud, pero también la recompensa de estar más cerca del techo de África.



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sábado, 21 de junio de 2025

Viajes. Ruta de colisión

En enero de 2025, un pingüino observaba un barco de investigación en el horizonte, ajeno al drama que se avecinaba. A pocos cientos de kilómetros, el mayor iceberg del mundo, el A23a (casi tan grande como la isla de Mallorca), se acercaba lentamente a la isla de Georgia del Sur. Un par de meses más tarde encalló, lo cual podría bloquear el acceso a las zonas de alimentación de miles de pingüinos, elefantes marinos y lobos marinos que dependen del mar para sobrevivir.

En 1986, el A23a se desprendió de la plataforma de hielo Filchner, en la Antártida. Desde entonces había permanecido casi inmóvil, atrapado en un remolino marino, pero en diciembre de 2024 rompió su prisión de hielo y comenzó su viaje hacia el norte, que terminó en marzo de 2025. A lo largo de su travesía, las aguas más cálidas poco a poco lo desgastaron. No se sabe por ahora qué podría pasar en un futuro, si el iceberg permanecerá ahí o si, eventualmente, las corrientes le harán empezar un nuevo viaje.



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viernes, 20 de junio de 2025

Viajes. Los humanos vivirán en enormes 'oasis espaciales' en Marte

Si alguna vez imaginamos colonias marcianas como visiones propias de la ciencia ficción, hoy la Agencia Espacial Europea (ESA) lo plantea como un horizonte alcanzable. Para el año 2040, afirman, podríamos ver los primeros oasis espaciales humanos en Marte: hábitats autónomos, resilientes y autosustentables que no solo permitirán la supervivencia, sino también la vida floreciente en el entorno más inhóspito jamás habitado.

La predicción forma parte del ambicioso documento “Technology Vision 2040” de la ESA, una hoja de ruta que describe las tecnologías necesarias para establecer presencia humana continua fuera de la Tierra. 

Estos “espacios de vida” marcianos no dependerán de constantes suministros terrestres. En cambio, se alimentarán de la autosuficiencia: emplearán sistemas de soporte vital en bucle cerrado, producirán su propia energía y alimentos, y reciclarán sus propios residuos.

Oasis espaciales

El concepto de estos oasis espaciales se aleja de las actuales estaciones espaciales orbitales, que requieren asistencia constante desde la Tierra. Las futuras bases estarán dotadas de escudos inteligentes contra radiación, sistemas de monitoreo medioambiental y tecnologías de manufactura in-situ que permitirán fabricar, reparar y hasta evolucionar sus estructuras sin ayuda externa. Así, la arquitectura de estos hábitats será tan viva y cambiante como las comunidades que los habiten.

Además de proteger físicamente a sus ocupantes, estas instalaciones se diseñarán con principios biológicos y psicológicos en mente. Incorporarán materiales biocompatibles, simulaciones naturales, espacios verdes y elementos de realidad virtual para combatir el aislamiento y mantener el bienestar emocional de los astronautas. La ESA incluso considera el uso de cobots —robots colaborativos— para asistencia médica y diagnóstica en situaciones de emergencia.

Independencia de la Tierra

La energía provendrá de fuentes híbridas, combinando paneles solares de alto rendimiento adaptados a la tenue luz marciana y generadores de combustible obtenidos in situ. Materiales “inteligentes”, capaces de autorrepararse y adaptarse a la radiación, formarán la piel de estas estructuras, mientras que la impresión 3D con regolito local permitirá construir y mantener infraestructuras sin depender de la Tierra

Inteligencia artificial y robótica colaborativa desempeñarán un rol esencial: gestionarán entornos complejos con mínima intervención humana, asistirán en tareas críticas de mantenimiento, salud y logística, e incluso ofrecerán apoyo emocional a los tripulantes mediante sistemas de realidad extendida

Por otra parte, sistemas de navegación y comunicación estarán conectados a una red interplanetaria —una suerte de Internet solar— que garantizará el enlace constante con la Tierra y otras misiones, facilitando operaciones remotas, intercambio de datos científicos en tiempo real y coordinación entre colonias futuras. 

En palabras de sus diseñadores, el objetivo es lograr “independencia de la Tierra”. Y esa independencia pasa, entre otros factores, por aprovechar los recursos del entorno. En Marte, esto implicaría extraer agua de los polos o del subsuelo, convertir regolito en materiales de construcción mediante impresión 3D, o generar oxígeno a partir del dióxido de carbono atmosférico. Todo ello bajo una lógica de sostenibilidad extrema: cada molécula contará.

Los beneficios de esta empresa monumental no serán exclusivos del espacio. Muchas de las tecnologías desarrolladas para estos entornos extremos —desde fuentes de energía eficientes hasta nuevos materiales o sistemas de reciclaje total— podrían encontrar aplicación inmediata en la Tierra. Especialmente en un contexto de crisis climática y escasez de recursos, lo que se prueba en Marte puede salvarnos aquí.

Por si fuera poco, estas colonias serán nodos en una red mayor: un ecosistema interplanetario conectado por una Internet solar, con comunicaciones entre planetas, naves y estaciones de forma fluida y continua. La exploración humana ya no será episódica: será una nueva forma de existencia. Según la ESA, Marte no será una excepción. Será el comienzo.



via Sergio Parra https://ift.tt/XArdWg0

Viajes. Esto es lo que debes saber sobre la aparición de mantarrayas en Mallorca

Desde comienzos de mayo, un episodio anómalo está sorprendiendo a los bañistas en numerosas playas de Mallorca: la aparición de ejemplares de Mobula mobular, la famosa manta del Mediterráneo. ¿Pero por qué una especie habituada a las aguas profundas está ahora reposando en la orilla?

Eso es lo que hemos ido a consultar con Charlie Sarria, biólogo especializado en especies acuáticas, que ha viajado para estudiar los avistamientos. No sólo eso, sino que además ha generado contenido para ver a la especie en acción más cerca que nunca. Investigador y divulgador, los vídeos y sus reportes son una búsqueda de contribuir a la ciencia.

Carlos Sarria es investigador, divulgador colaborador de National Geographic España y cofundador de la ONG Condrik.

National Geographic: ¿Qué es específicamente lo que está sucediendo?

Charlie Sarria: En las últimas semanas, se han reportado numerosos avistamientos de ejemplares de Mobula mobular, también conocida como la manta del Mediterráneo, en aguas costeras poco profundas en el litoral español. Esta especie, habitualmente asociada a aguas pelágicas profundas, parece estar acercándose de forma inusual a zonas litorales. Aunque aún se están evaluando las causas exactas, esta aparición podría estar relacionada con factores oceanográficos como aumentos locales de productividad, cambios en la temperatura del agua, alteraciones en la disponibilidad de alimento (zooplancton) o factores como contaminación; pero a día de hoy no existe una respuesta sólida que responda al porqué de los varamientos, a pesar de los análisis que se están llevando a cabo por compañeros especialistas.

National Geographic: ¿Hay antecedentes de episodios similares?

Charlie Sarria: Sí, existen antecedentes esporádicos en el Mediterráneo y Atlántico oriental, pero rara vez con la frecuencia o visibilidad que se ha observado recientemente. En algunos casos previos, se ha atribuido a causas como con contaminantes, plásticos o patógenos.

National Geographic: De las mantas que aparecieron en Mallorca dos han fallecido y los investigadores las están estudiando… ¿qué pistas se podrían llegar a encontrar?

Charlie Sarria: Las necropsias de ejemplares varados pueden aportar pistas clave: restos en el aparato digestivo, lesiones internas, signos de toxicidad, o análisis genéticos que detecten infecciones virales o parasitarias. Estas autopsias también ayudan a determinar la edad, estado de salud previo y posibles patrones poblacionales.

National Geographic: Las mantas varadas habían perdido capacidad de nado o estaban desorientadas… ¿cuáles son los factores que podrían generar esto?

Charlie Sarria: Pueden perder sus capacidades de nado o desorientarse debido a una variedad de factores. Entre los principales se incluyen:

  • Infecciones sistémicas o parasitarias.
  • Alteraciones neurológicas inducidas por contaminantes (como metales pesados o compuestos orgánicos persistentes).
  • Cambios súbitos de temperatura o salinidad.
  • Enredos con plásticos u otros desechos marinos.

National Geographic: ¿Representan algún riesgo para los bañistas?

Charlie Sarria: No. Mobula mobular es completamente inofensiva para los humanos. No posee aguijón ni comportamientos agresivos, y se alimenta exclusivamente de plancton. Su presencia no representa ningún riesgo para bañistas.

National Geographic: ¿Sería recomendable tomar medidas preventivas?

Charlie Sarria: Se recomienda no tocarlas, no perseguirlas y en caso de avistamiento que sea lo más respetuoso y no invasivo. Estos animales tienen gran curiosidad y pueden venir a ver qué eres, nos ha pasado numerosas veces; es algo mágico si se mantiene la calma y no se invade su espacio. Como medida preventiva, sería útil informar a los usuarios de playas sobre su presencia y valor ecológico, fomentando una convivencia respetuosa.

National Geographic: ¿Qué es lo más urgente para preservar a esta especie en declive?

Charlie SarriaMobula mobular está catalogada como "En Peligro" en la Lista Roja de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). Sus principales amenazas son la pesca incidental, la contaminación marina y la degradación de hábitats. Las acciones prioritarias deben centrarse en:

  • Fortalecer la investigación científica y el monitoreo de la especie, incluyendo genética, distribución y rutas migratorias.
  • Mejorar la regulación pesquera para reducir las capturas accidentales.
  • Proteger áreas clave de reproducción y alimentación.
  • Promover la educación ambiental marina, especialmente en zonas turísticas, para visibilizar el valor de estos grandes filtradores.

La población de las mantas ha sufrido un considerable descenso en los últimos años. En algunos sitios, de entre 30% y el 80%, según la bióloga Kersting Forsberg. Su ritmo de reproducción es lento y tienen una cría por parte. Además, se han vuelto un animal codiciado por sus supuestos poderes medicinales.

En caso de un avistamiento, la recomendación es llamar al 112 para solicitar la intervención de socorristas y mantener distancia, incluso si está fuera del agua.



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jueves, 19 de junio de 2025

Viajes. ¿Una coca-cola y patatas pueden aliviar la migraña? Lo que dice la ciencia

Por sorprendente que parezca, en el vasto y agitado universo de las redes sociales, ha surgido una curiosa solución casera a un viejo y temido enemigo: la migraña. La receta es tan sencilla como inesperada —una lata de refresco de cola azucarado y una ración de patatas fritas con sal—, y ha sido bautizada con tono de broma y alivio como el "McMigraine Meal" (en referencia a la Happy Meal de McDonald's)

Pero más allá de la viralidad del fenómeno, una pregunta insiste en abrirse paso: ¿hay realmente algo de ciencia detrás de esta fórmula aparentemente inofensiva?

La migraña no es simplemente un dolor de cabeza, sino una condición neurológica profundamente incapacitante que afecta a más de 10 millones de personas en el Reino Unido y a millones más en todo el mundo. 

Sus síntomas son tan diversos como devastadores: desde un dolor punzante y unilateral hasta visión borrosa, náuseas, sensibilidad extrema al sonido o a la luz, e incluso dificultades en el habla o el movimiento. Y lo peor de todo: no tiene cura.

En ausencia de una solución definitiva, muchas personas se convierten en auténticos artesanos del alivio, explorando rutas insólitas para mitigar la intensidad de sus crisis.

¿una receta para el bienestar?

Es el caso de la "McMigraine Meal". La propuesta —una bebida azucarada con cafeína y una ración de patatas saladas— ha encontrado eco entre quienes viven a la sombra de un dolor que, por momentos, paraliza la vida. Aunque suena trivial, algunos elementos de este improvisado remedio tienen una base fisiológica: la cafeína, por ejemplo, es conocida por su efecto vasoconstrictor y su capacidad para alterar la actividad neuronal, lo que puede resultar útil en ciertas fases iniciales de una migraña.

También menciona el posible rol del sodio —presente en alimentos como las patatas fritas— en el contexto de las migrañas, aunque con mucha cautela. Algunas personas afirman experimentar cierto alivio tras consumir algo salado durante las primeras señales de un ataque, lo que ha llevado a especular que el sodio podría influir en la transmisión de impulsos eléctricos del sistema nervioso o ayudar a contrarrestar desequilibrios electrolíticos

Además, muchos alimentos salados de consumo rápido, como las patatas fritas, suelen formar parte del grupo de los ultraprocesados, los cuales pueden contener otros componentes —como la tiramina— capaces de provocar el efecto contrario: desencadenar un episodio de migraña en individuos sensibles.

Por tanto, aunque pueda haber casos aislados donde la combinación de cafeína, azúcar y sal produzca un alivio momentáneo, no deja de ser una solución anecdótica, sin base científica sólida y, en algunos casos, potencialmente contraproducente.

Cautela

Así pues, a pesar del escepticismo que rodea al "McMigraine Meal", la ciencia no descarta por completo que ciertos elementos de esa combinación tengan efectos tangenciales sobre la migraña. Como explica un reciente artículo, este tipo de "remedios" no sustituyen un enfoque médico integral ni deben ser considerados tratamientos por derecho propio. 

Los especialistas citados en el texto advierten que recurrir con frecuencia a estos métodos puede generar una falsa sensación de seguridad, además de llevar a efectos adversos, como el desencadenamiento de nuevas crisis por abuso de cafeína. 

Lo que podría aliviar a una persona puede resultar perjudicial para otra, y esa variabilidad individual es precisamente lo que hace que la migraña siga siendo, incluso hoy, un misterio tan intrincado como desafiante para la medicina moderna.



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Viajes. Un científico rompe los esquemas de la NASA y propone una ruta exprés a Marte

Durante décadas, la humanidad ha mirado a Marte con la promesa latente de que, algún día, se convertiría en nuestro próximo hogar planetario. Sin embargo, la distancia que nos separa del planeta rojo —aproximadamente 225 millones de kilómetros— ha sido también la barrera más difícil de superar

Según la NASA, un viaje seguro hasta allí debe tomar entre seis y nueve meses, debido principalmente a la elevada exposición a la radiación que sufriría la tripulación en trayectos más breves. Pero una nueva propuesta firmada por el físico Jack Kingdon, de la Universidad de California, podría cambiar esa narrativa.

Kingdon sostiene que podemos alcanzar Marte en apenas 90 días utilizando tecnología que ya está al alcance, sin necesidad de esperar a desarrollos aún en fase experimental como los motores nucleares o los impulsores VASIMR

Su investigación, publicada en la prestigiosa revista Scientific Reports, utiliza el conocido "problema de Lambert" para calcular trayectorias que permiten a una nave, como el Starship de SpaceX, cubrir la distancia en un plazo radicalmente más corto.

no una, sino Dos naves

El corazón de su propuesta reside en un diseño logístico minucioso: dos naves tripuladas y cuatro de carga que se repostarían en la órbita terrestre baja antes de iniciar la travesía. Las naves tripuladas necesitarían 15 recargas, lo que implicaría 45 lanzamientos del Starship Superheavy para cumplir con los requisitos de la misión. Este despliegue logístico, aunque ambicioso, está dentro de lo que SpaceX podría alcanzar en semanas, si se cumple su objetivo de lograr mil lanzamientos anuales.

El plan incluye el uso de tecnologías de in situ resource utilization (ISRU), como reactores Sabatier y electrólisis de agua marciana para generar combustible en el propio planeta. Con 1.500 toneladas de propelente generado localmente, las naves estarían listas para emprender el regreso, culminando así un ciclo que, según Kingdon, puede realizarse sin los riesgos acumulativos que traen consigo los viajes prolongados.

Esta aproximación no solo disminuye los riesgos físicos como la pérdida ósea o la posibilidad de desarrollar cáncer —riesgos que aumentan proporcionalmente con el tiempo en el espacio, sino que también reduce el impacto psicológico y logístico sobre la tripulación. Si Kingdon tiene razón, el paradigma de los viajes a Marte podría experimentar un cambio radical, al hacer viable una misión rápida con tecnologías ya disponibles o en desarrollo inmediato.

Críticas a la propuesta

De acuerdo al plan de Kingdon, la viabilidad del viaje no depende de una hipotética mejora futura, sino de la optimización extrema de los medios actuales. Una de las claves, por ejemplo, es aprovechar los momentos exactos en los que las órbitas de Marte y la Tierra permiten la máxima eficiencia de la trayectoria, una práctica ya conocida pero ahora empujada al límite.

Desde luego, su propuesta no está exenta de controversia. Hasta ahora, la NASA ha considerado imprescindible el uso de nuevas formas de propulsión para acortar estos trayectos, como demuestra su interés en motores nucleares térmicos o eléctricos, opciones que aún se enfrentan a obstáculos regulatorios, de desarrollo y de implementación. Según documentos internos de la agencia, los sistemas nucleares son considerados los únicos con el potencial de permitir viajes tripulados de corta duración.

Mientras algunos expertos aplauden el enfoque pragmático del estudio, otros se muestran escépticos ante la logística que implica semejante operativo, así como las exigencias extremas para los equipos de lanzamiento. No obstante, esta no es la primera vez que una idea ambiciosa desafía el statu quo solo para convertirse, años después, en estándar operativo.

Quizás lo más revelador del estudio de Kingdon no sea tanto la cifra de 90 días, sino su mensaje implícito: no siempre es necesario esperar a que llegue el futuro. A veces, basta con mirar con otros ojos lo que ya tenemos a nuestro alcance. Así, mientras la comunidad científica debate sobre los riesgos y la factibilidad del plan, lo cierto es que esta nueva mirada podría acelerar, por fin, nuestro primer gran salto interplanetario.



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jueves, 12 de junio de 2025

Viajes. Estas son las posibles causas del accidente del avión de Air India

Todo parecía transcurrir bajo los estrictos protocolos de la industria aérea. Pero minutos después del despegue, un Boeing 787-8 Dreamliner de Air India se precipitó sobre una zona residencial a las afueras del aeropuerto de la ciudad india de Ahmedabad, dejando un rastro de destrucción que aún se mide en cifras provisionales: al menos 200 muertos y decenas de heridos. La aeronave transportaba a 242 personas, entre ellas 217 adultos y 11 niños.

Los datos confirman que se trataba de una ruta entre la ciudad occidental india y el aeropuerto de Gatwick, en Londres. Según han informado fuentes policiales, el aparato cayó cerca de un área habitada, generando una gran explosión y un incendio posterior. Aunque la compañía no ha confirmado aún la magnitud total del desastre, lo sucedido ha conmocionado tanto a India como al sector aeronáutico internacional.

Lo que hace aún más desconcertante este accidente es el tipo de avión implicado: el Boeing 787-8 Dreamliner. Considerado una de las joyas de la ingeniería contemporánea en la aviación comercial, el 787 había marcado recientemente un hito: mil millones de pasajeros transportados en casi cinco millones de vuelos alrededor del mundo. Hasta ahora, jamás se había registrado un siniestro fatal de estas características con este modelo. Su historial de seguridad era, hasta esta mañana, inquebrantable.

Las declaraciones de expertos comienzan a aportar cierta claridad a un escenario aún envuelto en incertidumbre. Jonathan Josephs, reportero económico de la BBC, subraya la importancia del hecho: "Es la primera vez que un Boeing 787 sufre un accidente como este". El modelo fue lanzado hace 14 años y se ha convertido en símbolo de eficiencia y fiabilidad para aerolíneas de todo el mundo.

Múltiples elementos técnicos

Anita Mendiratta, experta en aviación entrevistada por Reuters, enfatiza que “los accidentes en la fase de despegue son extremadamente raros”, y que existe una serie compleja de variables técnicas en juego durante esos minutos críticos. “Podría tratarse de un fallo humano, un problema mecánico, factores ambientales como viento o visibilidad reducida… o una combinación de todos ellos”, declaró desde Toronto, recalcando que el proceso de investigación será vital para esclarecer los hechos.

Una de las claves, según Mendiratta, será el análisis de los sistemas técnicos del avión durante el despegue: posición del tren de aterrizaje, funcionamiento de los flaps, estado de los controles de cabina y las grabaciones de tráfico aéreo. “Durante el despegue, la aeronave es una coreografía precisa entre fuerza, técnica y coordinación perfecta. Basta que un engranaje falle para que todo se derrumbe”, explica con precisión casi quirúrgica.

La situación se agrava por el hecho de que la aeronave, recién alzado el vuelo, llevaba el depósito lleno: unos 130 toneladas de combustible. Esto habría provocado una enorme explosión que intensificó el alcance del daño tanto en el fuselaje como en las edificaciones civiles impactadas. La zona de impacto, un albergue de estudiantes médicos según autoridades locales, ha quedado completamente devastada.

Otros accidentes

Este accidente se suma a una serie de retos que enfrenta Boeing, empresa que en años recientes ha estado bajo la lupa debido a los incidentes relacionados con su línea 737 Max. 

Pero el análisis no solo se centrará en la aeronave o en la compañía. También será fundamental revisar el entorno en el que se dio el accidente: condiciones meteorológicas, protocolos de despegue, posibles obstáculos en la pista, e incluso el tráfico aéreo del momento. Se trata, en palabras de Mendiratta, de una “tragedia profundamente técnica pero igualmente humana”.



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miércoles, 11 de junio de 2025

Viajes. Esta medusa de 28 ojos podría ayudar a reescribir la historia evolutiva de nuestra visión

En el extenso tapiz de la evolución, pocos órganos despiertan tanta fascinación como el ojo. Complejo, sensible, aparentemente milagroso. ¿Cómo pudo algo tan sofisticado surgir en criaturas tan dispares como el ser humano y una medusa? 

La ciencia comienza a encontrar respuestas en lugares insospechados. Uno de ellos es Bougainvillia cf. muscus, una medusa apenas mayor que una uña, poseedora de 28 ojos diminutos y ahora también, de un genoma completamente descifrado.

Este sorprendente trabajo es obra del laboratorio de Aide Macias-Muñoz, profesora de ecología y biología evolutiva, quien junto a su equipo y colaboradores ha logrado lo que hasta hace poco parecía imposible: mapear el código genético completo de esta especie elusiva y poco estudiada. 

Su hallazgo representa una ventana hacia el pasado profundo de la evolución visual, y tal vez, una llave hacia futuros descubrimientos sobre la regeneración y la diversidad de la percepción luminosa.

46.000 genes

La medusa Bougainvillia cf. muscus, perteneciente al grupo de los hidrozoos, es una criatura esquiva incluso en los entornos controlados de laboratorio. El equipo originalmente intentaba estudiar una especie más accesible—Tripedalia cystophora, o medusa caja—pero la Bougainvillia emergió espontáneamente en sus tanques de agua de mar. 

De este accidente afortunado nacieron 15 ejemplares, diminutos y frágiles, de los cuales se extrajo ADN suficiente para construir un mapa genético con más de 46.000 genes previstos, entre ellos un conjunto especialmente inusual de 20 opsinas, las proteínas sensibles a la luz que permiten a los seres vivos detectar su entorno visual.

Otra ruta evolutiva

Mientras que los humanos usamos apenas cuatro opsinas para distinguir colores y contrastes, Bougainvillia emplea una batería completamente distinta, posiblemente resultado de una ruta evolutiva alternativa. En otras palabras, esta medusa no solo ve el mundo de otro modo: lo hace con herramientas biológicas distintas a las nuestras y también a las de otras medusas.

Aunque las estructuras oculares de Bougainvillia son simples ocelli—células sensibles a la luz sin lentes ni retinas—su arquitectura genética revela una sofisticación inesperada. Estos ojos no ven imágenes nítidas, pero sí permiten percibir luz y oscuridad, ritmo circadiano y tal vez incluso dirección lumínica. 

Pero lo particularmente relevante es esto: la diversidad de opsinas detectadas sugiere una evolución convergente, es decir, múltiples caminos independientes que llegan a una solución similar: la visión.

Imagen ampliada de los bulbos marginales en la base de los tentáculos de la medusa buganvilla, que albergan sus ojos, visibles aquí como puntos negros. Las buganvillas tienen siete ocelos en cada uno de sus cuatro bulbos marginales, lo que da un total de 28 ojos. 

Cómo se hizo

El equipo utilizó tecnología de secuenciación de última generación en la Universidad de California, Irvine, con plataformas PacBio Sequel II, para lograr una lectura de alta fidelidad del genoma. Tras rigurosos procesos de limpieza, ensamblaje y verificación, se eliminaron posibles contaminantes y se logró una representación genética detallada, validada con herramientas como BlobToolKit y BUSCO. Este proceso, técnico y minucioso, garantiza que el mapa del ADN de la medusa no solo sea extenso, sino también confiable.

Aide Macias-Muñoz ve en este genoma una oportunidad para comparar cómo distintos animales desarrollaron capacidades visuales partiendo de un ancestro común. El hallazgo podría arrojar luz sobre uno de los problemas más discutidos de la teoría evolutiva: la aparición repetida del ojo en líneas filogenéticas distintas

Más allá de las preguntas sobre cómo se desarrolló la vista, este estudio también abre la puerta a otro misterio igualmente fascinante: la regeneración ocular. Algunas medusas pueden reconstruir sus órganos visuales tras sufrir daños, una habilidad comparable a la regeneración de colas en reptiles. Estudiar los genes implicados en ese proceso podría tener implicaciones biomédicas en el futuro, especialmente en terapias regenerativas para la visión humana.

El genoma de Bougainvillia es, por tanto, más que un catálogo genético: es una pieza en el rompecabezas mayor de la evolución. Con cada nueva especie secuenciada, nos acercamos más a comprender no solo cómo vemos, sino por qué. 



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martes, 10 de junio de 2025

Viajes. El cerebro cambia físicamente cuando aprendemos

El cerebro es el rompecabezas eterno de la biología. Una masa de alrededor de un kilo y medio que nos permite ser quienes somos, pero que también cambia según las condiciones que experimenta a lo largo de la vida. Debido a su complejidad, los eruditos de antaño trataron de comparar su funcionamiento con la vanguardia de la tecnología de su época. Por ello, Descartes explica el cerebro mediante animáculos hidráulicos, Volta y Galvani lo comparan con un telégrafo, y en la actualidad el símil por antonomasia son otras máquinas de funcionamiento complejo, como los ordenadores o, en su versión más exótica: los ordenadores cuánticos.

Pero lo cierto es que comparar un cerebro con una máquina es una receta perfecta para el desastre, puesto que, como nos explica el Dr. David Bueno, catedrático en neuroeducación, el cerebro tiene una característica que las máquinas no: está en un proceso de cambio constante en interacción con el entorno. Una máquina está diseñada con una arquitectura concreta, y de ese diseño dependen tanto sus capacidades como aquello que podrá lograr.

Quizá, indica, la unión de máquinas con inteligencias artificiales, cuyas respuestas cambian dependiendo de los datos que van adquiriendo, sí que podrían tener alguna similitud, pero no es algo que podamos encontrar en la actualidad. Por ello el cerebro es una pieza única, una maravillosa creación de la naturaleza de la que todavía estamos empezando a comprender su grandeza.

Cada cerebro es único

Las estimaciones más recientes indican que el cerebro humano tiene alrededor de 86.000 millones de neuronas, así como otras células llamadas glía. El conjunto de poblaciones celulares está empaquetado en alrededor de 1,3 kilos de masa celular, aunque se han visto personas con las capacidades cognitivas intactas con cerebros desde 0,95 hasta 1,5kg. Y es que el número de neuronas no hace al cerebro, si no que sus conexiones, llamadas sinapsis las que nos hacen ser quienes somos.

Para llevar a cabo su función, cada neurona se conecta con decenas, cientos o miles de otras neuronas creando circuitos. Por ellos, la información de los sentidos llega, es analizada, y la respuesta que se elabora se envía, por impulsos eléctricos y químicos, hasta las células que han de realizar la acción. Pero como cada cerebro es distinto, para alcanzar su máximo potencial, se necesitan establecer diferencias en los estímulos que se le dan.

En su libro, Cerebroflexia, David nos compara estos cerebros con el arte de la papiroflexia. “Partes de un papel que puede ser rectangular o no, y aquí están las diferencias. Cada persona parte de un sustrato genético diferente, pero según qué hagamos con el sustrato, podemos hacer un avión que vuele bien, o que se estrelle. Nuestra genética [el papel del que partimos] nunca la podremos tocar, pero el ambiente, es decir, cómo usamos esta genética, sí está en nuestras manos”.

Aplicado esto al campo de la educación, si establecemos las mismas pautas de aprendizaje para las personas, las que se adapten al sistema de educación preestablecido lo tendrán sencillo, podrán llegar a su máximo potencial. En cambio, aquellas que no, lo tendrán mucho más complicado. Por ello, flexibilizar los métodos de aprendizaje es necesario para que cada cerebro desarrolle las capacidades y vaya cambiando su arquitectura al desarrollar las capacidades que más interesen.

Aprender cambia el cerebro

David nos relata las evidencias de estos cambios citando un experimento realizado en los años 2000 en taxistas londinenses. En él, la Dra. Eleanor Maguire siguió con detenimiento las pruebas previas a la obtención de la licencia de taxi que llevan a cabo todos los años en la capital inglesa. El test más complejo, llamado The Knowledge, implica conocer las más de 25.000 calles, así como 320 rutas londinenses, sin ayuda de ningún mapa ni dispositivo electrónico. Una auténtica proeza de la memoria.

Prepararse esta parte de la prueba cuesta, por lo general, más de dos años en los que los futuros taxistas recorren con motos o bicicletas todas y cada una de las calles, y anotan los puntos de interés en cuadernos. Pero mientras hacían esto, lo que no sabían los examinados es que estaban desarrollando y haciendo crecer a su hipocampo, una parte del cerebro relacionada con la memoria y la navegación espacial.

Esta es una de las muchas pruebas que muestran cómo el entorno influye en el cerebro y provoca cambios tangibles y medibles para adaptarlo a sus circunstancias. Por ello, aunque partamos de una base distinta a otra persona, podemos acabar modificándola mediante el aprendizaje.

Y para modificarla y conseguir esta mejora de nuestras capacidades, lo mejor es ponerse a ello. Si queremos aumentar nuestra memoria, como un taxista, lo mejor es entrenarla. Lo mismo con nuestro cálculo, y con nuestra capacidad lectora y argumentativa. Nada mejor que memorizar, calcular, o leer para que nuestro cerebro cambie y se adapte a ese ideal que nos hemos marcado.

Cómo sacarle el máximo partido a nuestro cerebro

Pero además de entrenarlo, David nos explica que hay una acción todavía más importante: “Evitar el estrés crónico. El estrés puntual no tiene que preocuparnos jamás, va y viene e incluso está vinculado con la supervivencia. Pero el estrés crónico dificulta y perjudica todas las funciones de nuestro cerebro y de nuestro cuerpo”. Entre ellas, destaca una bajada importante de las funciones ejecutivas, como reflexividad, planificación o toma de decisiones, así como la memoria de trabajo.

Y no son los únicos efectos que tiene el estrés crónico. En estudios recientes se ha podido observar cómo los ambientes estresantes afectan desde el sistema inmunitario, hasta la capacidad de regeneración de los tejidos o el envejecimiento celular y a nivel de organismo. Por tanto, huir del estrés es una de las mejores formas que tenemos de lograr mantenernos sanos. Tanto a nivel cerebral, como en la salud general.



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lunes, 9 de junio de 2025

Viajes. El único país que produce suficiente comida para alimentar a toda su población

En una era de interdependencia extrema, donde las rutas comerciales se tensan como cuerdas bajo tormentas geopolíticas, la autosuficiencia alimentaria aflora como una joya esquiva.

En un meticuloso estudio publicado en Nature Food, se han analizado los sistemas de producción agrícola de 186 países, descubriendo un dato tan sorprendente como revelador: solo uno de ellos logra cubrir todos los grupos de alimentos esenciales para una dieta saludable sin necesidad de importar un solo bocado.

El análisis se basó en la comparación entre la producción nacional de cada país y las necesidades dietéticas según el modelo Livewell del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), considerando siete grupos clave: frutas, verduras, lácteos, carnes, pescados, proteínas vegetales y alimentos básicos ricos en almidón.

La conclusión es inquietante: más de un tercio de los países no alcanza la autosuficiencia ni siquiera en dos de estos grupos.

Europa: bien posicionada

Al observar el mapa de la autosuficiencia global, se revelan patrones regionales inquietantes. En Europa y América del Sur se encuentran la mayoría de los países con autosuficiencia en al menos cinco grupos alimentarios. En cambio, seis países, entre ellos Afganistán, Catar y Yemen, no logran producir cantidades suficientes en ninguno de los siete grupos. Subregiones enteras como África subsahariana muestran deficiencias graves en carne, lácteos y vegetales.

En el caso de productos animales, el panorama es desigual. Si bien el 65% de los países cubren sus necesidades de carne, solo el 44% lo hace en lácteos. Para el pescado, los datos son aún más alarmantes: apenas uno de cada cuatro países puede considerarse autosuficiente.

Guyana es el único país que aparece en verde en cada uno de los siete mapas del estudio. Su combinación de tierras fértiles, baja densidad poblacional y climas favorables lo convierte en un raro oasis alimentario.

Otros países como China y Vietnam siguen de cerca a Guyana, alcanzando seis de los siete grupos. Sin embargo, su alta densidad poblacional y el estrés hídrico limitan sus márgenes de maniobra. La situación en África subsahariana es especialmente crítica, con solo un puñado de países logrando autosuficiencia parcial en vegetales y almidones.

Las uniones económicas no son la solución

Las uniones económicas tampoco logran una autosuficiencia completa. El estudio revela que, por ejemplo, el Consejo de Cooperación del Golfo solo es autosuficiente en carne, mientras que la Comunidad del Caribe alcanza apenas dos grupos. La excesiva dependencia de importaciones, especialmente de un único socio comercial, pone en jaque la resiliencia regional, como quedó demostrado durante el bloqueo del Canal de Suez en 2021.

La sobredependencia en unos pocos socios comerciales genera un patrón peligroso, especialmente en los pequeños estados insulares y regiones como Centroamérica, que confían casi exclusivamente en Estados Unidos para el abastecimiento de alimentos básicos. La diversificación de fuentes se vuelve una necesidad estratégica.

¿Qué podemos esperar?

En cuanto al futuro, los pronósticos para 2032 ofrecen un panorama de luces y sombras. Se espera una mejora moderada en la autosuficiencia de carne (12 puntos porcentuales en promedio), pero los avances en lácteos y pescado serán mucho más limitados. Las mejores perspectivas están en el ámbito vegetal: legumbres, frutas, almidones. Europa y África muestran un potencial significativo de mejora si se invierte en innovación agrícola.

Pero incluso con estos avances, pocos países podrán satisfacer sus necesidades solo con producción interna. Como explica el estudio, alcanzar la autosuficiencia total implica una combinación de factores: condiciones climáticas favorables, políticas agrarias inteligentes, tecnologías de cultivo de alta eficiencia y, sobre todo, voluntad política sostenida.

Y sin embargo, los modelos dietéticos más estrictos como el de EAT-Lancet elevan aún más la vara. Bajo este enfoque, que prioriza una dieta saludable y sostenible para el planeta, ningún país alcanza la autosuficiencia en más de cinco grupos. Solo el 16% logra producir localmente suficientes legumbres, frutos secos y semillas.

En un mundo cada vez más incierto, la autosuficiencia alimentaria se revela no como un lujo, sino como una aspiración necesaria. Porque quizá el verdadero lujo del siglo XXI no sea el oro ni el litio, sino la capacidad de llenar una mesa con comida variada.



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sábado, 7 de junio de 2025

Viajes. Siguiendo a los grandes tiburones para salvar los océanos

¿Qué tienen en común los tiburones, las ballenas, las tortugas marinas y las focas? Pues además de ser una parte fundamental de los ecosistemas marinos, estas especies han visto su modo de vida gravemente alterado por las acciones humanas. «Hemos encontrado que estos animales comparten espacios con la pesca, las rutas comerciales, contaminación por plásticos y temperaturas cada vez más altas», incide Ana Sequeira, profesora asociada en la Australian National University que ha liderado MegaMove, una investigación con cerca de 400 científicos de 50 países.

Durante años, estos investigadores y conservadores han seguido la friolera de 15.845 individuos de 121 especies de lo que se conoce como megafauna oceánica. En total, han observado 11 millones de puntos en los mapas de los océanos con lo que han podido desenmarañar áreas claves para su ciclo vital, como aquellas que usan como residencia o para las migraciones. Todo este trabajo tiene un fin muy concreto: conocer para proteger.

En la actualidad, el 8 % de la superficie de los océanos tiene la consideración de área de protección marina, pero según explican en el artículo, esto no es, ni de lejos suficiente, y llevan años trabajando para que el territorio protegido se amplíe hasta, al menos, el 30 %. Por ello, según explica el Dr. Jorge Rodríguez, coautor del estudio del Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos de Palma de Mallorca. Han esbozado las zonas claves clasificándolas en función de su uso por las especies de megafauna marina.

Las zonas clave para la protección

«Nuestro análisis identifica qué zonas del océano mundial utilizan estas especies como residencias o corredores migratorios. En concreto, nos hemos centrado en clasificar mejor las zonas utilizadas por el mayor número de especies» Continúa, ya que de este modo podrán garantizar que los esfuerzos de conservación sean lo más beneficiosos posible para estos magníficos animales.

Pero como también indican en el estudio, el objetivo del 30 % de protección se queda muy corto. Los datos muestran que los animales utilizan como residencia o como corredor migratorio al menos el 63 % de los océanos durante el 80 % del tiempo. Es decir, que con un 30 %, aunque es una mejora importante, seguirá siendo insuficiente para garantizar la conservación de la megafauna marina.

Aunque pueda parecer contraintuitivo, ya que se comen a otras especies, los superdepredadores como los tiburones cumplen una función esencial en los ecosistemas, y su desaparición podría suponer el colapso de muchas otras especies de las que se alimentan.

Otro hecho a tener en cuenta, como explica Simon Thorrold, científico senior en el Woods Hole Oceanographic Institution (WHOI) y coautor de estudio, es que los esfuerzos de conservación y gestión también han de adaptarse al dinamismo de los ecosistemas oceánicos. Y justo en por ello, haber conseguido reunir datos de cientos de científicos es una forma realmente eficaz de establecer estrategias para proteger correctamente a la megafauna.

Además de las áreas protegidas, la Dra. Sequeira también ha evaluado el impacto que tienen otras regulaciones en cómo se explotan las áreas marinas. Por ejemplo, regulando el tráfico marino, implementando luces en las redes de pesca, o usando técnicas más tradicionales y respetuosas, pueden aliviar significativamente la presión a la que están sometidas muchas especies marinas.

Cómo seguir a un tiburón

Para lograr seguir a estas especies han utilizado todo tipo de sistemas de localización. Desde etiquetas visuales hasta equipos avanzados de geolocalización vía satélites. Algunos de estos dispositivos se adhieren al animal sin causarle daño y pueden estar durante meses, o incluso años, enviando señales que los investigadores reciben y añaden a la base de datos.

Como explica el Dr. Camrin Braun, investigador en WHOI y explorador de National Geographic, «Necesitamos todas las herramientas posibles si queremos equilibrar con éxito los objetivos de conservación con los usos humanos en un océano cambiante». Pero no sólo físicas, si no también herramientas digitales y voces que se alcen para que los datos se traduzcan en acciones reales.

Estas investigaciones son claves de cara a un futuro en el que cada vez la humanidad es más consciente acerca de la importancia de la biosfera para nuestra propia supervivencia. Como ya se ha demostrado en otros lugares del mundo, las reservas marinas no sólo ayudan a salvaguardar las especies, si no que también ayudan a las comunidades que viven de la pesca a sus alrededores. Por ello, conociendo las dinámicas de las especies en los océanos, y estableciendo planes para crear más zonas críticas de protección es una situación beneficiosa para todos los animales que dependemos de los mares y océanos.



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lunes, 2 de junio de 2025

Viajes. Un nuevo cuerpo celeste reaviva la teoría del Planeta Nueve

En los márgenes oscuros del sistema solar, donde la luz del Sol apenas susurra y el tiempo se estira en ciclos de decenas de miles de años, ha surgido un nuevo protagonista. Bautizado como 2017 OF201, este cuerpo celeste de alrededor de 700 kilómetros de diámetro transita una órbita tan excéntrica como esquiva. 

Se trata de un posible planeta enano, hallado tras una meticulosa revisión de imágenes captadas entre 2010 y 2017 por los telescopios Blanco (Chile) y Canadá-Francia-Hawái (EE.UU.). Su recorrido, más una elipse alargada que un círculo regular, lo lleva a alejarse hasta 1.600 veces la distancia entre la Tierra y el Sol, un periplo que tarda cerca de 25.000 años en completarse.

El hallazgo, presentado en arXiv el pasado 21 de mayo, aún espera revisión por pares, pero ya ha sido reconocido oficialmente por el Minor Planet Center de la Unión Astronómica Internacional. 

Los astrónomos estiman que su último paso cercano al Sol ocurrió en 1930, curiosamente el mismo año en que se descubrió a Plutón. Desde entonces, 2017 OF201 ha seguido alejándose en una danza solitaria hacia los confines del sistema solar, desafiando tanto a la lógica como a los modelos actuales de dinámica planetaria.

¿El hipotético Planeta Nueve?

El carácter extremo de su órbita ha despertado un renovado interés en el debate sobre el Planeta Nueve, ese hipotético gigante oculto que muchos creen que aún se esconde más allá de Neptuno. 

Y es que, aunque 2017 OF201 no sigue el patrón de alineación orbital que ciertos objetos transneptunianos presentan (y que ha sido utilizado para justificar la existencia de ese planeta), su mera presencia sugiere que el mapa que tenemos de nuestro propio sistema solar está aún lleno de lagunas y sorpresas.

Lo que hace aún más intrigante a este nuevo cuerpo es que apenas pasa el 1% de su tiempo orbital lo suficientemente cerca como para ser visible con la tecnología actual. Si hemos logrado detectarlo bajo tales circunstancias, los investigadores se preguntan cuántos más podrían estar allí fuera, moviéndose lentamente por rutas invisibles, escapando incluso a los telescopios más poderosos.

 

Imagen compuesta que muestra los cinco planetas enanos reconocidos por la Unión Astronómica Internacional, además del recién descubierto objeto transneptuniano 2017 OF201.

El astrofísico Sihao Cheng, miembro del Instituto de Estudios Avanzados en Princeton, lo sugiere con claridad: "Podría haber decenas, quizá cientos de objetos similares, simplemente demasiado lejanos para ser vistos ahora".

La comunidad científica lleva décadas persiguiendo un misterio que ya ha adoptado múltiples nombres: Planeta X, Planeta Nueve o simplemente “ese algo” que perturba las órbitas en el cinturón de Kuiper. En 2016, los astrónomos Konstantin Batygin y Mike Brown del Instituto de Tecnología de California propusieron, a partir de análisis gravitacionales, la existencia de un planeta aún no observado, con una masa entre cinco y diez veces la de la Tierra y una órbita extremadamente alargada, capaz de alterar el movimiento de objetos como Sedna, 2012 VP113 y otros TNOs.

Imagen que muestra la ubicación actual de Plutón, Neptuno y el 2017 OF201.

Pero 2017 OF201 parece desafiar incluso esa hipótesis. Si el Planeta Nueve estuviera realmente allí, sus fuerzas gravitacionales habrían expulsado ya a este nuevo objeto del sistema solar, escriben los autores del estudio. Este punto de fricción podría indicar una complejidad aún mayor en la dinámica de los confines solares, en la que además de Neptuno, el propio tirón de la Vía Láctea podría haber jugado un papel en moldear la trayectoria de este errante glacial.

Más allá del hallazgo

El descubrimiento también pone en tela de juicio la idea de un cinturón de Kuiper relativamente vacío más allá de ciertas distancias. Si el cosmos lejano está más poblado de lo que creíamos, entonces muchos de nuestros supuestos sobre la evolución temprana del sistema solar necesitan ser replanteados. 

Cheng y su equipo utilizaron sofisticadas herramientas computacionales para rastrear la firma orbital de este objeto y desentrañar los pasos que lo llevaron a su posición actual: "Podría haber sido arrojado primero hacia la nube de Oort y luego retornado por alguna interacción cósmica aún desconocida."

El eco de 2017 OF201 resuena con un matiz histórico: nos recuerda que, igual que con Plutón hace casi un siglo, los grandes descubrimientos no siempre ocurren de golpe, sino que se gestan en el análisis meticuloso, en la mirada paciente y en la voluntad de cuestionar lo establecido

Porque en la vastedad del cosmos, el conocimiento no siempre avanza en línea recta. A veces, como 2017 OF201, lo hace en curvas lentas, casi imperceptibles, orbitando nuestras certezas hasta transformarlas.



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miércoles, 28 de mayo de 2025

Viajes. El estigma que la película 'Tiburón' causó en los escualos

El próximo 20 de junio se cumplen 50 años del estreno de Tiburón. El filme de Steven Spielberg no solo fue un éxito de taquilla, también significó la primera aproximación del público al mundo de los escualos. Sin embargo, la imagen que daba de estos majestuosos peces dista mucho de la realidad. Charlie Sarria, biólogo marino y divulgador especializado en tiburones, explica por qué no debemos creer todo lo que vemos en la gran pantalla.

National Geographic: ¿Es el tiburón blanco tan voraz como se muestra en la película?
Charlie Sarria: No en el contexto referente al ser humano. El tiburón blanco (Carcharodon carcharias) es un superdepredador, sí, pero eso no significa que ataque todo lo que se mueve. Es un cazador eficiente y especializado que prefiere presas como focas, lobos marinos o peces grandes como túnidos. El ser humano no forma parte de su dieta. De hecho, muchos de los pocos ataques a humanos se consideran “errores de identificación”: el tiburón muerde, pero rara vez consume.

Por desgracia, a veces se producen casos fatales, aunque estos se dan como consecuencia de encontrarse en el lugar equivocado en el momento equivocado y variables como aguas turbias, animales muertos cerca de zonas estuáricas o chapoteos. Cabe recalcar que, si fuéramos un alimento habitual, los ataques serían mucho más frecuentes y letales. Hay numerosos videos de surfistas en California practicando deporte junto con tiburones blancos al lado, y normalmente no pasa nada.

El biólogo marino Charlie Sarria, junto a un tiburón azul (Prionace glauca) en Bermeo, País Vasco.

National Geographic: ¿Hasta qué punto Tiburón contribuyó a tener una idea equivocada de los escualos? 

Charlie Sarria: Tuvo mucho que ver. Más allá de ser una obra maestra del suspense, la película instauró una narrativa de terror alrededor de los tiburones, especialmente del blanco. Su éxito fue tal que generó un miedo colectivo a bañarse en el mar y, lo que es más grave, justificó campañas de exterminio. En los años posteriores a su estreno, miles de tiburones fueron cazados bajo la falsa premisa de estar “limpiando” las playas. Hoy sabemos que los ataques de tiburones blancos son extremadamente raros, pero la imagen del tiburón como “asesino insaciable” sigue presente en el imaginario popular

A pesar de que nací 11 años después del estreno de esta película, recuerdo a mis padres diciéndome que la gente tenía miedo de nadar en las playas de Málaga por temor a que un tiburón apareciese y se los llevase al fondo del océano. El condicionamiento psicológico fue enorme, pero quiero pensar que todo ello también hizo que tanto yo como algunos de los mayores expertos de elasmobranquios hoy en día se interesaran, quizás desde el morbo, por estos animales tan importantes en el planeta, cambiando su punto de vista radicalmente.

National Geographic: A pesar de ser la especie más representada en el mundo del cine, no es ni de lejos la más conocida. Al contrario, muchos datos ecológicos, como su área de cría, siguen siendo un misterio. ¿A qué crees que se debe?

Charlie Sarria:  Se debe a que los tiburones blancos son unos peces esquivos, de movimientos amplísimos, y habitan zonas muy difíciles de estudiar: aguas abiertas, lugares remotos o profundidades complicadas. Además, su baja densidad poblacional hace difícil rastrearlos. En los últimos años, tecnologías como los transmisores vía satélite han revelado rutas migratorias increíbles, pero aún hay lagunas: no sabemos con certeza, por ejemplo, cómo se reproducen, cuánto viven en libertad o cuántos individuos aproximados puede haber. Algo que quedó claro con la noticia sobre el posible avistamiento de un neonato de tiburón blanco en aguas estadounidenses publicada en National Geographic España. Esta falta de datos es peligrosa, porque sin conocimiento no hay conservación, o no tanta como quizás debería.

National Geographic: A pesar del miedo que muchos espectadores tienen a los escualos, estos son imprescindibles para los ecosistemas marinos. ¿Por qué son tan importantes?

Charlie Sarria: El tiburón blanco es un auténtico superdepredador. Se encuentra en lo más alto de la cadena trófica y, por lo tanto, regula los ecosistemas desde la cima, lo que en inglés se conoce como top-down. Son especies vitales, pues, aunque su número no es elevado, tienen la capacidad de regular los ecosistemas. Su pérdida implicaría la desaparición del rol al no existir otra especie con el mismo papel y cambios abruptos en la cadena trófica. Si desaparecen, el ecosistema entra en desequilibrio: aumentan los mesodepredadores (de niveles intermedios), bajan las poblaciones de peces pequeños y se altera toda la red trófica.

Estos peces regulan las poblaciones de presas como lobos marinos y focas, y su sola presencia influye en el comportamiento animal. Cuando no hay tiburones, estos cambian las rutas migratorias y los hábitos de caza, incluso cambian sus rutas, su forma de cazar, incluso sus zonas de alimentación. Lo vimos en False Bay, Sudáfrica: al desaparecer los tiburones blancos, aumentaron las focas y cayeron las poblaciones de tiburones más pequeños y peces. Es el típico ejemplo de “efecto cascada”. Por todo ello, conservar al tiburón blanco no es solo proteger a una especie, es cuidar de todo el océano.

National Geographic: Como explorador marino, en más de una ocasión has estado rodeado de escualos. ¿Qué recomendaciones darías a algún inexperto? ¿Qué debemos hacer —y qué no debemos hacer— cuando nos ataca un tiburón?

Charlie Sarria:  Lo primero es conocer el entorno, dónde estás, cómo funciona el lugar, si vas a ir solo o con expertos y guías locales. El contexto es vital para que la manera de ver a esos escualos sea la más segura y que menos altera el comportamiento natural de la especie o especies.

  • Si vamos a bucear con tiburones o hacer snorkel, debemos estar lo más calmados posible. Los ataques son rarísimos, y un comportamiento errático solo atrae curiosidad
  •  Si ves un tiburón: mantén el contacto visual, retrocede lentamente y sal del agua sin salpicaduras si es que no estabas buscando el avistamiento.
  • No nades solo ni al amanecer o atardecer o extrema las precauciones (horas de mayor depredación de grandes especies pelágicas).
  • Evita zonas con bancos de peces, sangre o residuos orgánicos. Podrías ser un POI (Point of Interest) de los tiburones al adentrarte en una zona que aumenta tus posibilidades de interacción negativa con ellos.
  •  No lo acorrales ni intentes tocarlo. Evita perseguirlos, ni invadir su espacio o ponerte frente a ellos. Los tiburones miden constantemente su dominancia tanto con individuos de su especie como con otros. Nadan en paralelo, persiguen a otras especies y llevan a cabo un sinfín de comportamientos para expresar quién es más dominante. Intenta mantener una posición vertical y no ir directamente hacia ellos.
  • Si el tiburón denota giros bruscos, pectorales hacia abajo o curiosidad excesiva, sal del agua y aborta el buceo. ¡Siempre podrás volver y disfrutar de esta maravillosa experiencia en otro momento!


via Sergi Alcalde https://ift.tt/E9Dz8BX

domingo, 25 de mayo de 2025

Viajes. Lo que los científicos recomiendan para protegerte de los microplásticos

Imagina que cada vez que respiras, masticas una manzana o simplemente te sirves un vaso de agua, introduces en tu cuerpo fragmentos diminutos de un material que nunca debería haber estado allí: plástico. No se ve, no se siente, pero está presente. 

Y, como si de una niebla invisible se tratara, impregna el aire, el agua y los alimentos que consumimos cada día. Bienvenidos al mundo de los microplásticos, una amenaza insidiosa que se ha infiltrado hasta en los rincones más remotos del planeta… y de nuestros cuerpos.

Los microplásticos —esas partículas menores a cinco milímetros— están tan presentes en nuestra vida cotidiana que científicos como Richard Thompson, pionero en su estudio, no dudan en afirmar: “El aire que respiramos, el agua que bebemos, la comida que comemos... están en todo”. 

Frente a este panorama, y mientras se investiga la verdadera magnitud del daño que podrían causar a la salud humana, la comunidad científica empieza a trazar un mapa de acciones concretas para protegernos.

¿Qué son exactamente los microplásticos?

Aunque parecen invisibles, los microplásticos son fragmentos que provienen de la descomposición de plásticos más grandes, como envases, bolsas y fibras sintéticas. Un paso más allá están los nanoplásticos —tan pequeños que pueden atravesar membranas celulares y circular por la sangre hasta llegar al cerebro o los pulmones—, cuya peligrosidad potencial empieza a preocupar cada vez más a los investigadores.

La ropa de poliéster, los utensilios de cocina, los empaques de alimentos y hasta los filtros de cigarrillo pueden ser fuentes de estas partículas. Y su viaje hacia nuestros cuerpos no tiene una única ruta: los respiramos, los ingerimos y, posiblemente, incluso los absorbemos a través de la piel.

¿Qué podemos hacer entonces para protegernos?

Aunque la eliminación total de los microplásticos en nuestra vida parece una quimera, los expertos coinciden en que hay medidas que, sin requerir un cambio radical, pueden ayudarnos a reducir nuestra exposición significativamente. 

La primera, y quizás más sencilla, es evitar el uso de botellas de plástico de un solo uso, especialmente aquellas que han estado expuestas al sol o al calor. El calor ablanda el plástico y favorece la liberación de partículas y sustancias químicas nocivas.

Otra recomendación clave: no calentar comida en recipientes plásticos. Pasar los alimentos a un recipiente de vidrio o cerámica antes de ponerlos al microondas puede marcar una gran diferencia. Lo mismo aplica a sartenes con revestimiento antiadherente rayado y a tablas de cortar de plástico muy gastadas. El calor y el uso constante aceleran la fragmentación de estos materiales.

La cocina, epicentro de la exposición diaria

En palabras de la doctora Tracey Woodruff, experta en salud ambiental, “la cocina es probablemente la estancia donde más fácilmente podemos reducir nuestra exposición diaria”. 

Desde desechar utensilios dañados hasta reducir el consumo de alimentos ultraprocesados —donde la presencia de microplásticos puede multiplicarse debido a su embalaje y proceso industrial—, hay pasos sencillos que pueden marcar una diferencia significativa.

Y no es solo cuestión de lo que usamos, sino de cómo limpiamos. Aspirar con filtros HEPA, fregar con paños húmedos y ventilar bien los espacios interiores reduce la cantidad de microplásticos en suspensión en el hogar. 

También es importante prestar atención a la ropa: las prendas sintéticas, como el nylon o el poliéster, liberan fibras con cada lavado y uso, que acaban flotando en el aire que respiramos. Optar por tejidos naturales, como el algodón o la lana, puede ser una medida útil a largo plazo.

¿Hasta qué punto debemos preocuparnos?

La ciencia aún está en las primeras etapas de comprensión de los efectos exactos de los microplásticos en los humanos, pero algunos estudios ya apuntan a vínculos con inflamación crónica, enfermedades cardiovasculares e incluso disminución de la calidad del esperma. 

Un estudio reciente demostró cómo los microplásticos pueden suprimir el sistema inmune en animales, lo cual plantea interrogantes alarmantes sobre los efectos acumulativos en nosotros.

Pese a todo, los expertos insisten en no caer en el alarmismo paralizante. “No podemos eliminar por completo nuestra exposición, pero sí podemos reducirla significativamente con pequeños ajustes”, afirma la profesora Christy Tyler. 

El truco está en identificar nuestras fuentes principales de exposición y actuar con sentido común: menos plásticos en la cocina, mejor ventilación en casa, tejidos naturales en el vestuario y, sobre todo, evitar el uso de plásticos con calor o deterioro.

Regulación y responsabilidad colectiva

No todo recae en el ciudadano. Los científicos y activistas coinciden en que se necesita una intervención decidida por parte de gobiernos y organismos internacionales. La prohibición de microperlas en cosméticos en EE.UU. y Europa o el tratado internacional que negocian 175 países para frenar la contaminación por plásticos son pasos necesarios. Pero aún queda mucho camino por recorrer.

Dejar de utilizar pajitas de plástico o cambiar a una botella reutilizable no resolverá por sí solo el problema. Sin embargo, cada gesto cuenta, y cada decisión consciente puede sumar para disminuir el torrente de microplásticos que circula dentro y fuera de nosotros.




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sábado, 24 de mayo de 2025

Viajes. Un megatsunami amenaza a EE.UU.


Bajo las aguas profundas del Pacífico, en la zona de subducción de Cascadia, una falla sísmica de más de mil kilómetros de longitud se extiende desde la isla de Vancouver hasta el norte de California. 

Allí, donde las placas tectónicas de Juan de Fuca y América del Norte se encuentran en un abrazo tenso, los científicos han identificado un escenario tan aterrador como plausible: un megaterremoto de gran magnitud que podría desencadenar un megatsunami de hasta 300 metros de altura.

El impacto de este fenómeno, según las proyecciones presentadas por investigadores de Virginia Tech y publicadas en Proceedings of the National Academy of Sciences sería devastador. Las gigantescas olas recorrerían la costa oeste en cuestión de minutos, afectando gravemente los estados de Washington, Oregón y el norte de California, donde más de 70.000 kilómetros cuadrados están en riesgo directo.

19 eventos

Los cálculos del equipo de investigación liderado por la científica geológica Tina Dura destacan que este fenómeno no es meramente teórico. Las capas de sedimentos marinos analizadas muestran evidencia de al menos 19 eventos similares en los últimos 10.000 años. 

El más reciente ocurrió en 1700 y generó olas que alcanzaron incluso las costas del Japón. Pero lo que preocupa a los expertos no es el pasado, sino la certeza con la que se anticipa el próximo gran evento: un temblor que podría alcanzar magnitudes superiores a 9.0 en la escala de Richter, y que desataría una pared líquida de destrucción incontenible.

Radiografía de una amenaza

Para entender mejor esta amenaza, es vital comprender la mecánica tectónica de la zona de subducción. Las placas involucradas no se deslizan suavemente, sino que quedan trabadas durante siglos, acumulando energía que, al liberarse repentinamente, da lugar a terremotos colosales. 

Esta liberación de energía es también la que desplaza enormes volúmenes de agua, generando los megatsunamis. A diferencia de un tsunami común, donde las olas pueden medir entre 10 y 20 metros, un megatsunami puede arrasar ciudades enteras incluso antes de que su sombra haya tocado tierra.

Los investigadores también han comenzado a modelar con inteligencia artificial diferentes escenarios de impacto. Uno de los modelos más alarmantes sugiere que las ciudades costeras como Seattle y Portland podrían ser arrasadas en menos de 15 minutos después del sismo inicial. 

Esto deja poco o ningún margen de tiempo para la evacuación, lo que incrementa exponencialmente la cantidad de víctimas potenciales. En el peor de los casos, las pérdidas humanas y materiales podrían superar las de cualquier desastre natural registrado en la historia moderna de EE. UU.

Los datos son tan contundentes que han motivado a varias agencias gubernamentales y organizaciones científicas a redoblar esfuerzos en la creación de infraestructuras de alerta temprana, simulacros de evacuación y reforzamiento de edificaciones costeras. Sin embargo, el desafío va más allá de lo técnico: se trata también de generar conciencia real y sostenida en una población que, muchas veces, vive de espaldas al mar que podría convertirse en su verdugo.

El megatsunami no solo amenaza con su furia a nivel local, sino que podría tener consecuencias geopolíticas. Según el análisis, el colapso de las principales ciudades portuarias y económicas del oeste estadounidense modificaría rutas comerciales, economías regionales y podría precipitar una respuesta militar o humanitaria de escala internacional.

Así, bajo el reflejo turbio del Pacífico, el tiempo corre en silencio. Mientras millones continúan su vida cotidiana en la costa oeste, un titán dormido espera su momento. No hay certeza del “cuándo”, pero sí del “cómo”. Y en ese “cómo” yace la urgencia de prepararse, de comprender que el verdadero monstruo no es la ola, sino la ignorancia ante su existencia.



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miércoles, 21 de mayo de 2025

Viajes. Esta es la mayor preocupación de Bill Gates

En un mundo sacudido por las heridas aún frescas del COVID-19, Bill Gates no ha dudado en advertir que: “Si logramos evitar una gran guerra, entonces sí, habrá otra pandemia, probablemente en los próximos 25 años”. Así lo ha declarado recientemente el fundador de Microsoft en una entrevista. 

No se trata de una predicción apocalíptica gratuita, sino de una evaluación fría y meticulosa de las tendencias actuales, donde factores como el cambio climático, la densidad poblacional y la globalización configuran el terreno fértil para la propagación de nuevos virus.

Gates no es ajeno al papel de profeta moderno. Desde hace casi dos décadas ha alertado sobre los riesgos globales que amenazan la estabilidad de nuestras sociedades, desde desastres climáticos hasta ciberataques. 

Pero entre todas las amenazas, hay dos que ocupan un lugar prioritario en su lista de preocupaciones: el estallido de una guerra de escala global y el resurgimiento de una pandemia que vuelva a poner de rodillas al planeta. Y si evitamos la primera —dice—, la segunda es prácticamente inevitable.

Mundo descoordinado

El multimillonario recuerda con claridad lo que ocurrió en 2020, cuando el mundo, sorprendido y mal preparado, enfrentó el embate del coronavirus. Incluso la nación que debía liderar la respuesta —Estados Unidos— falló, afirma Gates. 

La descoordinación política, la falta de estrategias de contención efectivas y la desinformación socavaron cualquier posibilidad de liderazgo efectivo. “El país que el mundo esperaba que liderara, no estuvo a la altura”, sentencia con una mezcla de decepción y determinación.

A raíz de esa experiencia, Gates publicó en 2022 el libro How to Prevent the Next Pandemic, donde detalló una hoja de ruta con recomendaciones claras: invertir en investigación de vacunas, fortalecer los sistemas de detección temprana, implementar políticas de cuarentena más estrictas y crear infraestructuras globales de respuesta rápida. 

Aunque reconoce ciertos avances —sobre todo en la inversión para la preparación pandémica—, su juicio sobre el progreso general es pesimista. “Se han aprendido algunas lecciones, pero mucho menos de lo que esperaba”, lamenta.

Y no es el único en sostener esta visión crítica. En el documental de Netflix What’s Next? The Future with Bill Gates, el magnate se sienta a conversar con el Dr. Anthony Fauci. En este episodio centrado en la prevención de enfermedades globales, ambos coinciden en que los países con mayores recursos, como Estados Unidos, tienen una “responsabilidad moral” de actuar con liderazgo y compartir sus medios para evitar futuras catástrofes sanitarias.

Fauci, que también publicó recientemente sus memorias bajo el título On Call, expone en ellas una de las amenazas menos visibles pero más corrosivas del presente: la erosión de la confianza pública en la ciencia, alimentada por la desinformación. “Estamos en medio de una crisis de la verdad”, advierte. 

No obstante, conserva una chispa de esperanza. En una entrevista con People expresó su creencia en que los valores fundamentales de la humanidad acabarán prevaleciendo. “Todavía soy un optimista cauteloso. Creo que los mejores ángeles de cada persona terminarán por manifestarse”.

¿Cuándo y cómo?

Mientras el reloj avanza hacia una posible nueva emergencia sanitaria, la pregunta que flota en el aire no es si habrá otra pandemia, sino cuándo, y sobre todo, cómo reaccionaremos ante ella. Las divisiones políticas, que en su momento dificultaron una respuesta eficaz ante el COVID-19, siguen presentes. 

Y para Gates, ese sigue siendo el mayor obstáculo. “Todavía no estamos reflexionando seriamente sobre lo que hicimos bien y lo que hicimos mal”, afirma. “Tal vez en los próximos cinco años eso empiece a mejorar. Pero hasta ahora, es sorprendente lo poco que hemos avanzado”.

El legado de esta advertencia está claro: no podemos permitirnos la complacencia. La historia ya nos dio una muestra de lo que puede ocurrir cuando no estamos listos. 



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martes, 20 de mayo de 2025

Viajes. Nieve y silencio

El blanco inmaculado de la Laponia sueca domina esta escena capturada en la ruta de Kungsleden, también conocida como el “Camino del Rey”. Un caminante avanza en medio del silencio helado arrastrando su pulka, un trineo diseñado para transportar provisiones y equipo durante expediciones en terrenos nevados. Esta forma de viajar, tan exigente como austera, permite adentrarse en los paisajes más remotos del Ártico, donde la huella humana es casi inexistente.

Kungsleden se extiende a lo largo de unos 440 kilómetros por el norte de Suecia, y cruza algunos de los paisajes más salvajes del continente europeo. Durante el invierno, las temperaturas pueden caer por debajo de los -30 °C, y el día apenas dura unas pocas horas. Aun así, cada año aventureros de todo el mundo se enfrentan a este desafío, combinando deporte, aventura y la búsqueda de una conexión profunda con la naturaleza más inmaculada. Aquí no hay carreteras, ni electricidad, ni siquiera un refugio calentito: solo nieve y silencio.



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lunes, 19 de mayo de 2025

Viajes. ¿Puede un avión solo con el piloto automático?

El 17 de febrero de 2024, un vuelo de Lufthansa que cubría la ruta entre Frankfurt (Alemania) y Sevilla (España) sufrió un percance que, por suerte, no tuvo consecuencias graves. Sin embargo, la publicación del informe anual de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil de España (CIAIAC) ha reabierto el debate sobre los protocolos de seguridad.

Lo que sucedió fue que, mientras el avión se encontraba en fase de crucero con el piloto automático activado, el capitán abandonó momentáneamente la cabina para ir al baño. En ese breve intervalo, el copiloto sufrió una pérdida repentina de conciencia y, como resultado, el avión voló unos 10 minutos sin supervisión, manteniéndose en curso gracias al piloto automático. Cuando el capitán regresó y comprobó que su compañero no le abría la puerta, uso un código de emergencia para acceder a la cabina y decidió desviar el vuelo al aeropuerto de Madrid para que el copiloto recibiera atención médica.

El informe de la CIAIAC destaca la importancia de mantener siempre a dos personas autorizadas en la cabina de vuelo, incluso durante breves ausencias, debido a posibles imprevistos como este: aunque el piloto automático permitió mantener el rumbo, si se hubiera dado alguna circunstancia que requiriese intervención manual, podrían haber surgido complicaciones.

¿Cómo funciona el piloto automático de un avión y cuánto tiempo puede operar?

El piloto automático es un sistema informatizado que permite controlar el avión sin intervención constante de los pilotos, pero no sustituye su presencia ni supervisión. Concretamente, el sistema puede mantener constante el rumbo, la altitud y la velocidad de la aeronave, y asegurarse de que esta se mantenga dentro de una ruta preprogramada. En los aviones más modernos, puede incluso realizar aterrizajes de forma semiautomatizada en condiciones meteorológicas adversas, como niebla espesa o lluvia intensa.

En teoría, un avión comercial moderno podría completar casi todo el vuelo en piloto automático, siempre que esté correctamente programado y no surjan desviaciones imprevistas. De hecho, en la aviación civil los pilotos suelen automatizar el control una vez que el avión ha alcanzado la altitud y velocidad de crucero, ya que simplemente se trata de mantener constantes los parámetros hasta que empieza la fase de aproximación previa al aterrizaje.

Sin embargo, el piloto automático depende aún de la supervisión humana para la toma de decisiones ante imprevistos, como cambios meteorológicos, turbulencias o emergencias, es decir, cualquier movimiento que se salga de lo programado previamente. Esto es especialmente importante durante la fase de aproximación y aterrizaje, ya que puede haber cambios si, por ejemplo, hay mucho tráfico aéreo sobre el aeropuerto o si hay que cambiar de pista de aterrizaje.

Este incidente ha servido para recordar que, aunque la automatización aérea es extremadamente avanzada, la supervisión del piloto y el copiloto sigue siendo insustituible. También ha reabierto el debate sobre el llamado protocolo de presencia obligatoria en cabina, ya que, tras la tragedia del vuelo de Germanwings en 2015, muchos países adoptaron la regla de que siempre hubiera dos personas en cabina. En teoría, si el piloto o el copiloto deben salir aunque sea por pocos minutos, una persona de la tripulación debe quedarse en la cabina hasta que regrese.



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Viajes. ¿Por qué un barco mexicano chocó contra el puente de Brooklyn?

 

Lo que en principio tenía que ser una celebración de despedida tras una visita de cinco días se convirtió en un trágico accidente. El pasado sábado por la tarde, el buque escuela Cuauhtémoc, perteneciente a la Armada de México, se precipitó contra un puente de Brooklyn cuando se disponía a abandonar el puerto. Los tres mástiles del barco se rompieron como consecuencia del incidente, segando la vida de dos tripulantes y causando heridas en otros 20 cadetes. ¿Qué sucedió exactamente? ¿Por qué se precipitó hacia el puente? Al parecer, nada iba como se esperaba.

Se movía en la dirección equivocada

El Cuauhtémoc no tenía la intención de pasar cerca del puente de Brooklyn. Según explicó a CNN un alto funcionario municipal familiarizado con la investigación, el navío estaba siguiendo una ruta incorrecta.

El plan original era que, tras zarpar del puerto, hiciera una parada en un muelle de Bay Ridge (Brooklyn) para reabastecerse de combustible, antes de continuar su viaje hacia Islandia. Sin embargo, fueron las corrientes marinas las que arrastraron al barco por debajo de la estructura, llevándolo en una dirección que no correspondía con su itinerario planeado.

De acuerdo con la información proporcionada por un alto funcionario municipal, el comandante del Cuauhtémoc declaró a los investigadores que perdió dominio sobre la nave cuando el sistema de dirección falló. "Se quedaron sin energía y, al no poder utilizar el mecanismo de dirección, fueron incapaces de controlar el rumbo del barco", explica esta fuente a la cadena CNN, aclarando, sin embargo, que se trata de una valoración inicial que podría modificarse conforme avance la investigación.

Anteriormente, Eric Adams, alcalde de Nueva York, había mencionado que la embarcación sufrió una pérdida de potencia. Otros representantes de la administración municipal habían sugerido que podría haber algún "desperfecto técnico" que podría estar relacionado con el accidente.

La cadena estadounidense explica que el cuerpo de bomberos de la ciudad de Nueva York les comunicó por correo electrónico que recibieron un aviso sobre la colisión del barco aproximadamente a las 8:39 horas de la noche, por lo que enviaron más de un centenar de bomberos y personal de emergencias al lugar, según afirmó en un comunicado el departamento de bomberos de la ciudad. 

La mayor flota de grandes veleros del país, llamada Sail4th, que prepara una exhibición para celebrar el 250 aniversario de la fundación de Estados Unidos en 4 de julio de 2026, explicó a la cadena estadounidense que el velero había recibido a varias personalidades del país y a medios de comunicación como parte de su escala en Nueva York en su gira mundial. Hasta la fecha había visitado 212 puertos en 64 países, y navegado más de 700.000 millas, o lo que es lo mismo, 35 vueltas al mundo.

Un velero con historia construido en España

El buque escuelaARM Cuauhtémoc, llamado también "El Caballero de los Mares", es un velero de entrenamiento naval perteneciente a la Armada de México en el que realizan prácticas los cadetes de la Escuela Naval Militar mexicana. Construido en España en 1982, se trata de una embarcación de tipo bergantín-barca, dotado de tres mástiles.

Conocido como "El Caballero de los Mares", fue construido en España, botado al agua en 1982, y actualmente realiza viajes internacionales como parte del entrenamiento de los futuros oficiales, sirviendo además como embajador cultural de México en los puertos en los que hace parada alrededor del mundo. 

El buque escuela fue bautizado con el nombre del último emperador mexica, quien lideró la resistencia contra los conquistadores españoles en el siglo XVI. Hasta la fecha, la embarcación ha completado numerosos viajes alrededor del mundo y participado en regatas y concursos marítimos internacionales, lo que lo ha convertido en un orgullo de la Armada mexicana que es exhibido en ocasiones en numerosos eventos en armas internacionales. 



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sábado, 17 de mayo de 2025

Viajes. Hacia el infinito y más allá

Esta impresionante fotografía, premiada en la categoría “Motion” (“movimiento”) de los Sony World Photography Awards 2025, captura con maestría el despegue de un cohete espacial. El efecto de la larga exposición convierte el movimiento del cohete en un haz vertical de luz amarilla, perfectamente recto, que rompe la quietud del cielo. La fotografía refleja perfectamente la fuerza brutal del despegue y la sensación de velocidad imparable. Una forma visualmente poderosa de mostrar cómo la humanidad sigue empujando sus límites más allá de nuestro planeta.

La escena refleja la creciente presencia de China en la carrera espacial. El gigante asiático ha emergido como una potencia espacial en la última década, con una hoja de ruta ambiciosa que incluye estaciones espaciales propias, misiones a la Luna y a Marte, y una fuerte inversión en cohetes de nueva generación. Este avance no solo responde a intereses científicos o económicos, sino también estratégicos, ya que el espacio se ha convertido en un terreno clave.



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viernes, 9 de mayo de 2025

Viajes. El iceberg más grande del mundo se desintegra lentamente, pero su futuro sigue siendo incierto

Durante más de tres décadas, el iceberg A-23A ha surcado las aguas del hemisferio sur como una reliquia flotante del pasado glacial del planeta. Sin embargo, desde marzo de 2025, su gélido reinado parece llegar a su fin

Encajado frente a la remota isla de Georgia del Sur, este bloque monumental ha comenzado a deshacerse lentamente, víctima del sol austral, el oleaje inclemente y el paso inevitable del tiempo.

Aunque todavía ostenta el título del mayor iceberg a la deriva en el planeta, las cifras muestran una pérdida alarmante de masa. Según el Centro Nacional del Hielo de Estados Unidos (USNIC), entre el 6 de marzo y el 3 de mayo, ha visto desaparecer más de 360 kilómetros cuadrados de superficie: una extensión superior a la mitad del municipio de Madrid. 

Este fenómeno, conocido como “edge wasting” o desgaste del borde, ocurre cuando pequeñas porciones de hielo se desprenden a lo largo de sus flancos, sin alterar su forma general pero reduciendo notablemente su tamaño.

A pesar de no haberse desplazado significativamente desde marzo, A-23A ha continuado su desintegración pasiva. Las imágenes captadas por el espectrorradiómetro MODIS a bordo del satélite Aqua de la NASA el pasado 3 de mayo muestran una estructura erosionada, rodeada de escombros helados. 

Esta zona del Atlántico Sur, particularmente el fondo marino poco profundo cercano a Georgia del Sur, es conocida por atrapar icebergs en su viaje hacia el norte. A-23A no ha sido la excepción: lleva meses varado, expuesto a temperaturas más cálidas de lo habitual para su biografía antártica.

La escena que rodea al iceberg es tanto poética como alarmante: miles de fragmentos flotan en sus inmediaciones, recordando un cielo estrellado que se refleja sobre un océano sombrío. Algunos de estos pedazos, como el A-23C—nombrado oficialmente por el USNIC tras desprenderse en abril—alcanzan dimensiones preocupantes para la navegación marítima. Muchos miden más de un kilómetro de ancho y representan amenazas flotantes invisibles para embarcaciones que surcan estas rutas.

El coloso ya había mostrado signos de fragilidad durante 2024, cuando fue captado girando dentro del Pasaje de Drake, una de las regiones más hostiles para los icebergs. 

Ahora, a casi 55° de latitud sur, se encuentra alejado de las frías aguas antárticas que lo conservaron desde que se desgajó del Filchner Ice Shelf en 1986. En esas décadas, había sobrevivido casi intacto, resistiendo tanto el tiempo como la corriente.

Científicos que estudian el comportamiento de estos gigantes flotantes mediante imágenes satelitales reconocen tres patrones principales de fragmentación: el “edge wasting”, la fractura en grandes bloques y la desintegración total. 

El A-23A, hasta ahora, parece seguir el primero, aunque con señales de estar evolucionando hacia una fase más crítica. La extensa franja de hielo desprendido a lo largo de su flanco norte sugiere eventos recientes de debilitamiento acelerado.

Futuro escrito

Sea cual sea el desenlace, el destino de este iceberg está casi escrito. Más del 90 % de los témpanos que se desprenden del continente antártico siguen una ruta similar: se incorporan al Giro de Weddell, avanzan hacia el norte bordeando la Península Antártica y cruzan el Pasaje de Drake. 

Una vez allí, quedan a merced de las aguas más cálidas del Atlántico Sur, y, como todos los anteriores, terminan por derretirse, invisibles ante los ojos humanos pero profundamente transformadores para el equilibrio oceánico.



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