Empiezas a sentirte como si todos los demonios del infierno te estuvieran estirando hacia el averno. Mareos, náuseas, sudores fríos que te recorren la espalda y el alma, todo te da vueltas como si estuvieras metido en una centrifugadora gigante y la cabeza te va a estallar de un momento a otro. Intentas agarrarte a la vida con todas tus fuerzas pero estas te han abandonado hace rato. Parece que escuchas las trompetas del juicio final y el cabalgar lejano de los cuatro jinetes del apocalipsis. Todo es muy confuso y no sabes muy bien a qué achacarlo. Menuda forma tan terrible de empezar un viaje a Perú.
No hace falta ser un lince para adivinar que este episodio de fatalidades repentinas que hemos descrito consiste en el típico síntoma de mal de altura o soroche, que es como lo llaman en la cordillera de los Andes.
Mal de altura o hipoxia a partir de 2.400 metros
El vuelo de España a Latinoamérica con LAN Airlines había sido muy satisfactorio pese a la duración. No obstante, cuando aterrizamos en Perú hicimos un cambio muy brusco de altitud en cuestión de una hora. Pasamos de estar en el aeropuerto de Lima (que se encuentra prácticamente al nivel del mar) a aterrizar en el Cusco, situado a 3.362 metros de altitud. Y lo notamos… vaya que si lo notamos.
La hipoxia o falta de oxígeno en el aire se empieza a percibir a partir de los 2.400 metros de altitud, así que pronto empezamos a sufrir los efectos del mal de altura. En mi caso, se manifestaron en forma de leve cefalea y con una sensación de opresión en el pecho un poco desagradable. También algún que otro mareo al principio, un síntoma que si es constante y se acentúa puede llegar incluso a los vómitos.
Otro síntoma del mal de altura puede ser el trastorno del sueño. Los que me conocen saben que suelo dormir como una marmota, aunque en este caso, la primera noche del viaje a Perú me desperté a las 5 y media de la madrugada y ya no pude regresar a la cama. No sé si achacarlo al soroche o del enorme jet-lag que llevaba en el cuerpo.
A parte de eso, cualquier esfuerzo físico se nota muchísimo más, por lo que la primera recomendación para aclimatarse a la altura es tomarse las cosas con calma las primeras horas y descansar todo lo que puedas. Evitar esfuerzos inútiles como subir cuestas o escaleras demasiado rápido. ¿Seguimos esta recomendación? No.
El segundo consejo consiste en no comer demasiado hasta que el organismo se acostumbre a su nueva dosis de oxígeno. Hay gente que con el mal de altura puede perder el apetito, aunque en ese sentido parecía que estábamos inmunizados. ¿Comimos? Por supuesto.
La gastronomía peruana es muy tentadora y enseguida nos pusimos morados de causas, lomo saltado y deliciosos postres. Por la noche, otra cena opípara, así que muy mal doctor. Lo que tendríamos que haber hecho como si lo prohibieran es beber mucho, mucho líquido para estar bien hidratados. Beber y orinar ayuda a la aclimatación.
Los productos de coca para el mal de altura en Perú
La tercera recomendación para combatir el mal de altura es una tradición milenaria de los incas que está relacionada con la hoja de coca. En este sentido, para aclimatarte y evitar el soroche, en el Cusco te suelen ofrecer un mate de coca, que no es otra cosa que una infusión de hojas de coca. Yo no lo probé hasta la mañana siguiente y no sé si me hizo algún efecto o no, pero el sabor es muy similar al de un zumo de acelgas.
En esta zona de Perú la hoja de coca es algo muy habitual, se puede encontrar prácticamente en cada casa o tienda de souvenirs. A raíz de su popularidad se han comercializado muchísimos productos derivados de la hoja de coca. De hecho, yo traje a España mate de coca en sobrecitos como los de las infusiones, caramelos de coca o bombones de chocolate elaborados con coca.
Ya me guardo en todo momento de utilizar la palabra coca, que no cocaína. Son productos muy distintos y probablemente los amables señores de la aduana y sus amigos de la Guardia Civil no se hubieran tomado demasiado bien si hubiera importado lo segundo.
Igual me equivoco, pero me dio la sensación de que el tema de los productos de coca se ha explotado para atraer la curiosidad del turista. Dudo que los cusqueños consuman los mencionados caramelos o chocolates. Por haber, existe hasta un museo de la coca en el Cusco. Otra cosa es el mate y las hojas de coca mascadas, algo que está a la orden del día y que se puede ver hasta por la calle en boca de los lugareños.
Con coca o sin coca. Tardamos un par de días en aclimatarnos a la altura. Algunos antes, otros después. Unos lo sufrimos poco, otros lo padecieron de forma terrible, pero en general pudimos disfrutar casi el 90% del viaje a Perú con los ánimos a tope y muy buen humor.
Galería de fotos de Perú
via Pau http://ift.tt/1ZtN1UG
No hay comentarios:
Publicar un comentario