El viaje a Corea siempre guardará un lugar muy destacado en nuestro corazón porque fue la primera vez que viajamos a Asia con Teo. Viajar con un niño de dos años a la otra punta del mundo puede parecer una osadía, pero la experiencia fue muy gratificante para todos, incluyendo el peque que se lo pasó en grande correteando entre palacios y templos o jugando con los niños coreanos. Se trata de un destino que todavía no es muy popular entre los turistas occidentales, aunque sí entre los asiáticos. Lo que muchos considerarían una desventaja, para nosotros fue todo un aliciente. En este sentido, muchos coreanos sentían curiosidad cuando nos veía con un niño pequeño y hacían lo posible para llamar nuestra atención y hablar un ratito con nosotros.
Aunque en principio la barrera del idioma puede parecer un handicap, la amabilidad de la gente compensaba con creces el inconveniente. No nos engañemos, el coreano es un idioma muy complicado para nosotros y por aquellas tierras no se habla demasiado inglés… al menos en público. Sin embargo, todo el mundo se esforzaba al máximo para comprendernos y ayudarnos. Por si te animas a viajar a este fascinante destino, hemos recopilado diez lugares que nos encantaron de Corea del Sur, estos son nuestros imprescindibles.
Palacio Gyeongbokgung de Seúl
El Palacio Gyeongbokgung de Seúl fue construido a finales del siglo XIV por Lee Seong-Gye, el rey Taejo, y desde entonces fue el palacio principal de los reyes de la Dinastía Joseon. A pesar de que han pasado más de 600 años y una parte del complejo fue destruida por los japoneses, nos lo encontramos en un estado de conservación formidable. Para viajar con niños es perfecto, porque Teo pudo correr todo lo que quiso por este enorme recinto lleno de pabellones finamente decorados.
Arroyo Cheonggyecheon de Seúl
Estamos seguros de que todas la grandes ciudades del mundo necesitan una válvula de escape. Un lugar tranquilo donde charlar con los amigos, un decorado romántico donde intentar seducir a una bella mujer, una calle donde poder pasear en familia y olvidarte de las tensiones del día, contrarrestar el acelerado ritmo de vida de una metrópolis. En Seúl ese rincón es el arroyo Cheonggyecheon. Entero tiene casi 6 kilómetros de longitud, y 22 puentes que le confieren un aspecto muy idílico.
Insa-dong en Seúl
En Insa-dong la gente va a gastar miles de wones en las galerías comerciales, los restaurantes, las casas de té, las cafeterías y los puestos callejeros. Parece que los 50 millones de coreanos hayan decidido reunirse en un punto de Seúl un sábado por la tarde, pero el ambiente es sensacional. Si logras vencer el agobio inicial es un lugar fantástico, donde realmente late el corazón de la ciudad.
N Seoul Tower de Seúl
La N Seoul Tower es uno de los iconos más reconocibles de Seúl, pese a que no es demasiado bonita. A nosotros nos recuerda a Torrespaña, el célebre Pirulí de Madrid. Esta semblanza no es muy descabellada ya que las dos torres son coetáneas y tienen más o menos la misma altura aunque las separan más de 10.000 kilómetros. A pesar de que la torre sólo tiene 236,7 metros de altitud, al estar situada en la cima del monte Nansam (243 metros) la convierte en un mirador privilegiado. Sumando la altura de la N Seoul Tower y la de la montaña se alcanzan los 480 metros, de ahí que las vistas panorámicas de Seúl sean tan magníficas.
Templo Jogyesa de Seúl
Jogyesa no es de los templos más bellos, pero sí de los más populares del país. En nuestra opinión influyen dos factores fundamentales. El primero es la ubicación, ya que está emplazado cerca de algunos de los atractivos turísticos más importantes de Seúl entre los que se encuentran la bulliciosa Insa-dong, el palacio Gyeongbokgung o el Museo Nacional de Corea. El segundo motivo no es tan turístico, pero sí muy importante para los fieles ya que se trata del núcleo del budismo Zen en Corea y su altar es uno de los más sagrados para los budistas coreanos.
Mercado de pescado Jagalchi de Busan
Aquí no valen las nuevas técnicas de marketing para atraer al cliente. El juego de la seducción empieza con una mirada, una sonrisa, una voz melodiosa. Da igual que hables coreano, la conquista aquí se produce sin trampa ni cartón, los mostradores y piscinas te encandilaran con sus pescados y mariscos recién sacados del mar. Tendrías que ser de piedra para no embelesarte con los lenguados, atunes, caballas, gambas tigre, moluscos de tamaño ciclópeo o algunas de las comidas más raras de Corea, como el meongge, la lombriz de mar, la carne de ballena, el pepino de mar o el hoe o pescado crudo.
Templo Haedong Yonggungsa de Busan
Si tuviéramos que escoger uno de los templos más hermosos por su emplazamiento, probablemente escogeríamos el Haedong Yonggungsa de Busan. En una metrópolis tan desordenada, y con tantos estilos arquitectónicos como esta ciudad portuaria, resulta sorprendente toparte con un lugar tan extraordinario para la meditación. El lema del templo es que “por lo menos uno de sus deseos se cumplirán aquí si rezas de corazón” y aunque seamos ateos creo que visitando el Haedong Yonggungsa vimos colmados algunos de nuestros sueños de viajero.
Templo Bulguksa de Gyeongju
Bulguksa es tan descomunal que nunca tienes las sensación de estar hacinado. Al contrario de lo que sucede con nuestras iglesias, un templo de este estilo suele estar compuesto por muchísimos edificios distintos, murallas, escaleras que suben y bajan y pagodas. No hace falta ser ningún experto en arquitectura coreana o un ferviente budista para disfrutar de este rincón enclavado en la montaña. El colorido de su ornamentación, la vegetación que lo rodea, la belleza de los edificios y jardines o los cantos de los monjes te mantendrán en constante alerta.
Estanque Anapji de Gyeongju
Se trata de un hermoso complejo que formaba parte de la fortaleza real de Wolseung, construido hace más de 13 siglos por orden del rey Munmu con unos resultados más que admirables. No sabemos que aspecto tendría este rincón de Gyeongju hace cientos de años, pero en la actualidad es un verdadero remanso de paz y un lugar que invita a la relajación y a la vida contemplativa. La cantidad de turistas no es abrumadora, así que es fácil encontrar algún escondite para gozar de un momento zen.
Parque de los Túmulos y observatorio Cheomseongdae de Gyeongju
Los metemos en el mismo saco porque en realidad están muy cerquita. En el Parque de los Túmulos se puede comprobar de primera mano como era la cultura funeraria durante el reino Shilla y el viajero puede contemplar con 23 tumbas de los reyes. Por su parte el Cheomseongdae es el observatorio astronómico más antiguo que existe en Asia. Se trata de una zona fantástica para pasear por el centro de Gyeongju rodeado de un entorno incomparable.
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