Transilvania. TOP 1 región #BestinTravel 2016
Que el viajero aparte el crucifijo y se deje de ajos, no los va a necesitar en la Transilvania de hoy, que vence estereotipos. Aún se ven carretas de caballos por el campo, pero pronto compartirán las carreteras con taxis Uber que transporten turistas a alojamientos Airbnb de lo más chic. Hay que mirar más allá de las camisetas del conde Drácula para ver el creciente número de galerías, estaciones de esquí con buena relación calidad-precio y épicos circuitos por la naturaleza.
Vamos a clavar una estaca en el corazón de los clichés transilvanianos. Cierto es que esta región de Rumanía tiene castillos inquietantes y montañas envueltas en la niebla a las que uno no iría sin un crucifijo, pero la Transilvania actual es mucho más. Ofrece galerías de arte innovadoras, observación de osos y esquí en los Cárpatos.
Transilvania vive un renacimiento. Cluj-Napoca fue designada ciudad artística del futuro por Phaidon, y Braşov atrae a tantos amantes de la marcha nocturna como cazavampiros. Los caballos y las carretas aún pululan por el campo, pero dentro de poco compartirán senderos con taxis Uber, ya que esta red de transporte inaugura una nueva oficina en Bucarest. Mientras, poco a poco van creciendo los listados del Airbnb transilvaniano, lo cual es una excelente noticia para los amantes de la búsqueda de alojamiento en internet.
Más allá de las ciudades, todos los ojos están puestos en los auténticos depredadores de Transilvania: lobos, linces y la mayoría de la población de osos rumana, unos 6000 ejemplares. La reciente reintroducción del bisonte en los Cárpatos enriquecerá las oportunidades de observación de fauna. Lo más polémico es que el Gobierno sigue tramitando permisos de caza para animales considerados como una amenaza, y también han surgido críticas por la urbanización de espacios naturales. Pero algunas actitudes están cambiando en un país que antaño era conocido por el acoso y el tormento de osos. Los santuarios faunísticos, como Libearty, están en boga, mientras que operadores ecológicos como Ibis y Carpathian Mountain Tours llenan las montañas.
La renovación está en el aire en Cluj-Napoca, celebrada como uno de los centros artísticos emergentes de Europa. Ello se debe, en gran parte, a Fabrica de Pensule (Fábrica de pinceles), un colectivo artístico con seis minigalerías. Pero el runrún también se sirve de los curiosos museos y de la vida nocturna de Cluj, que combina hábilmente bodegas de toda la vida con un puñado de modernísimos bares alternativos.
Nieve excelente a precios bajos es el sueño de todo esquiador. Lo mejor de todo es que en Transilvania no hay que encerrarse en una remota estación de esquí. Poiana Braşov está a solo media hora de la ciudad de Braşov, y Păltiniş, una de las estaciones más altas de Rumania (1440 m), se halla a menos de 1 h de Sibiu. El arte vanguardista y las buenas pistas de esquí no borrarán la Rumanía rural de la imaginación del viajero. Hay iglesias fortificadas por toda Transilvania, y algunas de las mejores están en Biertan y Viscri. Y cuando una brisa suave mueve las contraventanas de madera y color pastel, y los aldeanos marchan a través de los campos, esta región hechiza.
Si todavía hay alguien que quiere ver a Drácula, que eche un vistazo a sus camisetas de recuerdo y que olvide todo lo que descubrió con Bram Stoker (cuya novela del s. XIX solo se inspira levemente en Transilvania). Para algunos, el histórico Vlad Dracul (hijo de Dragón o el Empalador) es un héroe nacional porque echó a los invasores otomanos por medio de espeluznantes estratagemas. Sus fans más acérrimos querrán aventurarse en su estratégica Ciudadela Poenari, en la vecina Wallachia, pero la ruta Transylvanian Vlad se centra en el delicioso y pintoresco Sighişoara, su pueblo natal.
- Que nadie se sorprenda si le crece la nariz al pisar el puente de hierro de Sibiu, de 1859. Es conocido como el puente de los mentirosos gracias a los vendedores ambulantes de los mercados y, según cuentan las leyendas locales, a los enamorados que juraban ser vírgenes.
- La conexión entre el palacio de Buckingham y Braşov no se ve enseguida, pero el príncipe Carlos apoya varios proyectos de conservación en Transilvania. Incluso plantó una pradera de flores silvestres en Highgrove Gardens, Inglaterra, para que le recordase a la campiña de Transilvania.
Con murales dorados y un tejado multicolor, el Culture Palace de Tàrgu Mureş es uno de los puntos de interés más desconcertantes de la región. Su interior es aún más maravilloso, sobre todo el refulgente Salón de los Espejos (Sala Oglinzi). Allí el folclore local está representado en los vitrales, desde cuentos de hadas a violaciones satánicas.
El sarmale rumano, una hoja de col enrollada y rellena de carne marinada, y las mămăligă, gachas de harina de maíz, a menudo adornadas con queso de cabra y bacón, son platos copiosos. Pero en la tierra Svékely, donde hay más habitantes de etnias húngaras que rumanos, todo lleva una dosis extra de pimentón. Entre el goulash húngaro, los papanaşi rumanos (donuts rellenos de crema) y los banquetes de carne a la parrilla, hay un sinfín de razones para brindar por el chef con una copa de țuică, el aguardiente de la región.
*Anita Isalska*
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