“Sales del puerto, revolotean las gaviotas, pones rumbo mar adentro al timón de tu vetusta embarcación y, entonces, te sientes el hombre más feliz de la Tierra”. Estas palabras llenas de romanticismo pronunciadas por George Clooney al inicio de ‘La tormenta perfecta’ podría suscribirlas cualquiera de los pescadores que, a diario, parten del puerto de Palamós en busca, la mayoría de ellos, de la preciada gamba roja. Ese tesoro marino que ha puesto a esta villa marinera de la Costa Brava catalana en el mapa culinario mundial. Como las anchoas de Cantabria, el salmón noruego o el bacalao islandés. Pero detrás de ese romanticismo hay horas y horas de paciencia y sacrificio, solo perceptible, valorable (¡y loable!) si uno es capaz de meterse en la piel de esos ‘lobos de mar’. Y ese es precisamente el ‘leit motiv’ de Pescaturismo, iniciativa puesta en marcha hace tres años por la Cofradía de Palamós. Una original propuesta (de mayo a septiembre) que navega en dos direcciones. Por un lado, estimular al turista con una experiencia lúdica diferente. Y por otro, concienciarle del esfuerzo que hacen los pescadores por mitigar el deterioro medioambiental –en este caso del mar– apostando por la pesca sostenible y la calidad del producto.
Para dar fe de esta apasionante experiencia, nos embarcamos en el Estrella del Sur III, convertidos en humildes ‘grumetes’ de su avezada tripulación. A las 06.30 de la madrugada, cuando Palamós trata de desperezar sus adormilados ojos con los primeros rayos de sol, nos da la bienvenida a pie de muelle su patrón, Xavi Miró. Él no era lo que se dice un pescador vocacional, aunque fuera hijo y nieto de pescadores, como los otros tres miembros de la tripulación. Pero el caprichoso destino quiso que, a sus 23 años, cambiara la carrera de Ingeniería de Caminos… por otro camino bien distinto. Y se hiciera a la mar. Huérfano de madre, su padre sufrió un fatal accidente de coche (del que murió dos años después) y Xavi cogió el timón familiar… y el de la Estrella del Sur III. Una barca de pesca construida en 1983 en fibra de vidrio, la segunda de España hecha de este material y no de madera, como las de toda la vida. Otra especie de ‘guiño del destino’ para este pescador poco tradicional, que supo optimizar sus científicos conocimientos universitarios para aplicarlos a su forma de pescar: innovadora, respetuosa con el medio ambiente… ¡y asociada a las nuevas tecnologías! Así, no es de extrañar que su puente de mando parezca más el cuadro de mandos de un avión de última generación, con diversos ordenadores que le proporcionan datos técnicos (cifras, estadísticas, parámetros…) que pondrían los pelos de punta a otros colegas menos modernizados. Ahora, a sus 45 años, asegura: “No me arrepiento del cambio de rumbo dado a mi vida ¡adoro este mar!”.
El Mediterráneo que vio nacer a Xavi [hijo de Palamós] es mucho más que su puesto de trabajo. De ahí su afán por protegerlo y mimarlo, consciente del valor que atesora. “Palamós está en una privilegiada cuña de la Costa Brava que le permite recoger los mayores nutrientes del Golfo de León, así como los sedimentos del Ter y de los ríos franceses”. Unos sedimentos de los que se nutre, precisamente, la gamba roja: “Es una especie carroñera que aprovecha estos detritus para crecer; y además lo hace en una localización de gran salinidad que le va de maravilla”. Pero Xavi es consciente de la necesidad de una pesca sostenible que favorezca el ciclo de reproducción de la gamba, para que esta no se extinga. Y para ello es básico que esa ‘pesca de arrastre’ se realice con redes que no sean de malla demasiado pequeña, para que las gambas más ‘jóvenes’ puedan seguir creciendo y reproduciéndose. Y tan importante como esto es no destruir los fondos marinos, donde se acumulan los nutrientes. De ahí que las ‘puertas’ que utiliza (planchas de hierro que sirven de lastre a la red y para abrirla horizontalmente sobre el fondo) tengan caída vertical (como cometas) y “a uno o dos metros del suelo para que no sean como arados que remueven todo el fondo, destruyéndolo y ahuyentando a las gambas”. Parece lógico de entender… aunque no todos lo apliquen con el deseado rigor. Por eso Xavi apuesta por la tecnología aplicada a la pesca: para controlar en todo momento, gracias a sensores, qué pasa a 700 metros de profundidad, donde su red de 80 metros, navegando a 2 o 3 nudos (unos 4 kilómetros/hora) realiza el ‘arrastre’, que debe ser suave para no destrozar el fondo marino.
La acción de calar (o tirar) la red tiene lugar a las 08.30, hora y media después de haber dejado el puerto de Palamós. Llegados a un punto que solo él y su GPS conocen, Camilo (el mecánico, y cuñado suyo), y Juan (marinero) empiezan a dar vueltas de manivela para que la red vaya desplegándose mansamente sobre el mar, como la cola de un vestido novia, hasta ser engullida por las aguas. Luego le siguen 60 metros de tirantes, las cuerdas que unen la red a las puertas. Y finalmente estas, con sus 600 kilos de peso cada una, sujetas y controladas por 1.700 metros de cable de acero inoxidable, a kilo el metro. Todo el proceso de calado dura unos 15 minutos, tras lo cual comienzan las cinco horas de paciente proceso de arrastre. Mientras Xavi controla la navegación, Camilo y Juan limpian a manguera la cubierta, y Toni prepara la comida. Su padre, abuelo y tíos eran pescadores pero él empezó de cocinero a los 16 años, alternando restaurantes en tierra con el barco. Ahora, a los 47, se dedica casi exclusivamente a guisar en el mar. Y pese a la austeridad de la cocina del barco, nos sorprende con un delicioso ‘menú marinero’. A las 12.00 toca rancho. De su olla, cual chistera de prestidigitador, aparece un guiso a base de araña, escórpora, calet (besugo) y pulpo con patatas. Y de la sartén, con el caldo del pescado, un ‘rossejat’ de fideos. Todo ello ‘maridado’ con un tinto de la tierra, en porrón que va pasando de mano en mano.
Ricky (mi compañero) y yo compartimos mesa y mantel con ellos. “Ya veis, somos como una familia. Paso más tiempo con ellos que con mi mujer”, comenta Juan, entre risas. Andaluz de Carboneras (Almería), Juan es hijo de pescadores –¡faltaría más!–, emigró a Catalunya a los 17 años y lleva otros tantos como pescador. Estuvo trabajando últimamente en un yate hasta que hace 6 meses se alistó a las órdenes de Xavi.
Mientras el Estrella del Sur III –ahora con el piloto automático y un ojo de Xavi siempre pendiente de los ordenadores– sigue arrastrando su red por el fondo del mar, la sobremesa transcurre entre alguna cabezadita en las literas e intercambio de anécdotas. Una de ellas nos pone un nudo en la garganta cuando Xavi nos cuenta un conato de ‘Tormenta perfecta’, por fortuna menos trágica que la del filme de Clooney… pero con una gran ola golpeando el Estrella y sacudiendo violentamente a su tripulación. Menos mal que nuestro día era apacible y el mar parecía una piscina por su absoluta calma chicha.
Transcurridas las cinco horas de arrastre, a las 14.20 llega la hora del ‘chorreo’: recogida de la red… con su cosecha marina. Los cables vuelven a enrollarse, emergiendo primero las pesadas puertas y luego la interminable red, en cuyo fondo se deja ver el rojizo tono de las gambas. “Hay unos 90 kilos”, comenta Xavi con ‘ojo clínico’. Rápidamente, pues no es cuestión de que la pesca pierda temperatura, Juan y Camilo abren la red esparciendo las gambas –y algún que otro pescado intruso (merluza, brótolas, calet)– sobre la cubierta, protegida del sol por una lona, y empieza el proceso de selección. Cual si fueran cuatro jugadores de cartas, Xavi, Toni, Juan y Camilo, uno en cada punta y ataviados con trajes impermeables y botas, empiezan a separar las piezas. Primero las no gambas, y luego encajonando estas en cuatro tamaños: pequeñas, medianas, grandes y extras. En media hora queda absolutamente despejada la cubierta y las cajas reciben una lluvia de hielo en polvo para mantener las gambas a menos de 5 grados de temperatura, sin que congelen (lo hacen a -2 grados) pero consiguiendo que lleguen frescas a la lonja.
Tras hora y media de plácida travesía de regreso, la Estrella del Sur III atraca de nuevo en el muelle de Palamós a las 16.45, casi diez horas después de haber partido. Y rápidamente, Toni lleva las cajas a la lonja, para el proceso de certificación. Allí cogen una de las cajas, comprueban la calidad de la gamba y la certifican. Luego, estas cajas, tras otra paciente –¡santa paciencia, la de los pescadores!– espera de turno, entran en la cinta mecánica que, tras su pesaje, las introduce en la Sala de Subastas. Estas se realizan en sistema decreciente; esto es, partiendo de un precio fijado por el encargado de la Lonja, este va descendiendo rápidamente hasta que alguien acciona el botón y realiza la compra.
Mientras, fuera, en el Estrella del Sur III, Xavi remata su jornada con el informe de su pesca. Y es que todo está bajo control en la Cofradía de Palamós. Por eso han logrado obtener esa capacidad para otorgar un Certificado de Calidad en un plan de gestión para la sostenibilidad de la pesca de arrastre, en la que cada uno de los 16 barcos acreditados han aceptado las condiciones de veda: dos meses al año, repartidos durante los doce meses, alternando varias semanas de pesca con una de ‘descanso’. Es la única forma de que la gamba roja mantenga su ciclo vital sin extinguirse.
Xavi se despide de nosotros con la satisfacción del deber cumplido… y un puñado de gambas para la familia. En casa le aguarda su esposa y sus dos hijos, de 14 y 6 años. “¿Si me gustaría que mis hijos fueran pescadores? No me importaría. Eso sí, que sean fieles a la pesca sostenible”. Palabra de pescador concienciado.
Temporada de Pescaturismo: De mayo a septiembre.
Tipos y horarios: Hay tres: ‘Pesca de gamba’ y ‘Pesca de Escamarlán’, ambas de 0.60 a 18.00; y ‘Pesca artesanal a nivel de mar’, de 06.00 a 12.00. En total participan en ellas 10 embarcaciones.
Punto de encuentro: Entrada Museo de la Pesca
Precios: 88 €/persona. Incluye comida a bordo (excepto en ‘pesca artesanal’) y refrescos, seguro, visita a la subasta de la Lonja y entrada al Museo de la Pesca (cierra a las 19.00).
Recomendaciones: Llevar pastillas anti-mareo, ropa cómoda, un impermeable, gorra y protección solar. Los menores (16 a 18 años) solo acompañados de un adulto.
www.pescaturismo.org, Tel. 972.600.424
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