Con la primavera ya encima, las ganas de escapadas a flor de piel y los vuelos directos desde Madrid y Barcelona a Faro operativos (a partir de abril), el Algarve invita a escaparse, con su propuesta de paisajes increíbles y fotogénicos coronados con un sol perenne. Repasamos los cinco “shots” que no te pueden faltar en tu viaje.
Tierra de mar, pero también de sierra, de paradisíacas playas, pero también de acantilados, de largas jornadas de luz, pero también de mágicos atardeceres, el Algarve es un destino sorprendente, lleno de contrastes. Sus 5.000 kilómetros cuadrados de superficie están llenos de paradas imprescindibles, paisajes naturales únicos y momentos que recoger en tu cámara –o en tu móvil. De este a oeste, a continuación te revelamos cinco que no pueden faltar en tu álbum fotográfico del Algarve.
Ilha Deserta (o Ilha Barreta). Es el paradigma de playa paradisíaca de arena blanca y aguas turquesas, hecho realidad. Un pequeño edén de tan sólo 7 kilómetros de largo y medio de ancho, al que solo se puede acceder por mar. Solo el paseo en barco ya merece la pena, bordeando los canales y laberintos de arena del Parque Natural de Ria Formosa y disfrutando de la presencia bucólica de las múltiples especies de aves que tienen aquí su hábitat natural, como los flamencos. El destino: mar azul infinito, fina arena y tranquilidad absoluta en la que es sin duda una de las playas más icónicas pero al mismo tiempo más relajadas del Algarve.
Cueva de Benagil. Los escarpados acantilados, las paredes rocosas y las cuevas son unas de las características más distintivas de la línea costera del Algarve en la zona del barlovento. Entre ellas destaca la cueva de Benagil, en Lagoa, considerada uno los fenómenos naturales más impresionantes del mundo. Una auténtica rareza que hay que explorar. Darse un baño en la pequeña playa que se forma en la gruta coronada por una cúpula de roca, con una cavidad en medio por la que se filtran los rayos de sol inundando la cueva de una misteriosa luz, es una experiencia única, que hay que tener en el Algarve.
Foía. El techo de la región y, a la vez, emblema del Algarve verde, se encuentra en la sierra de Monchique. A 902 metros de altitud se localiza Foía, el punto más alto del Algarve, donde éste se aprecia en toda su extensión, desde el cabo de San Vicente por un lado hasta Faro y las serranías por otro. Unas panorámicas imprescindibles que hay que disfrutar en toda su dimensión. Ascender a este punto (en coche, en bicicleta, en todoterreno o a pie) es un “must” para cualquier viajero: solo así es posible descubrir a vista de pájaro la fusión mágica del verde sierra con el azul mar del Algarve y disfrutar de una increíble panorámica de toda la región.
Cabo de San Vicente. Alcanzar el “fin del mundo” es algo que hay que hacer en el Algarve. De día y de noche, la visita al punto más occidental de Europa, el lugar donde la tierra terminaba y empezaban las tinieblas, es obligada en la región para descubrir uno de los paisajes más carismáticos de Portugal. Pero con el anochecer el lugar multiplica su magia ofreciendo un espectáculo de luz y sombras entre acantilados. No en vano está considerado entre los mejores atardeceres del mundo (y más fotografiados).
Aljezur y la Costa Vicentina. Traspasado el fin del mundo, éste no termina, como creían en la antigüedad. Pero sí empieza otro Algarve: el de las playas salvajes, las olas bravas, el Algarve que dibuja una de las costas más personales de Europa. Alejado de los destinos tradicionales para el turismo familiar, éste es el Algarve de los surfers, el de los amantes del mar y la playa en estado puro, que encuentran en las playas de Arrifana, Bordeira, Carreagem u Odeceixe su paraíso particular. Y también, el de los senderistas que se aventuran a descubrir a pie uno de las rutas de referencia en Europa: la Ruta Vicentina, que esconde algunos de los mejores miradores costeros entre el Alentejo y la punta de Sagres.
Más información sobre Algarve www.visitalgarve.pt
via Andrés Magai http://ift.tt/2st71gf
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