Valldemossa, tras los pasos de Chopin
Este verano hemos viajado ya hasta Ibiza y también a Formentera, así que no podía faltar Mallorca para completar el trío de ases de mis rincones preferidos en las Islas Baleares. Con la mejor mano de la partida, completamos nuestro viaje a Valldemossa, el lugar donde cualquier tiempo pasado fue bueno, pero nunca mejor.
Frederic Chopin definió Valldemossa como “el lugar más hermoso del mundo”. Y no es para menos. Este pequeño rincón de la Sierra de Tramuntana, no sé si será el lugar más hermoso del mundo, pero desde luego sí es uno de los más bonitos. También pensaron así George Sand –que vivió junto al compositor– o Rubén Darío, quienes junto a Chopin cayeron rendidos a los encantos de este paisaje intimista y rural, de la simplicidad de sus casas de piedra y sus calles adoquinadas, del carácter personal de este, dicen, pueblo mágico.
Valldemossa imprime carácter. Y aquí fue donde se gestó cuando durante el invierno de 1939, Frederic Chopin y George Sand vivieron en su famosa Cartuja, uno de los rincones más bellos. También lo hizo Jovellanos, de quien cuentan encontró la inspiración entre sus muros. No me extraña, claro. La Cartuja de Valldemossa se puede visitar hoy en día y, sí, al igual que las piezas más románticas de Chopin, su visita es inexcusable.
Haciendo honor a la obra de Sand, Un invierno en Mallorca, recuerdo especialmente mis tardes de domingo frente a la chimenea, rodeada de amigos y con una taza de chocolate caliente entre las manos. Sobre la mesa, una bandeja de cocas de patata, el dulce típico de Valldemossa que encontrarás en cualquier pastelería del pueblo, aunque a mí especialmente me gustan las de la panadería Ca'n Molinas que, fundada en el año 1920, es una de las más antiguas de la localidad. Y ya que estás en el Carrer Blanquerna, pasea por sus tiendas y mézclate entre los ríos de turistas, formarás parte de la estampa más pintoresca de Valldemossa.
Y si Valldemossa es el lugar más hermoso del mundo, puede que este hotel sea el más romántico, así que te costará madrugar en domingo si estás durmiendo entre los muros del bellísimo hotel Valldemossa. El madrugón merece la pena si es para visitar el mercadillo artesanal que cada domingo instalan en Valldemossa. Productos gourmet, pieles, frutas y verduras… a la hora de comprar, imprescindible llevarse a casa algunas de las especialidades mallorquinas como el camaiot o la sobrasada.
Texto y fotos: Lorena G. Díaz
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