Reconozco que si alguien me hubiera preguntado hace unos años aquello de “¿te gustaría saltar en paracaídas?”, estoy convencido de que le hubiera enviado a la mierda con tanta vehemencia como lo hizo Fernando Fernán Gómez con aquel pobre diablo que simplemente le quería profesar su admiración y pedirle un autógrafo. Menos mal que las personas a veces pasamos por momentos de locura transitoria y me atreví a probar esta experiencia, porque ha sido una de las vivencias más salvajes y divertidas que he hecho nunca. ¿No me crees? Dale al play del vídeo.
Hay decisiones que al principio parecen espinosas y llegar al punto en el que te ves asomado al vacío a 4.000 metros de altitud frente a la puerta abierta de una avioneta no es precisamente un camino de rosas, sobre todo a nivel emocional.
Skydive Empuriabrava
Pero volvamos al principio. Me encontraba de viaje en la Costa Brava para asistir a alguno de sus festivales, cuando surgió la oportunidad de ir a la zona de Empuriabrava. Había pasado muchas veces por la zona y sabía que era un enclave de una belleza extraordinaria. La zona está en pleno Golfo de Roses, dentro del Parque Natural dels Aiguamolls de l’Empordà y acoge la marina residencial más importante de Europa. Quizá te suene de ver sus canales y yates de lujo por la tele.
Antes de desplazarme hasta allí, decidí profundizar un poco más sobre la zona y descubrí que era el lugar perfecto para un bautismo del aire, saltos en tándem con paracaídas para gente que quiera experimentar emociones fuertes y sin experiencia previa. El lugar del crimen es un pequeño aeródromo donde se encuentra la empresa Skydive Empuriabrava, una de las más importantes del mundo para practicar este tipo de deportes de aventura.
No sé muy bien cómo, pero casi sin darme cuenta me encontré ante los mostradores consultando precios (se puede saltar desde 250 €) y opciones. Fue entonces cuando me hicieron la pregunta “¿te gustaría saltar en paracaídas?”. Y casi sin pensarlo dije que sí (creo que es mejor así, porque si le das muchas vueltas te quedas en el suelo). No soy precisamente una persona a la que le gusten las emociones fuertes. Nunca he subido a una montaña rusa ni a atracciones para liberar adrenalina en parques de atracciones. Lo más cerca que había estado de algo llamado aventura fue cuando me metí en una jaula para ver tiburones blancos en Sudáfrica, pero las sensaciones son completamente distintas.
Saltar en tándem con paracaídas en Empuriabrava
Pasan muy pocos minutos entre que tomas la decisión de tirarte y te llaman para darte un pequeño curso sobre lo que tienes que hacer. En ese tiempo se te pasa de todo por la cabeza. Te preguntas por qué millones de veces, piensas en tus seres queridos y en el mal trago que podrían pasar si te pasa algo, intentas visualizar la experiencia mentalmente, te entra el miedo escénico y te dan ganas de poner pies en polvorosa… me imagino que a cada uno le dará por pensar una cosa distinta pero yo en aquel rincón de la Costa Brava recordé la leyenda de Ícaro. Llamadme rarito.
Los pocos miedos que había tenido se disiparon cuando conocí al que iba a ser mi Dédalo particular. Ahora no recuerdo ni el nombre de aquel chico argentino, pero desde que me dijo que iba a saltar conmigo aquel instructor profesional se convirtió en mi padre, mi hermano, mi mejor amigo y mi superhéroe particular. Me explicó muchas cosas sobre seguridad, posiciones, altura, paracaídas… pero la más importante de sus funciones fue tranquilizarme y pedirme que disfrutara de la experiencia. Menos mal que le hice caso.
Tras colocarte el arnés, subes a la avioneta. Yo era el único que iba a saltar en tándem. El resto eran profesionales de varias selecciones nacionales que entrenaban en Empuriabrava e instructores con sus alumnos. Esos momentos son los más tensos, sobre todo cuando te percatas de las caras de concentración de los paracaidistas. Tu instructor te va mostrando el altímetro y no para de animarte y pedirte que disfrutes de cada segundo. A 3.000 metros de altitud se tiran las selecciones de paracaidismo de Qatar y Bélgica. Los siguientes somos Ícaro y Dédalo.
Si hiciera una suma del tiempo que duró la experiencia y tuviera que decir qué porcentaje de mis sensaciones correspondieron al miedo diría que oscilaron entre el 1 y el 5%. No obstante, si tuviera que escoger el momento más aterrador sería, sin duda, aquel en el que te sientas sobre las piernas del instructor, ancla tu arnés al suyo, abren la puerta de la avioneta y te ves mirando hacia la inmensidad de la Costa Brava a 4.000 metros de altitud. La mente humana no está preparada para eso.
Sin embargo, el pavor se esfuma de un plumazo cuando te empujan, das unas vueltas de 360º y te ves sin esperarlo en caída libre. Si me lo permites no voy a tratar de describir con palabras esa sensación, porque es algo que tienes que vivirlo para entenderlo. Ese minuto en el que pasas a toda velocidad de 4.000 a 1.500 metros es inenarrable, magia pura, un torrente de emociones sin freno en el que te sientes más libre que nunca, inmortal, como un dios del Olimpo.
Luego se abre el paracaídas y notas un fuerte tirón (ya nos lo había advertido Sir Isaac Newton hace casi cuatro siglos) acompañado de ciertas dosis de alivio. Entonces te das cuenta de que ya ha pasado lo mejor (o lo peor), que no era como te lo esperabas, sino 10.000 veces más espectacular y emocionante. Unos segundos antes se trataba de caer, caer y caer. Ahora con el paracaídas abierto te da tiempo a hablar con Dédalo y fruto de la adrenalina liberada le intentas explicar que ha sido de las mayores locuras que has hecho en tu vida. De repente el silencio y te percatas que desde allí arriba puedes divisar la belleza del Cap de Creus, la Bahía de Roses y la Costa Brava. Entonces te sientes el hombre más afortunado del mundo.
Pero como aquí las sensaciones cambian de bando en pocos segundos, ves que el suelo está cada vez más cerca y que te falta un pequeño detalle: aterrizar. Dédalo me dice que él tomará contacto con el suelo primero y que intente correr. Demasiadas emociones fuertes en tan poco tiempo, así que fue mi culo el que amortiguó la caída, aunque suavemente. Lo había conseguido, ya puedo tachar saltos en tándem con paracaídas en Empuriabrava de la lista de cosas que hacer antes de morir. Si el hombre menos atrevido del planeta lo pudo hacer, tú también. 100% recomendable.
Datos prácticos y precio para saltar en paracaídas
- Nombre de la empresa: Skydive Empuriabrava
- Dirección: Sector Aeroclub s/n – 17487 Empuriabrava
- Coordenadas geográficas: N 42.25869283772201º – E 3.109203279018402º ó N 42º 15′ 30” – E 003º 06′ 30”
- Precios de los saltos en tándem con paracaídas: desde 250 €
- ¿Necesitas experiencia previa?: No, sólo ganas de pasarlo bien y vivir uno de los momentos más emocionantes de tu vida
Quiero dar las gracias al Patronato de Turismo Costa Brava Pirineu de Girona por ayudarme a vivir esta locura, una experiencia inolvidable.
via Pau http://ift.tt/1KIqi2q
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