El delta del Ebro se adentra en el Mediterráneo como una gran ave con sus alas extendidas. El río llega a su destino final amplio y majestuoso, flanqueado por arrozales y marismas que mudan su aspecto con el paso de los meses y las estaciones. Localizado en el sur de Tarragona, este territorio de gran biodiversidad, frágil y cambiante, es hoy un destino excelente para la observación de aves, el turismo rural y las rutas fluviales y en bicicleta. Protegido como Parque Natural del Delta de l’Ebre y declarado Reserva de la Biosfera, es la segunda zona húmeda más importante de España tras el Parque Nacional de Doñana. Para descubrirla lo mejor es adentrarse sin rumbo por esta tierra dominada por el agua –lagunas, arrozales, acequias…–, siguiendo estrechas y laberínticas carreteras que llevan a todas partes, siempre con las montañas del Montsià como punto de referencia en el oeste y, por supuesto, el curso del río.
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