Aterriza (y despega) como puedas
Los 10 aeropuertos más escalofriantes del mundo
¿Quién quiere un vuelo plácido? Los pasajeros más intrépidos buscan despegues escalofriantes y aterrizajes vertiginosos. Tal vez con volar a alguno de estos aeropuertos les sirva. Estos son 10 de los aeropuertos considerados más peligrosos o difíciles del planeta. Y seguro que se podría sumar algún otro a esta lista.
1. Despegar en el Tíbet: Bangdo
Aterrizar en la cima del mundo no es fácil y requiere ajustes especiales Los motores del avión sufren por mantener la propulsión en el aire enrarecido y ganar altura es una lucha constante con la gravedad. Por eso la pista del aeropuerto de Bangdo, en Qamdo, Tíbet, es la más larga del mundo, además de la más alta: está a 4334 m de altura, casi como la cima del Mont Blanc, y la baja trayectoria del despegue y el aterrizaje ofrece vistas espectaculares de la meseta tibetana. A cambio hay 2 h de coche hasta la ciudad de Qamdo; no había otro lugar donde construir un aeropuerto.
Air China opera vuelos que unen Qamdo con Lhasa y Chendgu.
2. Aterrizajes resbaladizos en la Antártida
Union Glacier Camp © Adventure Network International
Aterrizar un avión en una montaña es una cosa y hacerlo sobre un cubo de hielo, otra muy distinta. Toda la superficie de la Antártida está helada, e incluso las pistas de aterrizaje están excavadas en hielo. Aterrizar es muy difícil; la ausencia de fricción obliga a los aviones a frenar utilizando el empuje inverso, lo cual requiere pistas muy largas que se extienden varios kilómetros por los témpanos de hielo. El viajero puede ser una de los pocos cientos de personas que viven la experiencia cada año.
Para vivirla, es necesario apuntarse a uno de los circuitos que visitan las estaciones de investigación de la Antártida. Adventure Network International organiza circuitos al polo Sur, aterrizando en el Union Glacier Camp.
3. ¿Aeropuerto, qué aeropuerto? Male, en las Maldivas
Situadas a menos de 2 m sobre el nivel del mar, las islas Maldivas tienen poco terreno para aeropuertos. Para construir la pista de Male los isleños unieron dos islas con arena extraída de una laguna. Los vuelos internacionales aterrizan en una pista casi tan grande como la propia isla. El avión flota entre círculos de arena rodeados de palmeras, cada vez más cerca del agua, hasta que los barcos quedan casi a la altura de las ventanillas, justo antes de posarse en la pista.
Si se vuela a las Maldivas, es imprescindible pedir un asiento con ventanilla.
4. Aterrizando en cuesta Lukla, en Nepal
¿Cómo aterriza un avión en una montaña? Pues con mucho cuidado. Situada a 2800 m de altura y rodeada por picos de 6000 m, la pequeña pista del aeropuerto de Lukla, en Nepal, está encajada entre un precipicio y la ladera vertical de una montaña. Los pilotos que llegan a este nido de águilas aterrizan en una pista que solo tiene 460 m de largo y una pendiente del 12% para que el avión alcance la desaceleración necesaria en el aterrizaje y la aceleración necesaria para el despegue. Aún así, miles de senderistas vuelan hasta allí cada año para ir al campamento base del Everest.
Docenas de pequeños aviones despegan a diario de Katmandú rumbo a Lukla, pero solo pueden aterrizar si no hay nubes en la pista. La principal aerolínea es Yeti Airlines.
5. ¿Es un barco o un avión? Ketchikan y Juneau, en Alaska
Antes de que existieran aviones capaces de cruzar continentes, las largas distancias se cubrían en hidroavión y los trotamundos paraban a descansar en puertos y canales, desde El Cairo hasta Calcuta (Kolkata). Para disfrutar de esta espléndida combinación de mar y aire, hay que poner rumbo a Ketchikan y Juneau, puntos de partida de hidroaviones que sobrevuelan los paisajes más emocionantes de América del Norte. Además, Alaskan Airlines también ofrece encuentros con osos salvajes y vuelos sobre Misty Fjords.
Pequeños operadores organizan vuelos en hidroavión desde Ketchikan. Alaska Seaplane Service ofrece servicios desde Juneau, además de vuelos chárter.
6. Volcanes muy de cerca en Hawái
Muchos vuelos ofrecen espectaculares vistas de picos montañosos, pero pocos se acercan a las montañas que escupen fuego. Sobrevolar un volcán puede parecer una locura, pero el Kilauea, en Hawái, lleva escupiendo roca fundida desde 1983 y los pilotos locales tienen mucha práctica para lidiar con ello. Si hay viento a favor, los helicópteros pasan cerca de la lava y las vistas del volcán son únicas. Algunos operadores incluso vuelan con las puertas abiertas para que los pasajeros sientan el calor.
No abre las puertas, pero Blue Hawaiian está considerado el mejor operador de helicópteros de Hawái.
7. Tocando el Himalaya en Leh
Seguro que hay pistas de aterrizaje más altas en el mundo, pero el atractivo de volar a Leh es el vértigo de sobrevolar picos de 6000 m, inclinarse y lanzarse hacia la nieve y las rocas. ¿Destino final? Un estrecho valle entre picos desolados. Mientras los motores rugen, las pendientes rocosas a ambos lados se acercan; y segundos antes de que el avión se quede sin cielo, efectúa una maniobra de giro vertiginosa para acabar posándose sobre la pista, a pocos metros de los expectantes porteadores. Los que tengan miedo a volar deben saber que esta maniobra casi acrobática es la única forma de entrar y salir de Ladakh de octubre a junio.
Hay mucha demanda de plazas para volar a/desde Leh, sobre todo cuando los pasos terrestres están cerrados. Es necesario reservar con bastante antelación en Jet Airways.
8. El vuelo más corto en las Islas Orcadas, Escocia
¿Quién quiere vuelos de larga distancia cuando puede tomar el vuelo más corto del mundo? El récord lo tiene el vuelo 353 de Loganair, que en condiciones normales tarda 2 min (y si hay viento de cola, 47 segundos) en conectar un campo de la isla Westray, del archipiélago de las Orcadas, y otro de la isla Papa Westray. Es muy práctico si uno tiene, por ejemplo, una cita con una vaca de las tierras altas; claro que hay mejores razones para visitar la zona, como la observación de aves o ver la casa más antigua del norte de Europa, construida con piedras de la zona en el año 3500 a.C.
El vuelo más corto del mundo se reserva en Loganair. Si se pierde el vuelo de vuelta; hay ferris que conectan las islas varias veces al día.
9. Aterrizar según la marea en Barra, Islas Hébridas
La segunda mención a la intrépida Escocia llega gracias a la diminuta pista de aterrizaje de Barra, en las islas Hébridas occidentales. Quizá sea la única pista del mundo en la cual los horarios de los vuelos los dicta la marea. Los vuelos solo pueden tomar tierra cuando hay marea baja y la playa de guijarros de Traigh Mhor queda firme para servir de pista de aterrizaje a los vuelos diarios procedentes de Benbecula y Glasgow. El mayor peligro del aterrizaje son los cubos y las palas olvidados en la playa por despistados recolectores de berberechos.
Es necesario consultar los horarios de la marea antes de planificar el viaje. Hay vuelos en aviones Twin Otter a Benbecula y Glasgow con Flybe.
10. A pocos metros de la playa: San Julián, isla de San Martín
El lector puede imaginar la escena: una playa tropical, el sonido de los tambores de fondo y, de repente, un Boeing 747 surgiendo de la nada con los motores rugiendo; está tan cerca que el aire huele a combustible. La corriente de aire se lleva la sombrillita del cóctel. No, no es la escena de una película, es un aterrizaje normal en el aeropuerto internacional Princess Juliana, en la parte holandesa de la isla de San Martín. Antes de tomar tierra en la pista, los aviones pasan a escasos metros de los bañistas de Maho Beach, todo un espectáculo para los fans de la aviación.
Para vivir la aventura por completo, se puede volar desde París, Ámsterdam o EE UU y disfrutar dos veces del aterrizaje, una desde dentro del avión y otra desde Maho Beach.
Todas estas experiencias y otras muchas pueden encontrarse en 1000 experiencias únicas, de Lonely Planet y geoPlaneta.
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