Tulum, amor a la mexicana
De entre innumerables experiencias viajeras alrededor del mundo, amanecer en Tulum es para mí una de las más inolvidables. Mucho más que México, mucho más que Riviera Maya, Tulum es, por su ubicación –a orillas de una de las playas más bellas del mundo-, historia y sencillez, uno de mis destinos preferidos. Allá vamos.
A la vera de una preciosa playa del mar Caribe se erige la ciudad amurallada de Tulum, la fortaleza maya que cada año atrae a cientos de visitantes de cualquier parte del mundo. Bajo el intenso sol que baña la Riviera Maya y frente a una extensión de fina arena blanca, Tulum alcanzó su momento de gloria al final del período clásico (cerca del año 1000 d.C.), defendida por cuatro muros, tres de ellos de piedra y uno invisible, el más temido de todos, el mar Caribe. Fotogénica como pocas, Tulum acapara todos los flashes en la más espectacular de sus estructuras, ‘El castillo’, situado al borde de un acantilado desde donde disfrutar de una imagen de postal acompañada de las turquesas aguas del mar Caribe, preferiblemente a primera hora de la mañana, cuando la luz es mejor y los turistas aún duermen.
Al lado de la zona arqueológica se encuentra ‘Tulum Pueblo’, una de las zonas más pintorescas de la región en cuyo retrato no encontrarás grandes edificios ni masificaciones. Bienvenidos a la alternativa bohemia de la Riviera Maya, un rincón salvaje fiel a la buena y tranquila vida. Tulum era conocida en la antigüedad como ‘Amanecer’ (Zamá), así que con un paralelismo con el destino, lo mejor es amanecer en una de las típicas cabañas de la región como las del Zamas, un romántico y sencillo hotelito ubicado en plena playa, a la orilla del mar, el lugar perfecto donde celebrar que el mundo no terminó en diciembre de 2012 y que además hoy, y aquí, tenemos la oportunidad de ser un poco más felices.
“La sencillez os hará libres” podría ser un excepcional slogan de campaña para un destino turístico como Tulum. Es tranquilo, bohemio y por supuesto, se come bien. Esto es México, qué pensabais. Por eso en el restaurante de Zamas (lo de restaurante es un decir cuando hablamos de una bonita palapa a menos de 2 metros del mar), sirve los mejores tacos de la zona acompañados, cómo no, de una chela (cerveza) bien fría.
Menos chelas, pero mucha más meditación es lo que se puede encontrar en Casa Violeta otro bonito hotel boutique en Tulum pensado para la conexión cuerpo-mente de sus huéspedes. Dispone de un programa específico de yoga y todo en Casa Violeta está orientado a la reconexión con uno mismo, desde su comida saludable hasta sus hipnóticas vistas.
Una nueva corriente turística ha llegado a esta zona de México, y lo ha hecho para quedarse. Tulum se ha convertido en todo un antídoto donde refugiarse de la rutina, las prisas y el estrés de la vida moderna. A orillas del Caribe, y a 130 kilómetros del aeropuerto más cercano (Cancún), la vida es, un poquito más bella.
Texto: Lorena G. Díaz
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