Fotos de Guillem Serra y Miriam Pugés
¿Conocen la canción “El corazón partido”, de Alfredo Sanz? Así me siento hoy. Efectivamente, como viajero y periodista me ocurre muchas veces cuando descubro rincones especiales. Mi primer impulso es propagar el hallazgo, compartir con todos el descubrimiento. Y entonces me asaltan las dudas: ¿De verdad tengo que hacerlo? ¿Qué pasará si de pronto todo ese mundo se esfuma y pierde su encanto?
Esa es la idea que me viene a la cabeza cuando entro por primera vez en la provincia turolense del Matarraña. Matarraña, pienso, ¿a quién se le ocurrió ese nombre? Sin embargo, hay que reconocer que el mismo nombre llega a parecer hermoso cuando uno conduce por las solitaras carreteras de la comarca, un increíble paisaje hecho de ordenados olivares y pinos.
El río Matarraña, que da nombre a la comarca, nace en los puertos de Beceite, en el límite entre Tarragona y Teruel. Su nacimiento, entre formaciones calcáreas, es espectacular y a medida que va ganando tierras más llanas, atraviesa campos tapizados por olivos, almendros y vid. Es nuestra “Toscana” española.
Poco a poco el río va enlazando pueblos que conservan interesantes cascos urbanos e importantes conjuntos monumentales. Basta con contemplar la estampa de Valderrobres, Beceite, Calaceite y La Fresneda, por poner algunos ejemplos (hay muchos más), para darmos cuenta que nos encontramos en una zona debordante de paz y encanto. Paseando por las calles de cualquiera de ellos es fácil imaginar como era todo esto en los lejanos años de las guerras carlistas.
Ninguno de ellos ha cambiado en exceso, como si el paso del tiempo hubiera quedado congelado. Y ahí reside su encanto, sin duda. Probablemente también debido a la importante despoblación que ha sufrido, algo que también ya ha pasado en otros muchos pueblos aragoneses. Pero hoy, los nuevos urbanitas, movidos por la creciente afición al turismo rural, y porqué no decirlo, el afán de los hijos de aquellos emigrantes a recuperar sus raíces, ha llegado a tiempo de salvar de nuevo sus pueblos y devolverles su antiguo esplendor.
BECEITE, PUERTA DE ENTRADA. Empiezo mi particular periplo en Beceite. Es un pueblo rodeado de bellos parajes naturales. Los templarios levantaron gran parte de las edificiaciones e infraestructuras básicas del pueblo, como el puente de Santa Ana, la primitiva iglesia románica o el recinto amurallado, del que sobreviven sus portales.
Durante la Edad Media los monjes-guerreros del Temple y Calatrava administraron las tierras del Bajo Aragón. Con el tiempo, el reparto entre las ordenes religiosas marcó una línea divisoria que supuso la separación entre Aragón y Cataluña. Los pobladores musulmanes fueron segregados a extramuros de los pueblos, mientras los colonos de tierras leridanas repoblaron la comarca. Con ellos llegaron sus costumbres y su lengua, el catalán, que convive con el castellano. De hecho, todavía se mantienes muchas tradiciones catalana en el Matarraña.
EN VALDERROBRES. Un poco más al norte encontramos Valderrobres. Es una población que conserva su trazado medieval, con palacetes y casonas blasonadas. La entrada al pueblo debe hacerse por el puente gótico de San Roque para alcanzar el magnífico castillo, una joya medieval del siglo XIV que emerge, junto a la iglesia de Santa María La Mayor, como un faro en lo más alto de la localidad. En la coqueta plaza de España encontramos el Ayuntamiento, un edificio reproducido en el Pueblo Español de Barcelona como canon del estilo renacentista.
LA FRESNEDA. La verdad es que se hace muy difícil imaginar en estos tranquilos pueblos de piedra batallas de otras épocas. Paseando por las calles de La Fresneda, uno de los pueblos más bellos de España, busco indicios de estas batallas. Y es que las guerras Carlistas fueron aquí terribles realidades, con continuas ocupaciones, saqueos, quemas…
También durante nuestra Guerra Civil (1936-1939), en el Matarraña arraigaron con mucha fuerza las ideologías anarquistas. Tanto es así que Vicente Aranda eligió La Fresneda como el escenario perfecto para el rodaje de la película “Libertarias” (1996).
La Fresneda, declarado conjunto histórico-artístico gracias a su Casa Consistorial gótico renacentista en la Plaza Mayor, y a otros edificios interesantes como la casa de la Encomienda (siglo XVI), antigua residencia del comendador de la Orden de Calatrava, la iglesia parroquial (con un curioso campanario octogonal) y la iglesia de Nuestra Señora del Pilar (siglo XVIII) ofrece algo alejado de la propia población el Convento de los Fransciscanos Mínimos y la ermita de la Virgen de Gracia que acogió numerosas escenas de la producción. Este es otro de los pasatiempos para quienes se acerquen aquí: localizar los restos de aquella ambientación cinematográfica.
CALACEITE: Llegamos a Calaceite, uno de los conjuntos urbanos mejor conservados del Matarraña. Con numerosas casas señoriales, capillas, ermitas, portales y un ayuntamiento del siglo XVII, está declarado Conjunto de Interés Histórico Artístico.
Para conocer la población, es indispensable pasear por la Calle Mayor, Plaza de España y Calle Maella; recorrer la cárcel, y visitar la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción y el Museo Juan Cabré, dedicado a este insigne arqueólogo calaceitano, que impulsó las excavaciones arqueológicas en la comarca. Y es que en el Matarrañana abundan los yacimientos arqueológicos íberos, con restos tan espectaculares como los de los poblados de San Antonio o Tossal Redó, ambos en la localidad.
APASIONADOS A LA BUENA MESA. Pero no todo es historia ni patrimonio. La gastronomía también juega un papel importante. De las tierras fértiles bañadas por el río Matarraña y sus afluentes surgen trufas negras y robellones, y en ellas crecen olivos con un excelente aceite, y campos donde crecen cerdos y corderos, origen de excelentes jamones. Ternasco asado, perdiz escabechada y arroz con conejo son también platos típicos en la comarca. Es, sin duda, un aliciente más para los aficionados a la buena mesa.
COMO IR.
DÓNDE DORMIR Y DÓNDE COMER.
Maravillosas cabinas con vistas a los bosques mediterráneos del Matarraña. Una experiencia única de paisajes y sabores locales.
Carretera Nacional 232. km 96
44652 Monroyo / Mont-roig
Teruel. España.
RUTA SENDERISTA Y EL NACIMIENTO DEL MATARRAÑA. La excursión, de 4 kilómetros y sin apenas desnivel, comienza en el aparcamiento “Pla de la Mina”, cerca de Beceite y dirección al Parrissal. Tomando el sendero que sigue a la izquierda del Matarraña, en una hora llegamos a “badina negra”, donde podemos bordear el río o coger el sendero de la izquierda del cauce. El cañón se estrecha y en 40 minutos llegamos a los estrechos del Parrissal; en verano estre trecho suele estar seco, pero cruzarlo nos llevará 20 minutos; luego el paisaje se ensancha y llegamos a la confluencia de dos barrancos: es el nacimiento del Matarraña. La excursión es fácil, pero debemos procurar no entrar en este cañón en épocas de tormenta.
via Oriol Pugés http://ift.tt/2hx7Gcx
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