5 razones para visitar Menorca fuera de temporada
Playas cristalinas y casi vacías, naturaleza, historia y gastronomía, ¿te apetece una escapada a la isla tranquila de las Baleares?
Los que han descubierto cualquiera de las islas Baleares saben que son un paraíso que nada tiene que envidiar a las playas del Caribe. En esta ocasión hemos visitado Menorca, una isla llena de contrastes paisajísticos, que hace de la calma y del slow life su bandera diferenciadora. Una de las bondades del clima mediterráneo es que el buen tiempo dura prácticamente desde mayo hasta octubre, por eso te proponemos una escapada a Menorca huyendo de los meses más concurridos.
Menorca enamora. Cada playa se queda almacenada en tu memoria como una pequeña postal. Viajar a Menorca es darse a la buena vida: al ritmo lento, a la buena comida y sus sobremesas, al gusto a sal y al olor de pino mediterráneo.
Cuando viajas fuera de temporada te puedes dar el gustazo de hacer cosas diferentes. Parece que ya no sea obligatorio pasar cada día siete horas en la playa ni acumular moreno gratuitamente. Las razones que te vamos a dar para visitar Menorca son diferentes. Y diferente fue el viaje hasta la isla. En vez de coger un avión Barcelona – Mahón que te planta allí en menos de una hora, nos pusimos románticas e hicimos el recorrido en barco con la compañía Trasmediterránea. Tiene algo de magia, de encanto a lo Orient Express, embarcar en Barcelona por la noche, dormir confortablemente en sus camarotes y ver amanecer mientras entras por el angosto puerto de Mahón, uno de los puertos naturales más grandes del mundo.
Estas razones para visitar Menorca fuera de temporada son igual de válidas en julio o agosto, pero en mayo, junio, septiembre u octubre, vas a disfrutar aún más.
1. Playas
Es inevitable empezar por ellas. En septiembre, que es cuando disfrutamos de la escapada, no hace tanto calor, pero el agua sigue estando bastante tibia. Además, tus toallas encuentran sitio cerca de la orilla fácilmente. Si buscas aguas turquesas y arena blanca, la costa sur es tu hábitat. Las hay vírgenes y naturales como Macarella y Macarelleta, Turqueta, Binidali, Binigaus o cala Mitjana. Andando un poco más de media hora desde cala Mitjana, llegarás a Trebalúger, donde es probable que te puedas bañar completamente sola. La costa norte es más agreste, más marcada por la Tramontana. Sus playas son de arena gruesa y oscura, con rocas y arcilla roja. Date a la vida salvaje en cala Tortuga, cala Pilar, Pregonda, Binimel·la o Cavallería.
2. Camí de Cavalls
Dicen que es el nuevo Camino de Santiago, o al menos, una especie de prueba de iniciación antes de darse a la famosa peregrinación. El Camí de Cavalls está formado por una serie de senderos que recorren la costa de Menorca. Paisajes increíbles a pie de Mediterráneo, los cuales disfrutarás mucho más cuando el calor aprieta un poquito menos. Aunque puedes empezar el camino desde muchos puntos, te recomendamos una primera toma de contacto en el norte. Desde Binimel·là a Cala Pregonda, una media hora andando durante la que podrás admirar colores, acantilados y fondos marinos.
Esta zona de naturaleza es reserva de la biosfera, cosa que quiere decir que en ella podemos encontrar, en buen estado de conservación, los diversos hábitats naturales de la isla de Menorca: zonas húmedas, bosques de acebuches, estanques temporales, sistemas dunares, praderas de fanerógamas marinas e islotes costeros. Pasear por sus caminos es la culminación del slow life. Por el camino te toparás con antiguas casas con sus barreras típicas de acebuche (un tipo de olivo), con pozos de agua y con mucha flora y fauna. Puedes iniciar el sendero en la preciosa y tranquila playa de Es Grau.
4. Historia
Menorca esconde gran cantidad de secretos históricos que harán las delicias de los culturetas. Para empezar, es fundamental saber que estuvo ocupada por los británicos durante casi un siglo, el XVIII. Turismo de Menorca propone una ruta inglesa por la isla en la que visitar los vestigios ingleses, como por ejemplos el Fort Marlborough.
Si quieres viajar unos cuantos siglos aún más atrás, concretamente al siglo 1 a. C., no te puedes perder el Poblado talayótico de Trepucó. Los talaiots eran torres de vigilancia que han dado nombre a una de las épocas históricas más estudiadas en Menorca y Mallorca, la cultura talayótica. Nos ponemos más místicas cuando vemos la taula, probablemente el monumento más famoso de la isla. Hay muchas esparcidas por toda la isla y eran la pieza central de los santuarios de los poblados talayóticos.
Si hay un secreto histórico bien guardado en Menorca ese es el de la isla de Lazareto. A 10 minutos en barca desde Mahón encontramos una pequeña isla con unos escenarios que bien podrían servir para la próxima temporada de Juego de Tronos. Un lazareto es una especie de hospital en el que se tratan enfermedades infecciosas. En el siglo XIX y principios del XX, cualquier tripulante de embarcación que llegara a Menorca tenía que pasar 40 días en el Lazareto para asegurarse de que portaba ninguna enfermedad contagiosa. Están perfectamente conservados todos los edificios y zonas de este pequeño mundo aparte: hospital, zona de infecciosos graves, celdas, capilla e incluso el cementerio. Dato curioso: como el lazareto ha pertenecido hasta hace poco al Ministerio de Sanidad, los médicos y enfermeras y funcionarios que lo deseasen podían pasar unas vacaciones a precio de risa en este pequeño y aislado paraíso. Desconocemos cuáles eran las condiciones para ser aceptado. Ahora, la Isla de Lazareto depende del Consell de Menorca y se puede visitar partiendo desde Es Castell.
5. Gastronomía
El producto de calidad, la tradición más innovadora y el kilómetro 0 son las bases de la gastronomía menorquina. El queso de Mahón, con denominación de origen, está de vicio y lo puedes comprar en múltiples productores artesanos que irás encontrando por la carretera. Aún menos healthy pero súper sabrosa y deliciosa es la sobrasada. Pruébala en una tostada con un poco de miel, otro de los productos típicos de la isla.
Y otra prueba de la presencia británica en la isla: el Gin Xoriguer. Es un tipo de ginebra que crearon los ingleses durante su ocupación: importaban las bayas de enebro y se fermentaban con los cereales de la isla. Con él se elabora la típica pomada, que mezcla este gin con limonada.
¿Te hemos convencido para visitar Menorca fuera de temporada (o cuando tú quieras)?
via http://ift.tt/2i1691O
No hay comentarios:
Publicar un comentario