Lo mejor de Europa: costa oriental de Tenerife, islas Canarias
Descubrir la cultura canaria en el este de Tenerife
Tenerife tiene una historia y una cultura fascinantes que pueden pasar desapercibidas entre tanto folleto turístico dedicado a los resorts de sol, playa y sangría del sur de la isla. Si uno se desvía hacia el este hallará una cautivadora mezcla de aldeas pesqueras tradicionales, bosques indómitos, playas prístinas e incluso una leprosería abandonada
PUEBLOS DE LA COSTA ESTE
Viajando hacia el este desde los grandes resorts de Playa de las Américas, el primer indicio de sencillez es el pintoresco El Médano. El ambiente es joven y refrescante, y los deportes acuáticos atraen a lugareños y turistas por igual; velas de windsurf y kitesurf flotan sobre el mar como un enjambre de mariposas multicolor. Este tramo de arena es, además, la mejor playa natural de la isla, dividida en dos partes por el cono volcánico. Tiene una atmósfera relajada, un centro urbano de calles peatonales flanqueadas por bares y restaurantes animados y nada caros, ¡y ni un solo karaoke!
A 15 min en automóvil hacia el norte se halla el pueblo pesquero de Abades, donde los lugareños practican submarinismo y buceo con tubo. También hay una serie de edificios abandonados, incluida una iglesia, que se edificaron como leprosería durante la Guerra Civil. Aunque hoy están vacíos y en ruinas, recuerdan la época en que la lepra era el azote de la zona y pueden visitarse con total libertad.
Siguiendo hacia el norte se llega a la extraordinaria Candelaria, todavía indemne al turismo a pesar de estar considerada la equivalente canaria de Lourdes. Esta carismática localidad bulle de actividad, sobre todo los domingos, cuando hordas de peregrinos visitan la majestuosa basílica de Nuestra Señora de la Candelaria, que alberga la estatua de la Virgen homónima, patrona de todo el archipiélago. En 1392 la talla apareció en la orilla y fue llevada al rey guanche local, que la adoró. Cuando los españoles conquistaron la isla un siglo después, creyeron que aquella estatua era un milagro y hoy en día sigue siendo objeto de culto, en especial el 15 de agosto, el día en el que, supuestamente, fue hallada. La localidad tiene un encantador museo de cerámica, varias tiendas de imágenes religiosas y excelentes marisquerías con una sagaz clientela local.
CAPITAL CULTURAL
En la capital, Santa Cruz de Tenerife, abundan los puntos de interés culturales, aunque es una ciudad que los turistas suelen pasar por alto. Sus tiendas son una cautivadora combinación de establecimientos familiares, modernas boutiques y cadenas comerciales. En el caso de los restaurantes no hay mucha diferencia, desde bares de tapas modernos a tascas de toda la vida y algún que otro local único, como el histórico La Hierbita, que data de 1893; antaño fue un prostíbulo y hoy está especializado en cocina contemporánea de platos típicos canarios. La ciudad también tiene varios museos y galerías interesantes; y arte en las calles: en 1974 Santa Cruz albergó una exposición internacional de escultura al aire libre, con obras de grandes maestros como Henry Moore y Joan Miró, que siguen expuestas en el centro histórico.
Los fans del arte disfrutan en el extraordinario Tenerife Espacio de las Artes, que ha permitido a Santa Cruz subir al podio de capital cultural. Las exposiciones permanentes incluyen obras del canario Óscar Domínguez, considerado el tercer mejor pintor surrealista de España tras Miró y Dalí. El edificio, que llama poderosamente la atención, es obra de los mismos arquitectos suizos responsables de la Tate Modern de Londres.
A corta distancia se halla la principal atracción de la ciudad, el Museo de la Naturaleza y el Hombre, dedicado a las ciencias naturales y a la arqueología. Alberga una exposición sobre la vida y la cultura de los indígenas guanches, con momias bien conservadas descubiertas en algunas cuevas de la isla.
Cerca, en La Laguna, se puede profundizar en la fascinante historia de la isla en el excelente Museo de la Historia de Tenerife, donde se aprende, p. ej., por qué la música local tiene un ritmo latino tan característico; casi todas las familias de la zona tienen algún pariente lejano en Sudamérica, consecuencia de una etapa de emigración masiva en un pasado extremadamente pobre no muy lejano.
Y en la capital también destaca la evocadora gran ola del Auditorio de Tenerife, otro ejemplo de gran arquitectura contemporánea que brilla por su diseño y por su enérgica programación anual de ópera, danza y conciertos de enorme calidad.
COMER MARISCO CON LOS LUGAREÑOS
Siguiendo hacia el noreste, es buena idea hacer coincidir el viaje con una de las mariscadas de la Cofradía de Pescadores. En la arena dorada de la playa de las Teresitas, 6 km al noreste de Santa Cruz, en la pequeña aldea pesquera de San Andrés, este local es propiedad de los pescadores locales y sirve el marisco más fresco.
TENERIFE INDÓMITA
Más allá de Santa Cruz, en la punta noreste de la isla, se halla la escarpada península que forma el macizo de Anaga, lo más lejos posible de los autocares turísticos y el estruendo de los grandes resorts costeros. Llena de grandes barrancos, bosques envueltos en neblina y pináculos rocosos, es una región muy atractiva para explorar, con pequeñas aldeas que descubrir, como la pintoresca Afur, que solo tiene 15 habitantes y una tienda/bar llena de estantes polvorientos con encanto cuyo propietario, el anciano José, ofrece a los clientes un vaso de buen vino casero por solo 1 € (e intenta vender una botella por 2 € más).
Hay otros pueblos cautivadores ocultos en los recovecos de las colinas y montes de la zona. Chamorga, acurrucado en un valle lleno de palmeras, tiene el café-restaurante Bar Casa Alvaro, que sirve un rico guiso de conejo con salmorejo, un plato típico de esta zona donde casi todas las familias tienen perro de caza y el romero, el tomillo y otras plantas aromáticas cubren las laderas de los montes.
Anaga es uno de los mejores sitios de la isla para ir de excursión, y toda la región está repleta de senderos señalizados. Se pueden conseguir mapas detallados en el centro de visitantes (Cruz de Carmen; 9.30-16.00), que también tiene un café, una sala de exposiciones sobre la flora y la fauna de la zona, y una pequeña y exquisita capilla que es toda una sorpresa.
Autor: Josephine Quintero
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