Noruega para adictos al frío
Propuestas para poner rumbo al norte
¿Quién dijo frío? En Noruega han sabido ampliar la temporada alta incluso al invierno, cuando las temperaturas bajan muchos grados bajo cero y la nieve lo cubre todo. Cada vez son más los viajeros que se animan a ir a Noruega cuando llega el turno del esquí, la moto de nieve, el trineo de perros o, por supuesto, las auroras boreales. Solo por verlas merece la pena un viaje hasta el norte del norte.
Muchas de las actividades invernales en Noruega se practican en el norte ártico, y entre ellas destacan el trineo de perros, las motos de nieve y el esquí. Pero la principal atracción del invierno nórdico para los visitantes es la contemplación de las bellísimas auroras boreales.
Cazadores de auroras boreales
No hay un fenómeno natural más evocador que la aurora boreal. Visible durante las largas noches del invierno ártico (entre octubre y marzo), se mueve por el cielo en cortinas de luz verde o blanca, cambiando de intensidad y adoptando formas que parecen extraídas de la imaginación de un niño. Aunque no puede garantizarse su aparición en un momento concreto, si el viajero tiene la suerte de presenciarla, no lo olvidará nunca.
Para combinar la experiencia con celebraciones más terrenales, se puede visitar Tromso a finales de enero y asistir al Festival de la Aurora Boreal. Además, en la primera semana de febrero se puede ver el campeonato nacional de trineo tirado por perros en esta ciudad del Ártico.
Paseos en motonieve y en trineo de perros en Svalbard
El trineo tirado por perros es la actividad de invierno por excelencia en muchos rincones del norte del país, especialmente en Svalbard, una de una de las zonas glaciares más bonitas de Noruega. Las Svalbard son un archipiélago de espectaculares picos cubiertos de nieve y glaciares, de enormes campos de hielo e imponentes icebergs; un lugar primario donde la noche ártica aparentemente interminable y la perpetua luz del sol en verano llevan una especie de profunda magia. Se trata de una de las últimas zonas vírgenes de Europa, un sitio donde hay más osos polares que personas y se cuentan épicas leyendas de exploración polar.
Longyearbyen, el principal asentamiento y puerta de acceso a Svalbard, es un mero anticipo de lo que aguarda más allá. Las posibilidades para explorar son infinitas: viajes en barco, excursiones por los glaciares y expediciones en motonieve o conducidas por un equipo de huskies. Llegar hasta aquí es como cruzar una remota frontera de la mente: Svalbard es lo más cerca que la mayoría de los mortales pueden estar del Polo Norte para captar su espíritu.
Trineo de perros en Karasjok
Karasjok (Kárásjohka en lapón) es la indiscutible capital lapona de Noruega, sede del Parlamento Lapón y de su biblioteca, de la radio NRK Sápmi, un maravilloso museo lapón y un impresionante parque temático. También es uno de los mejores lugares del país para dar un paseo en trineo de perros. La originalidad es que aquí se pueden recibir clases impartidas por un criador de huskies.
También se puede pasear por el bosque siguiendo el sendero natural y cultural Ássebákti, 12 kilómetros al sur de Karasjok en dirección a Kautokeino, un trayecto de 3,5 kilómetros (señalizado como “Kulturminner” en la carretera) que permite hacerse una idea de cómo es el bosque. A los 25 minutos de camino hay huellas de fosas de cazadores, bodegas y, al otro lado del río, cabañas de turba.
Para los que quieran hacer paseos en trineos con perros sin subir tan al norte, pueden realizarlos en Roros, en el centro del país.
Senderos y paseos árticos en Tromso
Tromso es la ciudad más grande del norte de Noruega y el centro administrativo de la provincia de Troms; permanece animada durante el invierno con fiestas culturales, músicos callejeros, alegre vida en la calle, una maratón del sol de mediodía, una respetada universidad, la fábrica de cerveza Mack y más pubs per cápita que cualquier otra ciudad noruega. Rodeada de cimas cubiertas de nieve, ofrece un paisaje fascinante y excelentes oportunidades en invierno para practicar esquí y trineo tirado por perros.
Aunque está a casi 400 kilómetros al norte del Círculo Ártico, la corriente del Golfo modera su clima y lo hace más agradable. Se puede disfrutar de la observación de auroras boreales, esquí de fondo y con raquetas, paseos en trineos de renos y perros, safaris con raquetas de nieve, pesca en el hielo y salidas en moto de nieve.
En la isla Kvaløya, 24 kilómetros al sur del centro urbano, se organizan excursiones en trineos de perros, desde paseos de un día a expediciones de cuatro días con acampada.
El invierno en Kirkenes
El invierno en Kirkenes tiene su punto original: solo aquí se practica uno de los deportes más raros del mundo: el safari de centollos.
Pero sobre todo, a Kirkenes los visitantes llegan para practicar la moto de nieve, o para explorar el valle de Pasvik de día o de noche, a lo largo de la frontera con Rusia. En realidad Kirkenes es un lugar diminuto y anodino, con un inconfundible aire fronterizo. Se verán carteles callejeros en noruego y cirílico y se oirá hablar ruso a visitantes y pescadores del otro lado de la frontera porque obtienen mejores precios por su pesca que en los puertos de su país. Casi todos los visitantes que llegan lo hacen en el ferri Hurtigruten para pasar un par de horas en la ciudad antes de seguir viajando. Pero se aconseja quedarse un poco más, no por la ciudad en sí, sino para hacer alguna de las muchas excursiones y actividades posibles.
Dormir en un hotel de hielo
No hay nada como pernoctar en uno de los dos hoteles de hielo o nieve del extremo norte, el Sorrisniva Igloo Hotel, cerca de Alta, o el Kirkenes Snow Hotel. En ambos casos, más que el disfrute de una noche de sueño reparador, lo que hace que merezcan la pena son las espectaculares esculturas de hielo y lo novedoso de la experiencia.
Aunque hay diferencias entre ambos, lo que ofrecen es similar en conjunto. De entrada, el interior de cada sala, en su mayoría separadas del pasillo por una cortina en lugar de una puerta, se mantiene a una temperatura bastante fría, de entre -3º y -7º. Algunos hoteles utilizan pieles de reno, otros, colchones sobre los bloques de hielo que hacen las veces de somier, pero de un modo u otro, el huésped dormirá en un saco de dormir apto para el Ártico, es decir, habrá que desvestirse casi por completo (¡y a toda velocidad!) antes de meterse en él. Ni que decir tiene que es aconsejable ir al baño antes, y deberían abstenerse quienes no toleren dormir sin sacar las extremidades de las mantas.
Esquí olímpico en Lillehammer
Lillehammer, una popular estación de esquí entre los noruegos, se dio a conocer al mundo a raíz de los Juegos Olímpicos de Invierno de 1994. Considerados por la inmensa mayoría como un gran éxito, aún proporcionan a la ciudad algunos de sus más interesantes atractivos turísticos. Situada en el extremo norte del lago Mjøsa y rodeada de granjas, bosques y pequeños asentamientos, Lillehammer es un lugar relajado que ofrece atracciones todo el año, aunque en invierno se convierte en “la ciudad al servicio del esquí” por antonomasia.
La mayor parte de las instalaciones que se construyeron en 1994 siguen usándose y los visitantes pueden recorrer las principales sedes olímpicas situadas en una extensa zona denominada Olympiaparken.
A las pistas de esquí en metro
Oslo es una de las pocas ciudades del mundo en la que se puede llegar en metro hasta las pistas de esquí. Por eso en invierno no es extraño encontrarse en los vagones a gente con sus tablas, como quien va al trabajo. Uno de los puntos más interesantes es el trampolín de saltos de Holmenkollen. Está en lo alto de una montaña que domina Oslo, y ofrece una vista panorámica de la ciudad y hace las veces de escenario de conciertos. Durante el festival anual de esquí de Oslo, en marzo, atrae a los mejores saltadores del mundo. El complejo vale la pena por el museo del esquí y un par de atracciones más.
El Museo del Esquí repasa los 4000 años de historia del esquí de fondo y alpino en Noruega. Cuenta con exposiciones sobre las expediciones antárticas de Amundsen y Scott y sobre el viaje de Fridtjof Nansen por el casco polar de Groenlandia.
La entrada incluye una visita a la torre de saltos de esquí. El recorrido hasta lo más alto se hace en ascensor, salvo los últimos 114 empinados escalones. Fuera, el simulador de saltos de esquí resulta divertido, pero si uno es propenso a marearse es mejor evitarlo. Para llegar al museo hay que tomar la línea 1 del T-bane hasta Holmenkollen y seguir los carteles colina arriba.
Al norte del trampolín de salto hay un bosque conocido como Nordmarka, un importante destino de excursionismo, bicicleta de montaña, trineo y esquí. También es el centro geográfico de la ciudad, por lo que Oslo debe ser la única capital del mundo cuyo núcleo lo ocupa un bosque.
Esquí extremo en Romsdalen
En los fiordos occidentales están algunos de los mejores lugares para practicar el esquí extremo. Desde Andalsness se accede a la cordillera de Romsdalen, considerada una de las mejores zonas de esquí del país, donde puede disfrutarse de nieve intacta, vistas impresionantes de los fiordos y agrestes cumbres que esperan a los que aceptan el reto de descender por ellas.
Kirketaket (1439 metros) es una de las cimas clásicas de Romsdalen, con descensos por empinadas laderas verticales de 1000 metros (tras subir durante 3-5 horas), desde donde se esquía fiordo abajo. Se puede esquiar en primavera y principios del verano, en cuanto abre la carretera de Trollstigen.
Esquí de fondo
Casi todo el esquí es de fondo (nórdico) y Noruega tiene miles de pistas bien cuidadas. Todos los pueblos y ciudades tienen varias pistas iluminadas, pero en otros sitios habrá que llevar una buena linterna. La temporada de esquí suele durar de diciembre hasta abril. Entre los destinos más populares: Holmenkillen (Oslo), Hovden (en el interior sur), Karasjok, en el extremo norte, Lillehammer, Myrkdalen, cerca de Voss o Trysill, la mayor red de pistas del país para satisfacer necesidades y estilos de todo tipo.
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