Acabas de llegar. Vengas de donde vengas y tengas la edad que tengas, te pedimos que hagas el esfuerzo mental de quitarte unos cuantos años de encima y viajar en el tiempo hasta tu más tierna infancia. Este relato se verá de otra forma si vuelves a la niñez por unos minutos y recuerdas la ilusión con la que esperabas la llegada de Papá Noel en Nochebuena, de los Tres Magos de Oriente la noche de Reyes o actualmente el estreno de la nueva entrega de Star Wars.
Ese deseo, esa mirada inocente de un niño ante la magia de la Navidad la pudimos revivir hace unas semanas cuando tuvimos la gran suerte de conocer al mismísimo Papá Noel en nuestro reciente viaje a Laponia Finlandesa. Si nosotros alucinamos, imagínate nuestros hijos que tienen seis y dos años respectivamente. Esas caritas de emoción y ternura no se nos olvidarán en la vida… y la experiencia a ellos tampoco.
Pero empecemos por el principio. Nuestra primera tarde en Finlandia la pasamos en Helsinki, una ciudad que nos sirvió de entrenamiento para afrontar las bajas temperaturas laponas de los días venideros. Esa noche costó conciliar el sueño algo más de lo habitual. A los niños les encanta cuando dormimos todos en la misma habitación, aunque ese día hubo un factor emocional añadido, al día siguiente existía la posibilidad de conocer a Papá Noel.
El vuelo a Rovaniemi fue tranquilo. En poco más de una hora aterrizamos en el pequeño aeropuerto de esta localidad que linda con el Círculo Polar Ártico. Temperaturas ligeramente por debajo de cero y un cartel que decía “Santa’s official home airport” nos indicaban que habíamos llegado al lugar que estábamos buscando. Una vez en nuestra cabaña nos pusimos ropa adecuada para soportar el gélido clima de la Laponia Finlandesa en diciembre y salimos inmediatamente a jugar con la nieve. Era la primera vez que nuestros hijos veían aquel manto blanco, pero pronto pillaron confianza y la guerra de bolas fue inevitable.
Visita a Joulukka en Rovaniemi
A todo esto, no eran ni las tres de la tarde y ya era completamente de noche. A las cuatro nos habíamos citado con uno de los elfos de Santa Claus para que nos llevara a Joulukka, que es uno de los tres lugares en Rovaniemi donde puedes ver a Papá Noel. El autobús se retrasó unos minutos, pero enseguida vimos a un personaje ataviado con ropas muy extrañas, con voz y aspecto angelical, aunque con una extraña y alargada nariz. Se presentó como Danny y nos explicó que sólo los elfos que cumplen más de 100 años tienen ese hocico tan largo.
La ubicación de Joulukka es secreta, pero está emplazada en mitad de los bosques helados de Laponia. Los niños no se podían creer lo que estaban viendo al bajar del vehículo. Un grupo de elfos centenarios nos invitó a entrar en una de sus cabañas y al entrar nos encontramos en una estancia circular muy acogedora con un gran fuego en el centro. Nos sentamos en una de las sillitas de madera prestos a escuchar lo que nos iban a contar.
Sin saberlo, nos hallábamos en una de las aulas de la escuela de elfos ayudantes de Papá Noel. Allí, nos contaron algunos de sus secretos mejor guardados. Por ejemplo, nos enseñaron como hacen para espiar a los niños y niñas desde las ventanas sin ser vistos (el secreto es la velocidad y el sigilo). También a seguir el rastro de los animales del bosque a través de sus huellas o a decorar las deliciosas galletas de jengibre que preparan para Navidad. Teo se involucró tanto en las lecciones que pensamos por un momento que lo iban a contratar como ayudante.
Luego vinieron las lecciones en la naturaleza. Paseamos por un camino tenuemente iluminado donde nos contaron historias de trolls (vimos uno petrificado) y elfos. El frío era muy intenso, así que para entrar en calor nos prestaron algunos trineos, chocolate caliente y nos enseñaron una danza muy extraña acompañada por una complicadísima letra en finlandés. La espera se hizo larga hasta que nos invitaron a entrar en una cabaña que escondía un gran secreto. Tras recitar las palabras mágicas, la puerta se abrió y nos dejaron pasar al centro de mando secreto de la Navidad.
Allí los elfos de mayor rango cuentan con un montón de instrumentos, aparatos y cachivaches mágicos para que todo salga a pedir de boca durante la Nochebuena (si no lo impiden Jack y los personajes de Pesadilla antes de Navidad). Tuvimos que frotarnos los ojos varias veces para cerciorar que no estábamos soñando, los niños estaban excitadísimos. Vimos el centro de control de los vuelos de los renos, un clasificador de las cartas que recibe Papá Noel de todos los rincones del mundo, una máquina que utilizan los elfos para recuperar las cartas que se queman, un medidor de la bondad de los niños (nuestros peques aprobaron con nota) o un artilugio que controla la velocidad a la que trabajan los elfos fabricando regalos y dulces… entre otras cosas.
Los niños estaban tan atentos que no se percataron de las palabras mágicas que recitó el elfo que nos acompañaba y que sirvieron para que de repente se abriera una puerta secreta que nos condujo directamente a la estancia donde estaba Papá Noel. No nos lo podíamos creer, fue como soñar despiertos, magia pura. A los peques les costó reaccionar, pero Joulupukki (que es como se le conoce en Finlandia) enseguida les tranquilizó con unas palabras muy amables en castellano. La conversación fue breve pero muy cordial. Sus expresiones eran sabias y muy serenas. Los Teo y Oriol se quedaron embelesados viendo su larga y nivea barba. Fue tan afable que incluso les llegó a preguntar a los peques qué querían para Navidad, mientras un ayudante tomaba buena nota de todo ¿se cumplirán sus deseos esta noche?
El encuentro con Papá Noel en Joulukka fue de los más emocionantes de nuestro viaje a Laponia Finlandesa, aunque luego nos lo encontraríamos varias veces más en Rovaniemi. Como prueba la foto que encabeza el post y este vídeo de la Santa Claus Village con el que te queremos desear ¡Felices Fiestas y próspero 2016! Esperamos que seas muy feliz y que disfrutes de unos días muy entrañables con los tuyos. Los sueños están para cumplirlos.
via Pau http://ift.tt/1mhrdgM
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