Como si se tratase de un cometa, la ciudad jordana de Petra brilló con máximo esplendor entre los siglos VI a. C. y VI d. C., fruto de su estratégica ubicación en la ruta de las caravanas que transportaban minerales lujosos (como incienso, especias o mirra) entre Egipto, Siria, Arabia y el sur del Mediterráneo. A partir de entonces, las tormentas de arena e inundaciones azotaron la ciudad y poco más se supo de ella (sobretodo en el mundo occidental), hasta que el explorador suizo Jean Louis Burckhardt la redescubrió 1.300 años después.
Fue en 1812 cuando este viajero europeo se adentró en la antigua capital nabatea. Hasta entonces, la ciudad había pasado a ser una aldea caída en el olvido. Burckhardt escuchó rumores sobre unas “antigüedades admirables” a las afueras del pueblo de Wadi Musa. La región, entonces perteneciente al imperio otomano, estaba sumergida en una tensa situación política y social. Se desconfiaba de los extranjeros que buscaban adentrarse en las consideradas “obras de los infieles”.
Por esta razón, el explorador suizo fingió ser un peregrino que quería sacrificar una cabra en honor del profeta Aarón, cuya tumba se encontraba más allá de las ruinas. Se disfrazó de árabe e hizo llamarse Sheikh Ibrahim. Su plan funcionó y, acompañado de un guía local, consiguió avanzar por el Siq y plantarse ante la fachada del Tesoro. Sus primeras sensaciones quedaron recogidas en su diario personal, publicado póstumamente como Viajes por Siria y Tierra Santa: «Después de avanzar durante casi media hora entre las rocas, aparecía un mausoleo excavado, cuya situación y belleza están calculados para producir en el viajero una extraordinaria impresión».
Han pasado 200 años desde entonces, pero todavía es necesario recorrer andando (o contratando un paseo en caballo) el Siq para llegar al mausoleo que Burckhardt describió en su diario. La sensación al observar esta maravilla del mundo no es inferior a la del suizo. Asombro por sus dimensiones (40m de altura por 28m de anchura), fascinación por su resistencia al paso del tiempo (más de 20 siglos) y hechizo por su extraordinaria belleza.
Pero no te engañes. Existe la errónea percepción de que Petra es solo el Tesoro. Nada más lejos de la realidad. La antigua ciudad nabatea ofrece un gran nombre de visitas interesantes. Algunos para ver de lejos, otros para acercarse y exprimir a fondo. Aquí te dejo un listado de mis recomendaciones.
-El Siq
La emoción de encontrarse delante del Tesoro de Petra pide un cierto entrenamiento, para evitar taquicardias de sobreexcitación. Y no existe mejor preparación que recorrer los 1.200 metros que ocupa el Siq, rodeados de acantilados de hasta 80 metros de altura. Una impresionante garganta, estrecha y profunda de extraordinaria belleza natural.
El Siq, además, explica dos de las principales funciones que tenía Petra en la antigüedad. La estrechez de sus desfiladeros dificultaba el avance a sus enemigos y servía perfectamente como enclave defensivo. También funcionaba como ciudad comercial, ya que acogía a las caravanas que transportaban minerales lujosos. Su clave era la disponibilidad de agua en medio del desierto, gracias a la construcción de una red de canales integrados en las paredes del Siq.
-El Tesoro
La gran maravilla de la ciudad. No obstante, el único tesoro que alberga es su propio valor histórico y arquitectónico. Nunca se escondió un botín en su interior sino que, fue excavada en el siglo I a.C. como la tumba de un importante rey nabateo y más adelante se convirtió en templo. Sin embargo, las tribus residentes en Petra no lo creyeron así, y dispararon contra la urna que corona el edificio para derribarla y descubrir el tesoro. Aún hoy pueden apreciarse los agujeros de bala en su fachada.
Detenerse delante del Tesoro resulta fascinante. Su construcción fue extraordinaria. Los nabateos excavaron en la roca, martillo y cincel en mano, para dibujar sus recargadas columnas corintias, sus imponentes frontones helenísticos y los maravillosos frisos con relieves. Una obra que representa la genialidad arquitectónica nabatea y cautiva al viajero en su llegada a la antigua ciudad.
-Teatro
Avanzando por el camino que conduce del Tesoro al interior de la ciudad, te encuentras joyas como ésta. A simple vista parece un teatro romano, pero fue construido por los nabateos en el siglo I a. C. Su apariencia es el reflejo de la gran influencia romana sobre Oriente Próximo. Inicialmente Inicialmente, el teatro tenía una capacidad de 3.000 personas y se amplió más adelante a 7.000 plazas.
-Ciudad Romana
Más adelante se llega a esta vía de las columnas, un litigio de la conquista romana de Petra, concretamente por el general Pompeyo en el año 63 a.C. Resulta curioso comparar las badosas de la calle columnada y las colocadas más adelante, cuya diferencia se explica con una diferencia temporal. Las primeras corresponden a la época romana y las segundas a la bizantina.
-Monasterio
No hay mejor premio después de subir unas mil escaleras que contemplar la segunda atracción más famosa de Petra: el Monasterio. El camino de subida ya te deleita con paisajes impresionantes, rocas de curiosas formas e intercambio de experiencias con beduinos.
Al llegar a la cima, encuentras un bar donde reponer fuerzas y seguir la subida más allá del Monasterio, hasta llegar a dos miradores con buenas vistas del lugar.
Esta construcción pudo utilizarse como tumba, como templo o ambos. Era un importante lugar de peregrinaje, subiendo a modo de procesión. Y la zona abierta frente al Monasterio como lugar de reunión. Más adelante, en la época bizantina, fue probablemente convertida en iglesia.
-Tumbas Reales
Cuentan que antes de ser castigadas por la erosión, las Tumbas Reales eran tan impresionantes como la fachada del Tesoro. Tres mausoleos espectaculares por su grandeza y belleza, a los que se puede llegar a través de unas escaleras situadas entre el teatro y la ciudad romana.
Tumba de la Urna, Tumba del Palacio y la Tumba de Sextius Florentinus
Actividades complementarias
-Petra By Night
Bohemios y románticos, ¡escuchad bien! Si el Siq y la propia Petra ya impresionan de día, imaginad cómo deben de ser de noche. Un camino trazado por farolillos te adentran en la ciudad por el largo desfiladero. Silencio absoluto, tan solo el sonido de tus pasos mientras avanzas. Solo tú y XX siglos de historia a tu alrededor. Y al llegar, el súmmum. Miles de velas iluminando la fachada del Tesoro, convirtiendo la aventura en una experiencia única, mágica e inolvidable.
Pero la cosa no acaba ahí. Sentados entre farolillos, con el Tesoro enfrente, té en mano y mariposas en la barriga, empieza el espectáculo. Un relato de la vida nabatea en Petra, música tradicional para amenizar la velada y un último instante para inmortalizar el acto. Una experiencia ineludible de unas 2 horas y media que podrás vivir todos los jueves a partir de las 20.30h.
-Petra Kitchen
Petra es la aventura del senderismo, la magia de las velas de noche y también su exquisita gastronomía. Por eso te recomiendo la experiencia Petra Kitchen, donde no solo podrás probar los platos típicos de la región, sino que también aprender a cocinarlos.
Entre el menú a preparar encontrarás sopa de trigo verde, ensalada tahina, baba ganuj, tabbouleh, ensalada de pepino y yogurt, ensalada de pepino y tomate, galayad bandura, triángulos de queso o triángulos de tomillo.
CÓMO LLEGAR
En autobús: JETT, telf: (06) 5664146, conocida por sus modernos coches con aire acondicionado, tiene tres autobuses a la semana (domingo, martes y viernes). Salida a las 06:30 h desde la estación de Abdali en Ammán. Los autobuses de vuelta dejan Wadi Mousa (Petra) a las 16:00 h y llegan a Ammán a las 20.30 h.
En coche: Petra está a tres horas de coche desde Ammán por la moderna autovía del desierto y a 5 horas por el Camino de los Reyes (más paisajista). Salga de Ammán desde el 7 Círculo y siga las señales de color marrón.
En taxi: Puede alquilar un taxi en Ammán. El importe del viaje es de aproximadamente 50 JD.
DÓNDE DORMIR
Mövenpick Resort Petra. Wadi Mousa, 71810 Petra. Tel. +962 3 215 71 11
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