No me canso de decir que la provincia de Girona es uno de mis destinos favoritos. Pocos lugares combinan en tan poco espacio una diversidad paisajística, monumental y natural tan rica o una propuesta cultural tan variada como la que ofrecen sus festivales durante todo el año. Su célebre Costa Brava está repleta de pueblecitos marineros ideales para recargar las pilas en verano junto a sus calas, playas y camins de ronda. En invierno, podemos disfrutar de la naturaleza y la nieve en el Pirineo de Girona y el broche de oro lo puede poner su gastronomía de fama mundial y el calor de sus gentes.
¿Y en otoño? ¿Qué podemos hacer cuando las hojas de los árboles empiezan a teñirse de rojo? Como complemento a la playa y a la montaña te propongo para un próximo viaje a la Costa Brava una escapada por sus deliciosos pueblos medievales. Murallas y piedras que han sido testigos de una historia fascinante y que en la actualidad se han convertido en rincones con un encanto muy especial. Hay muchísimos pueblecitos de Girona que merecen una visita, aunque estos son mis tres favoritos.
Peratallada, emociones sobre piedra
Sonrío para mis adentros cada vez que leo un listado con aquello de los pueblos más bonitos de España y veo que no está incluido Peratallada. “Mejor” -pienso- “así conservará su embrujo durante mucho tiempo”. Esta joya esculpida en piedra en el Baix Empordà está emplazada a tan sólo 45 minutos en coche de Girona o a unos 25 de pueblos marineros tan icónicos de la Costa Brava como Calella de Palafrugell.
Aunque tiene patrimonio arquitectónico muy vistoso, como el Castillo-Palacio (originario de los siglos x y XI), sus murallas o la Iglesia de Sant Esteve, lo que más me llama la atención de Peratallada es su armonía y autenticidad. Puedes estar paseando sin rumbo tranquilamente y en cada esquina o edificio descubrirás un detalles que logre cautivarte, especialmente cuando se combina su característica piedra con las plantas y cuidada vegetación que engalana las fachadas de algunas de sus casas.
Es especialmente hermoso ahora en otoño cuando las hojas se tornan de colores rojizos y anaranjados, aunque seguro que te enamora Peratallada en cualquier época del año. ¿Qué hacer allí? Pues disfrutar de un auténtico pueblo medieval, de esos que han mantenido su esencia y autenticidad desde hace siglos. La villa conserva la misma estructura dentro de las murallas que en la Edad Media y sus pórticos y callejuelas son una delicia. Es de esos lugares que te cautivan desde que cruzas su impresionante arco de entrada. No tardarás demasiado en recorrerlo, pero no podrás parar de hacer fotos. Si tienes tiempo degusta la gastronomía local, a mí me encantó el Restaurante Bonay en la plaça de les Voltes.
Pals y su encanto medieval
A muy pocos kilómetros de Peratallada se encuentra otro de esos pueblecitos cautivadores de la Costa Brava. Pals está rodeado por un entorno natural envidiable gracias a su cercanía con el Parc Natural del Montgrí, les Illes Medes i el Baix Ter. Curiosamente, pese a estar considerada una villa de interior, el término municipal es tan extenso que cuenta con una enorme playa, ideal para que la disfruten los que viajan con niños.
Su emplazamiento entre el mar y la montaña convierte a Pals en un destino ideal para el turismo activo, ya sea con rutas de senderismo, actividades náuticas, golf o de aventura. Otro de sus reclamos más populares es el espectacular Arroz de Pals, un producto de una calidad extraordinaria que se lleva cultivando desde hace siglos en este hermoso municipio del Baix Empordà y que no puedes dejar de probar in situ.
No obstante, si lo que quieres es tranquilidad te recomiendo un paseo por el encantador recinto amurallado de Pals. En las callejuelas que se retuercen sinuosamente encontrarás estilos románicos, góticos y también barrocos en edificios como el Mas Roig, la Torre Pedrissa, el Cap dels Anyells, el Molí de Pals, la Torre Mora o L’Església de Sant Pere. Esta bella localidad forma parte de la Asociación Cittaslow: Red de Municipios por la calidad de vida.
Besalú y su espectacular puente medieval
Un poco más al norte (pero a sólo 35 minutos de la ciudad de Girona) podemos visitar Besalú, un pueblo realmente precioso gracias a un tesoro como su icónico puente medieval. Seguro que es lo que te llama primero la atención y no podrás parar de hacerle fotos desde todos sus ángulos. Fue construido en el siglo XII sobre el río Fluvià con siete arcadas que nos transportan de lleno a la Edad Media.
No obstante, Besalú es mucho más que su puente y su cuidado casco medieval. Esta villa tiene una historia realmente fascinante en la que la comunidad judía tuvo mucho peso. En la actualidad, forma parte de la red de juderías de España y conserva restos de una sinagoga y un mikve del siglo XII, una especie de piscina sagrada que los judíos utilizan para sus baños de purificación.
Además de la obligada tarea de callejear por sus precioso barrio viejo, en Besalú puedes visitar lugares tan interesantes como la iglesia del antiguo monasterio de Sant Pere o viajar a universos microscópicos en su incomparable Museo de Miniaturas y Microminiaturas. Seguro que a los niños les encanta tanto o más que el recorrido por el pueblo con el trenecito turístico. El colofón lo pueden poner las caminatas por la zona volcànica de la Garrotxa.
¿Con cuál de estos tres pueblos medievales de la Costa Brava te quedas? ¿Me recomiendas alguno?
Galería de fotos de Peratallada
Galería de fotos de Pals
Galería de fotos de Besalú
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