La diversidad paisajística es uno de los mayores alicientes de un viaje a Vietnam. La peculiar forma de dragón que tiene este país provoca que ocupe mucho territorio de norte a sur, así que en un sólo destino podemos disfrutar de las montañas con laderas abancaladas de Sapa, las preciosas formaciones cársticas que sobresalen de las aguas esmeraldas de la Bahía de Ha Long, las idílicas playas de Nha Trang o el laberíntico delta del Mekong cerca de Ho Chi Minh City.
Uno de los rincones donde mejor podrás apreciar esta multiplicidad panorámica es la zona de Tam Coc (las tres cuevas), un lugar al que sólo se puede acceder en barca a través de unos canales rodeados de montañas, arrozales y lugareños que se protegen del abrasador sol con los típicos gorros cónicos tan característicos del sudeste asiático.
Cómo llegar a Tam Coc
Tam Coc está emplazada al norte de Vietnam, concretamente a unos 10 kilómetros al suroeste de la ciudad de Ninh Binh próxima al delta del río Rojo. Se trata de una de las excursiones más interesantes que se suelen hacer desde Hanoi, ya que está a sólo 95 kilómetros de la capital vietnamita (si estás pensando en viajar a este país del sudeste asiático no olvides sacar tu visado a Vietnam). Hay muchas empresas locales que ofrecen este paseo desde Hanoi, pero quizá sea más económico para el viajero ir directamente hasta Ninh Binh en tren por 79.000 dong (3,2 €) y allí contratar directamente el viaje en barca. Puedes comprar directamente el ticket de tren o consultar los horarios en baolau.
El trayecto, tanto en coche como en ferrocarril, es de aproximadamente dos horas y cuarto de duración, así que puedes volver a Hanoi a dormir. Nosotros aprovechamos el desplazamiento para visitar, además, la histórica Hoa Lu, ubicada a 12 kilómetros al nordeste de Ninh Binh. Se trata de una zona muy importante para los vietnamitas, ya que llegó a ser capital imperial en el siglo X. Ahora sólo quedan unos cuantos vestigios de aquel esplendor. El palacio y la ciudadela están en ruinas, y simplemente se mantienen en pie un templo dedicado a Tien Hoang y otro a Le Dai Hanh.
Paseo en barca hasta Tam Coc
La zona de Tam Coc es de una belleza extraordinaria, de hecho, los lugareños y las agencias locales tratan de venderla como la Bahía de Ha Long del interior. En nuestra opinión, no está a la altura de su hermana de la costa, pero puede servir para abrir boca antes de desplazarse hasta el lugar más célebre de Vietnam.
La excursión hasta Tam Coc tiene ciertas similitudes con la de la Pagoda del Perfume, sobre todo al inicio del recorrido. Al subirte a la barca observarás un río que se incrusta en un paisaje lleno de hermosos arrozales y de rocas cársticas, sobre las que se pueden contemplar templetes o dragones de piedra. Hay muchísima vegetación cuyo color verde contrasta con el gris de la piedra.
La visita se hace íntegramente sobre un bote a remo que va serpenteando sobre las aguas hasta llegar a las famosas tres cuevas. Dentro de las grutas se aprecia, todavía más, el verde intenso de las aguas y el sonido de las gotas que tintinean desde el techo componiendo preciosas canciones y ondas concéntricas muy seductoras. En algunos tramos, la altura de las cavernas es tan baja que sólo puedes atravesarlas agachándote en la barcaza.
El trabajo de los remeros (normalmente mujeres) es muy duro, ya que la excursión dura aproximadamente tres horas y se hace bajo un sol de justicia y muchísima humedad. No descubrimos si fue por el cansancio o para sorprender a los turistas, pero los bogadores recurren en muchos tramos a los pies para sujetar el remo con el objetivo de impulsarlo con las piernas. Nosotros nos animamos a remar en algunos tramos para aliviar a nuestros jóvenes lancheros, pero creo que lo único que hacíamos era entorpecer la marcha.
El paseo en líneas generales fue muy agradable, sobre todo, porque nuestros compañeros de travesía nos parecieron bastante simpáticos y siempre tenían una sonrisa dibujada en la boca o una anécdota que contarnos. Eran una chica joven y un crío que debía ser su hermano menor aprendiendo el oficio. Nos llevaron con mucho esfuerzo y turnándose cada pocos minutos por este paisaje tan espectacular. Eso sí, a la vuelta hicieron negocio con nosotros pues les compramos unos manteles cosidos a mano y les dimos una buena propina. Es lo que tiene ser amable y eficiente.
Además de disfrutar con el conmovedor paisaje, la excursión a Tam Coc nos sirvió para apreciar mejor el modo de vida rural de los vietnamitas. Es una zona que no está tan masificada turísticamente como otras del país y resulta muy fácil cruzarte por el camino con gente trabajando en los arrozales o pescando a la vieja usanza.
La visita a Tam Coc merece mucho le pena, aunque es imprescindible llevar protección contra el sol. Un gorro cónico, crema solar, agua fresca y un parasol, harán la jornada mucho más agradable.
Galería de fotos de Tam Coc
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