miércoles, 22 de enero de 2025

Viajes. Descubren 5 nuevas amenazas a causa del acelerado deshielo del permafrost

El permafrost cubre alrededor del 15% de la superficie de la Tierra en el hemisferio norte. Es una gruesa capa de suelo y todo material orgánico que contenga permanece congelado (por debajo de los 0 ºC) de forma continua y hace las veces de 'pegamento' que mantiene el suelo en su lugar. Se extiende por enormes franjas de las regiones septentrionales de la Tierra (en particular en Siberia, Tíbet, Alaska y Canadá).

Sin embargo, el aumento de la temperatura media de nuestro planeta, en constante ascenso, está provocando la degradación del permafrost y un nuevo estudio interdisciplinario y transdisciplinario por parte de un equipo internacional de científicos –físicos, ingenieros, científicos ambientales, médicos– dirigido por la Universidad de Viena y la Universidad Técnica Danesa/Universidad de Umea, ha descubierto 5 nuevas amenazas para las regiones árticas a causa del rápido deshielo del permafrost y las consecuencias que puede acarrear. 

Fallos en la infraestructura

En el Ártico viven unos tres millones de habitantes en las zonas más susceptibles a la degradación del permafrost (especialmente los de áreas costeras y deltas) y el deshielo cada vez mayor del permafrost no solo afecta al CO2 y al metano que están allí almacenados y saldrán liberados a la atmósfera, sino que tiene profundas implicaciones para los residentes.

Por ejemplo, los edificios, las carreteras y las tuberías dependen precisamente de esa base estable que proporciona el permafrost. Si el suelo se descongela, puede desplazarse o desplomarse afectando a las infraestructuras humanas (las carreteras pueden agrietarse, las casas pueden inclinarse sin previo aviso...), sobre todo en las zonas costeras, a lo largo de los ríos, en los deltas y en las regiones montañosas.

Interrupciones en el transporte y suministro

Muchas regiones del norte dependen de carreteras de hielo y ríos congelados para el envío de mercancías. Ante un escenario de deshielo prematuro y un terreno inestable y nada confiable, puede reducir el tiempo que se pueden realizar estas actividades o incluso peor: hacer que estas rutas sean totalmente intransitables.

De esta manera, ante la posibilidad de un aislamiento, dichas comunidades tendrían acceso limitado a medicamentos o alimentos cuyo suministro sería muy difícil (y nada barato) y en muchas ocasiones imposible debido a la frágil estabilidad del terreno.

Deterioro de la calidad del agua

El derretimiento del permafrost puede acabar liberando antiguos contaminantes atrapados en el suelo helado de las vías fluviales. Sin ir más lejos, en Canadá, yacimientos industriales ya abandonados (como los pozos de petróleo y gas) corren el riesgo de filtrar sustancias químicas cuando se desestabilice todo ese suelo que los rodea y protege.

De la misma forma, esas tres millones de personas que viven en este tipo de zonas pueden verse expuestas a toxinas ya sea en el agua que emplean para beber o la que usan para pescar, ya que la materia orgánica y los sedimentos descongelados también podría influir en los peces y otros animales salvajes que verían su ecosistema alterado.

Amenazas a la seguridad alimentaria

La erosión en las zonas costeras y ribereñas puede conducir a suelos inestables, casi como si fueran arenas movedizas, así como desprendimientos de tierra causados por el deshielo, lo que altera el acceso a recursos naturales tan importantes para los habitantes del Ártico como la caza y la pesca que son claves para su sustento.

Exposición a enfermedades y contaminantes

Las capas más antiguas del permafrost pueden albergar bacterias y virus desconocidos, por lo que su deshielo puede conducir a la reintroducción de microbios antiguos con efectos impredecibles en el organismo humano, según detallan los expertos en la revista Communications Earth and Environment.



via Sarah Romero https://ift.tt/XnRN3r4

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