El mundo actual es un lugar altamente humanizado. Más de la mitad de la población humana reside en lugares transformados, especialmente en aquellos más cercanos a entornos costeros y fluviales. En España, siete de cada diez personas viven en grandes áreas urbanas y en muchas provincias, esta población supera el 80% de la población total.
Esta tendencia tiene diversos efectos sobre el éxito o el fracaso de muchas especies en su lucha por adaptarse a un entorno en constante cambio. Mientras que aquellos paisajes transformados por el hombre sigan aumentando, sólo se verán beneficiadas aquellas especies que sean capaces de conciliarse con esta nueva realidad. Y la garcilla bueyera es una las esas aves que podemos englobar en este grupo.
Una historia de éxito
En la actualidad, estamos asistiendo a la debacle poblacional de decenas de especies de aves, tanto en Europa, como en el resto del planeta, un hecho que es especialmente dramático para aquellas especies cuyo nicho ecológico es el de los ambientes más humanizados. Sin embargo, es en este escenario donde una de las aves más cosmopolitas del mundo, la garcilla bueyera, ha conseguido salir airosa gracias a su increíble sinantropía; es decir, su capacidad de adaptación a unas condiciones ambientales cambiantes como resultado de la ocupación del hombre.
A pesar de la evidencia de su presencia en el pasado, durante los siglos XVI y XVII, la garcilla bueyera ha permanecido prácticamente ausente en la península Ibérica hasta mediados del siglo XX y no fue hasta la década de 1980 cuando comenzó a reaparecer en el norte de España. En Cantabria, su presencia desde finales de los años 80, podría haber estado vinculada a los ejemplares criados en semilibertad en el zoo de Santillana, aunque parte del contingente poblacional del litoral cantábrico se ha visto reforzado posteriormente con ejemplares provenientes del sur de España y del mar Mediterráneo a través del curso del Ebro, ya que estas aves utilizan los valles fluviales como rutas de dispersión. Esto es así hasta el punto de que hoy en día se trata de la especie de garza más abundante de España y de Cantabria, un fenómeno que al parecer también ocurre a escala mundial.
La garza cosmopolita
La historia de la garcilla bueyera es, por tanto, una historia de éxito: partiendo desde las zonas tropicales y subtropicales de África, en el último siglo Bubulcus ibis ha colonizado todos los continentes excepto la Antártida. Un hecho con pocos precedentes en la avifauna mundial.
En el último siglo Bubulcus ibis ha colonizado todos los continentes excepto la Antártida
Su presencia en Europa comenzó a ser más o menos habitual y estable a partir de la segunda mitad del siglo pasado, y aunque con una distribución más meridional, en España, Cantabria en la actualidad ofrece cobijo a más del 90% de la población del norte peninsular.
Gracias a un clima suavizado por la humedad del mar; prados de siega seminaturales salpicados del ganado vacuno que juega el papel de los grandes herbívoros africanos; y ríos de pequeño recorrido que han horadado el frente litoral dando forma a pequeños estuarios donde refugiarse cada noche formando dormideros -especialmente en invierno- y ubicar sus colonias de cría, es aquí donde ha encontrado el refugio perfecto a pesar de la influencia del hombre en el entorno.
Para saber más: Esta serie de fotografías forma parte del proyecto WildLight Cantabria. Si deseas conocer un poco más sobre proyecto o seguir su evolución puedes hacerlo a través de sus cuentas en Facebook, Twitter e Instagram.
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