El libro "La Maestra y el Museo: Gestión cultural y espacio público 1939-1942" de Sandra Fernández y Paula Caldo (Editorial El Ombú Bonsai, Rosario, 2013), es en palabras de Yolanda de Paz Trueba:
"un libro de historia que, desde una perspectiva sociocultural, nos conduce por las peripecias de una maestra, Olga Cossettini, un acontecimiento, la muestra «El niño y su expresión», y un museo, el Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino de Rosario, al final de la década de 1930 y principio de la de 1940. En las páginas de este libro las autoras proponen un recorrido que, a través de una metodología deliberadamente elegida, articula magistralmente acontecimiento, vida y contexto...
El acontecimiento que motoriza el relato es la mencionada muestra «El niño y su expresión», que se inauguró en Rosario en 1939 en el Museo de Bellas Artes Juan B. Castagnino y que reunía dibujos y pinturas realizados por los alumnos de la Escuela Carrasco de la ciudad homónima. Dirigida por una maestra singular, Olga Cossettini, la experiencia otorgaba a las artes y a las llamadas «misiones culturales» (mayormente recorridos por el barrio) un lugar importante en la enseñanza. Por medio de este acontecimiento, las autoras encuentran un camino para adentrarse en la trayectoria de Olga Cossettini, un personaje singular que, como explican, no escapó a las reglas de su tiempo y, sin embargo, condensa un conjunto de singularidades que bien vale la pena rescatar. Como Caldo y Fernández señalan, Olga fue un producto de su época: maestra egresada de la Escuela Normal de Coronda, provincia de Santa Fe, se formó en el marco del canon normalista impuesto entonces por los organismos de instrucción, que apelaba a la formación continua del magisterio por medio de su participación en foros, publicaciones y eventos, así como a la renovación y discusión pedagógica constante. De modo que Olga, acorde con estos preceptos, se incorporó a la vida laboral pero, como bien afirman las autoras, su trascendencia no se debió al hecho de que pudiera superar su condición de maestra, sino en convertirla en una parte fundamental de su trayectoria intelectual. Así, fue más bien el magisterio el que le proveyó de un entramado social inicial, a partir del cual pudo proyectar y consolidar un perfil cultural y político que sería parte central de su labor desde la década de 1940 en adelante. La muestra a la que refiere el libro es, además de un disparador, un recurso metodológico que les permitió a las autoras observar la manera en que los actores operaron en el espacio público, y puso en escena vínculos de sociabilidad que estos supieron establecer trascendiendo lo meramente institucional. Ese acontecimiento les brindó la posibilidad de demostrar el hecho en sí mismo, dar cuenta de Olga Cossettini, de la educación normal que la tuvo por alumna y la lanzó al mercado laboral, de la experiencia escolanovista, y de las redes de sociabilidad que desde lo personal, pero también desde lo institucional, Olga construyó a su alrededor y por medio de las cuales desarrolló su vasta trayectoria cultural. Finalmente, la elección metodológica ha permitido a las autoras incorporar un tercer elemento: al acontecimiento y a la protagonista se suma el contexto, aquel que ayuda a entender el derrotero de los personajes que transitan por La maestra y el museo, el mismo en el que cobran vida una serie de actores sociales que articularon sus relaciones con Olga. Descrito estupendamente, ese contexto muestra sus grupos de referencia y de pertenencia sin descuidar el proceso histórico en el que se desarrolló esta experiencia. Como parte de esa época, dicen, hay que calibrar la importancia de la muestra en sí misma y en la vida de Olga, pero sin perder de vista que pone también sobre el tapete otras evidencias. Es testigo de un tiempo en el que las maestras no frecuentaban el museo solo como acompañantes de sus alumnos en visitas guiadas, sino que lo hacían para trabajar en ellos exponiendo lo que sus alumnos y alumnas eran capaces de hacer. Ese dato responde a un momento histórico pero sobre todo informa sobre el lugar que ocupaban las maestras como portadoras de un saber ser que supieron utilizar. A través del camino que proponen las autoras en estas páginas, nos muestran a una Olga Cossettini estratega que supo articular redes desde su lugar de amiga, pero que también iban más allá de su trabajo en las aulas. Además de empatías y formas comunes de pensar, la red que construyó establecía puntos de contacto estratégicos que le sirvieron para formarse una trayectoria cultural que trascendió con creces las aulas de la Escuela Carrasco. Claro que, según dicen Caldo y Fernández, para acceder a todo ello fue central desenredar ese tejido relacional, aquel que ellas han sabido estudiar en detalle y transmitir con solvencia".
(Fuente: Boletín Americanista, n.º 71, Barcelona, 2015, págs. 215-222.
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via Carla Ulloa Inostroza https://ift.tt/2KUUOua
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