¿Quién no ha soñado alguna vez con hacer un safari fotográfico por África? Yo no conozco a nadie que no le guste visitar las inmensas llanuras de africanas al estilo Memorias de África; o ver los leones como en Soñé con África, o visitar a las tribus Masai como se ven en las Minas del Rey Salomón. En este reportaje no voy a hablaros de películas, simplemente quiero que me acompañéis de Safari en 4×4 por las míticas tierras de los Masais, de los leones y los gigantescos elefantes.
Para hacer este safari he elegido Kenia y Tanzania. Después de 16 horas de viaje, entre vuelo y escalas, llegamos al aeropuerto de Nairobi (Kenia). Es mediodía y nos espera nuestro conductor-guía. Hechos los trámites aduaneros de rigor, salimos del aeropuerto y subimos a nuestro flamante Toyota Land Crusier, vehículo especialmente preparado para realizar safaris: tracción 4×4, 6 plazas para estar cómodos, techo especialmente preparado para abrirse y poder otear la amplia sabana que nos espera, volante a la derecha (estamos en una antigua colonia Británica)… Incluso un gran cocinero.
Kenia es el país de los safaris por antonomasia, con una superficie superior a los 580.000 Km cuadrados tiene una población de unos 30 millones de habitantes y los idiomas oficiales son el Swahili y el Inglés.
Nairobi es la capital; es muy caótica, coches por todos los lados y gente cuyo divertimento parece ser esquivar los atropellos, con muy pocos semáforos -y la mayoría completamente ignorados. Hay que salir rápidamente de la ciudad. Nos dirigimos al primer destino de nuestro safari, vamos al Reserva Nacional de Masai Mara, al noroeste de Nairobi. Tenemos por delante 335 kilómetros.
En Masai Mara
La Reserva Nacional de Masai Mara es uno de los parques emblemáticos de Kenia, en el borde de la frontera con Tanzania, lindando con el Parque Nacional de Serengeti. El Mara, como lo llaman allí, es un parque con una superficie aproximada de 1800 kilómetros cuadrados y es, también, el más visitado, el que tiene el mayor numero de animales y, para muchos, el más bonito.
Su relieve está marcado por sus inmensas llanuras hasta el horizonte, con grandes paisajes de sabana salpicados por pequeños grupos de árboles y pequeñas islas de matorrales. Allí suelen ocultarse interesantes grupos de animales, desde leones hasta guepardos. Siempre hay que estar preparado para cualquier sorpresa. Hemos tenido la gran suerte de ver la famosa migración de los ñues en su pleno apogeo: más de un millón de animales tapizando el Mara, ñues y cebras, cebras y gacelas, y como acompañantes especiales leones, hienas y los inseparables buitres. Todo un espectáculo.
La migración de los ñues es un acontecimiento que se repite todos los años desde tiempos inmemoriales. Comienza a primeros de año en las grandes llanuras del sur del Serengeti: más de 1.5 millones de animales con dirección al norte, coincidiendo con la llegada de la época seca, llegan a Masai Mara a finales de julio, y aquí se reúnen hasta finales de octubre, momento en el que comienzan su viaje de regreso. Y así todos los años. Para mí es éste de los espectáculos más impresionantes de la naturaleza.
Para poder disfrutar de la Reserva de Masai Mara habrá que dedicarle un mínimo de 3 días, así que me preparo para disfrutarlo al máximo. Ya el primer día soy testigo de una cacería de leones a una cebra. Una de las características de este parque es la permisividad en la realización de Off Road, por lo que se puede ir de un lado a otro sin necesidad de ir por las pistas. Esto, que gusta mucho a los turistas, tiene su contrapartida para los animales, a los cuales se les acosa de una forma peligrosa, poniendo en muchos momentos en verdaderos apuros a los mismos.
Siguiendo nuestro itinerario nos acercamos al río Mara. Es uno de los puntos álgidos dentro del recorrido de la migración, pues es paso obligado de los ñues. Aquí es dónde se ven a los cocodrilos más grandes del planeta (más de 6 metros) esperando a que llegue su comida. Por algún motivo inexplicable siempre cruzan por el mismo sitio, y es muy fácil ver a gran número de esqueletos de estos animales a ambas orillas del mismo.
En Masai Mara uno es testigo de algunas de las puestas de sol más famosas de África, con esos cielos rojos que nos dejan sin habla; ya solamente por esto merece la pena el viaje. En las cercanías del parque se encuentra un pequeño grupo de poblados de masais, donde es obligado ir para conocer un poco su cultura, hablar con ellos y, por supuesto, hacer unas cuantas fotografías. Aunque los Masais siempre fueron un pueblo guerrero, hoy su principal actividad es el pastoreo de ganado bovino y ovino y siguen viviendo como hace cientos de años, bebiendo la lecha mezclada con sangre de sus vacas y portando sus largas lanzas y vestidos con sus conocidas telas de color rojo.
Con los ñues al Serengeti
De Masai Mara vamos acompañando a los ñues hasta el Parque Nacional del Serengeti, ya en Tanzania. Serengeti, que en el lenguaje de los masais significa “tierra sin fin”, es uno de los lugares más espectaculares de la tierra. Con una extensión de 14.763 kilómetros cuadrados, casi tan grande como la Rioja, hay que dedicarle un mínimo de otros tres días, para poder llegar a hacerse una idea de su grandiosidad. Entramos por el norte, desde el área conocida como Lobo, siempre acompañados por una infinidad de ñues y cebras. Ahora sí, ahora nos encontramos a las primeras manadas de elefantes. Como lo definen en muchas guías de África, Serengeti es el Reino Animal por antonomasia, aquí hay leones, cebras, gacelas, antílopes, cocodrilos, hipopótamos, guepardos, leopardos, impalas, y toda clase de aves. Es el sitio ideal para cualquier amante de la naturaleza. De hecho el Serengeti bien vale un safari por sí mismo.
El Serengeti nos depara vistas que parecen alcanzar los confines de la tierra, con la sabana quemada por el sol y sin embargo, después de las lluvias, se transforma de forma mágica en una interminable alfombra verde moteada de flores silvestres. Pero Serengeti no solo es sabana, también hay colinas boscosas, impresionantes termiteros, kopjes rocosos donde se suelen ocultar leones y leopardos, ríos donde es fácil encontrar hipopótamos y cocodrilos. Todo un espectáculo para los sentidos.
Después de casi 8 horas conduciendo por las pistas del Serengeti llegamos hasta la zona de Seronera, justo en el corazón del parque. Aquí es donde se encuentran acondicionados los terrenos para campar. Mientras montamos el campamento, nuestro cocinero nos prepara otra suculenta cena y volvemos a ser testigos de un precioso anochecer en África.
Acampar en el Serengeti es acampar en el centro de la naturaleza. Cuando desaparece el sol y las estrellas con la luna se adueñan de la noche, poco a poco va comenzando a oírse los sonidos de la noche en la sabana. El punto álgido es cuando comienzan a oírse los rugidos de los leones. Esta es una de las más impresionantes e inolvidables experiencias de África. Dedicamos tres días a recorrer este parque donde ha sido posible observar a grandes manadas de elefantes, a muchos leones, grandes y pequeños cachorros, y tres hermosos leopardos, unos subidos en las acacias y otros paseando entre los matorrales.
La octava maravilla del mundo
La siguiente etapa, a 145 Km de carretera, nos lleva a la zona de Conservación del Ngorongoro. Aquí destaca por encima de todo el famoso cráter de Ngorongoro, una auténtica reserva de animales, considerada por muchos viajeros como una de las grandes maravillas de la Naturaleza. Lo primero que impresiona es su inmensidad, 19 kilómetros de largo y 16 kilómetros de ancho. Con una altura media de 2200 metros, el fondo se encuentra a1700 metros de altitud. Para poder acceder al mismo hay dos pistas de tierra, una de subida y otra de bajada, que se caracterizan por su estrechez y por lo empinadas que están en algunos tramos.
En el centro del cráter se encuentra el lago Magadi, un lago con una alta concentración de sosa. Aquí es muy fácil ver grandes grupos de flamencos rosa y pelícanos, y en sus cercanías siempre hay grandes rebaños de cebras y de ñues que se acercan a abrevar. En esta zona es bastante común ver apasionantes escenas de caza de leones.
El cráter del Ngorongoro es uno de los pocos sitios donde es fácil ver a los rinocerontes negros, pues al ser uno de los animales más acechados por los furtivos su número es realmente escaso en esta parte de África.
De Guerreros a bosquimanos
Después de pasar un día completo en el Ngorongoro nos dirigimos a las inmediaciones del Lago Eyasi. Pasaremos por Karatu, una pequeña población donde nos reabastecemos de toda clase de suministros.
El lago Eyasi se encuentra a las faldas del Ngorongoro. Nos dirigimos allí para poder visitar los poblados de los datogas, antiguos guerreros conocidos por su fiereza a la hora de entrar en combate. Más tarde iremos a ver a los bosquimanos hadzabe, un grupo formado por unos 200 individuos divididos en pequeños núcleos familiares y que viven igual que hace cientos de años. Realmente pasar un día con ellos es toda una experiencia memorable.
Taranguire y los elefantes
Nos encaminamos hacia el Parque Nacional de Tarangire, cubriendo una distancia aproximada de 160 Km de pistas, haciendo una pequeña parada en las inmediaciones del Parque Nacional de Manyara, conocido por ser el único que tiene los leones trepadores, leones que acechan a sus presas subidos a las ramas de los árboles.
El parque de Tarangire debe su nombre al río que lo cruza que siempre se encuentra congestionado de animales, llegándose a contar manadas de más de 300 elefantes bebiendo de sus aguas. Los elefantes de Tarangire son uno de sus atractivos más importantes. Otra de las grandes atracciones de este parque son sus aves, con más de 500 especies diferentes.
Este parque, con una extensión aproximada de 2600 kilómetros cuadrados, se encuentra a 118 kilómetros de Arusha, meta de nuestro safari. Por una carretera asfaltada vamos llegando a nuestro último destino, Arusha. Desde aquí se organizan y parten la gran mayoria de salidas hacia los parque que hemos ido dejando atrás.
Después de pasar un día de descanso en Arusha, hacer las últimas compras de recuerdos y regalos me dirijo al aeropuerto, situado en las inmediaciones del Kilimanjaro. Y mientras el avión despegaba pasando cerca de sus faldas mi pensamiento estaba absorto en esas tierras que acababa de dejar. Pero lo prometo, voy a volver.
via Andrés Magai https://ift.tt/2xzC5Sj
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