A veces hay que alejarse un poco para ver mejor. Dejar el centro y encontrar tesoros que de otra forma seguiríamos sin conocer. En Barcelona, el punto de partida de este viaje, nos será difícil imaginar que la ruta a punto de iniciar nos llevará más lejos de lo que indican los kilómetros en el mapa. En concreto, de la ciudad vibrante y cosmopolita que ha celebrado el 25º aniversario de los Juegos Olímpicos que la colocaron entre las ciudades más importantes del mundo, a las pequeñas tradiciones que siguen vivas en las zonas rurales, a los valles y masías, al románico. De tocar el mar, al interior de Cataluña, y más allá, hasta los Pirineos.
Salimos de Barcelona, pero no de su área metropolitana. A un paso de la ciudad, nos sorprenderá encontrar un paisaje salpicado por algunas masías centenarias. Nos adentramos por el Parc Natural de la Serra de Collserola hasta llegar a Sant Cugat del Vallès. A lo lejos, veremos sobresalir la torre de la iglesia del Real Monasterio por encima de los tejados como si se tratara de un adelanto de todas las sorpresas que nos aguardan.
MONASTERIO BENEDICTINO EN SAN CUGAT DEL VALLÉS
Nuestra primera parada –no podía ser de otro modo si este es un viaje a la esencia de Cataluña– es una plaza, la Plaça d’Octavià, en el centro del municipio. Los cipreses enmarcan la fachada principal del Monasterio de San Cugat del Vallés, cuya iglesia se levantó entre los siglos XII-XIV. Parecería que el tiempo se detuvo por siempre en otra época si no fuera por los niños que juegan en el lugar. En el interior, nos aguarda un maravilloso claustro románico del siglo XII. Las columnas que sustentan los arcos de medio punto se alargan en una longitud de más de 30 metros sobre una planta casi cuadrada, configurando al espacio una armonía que, sin duda, debió facilitar mucho la contemplación benedictina.
Dejamos este bello monasterio y seguimos por la comarca del Vallès hasta llegar a Terrassa, a poco menos de media hora de ruta. La antigua Égara romana evolucionó con el paso del tiempo y hoy es, junto a Sabadell, una de las ciudades más importantes de la comarca. La imponente Serra de Collcardú se levanta como telón de fondo.
UN CONJUNTO MONUMENTAL ÚNICO EN EUROPA
En el centro de la ciudad de Terrassa, como si su ubicación manifestara lo importante que es cuidar de de los orígenes, encontramos La Seu d’Ègara: tres iglesias que forman uno de los conjuntos patrimoniales más sorprendentes de toda Europa. No obstante, hay en marcha una candidatura para obtener la distinción de Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO.
En Terrassa podemos encontrar los primeros siglos del cristianismo en la Hispania romana
Si a simple vista parece que nos encontramos ante una nueva manifestación de arte románico catalán, una mirada dentro del recinto nos mostrará vestigios de épocas más antiguas: de los primeros siglos del cristianismo en la Hispania romana. Pero, en la diversidad está la riqueza. Y por suerte, el transcurrir del tiempo queda plasmado en la arquitectura. Así es que, además del románico, en Terrassa podemos conocer parte de la historia más reciente, la de principios del S. XIX, cuando en Cataluña se inició la Revolución Industrial. La primera fábrica de vapor de España se había fundado en Barcelona en 1830, cuando al poco, el auge de la industrialización llegó también a Terrassa. Testimonio de aquellos años es la Casa Alegre de Sagrera. La luz entra por la hermosa cristalera que da al patio de la casa. La decoración ecléctica y las importantes pinturas del hall nos muestran el esplendor de la vida diaria de uno de los linajes más importantes de la ciudad.
PEQUEÑOS PUEBLOS RURALES
Nada como viajar en automóvil para percibir las variaciones que van cambiando poco a poco el territorio. Ya estamos sobre los 500 metros de altitud y los kilómetros de la carretera van mostrando las comarcas catalanas. Ahora por la ventanilla, vemos las encinas y los pinos blancos de las inmediaciones del Parque Natural de Sant Llorenç del Munt i l'Obac. En un extremo se nos abre la visión de un pequeño municipio de claro aire medieval. Se trata de Talamanca, de calles adoquinadas y casas del color de la piedra, balcones con geranios y plazas pintorescas, cuya primera noticia de su existencia se remonta al año 960, época probable en la que se debió fundar el Castillo de Talamanca, desde el que hay excelentes vistas de la zona, y la Iglesia de Santa María de Talamanca.
De Talamanca a Avinyó, nuestra siguiente parada, hay poco menos de una hora de trayecto atravesando parajes rurales que nos adentran en la comarca del Bages, casi ya en tierras del Lluçanès. La oportunidad de desplazarse por carreteras secundarias poco transitadas, a nuestro ritmo, es una de las características de esta ruta por los espacios más rurales de Cataluña. La Torre Dels soldats, el Puente Viejo, la iglesia de Sant Joan d'Avinyó, nos hablan de otros tiempo, y otras vidas. Mientras los amantes del senderismo disfrutan de las distintas vías pecuarias que parten desde la localidad y se adentran en los paisajes rurales.
EL PAN DEL LLUÇANÈS
Si hay un alimento que evoca orígenes ese es sin duda el pan. Nos habla de lo artesanal, de lo elaborado sin prisas, con calma, paciencia y amor. El Lluçanès, en la comarca de Osona, es un altiplano que mira al Llobregat y a la Plana de Vic, zona de importantes explotaciones porcinas y ganaderas. Diríamos que si alguien no probó los embutidos de Vic, difícilmente podrá conocer los sabores más tradicionales de Cataluña.
Si pruebas los embutidos de Vic, difícilmente conocerás los sabores más tradicionales de Cataluña
Pero por la ventanilla de nuestro automóvil veremos que esta es una zona de transición y el Lluçanès es tierra de panes. Al entrar en Prats de Lluçanès, y en otros pueblos de la zona, será fácil sentir el aroma a leña y pan recién hecho que sale de los muchos hornos que confeccionan las diversas variedades: los crostons, el Rocs, el Pan de Osona. Si hay que hacer una parada para comer, no se nos ocurre mejor lugar que este.
CAMINOS PARA IR POCO A POCO
Así son las rutas que podemos tomar para llegar a Borredà: caminos para ir poco a poco, para dejar la ventanilla algo abierta y así notar la brisa y el aroma de los pinos que nos rodean y que constituyen un entorno natural muy apreciado por senderistas y amantes del turismo rural.
No nos olvidamos del patrimonio cultural, pues uno de los rasgos de Borredà más notables es la importancia y las diversas manifestaciones de románico y barroco. Lugares que visitaremos como la iglesia de Santa María, alrededor de la cual nació este pequeño municipio, o la preciosa iglesia románica de Rotgers (del siglo XII), a la que podremos llegar tras una corta caminata. Finalmente, si nos apeteciera llenar la despensa, en Borredà tenemos donde elegir entre productos artesanales de primerísima calidad representativos de la gastronomía del lugar: quesos, mermeladas, carnes, legumbres…
Y seguimos poco a poco para llegar a la capital de la comarca del Bergadá. En Berga, sorprende la imponente Serra de Queralt, que se levanta tras ella como un decorado. La ciudad es famosa por su gastronomía, por su historia y, sin duda, por ser el hogar de La Patum.
El esperado baile del águila llena de una multitud expectante la Plaça de Sant Pere; con los primeros acordes de la música, la gente comienza a bailar y a moverse al son de esta centenaria coreografía que atrae a Berga cada años a miles de visitantes. La Fiesta de la Patum de Berga es uno de los Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad más sorprendentes de los que se pueden encontrar en Cataluña. Se celebra entre finales de mayo y principios de junio, durante las fiestas del Corpus.
Además de la Fiesta de la Patum, hay muchos otros planes que hacer en Berga; por ejemplo, algo de senderismo para subir al Santuario Nuestra Señora de Queral, conocido como “Balcón de Cataluña”, a 1.200 metros de altura. Y lo cierto es que domina la comarca. A su vez, el santuario es la última etapa del Camí dels Bons Homes, una ruta conocida por los más avanzados que cruza los Pirineos y que recrea los pasos de los cátaros occitanos durante la Edad Media.
HACIA LOS PIRINEOS
Dejamos la provincia de Barcelona para entrar en Lleida. Estos municipios tienen poco que ver con la Barcelona que nos vio partir. Nos aguardan pueblos rurales que no superan los mil habitantes, como los de Sant llorenç de Morunys y Tuixent.
Amantes de los deportes invernales, senderistas y buscadores de setas disfrutan de la Vall de Lord, sus paisajes y pueblos de menos de mil habitantes
Sant llorenç de Morunys es el municipio más grande –si grande es un adjetivo que podamos usar aquí- de los que forman La Vall de Lord. Su estampa medieval, al pie de la sierra de Port del Comte, es conocida sobre todo por los buscadores de setas y, en invierno, por los amantes de los deportes de nieve. Estamos ya en la vertiente meridional de la Serra del Cadí, en zona de estaciones de esquí. Para los amantes del senderismo, diferentes ermitas románicas que aparecen salpicadas entre el paisaje son el premio a largas jornadas de camino.
Que haya pocos habitantes no significa descuido de las tradiciones: el curioso Museo de les Trementinaires, en la planta baja del Ayuntamiento de Tuixent, guarda la memoria de la antigua práctica de recolectar plantas y remedios medicinales para su comercialización en los mercados del territorio.
Seguiremos recorriendo la carretera por el borde del pantano hasta llegar al Cuello del Puerto, desde donde, bordeando la Serra del Cadí, descenderemos entre los espectaculares paisajes montañosos de los Pirineos, en dirección norte hacia la capital de la Alt Urgell. Sus tejados grises de pizarra, aparecerán al poco en el horizonte. Al llegar, tal vez nos resulte difícil imaginar que La Seu d’Urgell fue una de las ciudades más importantes de la Cataluña medieval; pero será suficiente con hacer una visita a la Catedral de Santa María (del S. XII), la única catedral románica que se conserva en Cataluña, para convencernos de ello.
UNA SAL DE ALTURA
De camino a Gerri de la Sal, punto y final de nuestra ruta, nos encontraremos con Guàrdia d'Ares apostado sobre una colina. Llegar a los diversos núcleos de Les Valls d'Aguilar es hacerlo a una de las zonas menos pobladas de Cataluña. El románico de esta zona presenta un excepcional conjunto de iglesias románicas del S. XI repartidas en diferentes núcleos como el de Taús, La Guàrdia d'Ares o Trejuvell.
Siguiendo el curso del río Noguera Pallaresa, el más voluminoso de los Pirineos y uno de los primeros en introducir en España la práctica del rafting, llegamos a Gerri de la Sal, a 600 metros sobre el nivel del mar. Al acceder a esta localidad por el antiguo puente medieval de piedra es fácil imaginar cómo debió ser la vida allá en el siglo XII, cuando se construyó el monasterio de Santa María, con su espectacular campanario de espadaña de tres pisos. De todas formas, es el curioso topónimo del municipio el que nos da la pista de por qué fue famoso ya desde tiempos de la Edad Media: la Sal. Y es que aquí se encuentran unas salinas que están documentadas desde antiguo, en el siglo IX, que nacen de una fuente salada y que aportaron poder económico a sus habitantes hasta bien entrado el siglo XX. Hoy, un recinto interpretativo nos explica la historia; pero para ello, primero, deberemos alejarnos de Barcelona, dejar el centro, e ir a la búsqueda de maravillosos tesoros.
Ruta variante 1: de Borredà a Tuixent
El pueblo más pequeño de Cataluña está en esta variante de la ruta, que va desde Borredà hasta Tuixent. Antes de llegar a La Pobla de Lillet, encontraremos a mitad del camino Sant Jaume de Frontanyà, con apenas 1,4 habitantes por kilómetro cuadrado. Hasta llegar a Tuixent, y pasando por Saldes, nos aguardarán castillos y viejos puentes medievales, ermitas e iglesias románicas. El valle de Tuixent, con la Serralada del Cadí al norte es un lugar ideal para los amantes de los deportes de invierno.
Ruta variante 2: de Navarcles a La Vall de Lord
Desde el Bages podemos ir hasta los bellos paisajes de La Vall de Lord, en el Pre-pirineo. Partiremos de Navarcles, donde aprovecharemos para descubrir el asombroso conjunto patrimonial que forma Món Sant Benet, el monasterio benedictino cuya construcción se comenzó alrededor del año 950. Antes de llegar a Cardona, famosa por su castillo y la montaña de sal que podremos visitar, pasaremos por Súria, donde visitaremos el Geoparque, para comprender que donde ahora estamos, hace 37 millones de años había mar. Entraremos en la provincia de Lleida por Solsona, donde no dejaremos de entrar en su Catedral. A un paso, La Vall de Lord.
via http://ift.tt/JKJLOL http://ift.tt/2HOSS4S
No hay comentarios:
Publicar un comentario