Nuestro viaje empieza en Brescia. Todos los años, a finales de Junio se celebra esta efeméride homenaje al espíritu “slow food” , sinónimo del buen yantar de forma relajada. Una tarde noche de fiesta en el que las calles se llenan de puestos de comida, los restaurantes y tabernas ocupan las avenidas y los cocineros ponen su alma, con la misma pasión que un artista en su obra. El público compra un bono, que según color y precio incluirá mayor numero de consumiciones. La mejor gastronomía se populariza entre bandas de música, actuaciones, batukadas , saltimbanquis y malabares…, y solo queda dejarnos llevar en este tour gastronómico, la mejor manera posible de visitar la ciudad.
Abandonamos la plaza del Ayuntamiento, y su concierto. En sus portales hemos saboreado la primera especialidad regional, siempre acompañada de un vino de su misma tierra. El ritmo nos contagia. Avanzamos vaso en mano hasta la terraza del Hotel Vittoria. Es el nuevo punto de avituallamiento desde donde descubrimos la catedral barroca. Brescia seduce, sus calles antiguas, las ruinas romanas, la noche cálida y festiva…
El siguiente día dejamos la ciudad para explorar el Lago di Garda. El primer acercamiento nos sitúa en medio de sus aguas. Una excursión en lancha motora para descubrir los pueblos de Sirmione y Desenzano. Entre estas preciosas localidades se encuentra “Podere Selva Capuzza”, bodega y agroturismo en una granja del siglo XIII. Junto a los mismos campos donde se libraron las cruentas batallas de San Martino y Solferino, crecen hoy las uvas autóctonas, orgullo de la Hacienda, sangre de paz y amistad.
Nuestro objetivo es conocer más la gastronomía y aquí ofrecen mini-cursos de recetas relacionadas con la pasta. Así que al llegar, nos obsequian un delantal con nuestro nombre bordado y las sonrientes señora Marina Bompiere y Nike nos ofrecen su experiencia y recetas, como un perfecto regalo inmaterial, ¡El mejor souvenir posible, ansiosos como estamos por ser maestros en el arte de cocinar. En la lección hemos confirmado la importancia de un buen aceite para hacer extraordinario un plato. En el Lago di Garda se da el clima ideal para los olivos.
Hacienda agrícola Manestrini tiene una situación privilegiada sobre las aguas. Además de 2000 olivos que pueden visitarse en un tour guiado. Pero lo auténticamente divertido e instructivo siguiendo el propósito de nuestro viaje, es la degustación de sus aceites. Más me imaginaba yo probando diferentes vinos, pero todo llegará…Al final, le tomas gusto y afición, sentir el aroma en la boca, la sensación en la garganta y sus diferencias. Un poco abrumado, por no abusar, pedí repetir…¡de tanto que me gustó!
Entre Garda y el Lago de Iseo se encuentra la región de Franciacorta. Con bodegas que datan del siglo XVI y hoy una Denominación de Origen asociada a un vino espumoso de calidad.
Parece que se acerca la esperada cata, la idea es apuntarnos a uno de los distintos tours por los viñedos que ofertan las distintas heredades. Elegimos una propuesta de “nordic-walking”, en la bodega Mosnel, y apoyados en bastones, recorremos con ritmo los caminos entre las cepas. Un plan perfecto para sentir esta tierra. El paseo es en sí mismo una recompensa, que se remata entre las viñas, con un picnic bajo un par de olivos. La cata no puede ser en mejor lugar. El vino Il Mosnel, elaborado con estricto método orgánico, ha ganado numerosos premios por su respeto a la naturaleza. ¿Qué mejor lugar para probarlo que entre el azul del cielo y el verde de sus viñas?
De vuelta visitamos la casa-museo de Ugo da Como en Lonato del Garda. La visita incluye 20 habitaciones que reflejan el gusto de las clases altas de tiempos pretéritos en el diseño de interiores. La extraordinaria biblioteca incluye sobre 52.000 títulos, desde manuscritos del siglo XII, códices, incunables…Nos gustaría consultar alguno de gastronomía pero…toca comer.
La “Antica Cascina San Zago” es un antiguo convento de 1600 en una colina con vistas al pueblo de Salo, situado en la orilla este del Lago. Aquí podremos disfrutar de las habilidades culinarias de Carlo Bresciani. Casa, olivo, las aguas inmensas frente a nosotros y la sensación de que cada vez sentimos más todos los sabores de este viaje al sabor de Lombardía.
Es la última tarde. Renunciamos a la siesta para volver a la paz del lago. Por dos euros el permiso de pesca para turistas nos permite sentarnos frente al agua, en una tarde relajante. Quien sabe si esta noche cenaremos algún pez pescado por nosotros mismos. Y si la suerte no nos acompaña en nuestro intento, podemos considerar que también somos afortunados. En la misma orilla, Il Rivale ocupa un edificio reformado del año 1600. Es uno de los muchos restaurantes singulares para despedir este viaje al corazón de la gastronomía de Brescia.
El aroma de los olivos, acompaña a la noche templada, y con este vino que sabe a su tierra, brindamos por la merecidísima distinción como región europea de la gastronomía al ESTE DE LOMBARDIA…
¡Muy rico todo! ¡Este año seguro que volvemos!
Texto: Ana Vega Díez; Fotos: Gonzalo Martínez Azumendi
via Gonzalo Azumendi http://ift.tt/2lYXNIm
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