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Buscar moras de los pantanos en Finlandia, el oro de Laponia
Al ritmo del sol de medianoche, las moras de los pantanos dan vida a los pantanos de la Laponia finlandesa un par de semanas cada julio. En la autoproclamada ‘capital de las moras de los pantanos’, Ranua, los lugareños se lanzan de cabeza al buen tiempo con urgencia biológica. Dejan las herramientas, toman un par de cubos y se van a los bosques a buscar el dulce sabor del verano en las moras, que les durará hasta bien entrado el gélido invierno. Es ‘la fiebre de las moras’.
EN LOS PANTANOS
Buscar moras es todo un arte. Uno se pasa horas entre pantanos profundos, campos de hierba algodonera y bosques de altísimos pinos, sin nada que permita calcular el paso del tiempo, salvo el movimiento del sol cuando este se deja ver entre las nubes. “No cojas las de color rojo, todavía no están maduras”, me aconseja mi guía, Riikka Tuomivaara. Curiosamente, la fruta silvestre más buscada de Finlandia es más pálida cuanto más madura está, va del granate más intenso a un naranja melocotón, y cada tallo tiene un solo y preciado fruto.
Finlandia, Laponia, mora de los pantanos © Stefanie Kurtz - http://ift.tt/2h456vC
Comparo mi puñadito de moras con el cubo medio lleno de Riikka. “Ya le cogerás el tranquillo”, me anima. Y así es. Poco a poco, los ojos se acostumbran a detectar las moras anaranjadas; los pantanos que antes amenazaban con tragárseme, ya son más fáciles de sortear, y salto entre los islotes de musgo seco. Aprendo a recoger moras con una mano mientras ahuyento mosquitos con la otra. Mi cubo empieza a llenarse poco a poco, y la recogida se vuelve metódica, casi meditativa.
Llega la pausa, con un pícnic junto a una hoguera en un claro en medio de ninguna parte, con el sol colándose a través de las copas de los árboles. Pruebo mi primera mora de los pantanos. Es más ácida que una frambuesa, tiene un jugo cremoso y meloso, parecido al del melocotón maduro. Nacidas entre la nieve que se derrite, las moras florecen en junio, cuando desaparece el hielo, y maduran seis semanas después. Para los finlandeses, esta fruta anuncia la llegada del verano tras un oscuro y frío invierno.
LA NATURALEZA DE LAPONIA
Preciadas tanto por su escasez como por el sabor que dan a una tarta o a la mermelada, las moras de los pantanos son bastante difíciles de encontrar. Abundan en los remotos humedales de clima ártico, como en Southern Lapland pero, aún así, dar con ellas requiere habilidad y resistencia física. Aunque crecen en otros rincones del norte de Escandinavia, Rusia y Canadá, solo Finlandia las tiene en un pedestal.
Desde que oí hablar de estas moras –en Ranua las llaman hilla, y en el resto del territorio, lakka–, imagino los pantanos y bosques donde crecen como un lugar casi mítico. Ir a buscar moras añade dolor de espalda y picaduras de mosquito a la ecuación, pero no por ello es menos mágico. El silencio del viento, el amplio cielo abierto, los lagos de aguas cristalinas, las carreteras rectísimas que penetran en bosques sin fin, en armoniosa monotonía: en todos los sentidos, las moras de los pantanos alejan a sus buscadores de la civilización para adentrarlos en la naturaleza.
Finlandia, Laponia, Tuolpajarvi © Mark Read / Lonely Planet
En realidad, la búsqueda en solitario de estas moras resume bien la mentalidad finlandesa: “En Laponia necesitamos la amplitud”, explica Riikka, “Si nuestros vecinos más próximos están a menos de un kilómetro, nos entra la claustrofobia”. Casi todos los buscadores de moras de los pantanos salen solos; les gusta más hacerlo así, en paz y con tiempo para pensar en sus cosas mientras pasan horas en los pantanos. Tienen mucho donde elegir, con más del 60 % de la región ocupada por tres tipos de pantanos: los räme (turbera de pino), los korpi (pantanos más secos con árboles) y los avosuot (turberas sin árboles).
“En Laponia hay otros tipos de moras”, dice Riikka. “En julio hay arándanos; a mediados de agosto, arándanos rojos; y en septiembre, mirtilos”. Y, además, hay una baya muy difícil de encontrar, que los lugareños adoran por encima de la mora de los pantanos, el santo grial de las moras, la mesimarja (frambuesa ártica), tres veces más pequeña, que crece junto a lagos y ríos. Mientras escudriño la zona en busca de la famosa mora, Riikka señala un par de abejas silvestres y advierte: “Tenemos un dicho: si pisas una abeja perderás 10 kg de moras”. Tendré que ir con cuidado.
Cuando damos el día por terminado, Riikka rebosa salud y felicidad. “Me encanta esta época del año”, exclama, “Las moras, el ejercicio, la naturaleza, el aire fresco”. Entiendo a lo que se refiere cuando, al salir del bosque y pisar la carretera, vemos unos renos salvajes, con los cuernos silueteados por la luz rosada de la inminente puesta del sol.
LA FIEBRE DE LAS MORAS DE LOS PANTANOS
En verano, el fervor por las moras de los pantanos es palpable en cualquier parte de Ranua. “Es como una fiebre, desde que sale la primera mora hasta el festival que les dedicamos en agosto”, dice Riikka. En parte, la ‘fiebre’ se debe a que estas moras no son cultivables, porque necesitan mucha agua, y encontrarlas es como dar con un tesoro. Por eso los lugareños son tan reacios a revelar los sitios donde crecen, manteniéndolos en el más estricto secreto. “He andado a lo largo de 10 km de vallas para luego darme cuenta de que las mejores moras de los pantanos estaban justo detrás de la valla”, cuenta Riikka. “Y después están las historias de osos que ahuyentan a los buscadores, les llamamos osos de las moras”, añade.
Finlandia, Laponia, moras de los pantanos © Mark Read / Lonely Planet
Si bien la mora de los pantanos es mucho más que una moda pasajera en Finlandia, su atractivo ha crecido al conocerse su categoría de superfood: una sola mora contiene más vitamina C que una naranja y abundante omega-3 y omega-6, entre otras sustancias consideradas saludables.
En el pequeño mercado de moras de los pantanos del centro de Ranua hay un hombre que conoce las virtudes de la hilla mejor que nadie: se trata de Taisto Illikainen, ‘el profesor de la hilla’ según los lugareños, con más de 50 años de experiencia en el negocio. Taisto calcula el comienzo de la temporada de hilla, registra la cantidad de moras recogidas y fija los precios. En el 2016, 1 kg se compraba, de media, por 10 € y se vendía por 15 €. “Hace un par de años hacía demasiado frío y la hilla escaseaba tanto que el precio subió a 35 € el kg”, cuenta Taisto, con un brillo en los ojos al hablar de su tema favorito.
Una pareja sueca llega en camioneta. Cada año dedican sus vacaciones a la recolecta de moras de los pantanos. No son los únicos. “Las moras de los pantanos sonparte de nuestra gastronomía y nuestra cultura, pero también nos dan trabajo”, comenta Taisto, pesando las moras con destreza y repartiéndolas en pequeños recipientes. “Además de los lugareños, viene gente de Rusia, Estonia, Polonia y Tailandia a por ellas. Pueden ser un buen negocio si uno es buen recolector; como un tipo que me trajo 100 kg en un día. Algunos incluso salen a buscarlas de noche”.
Tan popular es buscarlas como comerlas. “Hay finlandeses que recorren 800 km desde Helsinki para recoger un montón de moras de los pantanos y regresar, están locos”, cuenta Taisto riéndose.
Finlandia, Laponia, pausa tras la recolección © Ninara - http://ift.tt/2h49wCX
Las tiendas y los restaurantes de Ranua también saben sacar partido a la adorada hilla. Ranua-Revontuli es una bodega especializada en vinos de moras –con la mora de los pantanos como la gran estrella–, y Pizzaravintola Vaaka tiene en su carta una pizza con carne de reno y moras de los pantanos (la versión lapona de la pizza hawaiana). Los panaderos locales preparan ricas tartas con capas de hilla, mermelada y nata. En las casas del final del pueblo, la gente se pasa horas congelando moras y elaborando con ellas la compota que acompaña al leipäjuusto (queso en grano), y aprovechan las hojas y las semillas para preparar pan, infusiones e incluso cosméticos.
“La mora de los pantanos es oro para nosotros”, afirma Riikka con entusiasmo, y añade: “En invierno, a -35 grados, son el sabor del verano. Te las comes y te imaginas paseando por los pantanos, bajo el sol. Pero ahora no tengo que imaginarlo, estoy aquí. El sol me calienta la espalda de nuevo, me pongo las botas de agua y me voy a los pantanos solitarios a por las moras de oro”.
¡A BUSCAR MORAS!
La oficina de turismo de Ranua cuenta con guías especializados en moras de los pantanos. Si el viajero prefiere ir a buscarlas por su cuenta, que use el plano de la oficina con los puntos donde crecen. Hay que llevar botas de agua, ropa impermeable y un cubo, además de un gorro con mosquitera, repelente de insectos y tentempiés. El aeropuerto más próximo está en Rovaniemi, a una hora en automóvil hacia el norte.
Por Kerry Christiani, autora de Lonely Planet.
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