Así es, efectivamente. Nos encontramos en la menos visitada de todas las bellezas naturales de Egipto, un maravilloso reino de silencio completamente deshabitado salvo por cinco fascinantes oasis: Siwa, Bahariya, Farafra, Dakhla y Al-Kharga.
Lo realmente fascinante de ir a su encuentro es que todos ellos son, aún hoy, deliciosos microcosmos medievales, muy diferentes entre sí. El recorrido que proponemos, nada tiene que ver con los circuitos tradicionales que tienen Egipto como destino. Vamos a sumergirnos de lleno en el desierto Líbico –o Desierto Occidental-, esa franja de territorio que se extiende al oeste del Nilo hasta la frontera con Libia, casi 1.000 kilómetros salpicados de grandes depresiones cuyo fondo se sitúa por debajo del nivel del mar. Eso justifica los oasis, los únicos lugares en el hostil desierto donde los hombres son capaces de asentarse y fundar comunidades. El agua proporciona vida en un medio donde su escasez o su existencia dibuja la línea que separa las rocas y la arena de los vergeles.
La tradicional imagen que uno tiene del desierto como un mar de ondulante y fina arena desaparece después de días enteros de viaje por este territorio desolado. Los ergs, o dunas de arena, suponen sólo el 20 por ciento del Sahara. Desprovisto de este elemento mítico, el desierto se muestra tal y como es: mágico, es verdad, pero terriblemente duro. Es fácil, pues, entender las razones que han inducido a sus antiguos pobladores a renunciar a esta tierra y a su progresivo asentamiento en ciudades como El Cairo o Luxor, donde muchos bereberes han cambiado el camello por el todoterreno para pasear turistas. Gracias a ellos, hoy es posible descubrir formaciones desérticas tan opuestas como el Desierto Blanco, el Desierto Negro y el Gran Mar de Arena, y disfrutar una de las grandes aventuras que se pueden vivir en Egipto.
En ruta hacia Siwa
Casi 700 kilómetros separan la caótica ciudad de El Cairo –punto inicial del recorrido- de Siwa, la primera gran etapa del viaje.
Siwa es uno de los lugares más idílicos de Egipto. Jamás decepciona. Es el más mítico de los oasis del Desierto Occidental, fascinante por la belleza de sus rincones y por ser un auténtico jardín florido en torno a frescas fuentes. Su legendaria fama procede de tener el oráculo más importante de la Antigüedad, el del dios Júpiter-Amón, visitado por Alejandro Magno el 332 aC. Repleto de mitos y leyendas, se cuenta también que la reina de Egipto, la bella Cleopatra, no sólo visitó el oráculo sino que fue asidua de sus saludables manantiales. Con el imponente telón de fondo de erosionadas colinas de arenisca y un mar de dunas, el oasis aparece como si de un espejismo se tratara. Mirando a tu alrededor se descubre un maravilloso escenario plagado de cientos de miles de olivos, frutales y palmeras. El Islam y la lengua árabe acabaron llegando aquí, pero el aislado emplazamiento y sus arraigadas tradiciones han hecho que los habitantes de Siwa, que hablan sobre todo berebere, conserven su personalidad y sus propias costumbres y tradiciones.
La ciudad fortificada de Shali, su núcleo principal, es particularmente sugestiva. No es más que un laberinto de ruinas que más bien parece un termitero gigante. Esta antigua ciudadela de Siwa, levantada en el siglo XIII a base de barro seco y granos de sal, fue destruida por unas inesperadas lluvias que, en 1926, lamieron el adobe de las casas como si de un caramelo se tratara. El resultado es un hechizante laberinto medieval que merece la pena recorrer.
UNA REGIÓN DE ENSUEÑO
350 kilómetros separan Siwa de Bahariya. Completamente rodeado de colinas salpicadas de exuberantes plantaciones de palmeras, Bahariya ofrece muchos y muy variados atractivos. El primero, el Desierto Negro que, como su nombre indica, está formado por la erosión de las montañas, que ha extendido una capa de polvo y piedras negras sobre el terreno. El segundo es Qarat Qasr Salim. Se trata de un pequeño montículo situado en el mismo corazón de Bawiiti., el principal núcleo de población del oasis, donde se encuentran tumbas de la XXVI dinastía.
Dejando atrás los magníficos escenarios del Desierto Negro, a 180 kilómetros está Farafra, un oasis de difícil acceso y escasamente poblado. Los viajeros llegan a Farafra siguiendo la carretera principal que une ambos oasis. Los más aventureros lo hacen a través del desierto. No se equivocan. Y es que las imágenes que salpican el paisaje no tienen desperdicio. Aquí, el Desierto Occidental nos obsequia con una espléndida variedad de zonas. Desde los extraños conos negros del Desierto Negro, hasta los ergs (campos de dunas) blancos como la nieve del Desierto Blanco. Sin lugar a dudas, estamos ante los escenarios más espectaculares del desierto, donde gigantes monolitos de piedra modelados por el viento se extienden a lo largo del horizonte como fantasmas. Algunos adoptan formas inverosímiles: parecen avestruces, camellos, setas… Todo un poema de piedra.
El siguiente objetivo es el oasis de Al-Kharga. 500 kilómetros de visiones sublimes. A mitad de camino, sin embargo, una nueva e inesperada imagen idílica hace acto de presencia. Es Dakhla, el más espectacular espejismo de este desierto. Rico en fuentes, tiene un terreno fértil que produce dátiles excelentes, mangos y albaricoques. Como sugiere el nombre de su población principal, Mut (consorte del dios Amón), el oasis ya estaba habitado en época faraónica. Hoy, con apenas 25.000 habitantes, es el más poblado de todos.
Dakhla es una alegría para los ojos, con sus palmerales, huertos y campos en medio de la nada. Sus centros habitados más importantes, Balat, Asmant, Al-Qasr y Mushiya, poseen intacta la arquitectura tradicional del desierto. Al-Qasr deslumbra con sus casas medievales de cinco pisos y sus puertas y dinteles esculpidos. Es, además, la puerta hacia muchos vestigios arqueológicos. Las tumbas de Al-Muzawaka, de época romana y decoradas con pinturas muy bien conservadas, es uno de ellos
Nuestro viaje termina en Al-Kharga. Para los apasionados del desierto, hay pocos oasis como éste. Basta un buen 4×4 y buen guía y todo el recorrido te lleva a un tesoro siempre inesperado sobre la finísima arena. Y es que, efectivamente, la característica dominante de Al-Kharga son las dunas, estas bellas y caprichosas formaciones de arena que se desplazan a merced del viento. Muy cerca se encuentran la necrópolis de Al-Bagawat y el antiguo templo de Hibis. El primero es uno de los cementerios cristianos más antiguos aún existentes del mundo. Casi todas las tumbas son de los siglos IV y VI d C. El segundo, está dedicado al dios Amón y es el más importante y mejor conservado de los templos hallados en los oasis.
El enorme atractivo y poder de seducción del desierto nos ha acompañado siempre en este viaje que toca ya a su fin. Hemos recorrido inmensos palmerales, las piedras de su historia, aldeas ancladas en el tiempo… Y hemos aprendido algo que no imaginábamos: el desierto está vivo.
SAFARIS POR EL DESIERTO
Un safari por el Desierto Occidental es una de las experiencias más fabulosas que ofrece Egipto. Pero cuidado!, también puede ser una de las más frustrantes. Hay riesgos y en el desierto muere gente todos los años. Por todo ello resulta vital un guía de confianza. Lo mejor es contratarlos en las propias agencias de viajes de El Cairo. Serán ellos quienes, además, se ocuparán de tramitar todos los permisos militares obligatorios para cruzar el desierto.
FORMALIDADES DE ENTRADA. Pasaporte con una validez de seis meses. El visado puede tramitarse en el mismo aeropuerto de Egipto.
IDIOMA La lengua oficial es el árabe. De todas formas es fácil encontrar guías profesionales que hablan perfectamente en inglés.
CUÁNDO IR. La mejor época para ir es entre noviembre y junio. El resto del año las temperaturas superan fácilmente los 40 grados.
DÓNDE DORMIR
En todos los oasis mencionados hay hoteles para todos los gustos. Nosotros sugerimos:
En Siwa. Siwa Shali Resort. Complejo nuevo construido al estilo tradicional. Probablemente sea el mejor hotel de la zona. Con restaurante y piscina. http://ift.tt/2cbuVqq
En Bahariya. International Hot Springs Hotel. Es un balneario de aguas termales de tres estrellas cuyos propietarios, alemanes, han puesto mucho mimo. Es muy confortable. http://ift.tt/2cs5QoG
Una noche en el desierto
¿Te imaginas pasar una noche en el desierto? Este es, probablemente, uno de los mejores lugares del mundo para encontrarse con uno mismo. No hay nada comparable a esperar que caiga el sol, encender una hoguera y dejar pasar el tiempo con un vasito de té en la mano y escuchando historias del desierto de la boca de los guías y conductores. Todas los viajes organizados en las propias agencias de El Cairo preven una o dos noches en campos perfectamente acondicionados para pasar una jornada inolvidable.
MÁS INFORMACIÓN. http://ift.tt/2cbtuZd
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